miércoles, 27 de septiembre de 2017

ALGUNOS CATALANES: PRESOS DE LA SECTA, ADICTOS Y MUY CREÍDOS. Digno de estudio psicológico es el pensamiento y comportamiento actual (IX-17) de no pocos catalanes. Así, los afectados por esta suerte de locura separatista actúan como adictos, como abducidos por una secta y como el presumido que se cree irresistible.

El indeseable adoctrinamiento y uso político de niños 
Visto desde fuera, muchos de los que militan activamente en el secesionismo parecen haber desarrollado ciertas dolencias mentales que les impiden ver las cosas como son. Por un lado dan sensación de haberse convertido en adictos, en yonquis que necesitan dosis diarias; por otro parecen abducidos por una secta; y finalmente, también se presentan como el mozo creído y convencido de que todas se le van a rendir nada más verle. Evidentemente, no todos los que profesan el dogma muestran idénticos síntomas ni con la misma intensidad, de modo hay casos agudos y otros crónicos, fuerte o moderadamente afectados, repentinos o hipocondriacos (que son los catalanistas conversos), pero todos están afectados por esos tres verdaderos trastornos del intelecto.

El que ha sido capturado por una secta es incapaz de ver la realidad, postura en la que coinciden con los separatistas furibundos. Y no importan las razones, los argumentos, las evidencias que se les presenten desde todas partes, tanto unos como otros no atenderán, y pensarán que es el resto del mundo el que está equivocado, y sólo ellos y sus jefes poseen la verdad. Por eso, hay catalanes que se han entregado incondicionalmente al dogma del cisma y no quieren entender las palabras de quienes les llevan la contraria, ya sean amigos, hermanos, hijos, padres o expertos en la materia; al revés, se enfadarán con quienes traten de explicarles que están siendo manipulados, adoctrinados y utilizados por sus amados líderes, a los que se entregan en cuerpo y alma. Igualmente tampoco escuchan cuando se les muestran las pruebas de que esos cabecillas a los que adoran les están engañando. Y repetirán obsesivamente las consignas que los caudillos les han diseñado: “quieren destruirnos, nos roban y viven a costa nuestra, si nos separamos seremos más felices y más ricos y todo funcionará de maravilla, el mundo está pendiente de nosotros y nos acogerán con los brazos abiertos en todos los organismos internacionales aunque ahora digan lo contrario, las pruebas y evidencias que contradicen nuestra fe son falsas….”. Los adeptos a la secta separatista se lo creerán a pies juntillas y, como si estuvieran programados, como si les hubieran estado metiendo la idea desde primaria, usarán cualquier recurso (amenazas, acosos, violencias), cuando la legítima legalidad (valga la redundancia) trate de defenderse e imponer la ley.   

En tanto que yonquis del credo separatista, el primer pensamiento que tienen al levantarse es conseguir las dosis que aplaquen el ansia; así, una manifestación, un escrache, una pegada de carteles, una sentada…, son las tomas habituales, aunque de vez en cuando hay material de superior calidad, como puedan ser los enfrentamientos directos con los cuerpos uniformados o cualquier tipo de algarada callejera. De este modo, al igual que el drogadicto vive su día a día con una única idea en la cabeza y para complacer ese deseo está dispuesto a casi todo (a veces a todo), el separatista tiene el cerebro invadido casi exclusivamente por ese concepto, con lo que toda su actuación cotidiana estará supeditada a la causa. Y como el yonqui, lo pasará fatal y sentirá angustia si no puede dar salida a sus mortificantes deseos. Y también coinciden en que no son conscientes de su dependencia, aunque ésta sea un anhelo de independencia. En fin, dicen los expertos que un drogadicto estará en peligro de recaída durante muchos años, a veces toda su vida.

Por último, este significativo porcentaje de catalanes obcecados por avanzar hacia un muro de hormigón con el que inevitablemente chocarán, están tan convencidos de la verdad que les han fabricado que incluso se sienten superiores. Por eso se comportan como el chico creído que se siente irresistible, como ese altivo y fatuo galán que cree que no habrá mujer que no se entregue a sus incontables encantos; al contrario, piensa que es todo un honor que alguien tan estupendísimo como él se haya fijado en ella, que ella debería sentirse halagada y agradecida de que un tipo tan guapísimo con él la haya elegido. A causa de ese engreimiento y del convencimiento absoluto de que su fe es la única verdadera, hay muchos miles de catalanes que ni siquiera se imaginan que alguien pueda decirles no; por eso les da igual que desde todos los organismos internacionales (económicos, políticos, deportivos) les aseguren que hay que cumplir reglamentos, normas y exigencias, puesto que los que profesan el separatismo interpretan esas advertencias como el creído, el cual en su interior cavila: “¿dicen que no?, bah, eso es para hacerse las interesantes, pero yo sé que lo están deseando y a la hora de la verdad se rendirán”.

No todos los que quieren romper se tragan las bolas de los amados líderes, también hay quien desconfía de ellos y de la quimera, pero calla por miedo o interés. Sin embargo, la gran mayoría, los fieles de a pie, son dependientes de ese narcótico ideológico, jamás se plantearán posibilidades ajenas a la secta del separatismo, y seguirán convencidos de que todas las organizaciones a las que ellos cortejen romperán sus propias normativas y les abrirán sus puertas dándoles las gracias.   

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 24 de septiembre de 2017

ROCK EN ACÚSTICO, LA CARA MÁS AMABLE. Hay ocasiones en que apetece escuchar algo ligero, sin las toneladas que da una banda a pleno rendimiento; es la faceta acústica del rock. Excelentes canciones se han escrito de este modo, apenas acompañadas por una guitarra desenchufada.

Una de las más inspiradas y profundas muestras dr rock acústico es el memorable 'Dust in the wind' de Kansas.

Cuando todo resulta agobiantemente ruidoso, cuando las noticias, la calle o las relaciones se vuelven puro estruendo, entonces se agradece la melodía suave y el acompañamiento simple. Y aunque el rock suele presentarse como una poderosa demostración sonora, también ha producido excelentes melodías que brillan casi desnudas, con voces apenas escoltadas por una guitarra.

Casi todos los grupos y solistas con relevancia en el escalafón, incluso los más duros, han cedido alguna vez a la tentación de la intimidad, como si hubieran tenido la necesidad de hacer algo sin gruesos envoltorios sonoros. Así han surgido enormes canciones que, carentes de distorsiones y agresivas secciones de ritmo, vienen a demostrar que el rock no tiene por qué sonar necesariamente burro y estruendoso, sino que con apenas una acústica basta para sentir toda su emoción.

Además de los que se mueven siempre con estas premisas, como grupos folk-rock, o country, o la mayoría de los cantautores solitarios que instintivamente tienden a rechazar la amplificación, las grandes figuras del género han prestado especial atención a la causa del rock de sencilla construcción. Por ejemplo el imprescindible ‘My my, hey hey’ de Neil Young, un autor que podría presentar docenas de gloriosas melodías construidas sólo sobre el transparente sonido de su acústica y apenas adornadas con una armónica; es esta una canción que habla de la eclosión del punk y, como todo iniciado sabe, tiene su versión borrica e híper-distorsionada; cualquier principiante puede tocarla y comprobar, por sí mismo, lo primoroso y auténtico que puede resultar el rock cuando se viste con el traje más simple. Puede recordarse que junto a sus cómplices Stills, Nash y Crosby crearon todo un mundo propio dentro del rock al natural.

También los Beatles tienen un gran remanente de encantadoras canciones edificadas con un instrumento y voz. Podrían citarse títulos indiscutibles como ‘Yesterday’ o Eleanor Rigby (sólo con grupo de cuerda), pero también otros menos clamorosos aunque con tanto talento; así el volátil ‘Blackbird’, la maravilla ‘Norwegian wood’, la semioculta ‘Her majesty’ y sus apenas 23 segundos de gracia y emoción, la tremendamente emotiva ‘Julia’, la ecológica ‘Mother Nature´s song’… ¡Hay tanto donde escoger y tanta calidad artística!

No se olvidaron Rolling Stones de marcarse acústicos aunque no se prodigaron demasiado y, en puridad, apenas tienen títulos estrictamente desenchufados. Así su célebre ‘Angie’, que cuenta con más arreglo del que parece, igual que la excelente ‘Wild horses’ o la levantisca ‘Street fighting man’. No, eso de buscar un sonido limpio nunca fue su lo suyo, al revés, su fuerte está precisamente en la sonoridad turbia.

Auténticos especialistas en el rock más pulcro y natural son Simon & Garfunkel: en su memorable repertorio hay abundancia de canciones sin más materia que voz y guitarra. Por eso podrían citarse unas cuantas, aunque si hubiera que señalar una bien podría ser su evocador ‘Mrs. Robinson’. Se trata de otra demostración del inagotable ingenio de Paul Simon para la creación de armonías con especial encanto. Un par de guitarras, una percusión somera y poco más precisa una partitura de esta altura para engancharse para siempre en el subconsciente.

Merece la pena recordar el ‘Give a little bit’ de Supertramp. El sonido de la guitarra de doce cuerdas proporciona un ambiente luminoso a esta expresiva canción, y aunque a lo largo de la misma se suman ocasionalmente otros instrumentos, el tema funciona a la perfección sólo con el atractivo y profundidad de aquellas doce cuerdas.

Otro experto en la modalidad es Bob Dylan, muchas de cuyas canciones están hechas pensando sólo en guitarra y armónica. El arisco autor siempre supo mantener la partitura a la altura de sus letras, algo que queda patente en su celebrado ‘All along the watchtower’ (imposible mencionar este tema sin que Jimi Hendrix acuda raudo a la memoria, pues su acongojante versión rescató el tema para el gran público); tiene bajo y percusión, pero como simple apoyo, pues el denso contenido del texto, la voz paliducha de Dylan y su aguda guitarra apenas dejan espacio para nada más.

Imposible olvidarse de uno de los máximos y más lúcidos exponentes del rock acústico: el filosófico y profundo ‘Dust in the wind’ de Kansas. Todo es armonía y belleza, las dos guitarras al desnudo, el tono melancólico de la voz, el antológico solo de violín (y viola) hacen que todo amante del rock sienta un cosquilleo de satisfacción cuando reconoce sus primeras notas.

Cierto que el rock se asocia a música recia e impetuosa, pero también tiene, cuando se despoja de sus características más rompedoras, una cara más fina, un tono más cercano y amigable.

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 20 de septiembre de 2017

TRECE AÑOS PARA UN JUICIO: INSOPORTABLE LENTITUD LEGAL No son pocos los procesos judiciales que en España se alargan años y años. Así, vuelve a la actualidad el caso Fórum Filatélico y Afinsa, ya que, trece años después de que estallara el escándalo, se inicia el juicio en sí. Desesperante y habitual.

La desquiciante lentitud de la justicia le quita eficacia e incluso supone un castigo para los afectados.

Hasta cuatro juegos olímpicos podrían haberse celebrado en el tiempo que se ha tomado la maquinaria legal para iniciar el juicio oral del caso Fórum Filatélico y Afinsa, el cual se extenderá unos meses y, seguro, la sentencia otro tanto, y será recurrida hasta donde se pueda, con lo que la resolución final puede retrasarse otro par de años, o un lustro de nada. Por tanto, desde que fueron detenidos los responsables hasta que la cosa llegue a su fin pueden pasar tranquilamente veinte años… Y lo peor del asunto es que no se trata de un caso aislado, sino que estas insufribles demoras son lo normal.

Seguramente habrá expertos con sólidos argumentos que expliquen y justifiquen tan larguísima espera, pero si se compara la de Fórum Filatélico con estafas similares que se han perpetrado en otros países, puede ponerse en duda la validez del sistema español. Por ejemplo el timo ejecutado en Estados Unidos por Bernard Madoff, quien fue detenido en diciembre de 2008 por fraude (y otros delitos) por valor de más de 50.000 millones de dólares, y en junio de 2009 ya estaba juzgado, sentenciado a cadena perpetua (150 años) e ingresado en prisión. ¿Cuál es el motivo que justifica tan exagerada diferencia?, ¿acaso las maquinaciones de Madoff fueron mucho más simples que las de los responsables de Fórum Filatélico?, ¿tal vez los encargados de investigar el timo de los sellos son menos, o con menos medios, o más torpes que los estadounidenses?, ¿o es que la administración de justicia en España está más desfasada que los pantalones bombachos?

Echando un vistazo a la historia de los grandes escándalos financieros que se llevaron los ahorros de cientos de miles de españoles, se comprueba que eso de retrasar el inicio de la vista y de la resolución final no es una excepción. Así, el caso Gescartera se dilató durante siete años y el Banesto precisó ocho, por mencionar algunos recientes y sonados; yendo más atrás puede recordarse el caso  Sofico, que explotó en 1974 y se resolvió (o sea, tuvo sentencia firme) trece añitos después. Lógicamente, para cuando acaban estas interminables y desesperantes travesías, muchos de los interesados han muerto, ya sean víctimas o timadores.

Lo sorprendente es que ha habido ocasiones en que la justicia ha llegado a la conclusión con gran rapidez. Aquí puede recordarse a la pionera de la estafa piramidal (mucho antes que el llamado ‘Sistema Ponzi’), que es la muy española Baldomera Larra; la hija del insigne escritor timó alrededor de seis millones de pesetas hacia 1860 (una fortuna), se fugó a Francia cuando llegó la inevitable quiebra, en 1876, y fue entregada a España un par de años después, de manera que en mayo de 1879 ya estaba en la cárcel. O sea, desde que cae en poder de las autoridades españolas hasta que todo llega a su fin pasó alrededor de un año. Y eso que aquello sucedió hace casi un siglo y medio y todo era a lápiz y papel.  

Hay que volver a preguntarse, ¿por qué se necesita en España tanto tiempo para iniciar un juicio? Seguramente sean necesarios más profesionales, jueces, secretarios, asistentes, ayudantes, funcionarios de diversas categorías… También es seguro que hay que llevar a cabo una modernización, y no sólo tecnológica. En definitiva, parece más que necesario dotar a todo el sistema de más recursos, tanto humanos como económicos y tecnológicos. Pero también se antoja necesario ponerse un poco serio con lo que se admite a trámite; puede traerse a colación el sonrojante ridículo que ha hecho el o la juez que ordenó exhumar los restos de Salvador Dalí tras una demanda de paternidad de una señora que no presentó ni el más leve rastro de indicio razonable; igualmente parece más que desproporcionado iniciar un procedimiento contra un niño que pinta en la pared ‘felicidades Pepito’. No hay que olvidar que, incluso para casos como estos (uno sin base conocida y otro una auténtica nimiedad), se pone en marcha una enorme y pesada maquinaria que incluye jueces, fiscales, abogados, procuradores, funcionarios, carteros, secretarios, seguridad, oficinas, ordenadores, archivos… En fin, si tan obeso organismo ha de levantarse y ponerse en funcionamiento, más valdría que se vigilaran un poco más los motivos.

Decepcionante es la justicia que tarda, que camina con lentitud desesperante y que parece no llegar jamás a una conclusión, puesto que tanto los acusados como los perjudicados tendrán que vivir años y años con la sensación de trámite interminable, de espera sin fin, de provisionalidad, de permanente estado de incertidumbre…, sobre todo los que sufrieron daño, las víctimas. Muchos, claro, no llegan a ver la resolución del caso.  

Y más decepcionante es ver cómo, en lugar de dotar a la administración de justicia de más personal y más medios, se aumenta la plantilla de políticos, cosa que ocurre en Aragón, donde se prevé crear otra estructura política con, lógicamente, más cargos políticos, lo que significa pagar a secretarios, asesores, escoltas, chóferes y desplazamientos, dietas, alquileres… Sí, siendo Aragón la comunidad con más cargos por habitante (tienen 32 gobiernos con su propio parlamento, uno para cada comarca, además de ayuntamientos, diputaciones…, y ahora otro más), es evidente que lo más necesario para esta región es engordar la administración y, claro, desatender otros sectores como el de la justicia.  

En fin, por unas causas o por otras, está claro que quien en España presenta denuncia ha de prepararse para librar algo así como ‘la guerra de los cien años’.

CARLOS DEL RIEGO


lunes, 18 de septiembre de 2017

LOS PRIMEROS HIMNOS DEL ROCK Aun no había terminado la década de los sesenta del siglo pasado cuando irrumpe la versión más ruidosa y sólida del rock, el heavy. Así, muy pronto surgen las piezas abanderadas del nuevo estilo, que desde entonces son consideradas himnos fundacionales

Icono del rock, Deep Purple ha aportado muchos himnos, el primero de los cuales fue 'Black night'.

Todo movimiento, asociación o idea necesita (hoy más que nunca) de símbolos para determinar su identidad, para diferenciarse, y entre esos símbolos están las banderas, los lemas, las figuras emblemáticas…, y cómo no, los himnos, piezas musicales que evocan, sugieren, identifican y, por sus adeptos, son honradas y celebradas. Dentro de la ciudad del rock & roll cada barrio tiene su propia simbología y, lógicamente, sus canciones históricas, sus títulos emblemáticos, esos que casi consiguen que el fan se ponga firme cuando suena la entrada. En la calle del rock duro (hard, metal, heavy o como se prefiera), se tiene una especial querencia por los ‘tiempos heroicos’, lo que conduce a la glorificación de ciertas canciones que se tienen por las que primero expresaron el espíritu del género y que, por su elevación a la categoría de clásicos, siempre serán aclamadas. Sin duda cada vecino de esta calle tendrá sus preferencias, pero seguro que todos coincidirán en otorgar la condición de himnos legendarios a unos cuantos títulos que, sin duda, son ya fijos en el ideario de los residentes en tan ruidosa vecindad.

Puede decirse, ciñéndose al territorio del heavy, que existe algo así como una prehistoria, unos antecedentes; así, no es disparatado señalar que el ‘You really got me’ (1964) de The Kinks empezaba a anunciar el género e incluso a esbozar alguna de sus peculiaridades; también ahí pueden caber auténticos duros como Iggy & The Stooges o MC5. Pero los temas que antes consiguieron el estatus de himno (y no lo han perdido con el paso de los años) son los que a finales de los años sesenta ya contaban con casi todos los parámetros y singularidades que hacen fácilmente reconocible al heavy metal, a la vez que lo distingue de otros estilos más o menos afines.

Por ejemplo, el riff de guitarra del ‘In a gadda da vida’ (1968) de Iron Butterfly es cien por cien heavy e igualmente muestra otros factores típicos, como los pasajes instrumentales con largos solos (de batería, de guitarra, de órgano) que obsesivamente vuelven a la machacona línea melódica; este modo de estructurar la canción será una constante en los grandes grupos de esta especie, sobre todo en directo, donde lucen más todos los excesos; puede afirmarse que se trata del primer auténtico heavy metal. Era un tema, en fin, que siempre se colocaba en el plato giradiscos cuando se trataba de impresionar a otros lunáticos del rock.

Evidentemente no puede faltar Led Zeppelin entre los pioneros del metal pesado, pues pueden presentar varias canciones que desbordan simbología para el amante del rock más musculoso, sin embargo, quizá sea ‘Communications breakdown’ (1969) la que puede situarse entre las verdaderas precursoras; no en vano el toque insistente de guitarra (no tan fácil como parece), la voz aguda, la presencia del bajo en primera línea y un golpe de batería tan poderoso como preciso, fueron considerados elementos imprescindibles para todos los que se subieron a tan ruidoso tren. Podría decirse que fue de las primerísimas canciones que provocaron la aparición del ‘air guitar’.

Otro nombre esencial en la construcción de tan sólido edificio es Deep Purple, que puede presentar también un impresionante listado de himnos, aunque el pionero no puede ser otro más que su trepidante e iniciático ‘Black night’ (1970). Banda de referencia, con este tema tomaba protagonismo en esta nueva ramificación del rock & roll; su inconfundible línea de guitarra, su prominente sección de ritmo, la voz cristalina, los cortes…, y los solos, nada ha perdido magnetismo para los más puristas. Aunque haya quien no se lo crea, esta canción sonaba en discotecas españolas en los primeros años setenta…, ¡y la gente bailaba!

Entre aquellos que abrieron camino hay que citar el ‘Paranoid’ de Black Sabbath (1970). Riff de entrada, voz en tono alto, ritmo y bajo potentes y siempre presentes…, todo encajaba, pero además, esta canción aportaba una temática sombría e inquietante. Si en los primeros momentos los himnos metálicos hablaban de relaciones y de amor, pronto empezaron a frecuentarse asuntos menos amables, como la violencia, la pasión por la carretera, las drogas o, como es el caso, los desarreglos mentales. Es curioso que en ella no se mencione el título. Igualmente sorprende que pareciera tan fuerte entonces, pues hoy se encuentran piezas pop bastante más ruidosas.

No es un tema que, en puridad, se ajuste a lo que se entiende como heavy, pero el ‘Roadhouse blues’ (1970) de The Doors siempre tendrá un sitio en el corazoncito de todo fan irredento de este invento. Y es que esa guitarra con que arranca se expresa en el lenguaje indicado, algo que casa a la perfección con lo que el incondicional del rock más brusco exige a una canción para ser considerada himno. Esa media docena de notas que la identifican eran ejercicio obligatorio de todo el que comenzaba con la guitarra…

Si se escuchan estas cinco canciones seguidas podrá uno situarse perfectamente en aquellos últimos momentos de los años sesenta del siglo pasado, cuando los más avanzados daban forma a un estilo que, tanto tiempo después, sigue usando los mismos recursos.  

Después vinieron otros temas que bien pueden tener la categoría de himnos, pero estos fueron los primeros (o están entre los primeros), los que antes delimitaron las bases y las características más específicas del metal pesado. 

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 13 de septiembre de 2017

1517, LOS PRIMEROS EUROPEOS LLEGAN A YUCATÁN, A MÉXICO El asunto del descubrimiento de América es siempre actualidad. Este año se cumplen cinco siglos de la llegada de los españoles a la península del Yucatán, territorio hoy mexicano. Si uno se sitúa en el tiempo y en el lugar verá que fue una hazaña colosal.

Los sacrificios humanos asombraron y aterrorizaron a los españoles que desembarcaron en Yucatán en 1517.

Para empezar, hay que recordar que hasta esos momentos los indígenas desconocían su continente, tanto que ni siquiera le habían puesto nombre. En febrero de 1517 partió de Cuba una expedición de tres barcos y unos ciento diez hombres (entre ellos Bernal Díaz del Castillo, que dejó constancia escrita y de primera mano de todo lo ocurrido) al mando del hidalgo Francisco Hernández de Córdoba. Dicho así parece poca cosa: ir de Cuba a México. Sin embargo, no se tendrá idea aproximada de lo que aquello significó si uno no se pone en aquella situación, en aquel momento, en aquel lugar del que se desconocía absolutamente todo; hay que imaginarse a los exploradores lanzados a lo desconocido, sin saber de arrecifes, bajíos, bancos de arena, corrientes… y carentes de todo lo que hoy se da por hecho. Nadie había ido nunca y se sabía menos de esa tierra que de la luna cuando alunizaron.

Al acercarse a la costa se acercan indios en canoas, los cuales indican por señas que no traen malas intenciones e invitan a los recién llegados a su pueblo. Desembarcan recelosos, acongojados por una ruidosa multitud con penachos, caras pintadas, pelo tieso, gritos, ‘atambores y bocinas’. Imagínese el momento: todo es desconocido y amenazador, estás rodeado por miles que chillan desaforadamente y te miran con ferocidad. El cacique empieza a gritar y aparecen “unos escuadrones de indios de guerra que tenía en celada para nos matar”, los cuales atacan con gran estruendo, pero los españoles los hacen retroceder. Inspeccionan el pueblo y ven por primera vez los adoratorios, los ‘cúes’, las pirámides de sacrificio, lo cual debió aterrorizarlos. Esa noche hablan de ello: alguno cuenta historias de hombres sacrificados, con el corazón arrancado en vida, cuerpos descuartizados, canibalismo… Si existe alguna razón que justifique tenerlos de corbata, aquellos tipos la tenían.

Regresan a los barcos y siguen costeando. Acuciados por la escasez de agua (sus depósitos y cubas perdían continuamente) ven un pueblo grande; nuevamente los caciques les hacen gestos de paz, desembarcan y entran en el poblachón, les vuelven a enseñar los adoratorios, donde ven los restos de los indios que ese mismo día habían sacrificado, y a los sacerdotes, con su melena larguísima y apelmazada con sangre seca; el hedor a putrefacción tenía que ser... Con un miedo atroz en el cuerpo, los aventureros se preparan para lo peor, pero los indios se limitan a decirles que en cuanto se apague un fuego que acaban de prender, los matarán si no se han ido. Cogieron el agua y salieron de allí a toda prisa. Pero el líquido elemento duró poco.

Continúan bordeando la costa y un par de semanas después ven otro pueblo y, cerca, un río o arroyo. Echan los botes y mientras toman el agua observan que muchos guerreros se concentran con intenciones poco amistosas, tantos que piensan que si se vuelven con el agua serán atacados y desbaratados, así que prefieren atrincherarse y pasar allí la noche. Ruidos extraños, inquietante bullicio de concentración de indios en la oscuridad, calor sofocante, altísima humedad, corazas y cascos siempre puestos, nubes de mosquitos, miedo, mucho miedo…, seguro que a ninguno le entró el sueño esa noche. Al amanecer ven que habían llegado muchos más y que los han rodeado. Sin mediar palabra, flechas y todo tipo de proyectiles y, poco después, combate cuerpo a cuerpo, donde los españoles hacen uso de su destreza con la espada; se retiran pero siguen desde la distancia con flechas, piedras y lanzas, mientras los soldados tiraban con sus 15 ballestas y 10 escopetas (arcabuces que podían hacer 2 ó 3 tiros por minuto si la pólvora no estaba húmeda). La situación se vuelve desesperada: muchos muertos y casi todos heridos, incluyendo el capitán Hernández de Córdoba, que recibió hasta diez flechazos, y el narrador, tres; viendo que de seguir así acabarían con ellos en poco tiempo, piensan que lo mejor es arremeter, pues se saben más eficaces en la distancia corta. Así lo hacen y, con muchas bajas, logran alcanzar la costa donde están los botes, aunque con la confusión y los indios persiguiendo, algunos vuelcan: más bajas. Ya en los barcos, recuento: cincuenta muertos, incluyendo dos que fueron capturados y que, seguro, morirán sacrificados, a los que hay que sumar otros que fallecerán a causa de las heridas; y casi todos heridos, de modo que no hay gente sana para manejar los tres barcos, así que prenden fuego a uno. Y a todo esto, una terrible escasez de agua: “las bocas y lenguas teníamos hechas grietas de la secura”; y el pensamiento en lo que les pasará a los desdichados compañeros apresados.

Buscando agua con desesperación vuelven a desembarcar, pero el agua que hallan está salada; cavan pozos, también agua salada; se levanta una tormenta y hay que volver a los barcos a toda prisa…, sin nada que beber. Creen que lo mejor es volver a La Habana, pero el piloto Antón de Alamillos, que había llegado a la Florida con Ponce de León años antes, los convence para tomar esta dirección, a donde llegan en cuatro días. Con el capitán Hernández de Córdoba moribundo (moriría a los pocos días), desembarcan los veinte menos heridos, se ponen a cavar y finalmente, ¡agua dulce!; sacándola, bebiendo y lavándose las heridas están un buen rato, hasta que uno de los vigías que habían puesto vuelve corriendo y gritando “al arma, al arma, que vienen muchos indios de guerra por tierra y en canoas”. Otra vez al combate, el ulular salvaje, los ‘atambores’, las pinturas, el terror a ser capturado vivo… En el cuerpo a cuerpo los españoles vuelven a mostrar su superioridad y los rechazan; hay muertos, muchos heridos y un desaparecido, uno de los vigías; sus compañeros lo buscan y llegan a donde fue visto por última vez, ven señales de lucha pero no sangre, así que suponen que lo han llevado vivo para sacrificarlo. Vuelven con el agua a los barcos y, de camino a Cuba, hablan y se imaginan qué estará pasando ahora con su camarada, le estarán abriendo el pecho, lo cortarán, se lo comerán y tirarán los restos a los animales… No es de extrañar que muchos manifestaran abiertamente su disgusto: se gastaron su dinero en suministros y vuelven más pobres, “no ganamos sueldo, sino hambres y sed, y trabajos y heridas”.    

Resultado de aquella expedición de hace cinco siglos, más de 60 muertos, incluyendo el capitán, y cicatrices para todos. Como botín, dos indígenas, a los que llamaron Julián y Melchor (fueron luego guías, pero desertaron en cuanto tuvieron oportunidad), y una arquilla con diademas, pequeña orfebrería de oro bajo e ídolos de barro; como detalle ilustrativo hay que señalar que pensaron que aquellos pueblos eran los formados por los “judíos desterrados de Jerusalén  por Tito y Vespasiano”.

Habrá quien piense que tuvieron bien merecido todo lo que les pasó, por aventurarse por allí; pero nuevamente hay que imaginarse el momento: has llegado a donde nadie siguiendo el potente instinto humano por descubrir, su curiosidad al entrar en lo desconocido, sus deseos de hallar respuestas. En todo caso, no llegaron con altanería sino con miedo, y en esos primeros encuentros fueron los indios quienes (tras hacer creer que eran amistosos) atacaron con gran hostilidad y sin mediar provocación. Y no hay que culparlos por ello, como tampoco a los recién llegados por defenderse.  

Imagínese allí entonces…

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 10 de septiembre de 2017

EL CAMBIO EN EL MÚSICO, EN LA INDUSTRIA Y EL CONSUMIDOR DE ROCK Sorprende que se siga editando y vendiendo rock & roll en el soporte clásico, single y Lp. Tal vez sea por no perder el encanto y las sensaciones que aquello proporcionaba. Sin embargo, la evolución tecnológica ha traído lógicos cambios, con pros y contras.

La tecnología analógica conserva  un algo especial para quien vivió sus años dorados, pero el avance y el lógico cambio es imparable.

Todo cambia, especialmente en el entorno del arte, donde hay evolución y ruptura, creación y revisión, y constante variación y mutación. Lógicamente tal cosa se observa también en la nación del rock & roll, donde las cosas han cambiado en todos los terrenos, desde el artístico hasta el industrial pasando por el del comprador. Y como siempre, en algunos aspectos la cosa ha mejorado y en otros no, no es mejor ni peor, y existen razones para tener una u otra opinión.  

Dese el punto de vista del comprador las cosas han cambiado de un modo radical. Hoy hay una enorme facilidad para escuchar lo que se desee instantáneamente, apenas un par de gestos y ya escuchas lo que quieres, sin esfuerzo, sin coste y sin espera, sin cables ni soportes. Pero también sin emoción, sin esa satisfacción que produce conseguir algo que cuesta…, del mismo modo que apenas se valora aquello que se tiene a mano en todo momento. Por el contrario, cuando se precisaban cables para todo, si querías escuchar la  música que te gustaba era imprescindible que la tuvieras físicamente; y para ello había que esperar hasta reunir la pasta y luego ir a comprar; eso sí, desde ese momento tienes ese disco, esas canciones, ese objeto para siempre; hoy no hay que comprar, no hay que tener objeto, de modo que se puede escuchar cualquier cosa en cualquier momento. Por un lado todo es más cómodo, pero por otro, podría decirse que le quita un poquito de encanto a la escucha. Quien conociera y viviera la época dorada del Lp y las tiendas de discos añorará el deseo y la ilusión que se tenía cuando se ahorraba, cuando se anticipaba el momento de tener el disco en las manos, la emoción de ir a la tienda, tomar el ejemplar y llevarlo a casa, el estreno, ponérselo a los amigos…, para esta gente, con el cambio se ha perdido un poco de sustancia. Claro que también habrá quien diga que eso es una chorrada…, y tal vez tenga razón.

La producción artista también ha tenido que adaptarse al cambio, pues el avance de la tecnología marca. Cierto que se sigue componiendo con una guitarra y hay románticos que procuran grabar al modo tradicional, pero son los menos. Hoy uno solo y con un equipo relativamente sencillo puede publicar como si fuera una banda sin salir de casa, pero no es una banda, no tiene los matices, las sutilezas, los beneficios del conjunto. Algo parecido ocurre con las grabaciones, puesto que son mayoría las producciones en las que el compositor, el arreglista, el productor, los ingenieros de sonido, los músicos y el solista no están nunca juntos en el estudio, nunca se ven y apenas intercambian ideas; cada uno hace su trabajo en solitario y lo reenvía para, finalmente, unir todas las piezas. Sin embargo, los grupos de rock de la era pre-digital casi siempre estaban al completo en el estudio de grabación, y aunque grabaran por separado y también encajaban piezas, siempre se trabajaba allí y normalmente con todos presentes, cosa que, sin duda, enriquece. Eso sí, aquello significaba la aparición de frecuentes choques de egos y conflictos por casi todo. ¿Mejor o peor? Distinto.

La industria en sí ya no puedo apellidarse discográfica. Sí, se editan y se venden ciertas cantidades de elepés (con cifras en aumento) y también de cedés, pero en absoluto comparables a los números que se manejan en las distintas plataformas y modalidades de descarga. Cualquier canción está disponible en cuanto se desee. Se ha perdido la conciencia de la posesión del objeto, el arte, los rituales y otras cosas, pero se ha ganado inmediatez, total disponibilidad y difusión global incluso del aficionado más humilde. Así, cualquiera puede convertirse en estrella mundial sin depender de grandes empresas… Como casi siempre, en esto tampoco es todo blanco o todo negro, sino que hay infinitos matices de grises.

Ayer casi había que esconderse para escuchar rock & roll: “¡baja ese ruido, eso ni es música ni es nada, menuda matraca!”, decían los sufridos padres de quienes pinchaban en casa a los pioneros del heavy; hoy los hijos de aquellos que se encerraban en su cuarto para imitar a los héroes de la Fender o la Gibson tienen que evitar las miradas de sus hijos, que les observan horrorizados cuando menean la cabeza, cuando tocan el air guitar o se marcan unos coros: “no hagas eso, que me da mal rollo”.

Actualmente nada hay más fácil que escuchar música, incluso rock. Suena en todas partes y apenas se le presta atención, pues cualquiera puede acceder a lo que quiera cuando quiera, es cosa común y cotidiana; por el contrario, hace sólo unas décadas escuchar rock (o lo que fuera) suponía algo más especial, no era tan constante y omnipresente, tan accesible y, en fin, tan corriente; ir a escuchar música dependía más de la voluntad y, generalmente, se le prestaba toda la atención. Por eso aquellos momentos evocan magia y fascinación.    

No hace tanto la música se degustaba más, hoy se consume más deprisa. Sin duda, la música en general y el rock en particular tenían entonces menos competencia, de modo que era fácil que tomaran papel protagonista. En este siglo es sólo otro competidor más en la abundantísima y creciente industria del entretenimiento.
Lógicamente, todo cambia, todo es distinto, ni mejor ni peor.

CARLOS DEL RIEGO


viernes, 8 de septiembre de 2017

LA ERA DEL VINILO. CANCIONES QUE INVITAN A SEGUIR ADELANTE.

LA ERA DEL VINILO.Un pequeño espacio de radio musical con los clásicos en singles y elepés. 


CANCIONES QUE INVITAN A SEGUIR ADELANTE. Lone Star, Danny & th Juniors, Dr. Feelgood, Crosby Stills Nash & Young, 

miércoles, 6 de septiembre de 2017

LA DESTITUCIÓN DE COLÓN, EL JUICIO A LA HISTORIA Y LA HIPOCRESÍA El ayuntamiento de la ciudad estadounidense de Los Ángeles ha retirado el Día de Colón y lo sustituye por el dedicado a los indígenas; se trata de un acto de hipocresía, un disparatado juicio a la Historia y una evidencia incontestable de ignorancia.


El almirante ha sido degradado en muchos lugares de América.
Dice la información que a tal decisión (muchas similares se han repetido en todo el continente) se llegó tras una fuerte “controversia moral”, pero estos insignes justicieros de la Historia no caen en la cuenta de que han utilizado la moral de hoy para sentenciar a quien vivió y murió sin conocer esa moral: esto equivale a tratar al almirante de retrasado analfabeto por no haber usado el GPS para llegar a donde él creyó haber llegado. Hay que volver a insistir en que Colón demostró empíricamente la esfericidad de la Tierra, es decir, desveló al mundo cómo es el planeta de manera incontestable..., y eso que él murió convencido de que esas tierras eran Catay y Cipango, o sea, China y Japón. Asimismo es oportuno recordar que el navegante tocó la costa de Venezuela, en su tercer viaje, y la de América Central, en el cuarto, sin adentrarse en tierra jamás ni, evidentemente, acercarse a Norteamérica, por lo que difícilmente pudo acechar a los pueblos y tribus ni siquiera de México. Por el contrario, está probado que el descubridor era un gobernante tiránico, pero se empleó con igual brutalidad con indios y con españoles, no hizo distinciones, y por eso fue acusado, arrestado y encarcelado.

Además de todos los razonamientos mil veces expuestos, esa retirada de honores a Colón, acto que en el fondo tiene intención de ningunear méritos a protagonistas españoles de la Historia y reconvertirlos en delincuentes (por envidia, complejos, prejuicios o ideologías absolutas), esos actos de degradación, pues, chocan con dos cuestiones: el disparate de valorar el pasado con ojos de hoy y, por otro lado, no aceptar que los indios americanos eran terriblemente violentos con sus semejantes antes de que llegaran las naves españolas.

Con acciones de este tipo se pretende juzgar la Historia, y no sólo eso, sino que en ese juicio se sienta en el banquillo a personas y hechos de hace siglos exigiéndoles valores actuales. Aunque parezca innecesario, hay que recordar que los que antes llegaron a América (empezando por Colón) se conducían por un pensamiento todavía medieval, o sea, no pueden exigírseles valores y conductas que no aparecieron hasta siglos después: no es lógico aplicárseles una especie de retroactividad moral. Asimismo, es un ejercicio de hipocresía abominar de los excesos de los conquistadores de hace 500 años (cualquiera de los que hoy los critica, de haber estado allí entonces, hubiera actuado igual que ellos) a la vez que no se pronuncia un solo reproche a los estadounidenses que acabaron con los indígenas que poblaban lo que hoy es USA, un país que ya estaba en la Edad Contemporánea y donde se conocían la democracia y los derechos humanos, e incluso se ejercían…, en algunas partes. Por no hablar del tema de la esclavitud y la segregación racial que de hecho estuvo en vigor en USA hasta hace unas décadas.

Los que adoptan este tipo de posturas (que suelen ser seres cargados de prejuicios e ignorancia) consideran intolerable la violencia que ejercieron los recién llegados sobre los autóctonos; sin embargo consideran aceptable la que ejercían éstos entre ellos, que objetivamente era muchísimo más sangrienta y cruel, pues su pensamiento estaba mucho más retrasado, no existía nada parecido al derecho y lo único que prevalecía era la fuerza y el terror (y no hay que juzgarlos por ello). Así, las palabras del promotor y máximo defensor de la destitución y humillación del almirante, Mitch O´Farrel (que al parecer tiene de indio lo que lo que Trump de comunista), son prueba evidente de su ignorancia y mala fe; el tal habla de “las atrocidades cometidas por Colón y sus hombres” y del “proceso violento de dominación y esclavitud que ejerció sobre los indios”. Sin embargo, antes de que aquellos tres pequeños navíos aparecieran, había pueblos indígenas (por ejemplo los aztecas) que tenían sometidos a todos los que estaban a su alcance (tlaxcaltecas, totonacas, olmecas…), a los que sin duda dominaron con extrema violencia y esclavizaron hasta la muerte, llevando a cabo atrocidades escalofriantes, entre las que eran habituales arrancar el corazón palpitante a la víctima del sacrificio, cortarlo en trozos, comerse unas partes y dar el resto a los animales; pese a ello nadie pide quitar la estatua de Moctezuma. Por ello, ¿por qué hechos parecidos tienen tan distinta consideración?

Está claro, en fin, el sectarismo ignorante de este ‘indio’, pues es indiscutible que quien acabó de modo sistemático y planificado con los indígenas fue su país, Estado Unidos, sus gobernantes y su población blanca, hecho que prueba la población residual de amerindios estadounidenses y la abundancia en el resto del continente; se estima que en Hispanoamérica hay unos 400 grupos étnicos distintos en constante crecimiento, y un total (en 2014) de 50 millones de norte a sur (en muchos países son la mayoría), mientras que en Estados Unidos rondan los 2 millones pudriéndose en las reservas. Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.  

En fin, da la sensación de que todos estos jueces de la Historia estuvieran convencidos de que lo mejor sería que América siguiera aislada, que nadie hubiera llegado allí nunca, que los indios continuaran masacrándose y sacrificándose unos a otros, que permanecieran en el Neolítico y al margen del resto del planeta. Es como si pensasen que, sin Colón e Isabel de Castilla, el continente seguiría hoy desconocido para europeos, asiáticos y africanos. Sin embargo, aunque el marino no se hubiera embarcado, no hubiera pasado mucho tiempo antes de que barcos ingleses, holandeses, franceses…, o chinos o japoneses, arribaran a aquellas costas. Si esto hubiera ocurrido, todo habría sido muchísimo peor, como nos demuestra la historia colonial de esos países.

CARLOS DEL RIEGO


lunes, 4 de septiembre de 2017

¿HAY CANCIONES DE ROCK QUE HABLEN DE ESPAÑA? En la agreste geografía del rock también hay sitio para fijarse en ese trozo de tierra llamado España. Y no sólo porque los que escriben canciones hayan utilizado versos en español, sino porque hay unos cuantos temas que se refieren específicamente a este país.

Entre los pocos temas que hablan explícitamente de España y cuentan con arreglos cien por cien españoles está el delicioso 'Spanish caravan' de The Doors

Por causas afortunadas o desafortunadas, España suele estar presente en los medios de comunicación occidentales. No extraña, por tanto, que también el continente del rock & roll le tenga una pequeña zona reservada. Así, además de los artistas que tienen el español como idioma materno, pueden encontrarse en el inventario del rock internacional canciones que hablan explícitamente de la vieja Hispania, la mayoría de las cuales tiran de tópico y muestran una idea más bien vaga.

El ‘Spanish bombs’ (1979) de The Clash es de las primeras que acuden a la memoria. La emblemática canción  alude a asuntos típicamente hispanos como Lorca, Granada y la Guardia Civil, la propia Guerra Civil y las “bombas españolas en Andalucía”, en referencia a atentados etarras; también hay referencias a las vacaciones en la disco, Incluso el malogrado Joe Strummer intenta decir en español “yo te quiero infinito”. Su interés por esta tierra procedía de que había leído libros de viajeros ingleses por España que le fascinaron y, además, tuvo una novia española. Cuando la tocaron en Madrid a principios de los 80 (a bastante mayor velocidad que en el disco) se llegó a una especie de nirvana general.

Deliciosa es ‘Spanish Caravan’ de The Doors. Su inicio con guitarra flamenca (¡el tío tenía una Ramírez!) y toques cien por cien españoles, así como las referencias musicales a Albéniz, demuestran que el guitarrista, Robbie Krieger, había entrado en contacto íntimo con partituras tan hispánicas, de hecho, sabe interpretar ese sentir con mucho conocimiento, pues la guitarra flamenca le penetró desde su adolescencia (seguro que más de un especialista se hubiera quedado de piedra al escuchar su toque). El texto habla de Andalucía, de las montañas de España, de oro y plata y los galeones perdidos en el mar. La voz de Morrison es ahora suave, armónica, como si acariciara la melodía. Es una canción adictiva.

¡Cómo no hacer referencia al entrañable ‘Spanish stroll’ de Willy DeVille! Sin embargo, a pesar de su título, ‘Paseo español’, y del desternillante fraseado en castellano (eso de “Rosita, ¿dónde vas con mi carro?, ya te llevaste mi televisión y mi radio...”), el texto nada tiene que ver con el asunto. De todos modos, siempre resulta gratificante recordar a esa figura única del rock estadounidense con alma hispana.

Hay otros títulos que se refieren a este país pero son bastante menos conocidos y, en realidad, no hablan de España o de algún asunto relacionado. Así el ‘Spanish moon’ (1974) de los angelinos Little Feat; se trata de un blues con mucho arreglo de viento y teclados cuyo texto habla de un lugar al que llaman ‘la luna española’, de donde vienen canciones tristes y melancólicas, pero también donde las mujeres se quedan y donde “empeñé mi reloj y vendí mi anillo”…, en fin, se intuye qué tipo de garito es. Igualmente el ‘Never been to Spain’ (1971) de Three Dog Night (también de Los Ángeles) que, al igual que el anterior, coloca trompetas, saxos y trombones sobre un ritmo blues; la letra enumera unos cuantos sitios en los que el sujeto no ha estado, empezando por España “donde las damas son una locura” (¿), pero de algún modo, gracias a la música, siente que conoce algo de allí. También californianos son Counting Crows, que en 2004 publicaron su ‘Holiday in Spain’; y tampoco habla demasiado de la cosa, pero sí que dice explícitamente “puedo ir de vacaciones a España (…), podemos arreglar las cosas tomando un avión a Barcelona, una ciudad que engancha”.

Hay canciones que dan impresión de que, en uno u otro verso, se refieren a este reino, pero no es así. Por ejemplo, Dire Straits en su ‘Tunnel of love’, que repite varias veces “como la ciudad española para mí cuando era niño”, sin embargo, se refiere a ‘The spanish city, que es un parque de atracciones que había (¿hay?) en el norte de Inglaterra…, es decir, no hay referencia. E igualmente ocurre con el ‘Spanish castle magic’ de Jimi Hendrix, que nada tiene que ver ni con castillos ni con España, pues está aludiendo una sala de baile (llamada El castillo español) que él frecuentaba en su adolescencia y donde había conciertos; eso sí, es un blues-hard típicamente ‘hendrixiano’ que quita el hipo .

Además, existen canciones que se centran en una ciudad española concreta. Todo el mundo conoce el ‘Barcelona’ de Freddy Mercury y Montserrat Caballé, e igualmente el ‘Indios de Barcelona’ de Manu Chao. Menos conocida es la pieza titulada ‘Cordoba’ de Brian Eno y John Cale, que cuenta una experiencia en esa ciudad y con un cordobés generoso, fueron al teatro y todo era muy bonito…; dos auténticos heterodoxos del rock que unieron talentos varias veces y que en 1990 publicaron esta pieza en una línea calmada de lo que puede definirse como art-rock. Preciosa es ‘Formentera lady’ (1971) de King Crimson; posee un encanto misterioso, con chelos, flautas, pianos, campanillas y una voz delicada…, para desembocar en un estribillo finísimo y apasionado; el texto expresa todo el encanto de la isla, con frases muy descriptivas del mar, el clima, los cactos y los pinos, los chicos que bailan al son del tambor en la calle…, incluso afirma que esta es la isla donde la diosa Circe embrujó a Ulises, de modo que “aun se nota su perfume y su encanto”; es un tema que, en las condiciones adecuadas, transmite una sensación de inquietud y misterio. Y también el ‘Fiesta’ (1988) de The Pogues está ambientado en España, concretamente en Almería, donde está Francisco Vázquez García de fiesta, así que no faltan referencias a beber y comer “kalamari”; en los últimos versos despotrica contra dos integrantes del grupo que se fueron con otros músicos, pero aun así “no romperán mis cojones”, según dice el original.

No se puede decir que el rock & roll internacional repare demasiado en España, de hecho, apenas se detiene en países no anglosajones. Aún así, sí que existen abundantes referencias, aunque nada que ver con el entusiástico ‘Y viva España’ que compusieron dos belgas y que ha sido cantado en dos docenas de idiomas.

CARLOS DEL RIEGO