miércoles, 28 de junio de 2017

CUANDO LOS POLÍTICOS SÓLO HACEN POLÍTICA Es uno de los grandes problemas de la política: atrapa de tal modo que quienes se meten en ella lo ven todo a través de sus ojos; tal puede comprobarse en la España actual, donde los políticos están siempre a sus cosas (aunque seguro que pasa en todas partes)

En España aún no se ha llegado a las manos, aunque si sigue la tendencia actual tal vez se llegara a esto,
que ocurrió en Ucrania.
Sí, eso de la política (sobre todo la de gran alcance) debe ser muy absorbente, tanto que parece exigir el total de la mente de quienes logran entrar en ese club. Por un lado, atrapa de tal modo, engancha tanto que no hay forma de abandonarla, y por otro, no permite que quienes han entrado puedan pensar o hacer nada ajeno a ella. Es decir, los que logran acceder a ese mundo pasan casi todo su tiempo tratando de sí mismos, haciendo política, en lugar de pensar y trabajar en cómo solucionar los problemas de los ciudadanos. Así, es muy ilustrativa la situación actual (VI-17) de España, donde los que han logrado tan privilegiada colocación se pasan la mayor parte del tiempo en congresos, primarias, mociones de censura, reprobaciones, votaciones y discusiones sobre sí mismos, comisiones de investigación,  elección de delegados, distribución de cargos…; dicho de otro modo, en lo que deberían ser sus horas de trabajo siempre están ocupados en sí mismos y haciendo política, de modo que apenas les queda tiempo para hacer su trabajo, para cumplir con sus verdaderas obligaciones.
Desgraciadamente la cosa parece ir a peor, ya que hay hoy sitios en los que quienes se han subido al privilegiado tren de la política están convencidos de que para solucionar los problemas del personal (desde el paro a las listas de espera médica) lo que hay que hacer es cambiar los nombres de las calles y las figuritas luminosas de los semáforos, retorcer el lenguaje hasta convertirlo en un galimatías políticamente correcto y gramaticalmente incorrecto e ignorante, ser maleducados, groseros e insultones…, estas y otras ‘ideas geniales’ sólo tienen objetivos ideológicos y, evidentemente, no solucionarán nada, pero es en lo que se pasan las horas.       

Por otro lado, se equivocan quienes piensan que las cosas mejorarán a base de meter más y más ideología. Se equivocan los que creen que un país marchará o no en función del partido político que esté en el poder. La realidad es que todo irá bien según sean las personas que están al mando, es decir, si en un entorno democrático tiene la última palabra un político honrado, trabajador y eficiente, poco importará cuál sea su partido, cuál su ideología para que el colectivo se beneficie.  

Sea como sea, no cabe duda de que esto de la política ensimisma a los que no tienen nada más en la cabeza, incluso termina por impedirles ver el verdadero color de las cosas, y los obliga a mirarse continuamente el ombligo. Para evitar este mal tal vez habría que impedir que la gente la practique demasiado tiempo. Por ejemplo, si la esperanza de vida en España es de unos ochenta años, estaría bien que, quien lo deseara, dedicara a las labores públicas un máximo del diez por ciento de su vida, o sea ocho años. De este modo, posiblemente, quien optara por invertir ese tiempo en el ejercicio político estaría más atento a la eficacia que a la propia política y a la ideología… De todos modos tal vez no haya forma de evitar los cambios que se producen en la mente del que alcanza cargo, del que siente el subidón del poder. En fin, aunque sea una utopía, merece la pena repetirlo: hay que erradicar la figura del político profesional y sustituirla por la del ciudadano metido temporalmente (un diez por ciento de su vida ya está bien) a esta función.

El parlamento no es ya un lugar de contraste de ideas, de debate de proposiciones y de la búsqueda general del bien común, sino una especie de espacio teatral en el que lo que importa (al menos a una parte muy importante) es demostrar continuamente, exclusivamente, con gritos e insultos, la ideología que se profesa. Sin embargo, lo curioso es que la totalidad de los políticos de todos los partidos y de todas las administraciones, el cien por cien, estaría radicalmente en contra de la idea de limitar la permanencia en cargo público. En habría acuerdo unánime sin atender a partidismos e ideologías.

CARLOS DEL RIEGO


lunes, 26 de junio de 2017

CANCIONES DE AMOR DEL VERANO DEL AMOR Más o menos tal día como hoy de 1967 ‘quedaba inaugurado’ el Verano del Amor, la puesta en marcha de esa revuelta contracultural que fue la aparición de los hippies. Muchas canciones de aquella época siguen sonando, sobre todo las que trataban de amor


Una de las canciones que mejor representan el espíritu del verano de amor es 'All you need is love' de The Beatles
San Francisco y el entonces irresistible atractivo del movimiento hippie, el ‘haz el amor y no la guerra’, la idea del festival rock, los alucinógenos y el amor libre, la sicodelia y el misticismo hindú, la vida bohemia y sin reglas, la fobia a la autoridad, y claro, la música; aquello de los hippies del 67 dio mucho de sí, tanto que esta palabra está aceptada en todos los idiomas con un significado concreto. Sí, hace medio siglo arrancaba oficialmente esa nueva sensación de la que hablaba Scott McKenzie en la emblemática ‘San Francisco’, un tema escrito por John Phillips, de The Mamas & The Papas, de una sentada y como reclamo para atraer público al iniciático Monterry Pop Festival, del cual era organizador; pocas corrientes juveniles y/o culturales han causado tanto revuelo e influencia como aquella. Como es sabido, una de las formas en que se materializó aquello fue la música, con grupos y solistas de gran carácter y canciones inolvidables; y como no podía ser de otro modo, el tema del amor sin límites, una de las premisas hippies, no deja de aparecer en los títulos más significados. Aquí van algunas de las grandes canciones de amor del verano del amor.


Los Beatles estaban en la cima de su creatividad en 1967, y para la causa del amor sin condiciones ni restricciones aportaron piezas ya convertidas en clásicos. Pero si hubiera que quedarse con una de aquel verano que expresara eso del amor y del sentimiento hippie, tal vez haya que mirar a la deliciosa ‘All you need is love’. Su estribillo es, más o menos, un patrimonio mundial, y su texto viene a decir que para conseguir todo lo que desees, todo lo que busques, todo lo que quieras…, todo lo que necesitas es amor. Como cualquier aficionado sabe, la presentación del tema se retransmitió a todo el mundo, con el cuarteto acompañado de una auténtica multitude de amigos y músicos de rock, transmitiendo así una idea de integración, de hermanadad, como si se tratara de una comuna hippie, a lo que contribuyen otros detalles, como el inicio con el himno francés o unas notas del ‘On the mood’ de Grlenn Miller. No cabe duda, cuando se habla de canciones de amor del señalado estío del 67, no hay otra más evocadora.

Y si la del cuarteto de Liverpool es la representación del amor más espiritual, el ‘Let´s spend the night together’ de los Rolling Stones sería la del amor más físico y material. Muy metidos en su papel de chicos malos con ganas de escandalizar, Jagger y compañía son explícitos: “pasemos la noche juntos (…), voy a satisfacer todas tus necesidades y sé que tú vas a satisfacer las mías”; consiguieron un gran éxito en las listas y más de una censura, puesto que a la sociedad de la época le costaba encajar alusiones tan evidentes, tan ‘inmorales’. Con gran presencia de las voces, el tema mantiene un ritmo vivaracho y una melodía que invita a sumarse, con ese ‘daba daba’ y la insistente repetición del título; es de las pocas de los Stones en que el piano tiene más protagonismo que la guitarra.   

También aquel año mágico escuchó por vez primera la maravillosa ‘Ain´t no mountain high enough’. Escrita por Ashford & Simpson (esa pareja de lúcidos compositores), la presentó el enorme Marvin Gaye (acompañado por su malograda compañera Tammi Terrel) en la primavera de hace medio siglo. El amor del que habla esta canción es ingenuo, romántico, alegre, altruista: asegura que no habrá valle, ni montaña, ni río que “me impida llegar a tí”, ni viento, ni lluvia, ni frío, “si me necesitas, llámame”…, sí, un amor desinteresado. Todo ello flota sobre un vibrante arreglo en clave soul y rythm & blues a dos voces y un estribillo encantador que no pierde su atractivo por más años que pasen. Dicho sea de paso, Marvin y Tammi tenían mucha química en escena; como es sabido, ella se desmayó en sus brazos durante una actuación, muriendo de un tumor cerebral poco después con apenas 25 años; cuentan sus allegados que Marvin jamás superó este trauma.

‘Dame un poco de amor’ gritaban Spencer Davis Group. El ‘Gimme some loving’ es una de las canciones de aquel año que más versiones y recreaciones han visto. Compuesta por un jovencísimo Steve Windwood, cuentan que la hicieron a toda prisa; tiene un evidente aire soul gracias al órgano (la entrada no es totalmente original…) y un tono despreocupado y optimista que la convierte en apta para cualquier contexto y estilo. La letra también deja poco a la imaginación: “mi temperature está subiendo (…), tienes que darme un poco de amor  (…), me encanta lo que hiciste (…), me siento tan bien (…), lo hemos conseguido, eso sucedió (…) dame un poco de amor, todos los días”. Es, en fin, amor carnal…, y eso que el autor aun no era mayor de edad.

Realmente podrían citarse no menos de un centenar de canciones imperecederas que debutaron en el verano de 1967 (como las menos recordadas ‘Silence is golden’ de The Tremeloes o ‘Little bit o´soul’ de The Music Explosion, por citar un par), muchas de las cuales trataban el asunto del amor, un elemento imprescindible en el universo hippie, la ‘nueva vibración’ que tanto sorprendió al mundo en aquel momento.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 21 de junio de 2017

LOS NAZIS QUE DESEAN LA MUERTE DE TOREROS Y TAURINOS Con la muerte en la plaza de otro torero han vuelto a reproducirse en las redes sociales (y más allá) las burlas contra el muerto y sus familiares, así como el deseo de que todos los matadores y todos aficionados a los toros sigan cuanto antes el mismo camino.

El führer sentía mucho cariño por los animales,
pero ninguno por las personas

Estas mentes no tienen capacidad suficiente para entender que hay personas con otros gustos y motivaciones, con otros objetivos y prioridades, con otra educación y otra circunstancia…, en resumen, no son capaces de asumir que haya quien piense distinto. Están tan engreídamente convencidos de su idea que no les cabe en la cabeza la posibilidad de que otros difieran de esa su verdad absoluta. Si se reflexiona sobre ello no es difícil definir ese modo de proceder mental que lleva a desear la muerte de todo aquel que se enfrente a sus convicciones; la palabra es fanatismo, puesto que estas gentes han hecho de su idea el absoluto, con lo que les es inconcebible otra manera de pensar.

Lo de desear la muerte de todo discrepante molesto a la vez que se defiende a ultranza el bienestar de los animales ya ocurrió… en la Alemania nazi. Sí, cuentan los historiadores que Hitler sólo se ponía tierno con sus perros y que sólo demostró verdadero cariño (mucho más que hacia Eva Braun) cuando acariciaba a su perrita ‘Blondi’; asimismo se sabe que el odioso personaje era vegetariano y que, por unas u otras razones, dictó unas normas muy duras contra el que maltratara, dañara o diera muerte a cualquier animal de un modo innecesario y sin seguir las leyes establecidas. Se sabe de unos berlineses que, en 1945, con los rusos en las afueras y acosados por el hambre y la necesidad, encontraron un caballo reventado por un obús en plena calle, así que se pusieron a trocearlo y repartirlo para comérselo; en estas apareció uno con el uniforme de las SS que les preguntó amenazante si ese animal había sido sacrificado cumpliendo la ley (‘Berlín 1945, La caída’, de Antony Beevor). Por muy asombroso e increíble que parezca, quienes liquidaron sin esconderse a todos sus rivales políticos, a comunistas, socialdemócratas, homosexuales, lisiados, gitanos… y claro está, a seis millones de judíos, manifestaron una preocupación exquisita por la situación y el trato a los animales.

Aunque aquella abyecta desproporción está a años luz del asunto en cuestión, su base, su esencia es la misma, es decir, quienes odian a muerte a toreros (y a aficionados, y a carnívoros…) hasta el punto de desearles rabiosamente la muerte más cruel, están llevando a cabo el mismo proceso mental fanatizante que los nazis: defender a toda costa al animal y liquidar gente o desearlo sin pestañear, o lo que es lo mismo, unos y otros ven horroroso matar animales y no tanto matar hombres (o niños enfermos). Otro punto en común entre los animalistas violentos (hay muchos defensores de bestezuelas que no lo son) y los nazis es que no soportan que se les lleve la contraria, de modo que cuando eso ocurre se enfadan, gritan, amenazan, insultan y, llegado el caso, agreden (como al torero que fue reconocido y apaleado por estas nuevas juventudes hitlerianas). Habrá quien diga que el nazi es el que lleva al animal a la plaza, al matadero, al laboratorio…, pero la realidad dice que los nazis repudiaban y vigilaban esas prácticas mientras enviaban a la gente a la cámara de gas.    

Se puede defender a los animales y evitarles todo daño innecesario (cosa que es una obligación moral de las personas), pero se pierde toda la razón si a la vez se desea la muerte de toreros y aficionados al toreo, se califica de asesinos a quienes consumen carne o cualquier otro producto animal y, en fin, o se desprecia ‘a muerte’ a todo el que utiliza animales.     

Y por otro lado, este sentimiento animalista existe desde hace muy poco tiempo, mientras que el aprovechamiento de los animales por parte de los humanos es una constante desde la aparición del primer homo, hace millones de años; por ello, hay que reconocer que es imposible modificar esta práctica de un día para otro, que es en lo que parecen haberse empeñado algunos personajes con mentalidad absolutista…, y más difícil será extender esa sensibilidad tirando de violencia, pues los que se sientan agredidos se defenderán. Es decir, si ese sentimiento animalista sigue aumentando hasta que atraiga a una gran mayoría de la población, la cosa se resolverá por sí sola. Un ejemplo es la contaminación y el cambio climático: aunque existan criaturas empeñadas en negar la evidencia, es innegable que hoy, más de medio siglo después de que el sentimiento ecologista diera sus primeros pasos, son muchos los millones de personas concienciados e incluso comprometidos con este problema; la preocupación por el medio ambiente ha penetrado en las sociedades occidentales, pero se ha necesitado algo de tiempo.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 18 de junio de 2017

LA BANDA SONORA DE AQUELLAS ELECCIONES DE 1977 Un día de junio de hace cuarenta años España volvió a experimentar el regusto de unas elecciones generales. Pero, ¿qué música se escuchaba cuando callaba la propaganda, qué canciones sonaban a la hora de ir a votar?

De las canciones que más se escuchaban en aquel 1977 tal vez sea el 'Hotel California' de los Eagles la que, 40 años después, mejor mantiene su encanto.
A pesar de que aquello de las votaciones (además del antes y el después) era portada y comidilla general, la gente no dejaba de escuchar las canciones que sonaban en ocasión tan señalada. Eso sí, todo eran discos de vinilo y cintas de casete, es decir, el formato físico era obligado. Así, quienes tengan ciertas edades recordarán sin mayor esfuerzo algunos de los títulos que sonaron insistentemente y que fueron algo así como la banda sonora de unos momentos inolvidables. Por ejemplo, puede decirse que nadie que entonces tuviera uso de razón habrá olvidado aquel ‘Libertad sin ira’ de Jarcha, uno de los temas centrales de aquella aventura. Además, en aquel inolvidable 1977 hicieron fortuna cantantes patrios de música ligera y melodramática como Camilo Sesto, Miguel Gallardo, Perales, Ana y Jhonny, Pablo Abraira, Miguel Bosé o el entrañable Demis Roussos; ¡qué fuerte sería escuchar hoy todos aquellos éxitos!, casi siempre volcados hacia aquel fenómeno típico del primer post-franquismo llamado ‘destape’, y cuyos títulos lo dicen todo: ‘Otro ocupa mi lugar’, ‘Y te amaré’, ‘Gavilán o paloma’, ‘Mi buen amor’, ‘Desnúdate’, ‘Morir al lado de mi amor’. También tenían público otro tipo de grupos, como los de temática humorística, los rumberos y los del incipiente rock andaluz con Triana al frente.  Asimismo, triunfaron aquel año superventas mundiales como Supertramp con su aún fresco ‘Give a little bit’, Chicago y la todavía sugerente ‘If you leave me now’, o el refrito titulado ‘Rockollection’ que se inventó el francés Laurent Voulzy.   

Afortunadamente había mucho rock entonces, de modo que los que ya estaban en el ‘rollo’ tenían no poco que oponer a toda aquella amalgama de cantantes de lágrima fácil, de lamento amoroso e insinuaciones libidinosas. La música punk ya había estallado, lo que significaba que el rock estaba rompiendo con su pasado, pero por aquí casi nadie se enteró, al revés, los más iniciados seguían dejándose la melena larga y desaliñada y ‘alucinando’ con el rock sinfónico, el hard-rock más académico, el rock progresivo… Claro que casi siempre los discos de estos géneros se editaban con retraso, de manera que cada elepé tenía una vigencia bastante larga y se seguía escuchando después de que el grupo en cuestión hubiera editado el siguiente.

Incluso en aquella España del 77 se escuchaban, aunque no fueran superventas, grandes éxitos mundiales como el imperecedero ‘Hotel California’ de los Eagles, el delicioso ‘Living next door to Alice’ de Smokie, el irresistible ‘Go your own way’ de Fleetwood Mac, el siempre bienvenido ‘More tan a feeling’ de Boston …, canciones que sonaban no tanto en la radio como en los coches de choque, billares (salas de juego con billar, ping pong, máquinas pinball) y en los bares que tenían aquellas ‘jukebox’ o sinfonolas que, a cambio de una moneda, te permitían escuchar un par de temas; claro que tenían que competir con Abba, Donna Summer, Umberto Tozzi, Bonney M…

Tal vez no muchos, pero ya había jóvenes españoles (con o sin derecho a voto) que ya habían descubierto a Queen y que, dos años después, seguían fascinados con las milagrosas canciones de ‘Una noche en la ópera’ e incluso del siguiente ‘Un día en las carreras’. En este sentido también se recordará que los que ya vivían en el universo del rock seguían escuchando los elepés históricos de bandas históricas, como Status Quo, Jethro Tull, Pink Floyd, los Purple, los Zepellin o los Acédecé, y nadie con tocadiscos carecía de Beatles, Stones, Who, Creedence y otros que ya estaban ahí en los sesenta…Se sabía del cadencioso reggae de Bob Marley y de la elegancia de Bowie, los virtuosos Yes o Emerson, Lake & Palmer empezaban a ser vistos como el pasado aunque aún había muchos que levitaban con sus extensos pasajes instrumentales; sólo unos pocos iniciados habían escuchado a Patti Smith y casi nadie sabía de la existencia de Elvis Costello o Ramones.

Y una difícil para quienes hace cuatro décadas ya tenían un conocimiento profundo de la cosa y una gran curiosidad por el rock español, el cual buscaba su sitio y su estilo: ¿Alguien recuerda al grupo Azahar y su primer disco, ‘Elixir’, editado ese año y cuyos primeros ejemplares tenían la portada impregnada en aroma de azahar?

Era una España abierta a novedades en todos los campos, también en el de la música, puesto que empezaban a escucharse todas las canciones, todos los grupos que triunfaban en el resto del mundo, y no sólo los superventas de la canción melódica. De aquella histórica ocasión se recuerda, sobre todo, la atmósfera campechana y el buen rollo que se respiraba, tanto en las calles como en los barrios del rock. Y un último detalle, los grupos de entonces huían de la política como de la peste…


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 14 de junio de 2017

CRISTIANO RONALDO, SOSPECHOSO DE FRAUDE FISCAL Y DE TRÁFICO DE SERES HUMANOS Cristiano Ronaldo es un futbolista fuera de serie, uno de los mejores de la historia, así lo demuestran objetivamente sus logros y así se le reconoce en todas partes. Ahora lo acusan de evadir impuestos, pero pocos se han fijado en que ha comprado niños.

Cristiano Ronaldo, tan buen futbolista como inmoral persona

Es un auténtico triunfador. Sin embargo, sobre él ha caído la sospecha (de momento, VI-17, sólo está acusado) de haber escaqueado un montón de millones; empresas fantasma y sin actividad en paraísos fiscales dedicadas exclusivamente a acumular el dinero y otras empresas en otros países para gestionar toda esa pasta, estas fueron las tretas usadas por el delantero para evadir… presuntamente. Sí, si la cosa se confirma, el deportista será tachado de chorizo, sobre todo por los aficionados de equipos rivales, aunque contará con el apoyo y justificación de parte de los hinchas del suyo. Y es que, ¿quién no ha sopesado nunca la posibilidad de esconder algo a hacienda? De entre toda la interminable lista de delitos y crímenes que un hombre es capaz de perpetrar, lo de burlar al fisco tal vez sea considerado de lo menos abyecto.


Pero el caso es que Cristiano Ronaldo aparece estos días en otras partes de los diarios porque ha recibido el paquete con los dos recién nacidos que encargó hace nueve o diez meses. Es decir, el cada vez más sospechoso personaje se fue a una granja de concepción y cría de seres humanos para su venta, allí acordó las condiciones del encargo incluyendo las de la fabricación y entrega; luego rellenó los impresos correspondientes y, finalmente, pasó por caja y pagó. Y ya está, sólo le quedó esperar a que le llegara el envío… Claro que tal vez él ni siquiera se molestara en realizar personalmente todos los engorrosos trámites, sino que pagó a alguien para que se encargara del papeleo. Es decir, esta persona de moral tan laxa, este hombre de dudosa integridad ha comprado dos personas: las encargó a fábrica, hizo el ingreso correspondiente y, cumplido el plazo, las recibió en su casa. ¿Cuál es en castellano la palabra que define a quien compra y/o vende personas, a quien comercia con hombres y mujeres? Sí, es esclavista, negrero. ¿Y cuál es la palabra que define a quien reduce a sus semejantes a la categoría de cosas que se pueden comprar y vender?   

Siendo el suceso horrible, inhumano, aun tiene otro agravante. Resulta que el ahora encausado por evasión de impuestos no tiene ningún impedimento físico para engendrar bebés al modo tradicional, es decir, hace vida conyugal con una mujer perfectamente sana, de manera que podrían haber concebido hijos verdaderos, sin pagar. Pero claro, eso conlleva muchos esfuerzos (no se cuenta el ayuntamiento), trastornos, engorros, visitas al médico, pruebas…, y luego ella, que ha de tener ‘eso’ dentro durante tanto tiempo, afeando la figura, estropeando la piel, sufriendo las típicas alteraciones y molestias del embarazo, y luego el parto y sus dolores. ¿Por qué pasar por todo eso cuando podría pagarse a alguien para que se hiciera cargo de esa lata, de todo ese rollo, de ese estorbo que es el embarazo? Además, se le daría un buen dinero a la ‘productora’ (una mujer pobre y carente de todo que se ve obligada a alquilar su cuerpo), y otro tanto a la empresa que se encarga de toda la cadena de producción.

Por otro lado, siempre se corre el riesgo de que la criatura engendrada por uno mismo no venga bien, por lo que es mucho más seguro olvidarse de todo y, previo pago, limitarse a recibir el pedido. Así (seguro que esto se puede negociar con fábrica) si el producto de la ponedora no alcanzara los estándares, la propia empresa lo desecharía de la venta y lo sustituiría por otro sin taras para entregar al cliente un material de primera calidad. Fácil y seguro. Sólo hay que poner sobre la mesa la cantidad necesaria. Así habrán pensado Ronaldo y su pareja.

Es lícito sospechar que el ‘primogénito’ del jugador (que ya tendrá unos añitos) habría sido comprado de este modo. En fin, aunque suene fuerte, aunque pueda resultar irrespetuoso, ¡hay que ser mala persona para desear un hijo de este modo! Tal vez un día los chavales pregunten a su (presunto) padre cuánto costaron.

Desde un punto de vista futbolístico Ronaldo es un prodigio, uno de los más grandes de la historia del deporte, y lo ha demostrado sobradamente. Como persona se ha demostrado más que dudoso, sospechoso e inmoral. Una cosa es tratar de estafar (presuntamente) al erario público del país en el que vive, o sea, una pura cuestión de dinero, y otra es comerciar con personas…, aunque, en realidad, también esto es cuestión de dinero. Sin embargo ha causado más escándalo y ha provocado más titulares lo del dinero escondido que las personas que se compró con un poco de ese mismo dinero: 200.00 euros, dicen, calderilla para él.

Y lo peor es que no es el único personaje célebre que ha comprado a sus hijos… Vergüenza, asco.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 11 de junio de 2017

¿PUEDE UN GRUPO DE ROCK SOBREVIVIR A LA MUERTE DE SU ESTRELLA? Hace unos días el guitarrista de Queen, Brian May, presentó una versión del juego del Monopoly que gira en torno al histórico grupo; también ha intentado lo imposible: Queen sin Freddy Mercury. A muchos les cuesta dejar de estrujar los buenos tiempos.

   
Cuesta imaginar por qué habrá vendido May la imagen de Queen y por qué habrá tratado de suplir al insustituible Freddy.
Sorprende que el gran guitarrista siga obsesionado por la idea de extraer hasta el último céntimo posible de la memoria de la banda. Como es sabido, May ha intentado varias veces sustituir a Freddy Mercury y otras tantas se ha estrellado contra la realidad: por mucho dinero que gane exprimiendo el nombre, Freddy es insustituible, es decir, no es posible ver a Queen si no está Freddy a la voz, o lo que es lo mismo, Brian May a la guitarra y Roger Taylor a la batería jamás serán Queen aunque usen ese título; y mucho menos con sustitutos como el veterano Paul Rodgers o el lechuguino pisaverde de Adam Lambert, surgido de una operación triunfo estadounidense. Aun sin conocer el estado de las finanzas del músico y astrofísico, es fácil suponer que no debe pasar estrecheces, ya que posee múltiples derechos de muchas de las grandes canciones de la banda que se siguen vendiendo y, por tanto, recibirá golosos beneficios regularmente. Por tanto, ¿por qué esa obcecación por hacer caja con cualquier cosa que tenga que ver con Queen?, y ¿por qué no termina de asumir que Queen dejó de existir cuando Freddy se fue? Vale que se hicieran todos los homenajes, tributos y recordatorios en su momento, pero una vez muerta la Reina, mejor dejarla descansar; así lo entendió el tercer superviviente, el bajista John Deacon (autor de algunos temas emblemáticos), quien participó en aquellos conciertos inmediatos a la marcha de Mercury pero se negó rotundamente a tomar papel en las farsas que May y Taylor montaron posteriormente. Ahora, con un descaro que deja perplejo, Brian May convierte a Queen en reclamo para un juego de mesa con el fin de sacarse unos euros; ¿qué será lo siguiente?, ¿un sopicaldo con el escudo que identifica al grupo?

En realidad este fenómeno se ha dado varias veces: los supervivientes de una banda de rock que pierde a su estrella intentan aprovecharse del nombre y continuar como si nada hubiese pasado, como si no quisiesen aceptar que, sin esa presencia poderosa, el grupo ya no es el que era aunque siga llamándose igual. Es fácil recordar el burdo intento de los compañeros de Jim Morrison por continuar con The Doors cuando él ya no estaba. Incluso publicaron dos discos que, escuchados hoy, se antojan verdaderamente penosos (avergüenza ver que canciones como ‘The mosquito’ estén en un disco de este grupo). La codicia, la pasta, era el objetivo, y por eso trataron de seguir obteniendo réditos extraordinarios de la legendaria banda que ya no era, como cuando intentaron vender una canción para un spot publicitario por 15 millones, a lo que el bajista, John Densmore, se negó. Hay que recordar que ya en 1968, con Jim ausente, los otros tres (Manzarek, Krieger y Densmore) aceptaron 75.000 dólares por convertir ‘Come on baby light my fire’ en ‘Come on Buick light my fire’; cuando Morrison se enteró obligó a los otros a devolver lo cobrado y rescindir el contrato. (Emplear un clásico para dar empaque a un anuncio o ambiente a una película es reconocer su valor, cambiarle la letra para convertirlo en sintonía comercial es una venta, una traición).   

Abiertamente avaricioso y desvergonzado fue el regreso de los Sex Pistols en lo que ellos mismos llamaron ‘La gira del lucro indecente’ (1996); pero al menos, Rotten, Jones, Cook y Matlock (primer bajista del grupo, anterior a Sid Vicious) no engañaban: declaraban sin ambigüedades que volvían exclusivamente para recaudar dinero; y tal cosa hicieron en otras ocasiones, reuniéndose cuando les ofrecían jugosos contratos, de modo que no extraña que algunos críticos calificaran de ‘lamentables' aquellas actuaciones.

Sin embargo, no faltan ejemplos de bandas más que significadas en las páginas doradas del libro del rock que supieron superar con éxito y credibilidad la pérdida de su gran estrella. Un ejemplo de transición elegante y sin complejos fue la que llevaron a cabo los integrantes de Joy Division tras la muerte de su solista, Ian Curtis. Eso sí, cambiaron de nombre y de estilo, dejando que las cosas evolucionaran sin ataduras ni añoranzas; en definitiva, se convirtieron en otro grupo. Algo parecido sucedió con Pink Floyd; como es más que conocido, la salud mental de su fundador, Sid Barret, provocó su expulsión, siendo su sustituto David Gilmour, lo que conllevó un cambio en el alma y la intención artística. En ambos casos, de alguna manera, los vivos rompieron con el muerto y construyeron una nueva banda; y las dos disfrutaron de gran éxito, lo que significa que no es preciso vivir de la memoria del muerto…, siempre que se tenga algo que ofrecer.

En otras ocasiones el fallecido, aunque carismático, no era la principal estrella de la banda, al menos desde el punto de vista creativo, por lo que su sustitución resultó menos traumática. Difícil fue para AC DC la búsqueda de un nuevo cantante cuando falleció el titular, el recordado Bon Scott, pero la idea de la banda no cambió cuando saltó a escena el suplente; y es que la estrella era y es el Young más joven. The Who perdieron al inquieto y explosivo Keith Moon, pero no tuvieron problemas para encontrar quien ocupara la banqueta vacía y continuar; al igual que en el caso anterior, el departamento de composición estaba intacto, por lo que el cambio de baterista no supuso grandes trastornos. De todos modos, lo mejor de The Who se hizo con Keith a las baquetas. 

Lo de Led Zeppelin fue algo único. A la muerte de su batería, el poderoso John ‘Bonzo’ Bonham, los tres restantes decidieron no continuar, pues “nada es lo mismo sin John”, y ni las más mareantes ofertas les hicieron cambiar de opinión, de modo que Led Zep jamás han existido sin su inolvidable percusionista. Éste murió en 1980, y en ese preciso momento la banda cesó definitivamente a pesar de que tan significativa baja no afectaba sustancialmente a la parte creativa, es decir, podían haberse buscado un buen batería y continuar como si tal cosa. Mil veces acusados de plagio, Page, Plant y Jones mostraron con aquel gesto una elegancia y fidelidad pocas veces vista en un ambiente tan poco fiable como es el del rock & roll. Siempre quedará la duda de qué hubieran hecho, cómo hubiera sonado Led Zep sin Bonzo. Mejor así.   

Hay situaciones, en fin, en que el reemplazo es imposible, por lo que la cosa ni se plantea; así, ¿alguien se imagina a la Jimi Hendrix Experience sin Jimi, a T. Rex sin Marc, a Nirvana sin Kurt, a los Allman Brothers sin los hermanos Allman?


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 7 de junio de 2017

LOS ‘DEFENSORES’ DE LA SANIDAD PÚBLICA RECHAZAN DINERO PARA SANIDAD PÚBLICA. Descorazona leer noticias como la de la asociación que rechaza una donación millonaria destinada a sanidad pública. Es una muestra de ese modo de pensar en el que la ideología se superpone a todo, incluso al beneficio general.

  
Equipo de radioterapia que no aceptan los de esa asociación, que más que defender la sanidad pública la boicotean.
El magnate del sector textil Amancio Ortega (quien empezó de cero hasta llegar a donde está) donó a los hospitales públicos más de trescientos millones de euros para comprar equipos oncológicos de última generación; sin embargo, los dignísimos integrantes de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública no quieren que se acepte el dinero; explican que la salud general ha de ser cosa exclusiva del gobierno, y que para costearla debería exigirse más impuestos a los que más tienen…, vale, pero una cosa es algo general y a largo plazo, como la fiscalidad, y otra muy distinta una donación puntual, instantánea, con la que se podría mejorar el servicio al enfermo en el acto; no hay que olvidar que este tipo de paciente no dispone de mucho tiempo… Defender la sanidad pública y pedir más carga tributaria a los que más tienen no está reñido con aceptar recursos privados, al revés, cuanto más reciba el sistema mejor para todos. Una cosa no tiene nada que ver con la otra y, desde luego, no son excluyentes.

Básicamente hay que deducir que los adscritos a dicha sociedad son de los que se creen de izquierda (comunistas-tos, socialistas-sociolistos, etc), puesto que este tipo de doctrina y quienes la profesan fanáticamente detestan que alguien tome una decisión que puede beneficiar al colectivo; su fe no permite tal cosa: que alguien libremente y por propia voluntad lleve a cabo una iniciativa destinada al bien común les es inadmisible, pues lo que ellos quieren es que la obligación esté por encima de la libertad de decisión. También podría afirmarse que los militantes de dicha federación están totalmente en contra de la sanidad pública, puesto que boicotean recursos que, sin la menor duda, iban a beneficiar a la salud de todos los que dependen de la sanidad pública. La postura de estos dudosos individuos sería como la del cooperante que, en una zona de catástrofe alimentaria, quitara el pan de la boca del hambriento si ese pan procediera de las manos de un rico; ambos casos son idénticos: hay quien prefiere que el necesitado muera a que viva gracias a dinero privado y/o de millonario. Para este tipo de pensamiento lo importante no es el bienestar común sino la procedencia de ese bienestar. Así, en caso de que Ortega (o Gates, o Slim) fletara diez cargueros con comida, medicinas y todo tipo de recursos con destino a un campo de refugiados, los que conforman este tipo de asociaciones exigirían que no se aceptara la entrega alegando que esos bienes tienen que costearlos los gobiernos.   

Asimismo queda en evidencia otro hecho: a los miembros de esta asociación les importa tres pepinos la vida de las personas afectadas por el cáncer, lo único que les interesa es su ideología, su creencia, su dogma, y para defenderlo están dispuestos a aceptar la muerte de las personas que se hubieran podido mejorar gracias a los equipos que ese dinero hubiera podido comprar. En el desequilibrado cerebro de estos personajes su credo está por encima de la salud de los enfermos, de modo que quedan descolocados cuando alguien que ha hecho fortuna (en este caso, hay que insistir, partiendo de cero y cumpliendo con la ley) opta voluntariamente por regalar dinero; desean que los que tienen mucho no donen para así poder señalarlos como unos egoístas insolidarios.   

También cabe otra deducción: leyendo sus razonamientos se llega invariablemente a la conclusión de que estas criaturas prefieren que el donante se gaste esos 300 millones en lujos varios antes que en maquinaria de hospital (los equipos de diagnóstico y tratamiento de cáncer que cada centro decidiera). Y por otro lado, en el supuesto de que Ortega hubiera donado tal cantidad a la sanidad privada, ¿dónde hubieran puesto el grito los fanatizantes elementos de esa asociación?, ¿qué no le hubieran llamado?

Eso sí, estos mismos que creen más importante mantenerse puros ideológicamente que salvar las vidas que estos aparatos pudieran salvar, estarán encantados con los semáforos recientemente instalados en Madrid, esos que muestran siluetas de personas del mismo sexo cogidas de la mano; estas criaturas con cerebro invadido y ocupado por una ideología excluyente piensan que estos semáforos van a solucionar todos los problemas de los madrileños, convencidos de que los homosexófobos van a dejar de serlo en cuanto vean esas figuritas verdes. En pocas palabras, existen individuos y colectivos que dan mayor importancia a los gestos, las palabras, las posturas, los dibujos, los nombres, la denominación de las cosas…, que a las acciones y los recursos que benefician efectivamente a todos.

Lo que está en el origen de la posición de esa asociación (y de otras similares) es su rechazo a que alguien lleve a cabo acciones humanitarias voluntariamente, a que alguien haga uso de su libertad, de su libre albedrío para hacer el bien al semejante. Este tipo de personas odia la toma personal de decisiones, pues lo que ansían es que todo esté predeterminado por el estado, que la persona no pueda decidir donar, sino que esté obligada a ello por ley, que nadie pueda hacer uso de su libertad para ser solidario, sino que sea una imposición legal.

La cuestión, en fin, se puede resumir en una pregunta: ¿ese equipamiento rechazado mejoraría la actual situación e incluso prolongaría la vida de los enfermos de cáncer?


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 4 de junio de 2017

LAS INCOHERENCIAS E HIPOCRESÍAS DE ROGER WATERS Como integrante de la emblemática banda Pink Floyd, a Roger Waters se le deben discos cruciales en la historia del rock, obras tan brillantes como oscura es su conducta y su vida de millonario que despotrica contra el capitalismo.

La casa del anticapitalisa Roger Waters, en Long Island, el sitio más caro de Usa,
 con vecinos como Spielberg o Ralph Lauren.

Es muy habitual que quienes escriben rock & roll lo hagan reivindicando derechos de los desfavorecidos, denunciando injusticias o posicionándose ideológicamente. Todo es perfectamente legítimo e incluso loable si se hace desde la coherencia, pero resulta hipócrita e innoble cuando lo que se dice choca contra lo que se hace, es decir, cuando se canta a una ideología de modo agresivo e insultante mientras en la vida real se reproducen esos mismos comportamientos, esas maneras que se afean a los demás. Quien más ha repetido esa contradicción es Roger Waters, el ex integrante de Pink Floyd, que siempre que tiene un micrófono a mano echa sapos y culebras contra todo bicho viviente a la vez que su estilo de vida y su pensamiento apenas se diferencian de aquello que acusa.

Lo de arremeter contra Trump a diario, ante la prensa o en el escenario, con canciones o insultos, es algo ya muy manido, muy facilón, muy cansino…, sin que nadie ponga en duda que Trump es un zoquete escaso de entendederas. Lo que sorprende es que abronque al presidente por las declaraciones que hace, por sus ideas y posiciones (hay que insistir: disparatadas), cuando él hace, dice y se comporta de modo casi idéntico. Por ejemplo, cómo trató a sus ex compañeros ‘pinkfloydianos’, manipulándolos y arrogándose la propiedad del grupo del mismo modo que un dictador se hace con el poder total en su país. Cuentan que durante la grabación de ‘El Muro’ voceaba a todo el mundo, iracundo y despectivo; increpaba al batería Nick Mason cuando no hacía exactamente lo que él exigía e incluso llegó a sustituirlo en plena grabación; y se ensañaba con Rick Wright aprovechándose de que éste era un tipo de maneras refinadas, con un carácter más bien silencioso, tímido, imposibilitado para la bronca, los malos modos y la ordinariez de Waters; éste le gritaba e insultaba delante de todo el mundo, hasta que acabó echándolo del grupo y contratándolo como un músico de acompañamiento más… Son las maneras típicas del soberbio colérico que se siente superior. Eso sí, procuraba llevarse bien con David Gilmour porque le interesaba, ya que retocaba muy bien sus composiciones, a pesar de lo cual, el guitarrista declaró que, en los últimos años de vida del cuarteto, él trataba de ir al estudio sólo cuando Waters no estaba. Se había convertido no en el líder de la banda, sino en el dictador que manda y ordena. Mezquino y rencoroso, cuando cayó el Muro de Berlín y se organizó allí un fastuoso concierto basado en el recordado ‘The Wall’, Roger invitó a dos docenas de artistas…, pero a ninguno de sus tres ex colegas de Pink Floyd. También es sabido que el ‘comunista’ Roger Waters siempre intentaba (a veces con éxito) que sus compañeros no aparecieran en los créditos como autores y productores para así quedarse él con la tajada correspondiente. Una más: para la portada del disco ‘The final cut’ impuso a la discográfica la contratación de un familiar. Y otra: En casi todos sus directos en solitario (normalmente exitosos) arenga al púbico gritando las reivindicaciones del lugar y el momento, en un ejercicio de demagogia y populismo. Así las cosas, ¿hay mucha diferencia entre el proceder de Waters y el de Trump?

Otra característica del músico británico, que acaba de publicar nuevo disco en solitario, es su activismo anticapitalista. En no pocas letras de sus canciones carga de modo explícito contra el capitalismo y contra los ricos, a pesar de lo cual él calca todos los símbolos propios de uno y otros. Por ejemplo, quien ideó la gran mayoría de las piezas maestras ‘The dark side of the Moon’, ‘Wish you where here’ o ‘The Wall’, al igual que los grandes magnates, guarda a buen recaudo en paraísos fiscales sus gruesas cuentas corrientes; curiosamente no soporta que se lo recuerden, como si se negara a aceptar lo imposible, lo absurdo e irreal de su postura, pues ser comunista y millonario es tan irrealizable como un círculo cuadrado. Tiene mansiones en los lugares más caros del mundo, incluyendo una enorme y lujosísima en Long Island, Nueva York, probablemente el suelo más caro de todo Estados Unidos, con vecinos como John McEnroe, Richard Gere, Jennifer López, Raplh Lauren, Brian de Palma, Steven Spielberg… Luce los bienes de consumo más caros y ostentosos (tuvo una disputa con su ex durante su último divorcio por un carísimo Rolex), disfruta de todos los lujos que el dinero proporciona, es un apasionado del golf y juega en los clubes más exclusivos y elitistas del planeta… En fin, que desprecia el capitalismo pero lo vive intensamente, y elogia el comunismo pero jamás en su vida ha renunciado a ninguna de sus (múltiples) propiedades, se cree comunista pero jamás lo ha practicado. Ha escrito mucho contra el dinero (como la fabulosa ‘Money’), pero él lo ha perseguido con verdadera usura y ha urdido mil estratagemas para acumular cuanto más mejor.

Roger Waters fue el genio creador (con sus compañeros, pues en solitario…) de algunos de los mejores discos de rock de la historia, pero el talento no siempre se acompaña de calidad humana, como se ha demostrado con otros artistas geniales, como Picasso, un gran machista, mezquino con las mujeres y comunista millonario. Nadie está libre de las muchas y variopintas debilidades que caracterizan a la persona, pero lo que sí que chirría, lo que se antoja irritantemente incoherente es que alguien a quien la vida ha sonreído reniegue del sistema que le ha permitido su desarrollo artístico y económico hasta llegar a la cima en ambos casos.

Nadie se atrevería a poner en duda los logros artísticos de este gran compositor, productor, guitarrista, bajista, cantante…, pero también es evidente que cae continuamente en aquello que más odia y se comporta como aquellos a quienes más odia.     


CARLOS DEL RIEGO