miércoles, 31 de mayo de 2017

EL FESTIVAL DE AVIÑÓN OVACIONA AL ASESINO DE MARIE TRINTIGNAN El veterano actor francés Jean Louis Trintignan ha declarado que le da náuseas ver cómo el festival de Aviñón acoge entre aplausos y palmaditas en la espalda al asesino de su hija Marie. Todo este asunto es tan asombroso como indignante.

La víctima, Marie Trintignan, muerta a palos por un bestia que no pasó ni cuatro años en la cárcel y hoy es agasajado en Francia

Por un lado está el violento prosimio Bertrand Cantat, miembro del grupo Desir Noir (antifascista y pacifista que se manifestó contrario a la guerra de Irak) que mató a golpes en la cabeza a la actriz Marie Trintignan, según la autopsia con un total de 17 porrazos de “extrema violencia”; quedó demostrado en el juicio que ella recibía palizas día sí día también, cosa que confirmaron las anteriores parejas del protoser en cuestión, el cual había sido denunciado innumerables veces por esas mujeres. Sin embargo, el encargado de administrar la ley, dejándose convencer por alguno de los habituales embustes a que suelen recurrir ciertos abogados como herramienta principal, entendió que un tipo que ha apaleado a toda mujer que ha tenido la desgracia de estar cerca de él, un tipo que pegó hasta la muerte a una de ellas, merecía una condena muy inferior al daño causado (poco más y lo castiga sin postre una semana), pues lo consideró homicidio involuntario y lo condenó a ocho años, de los que cumplió menos de la mitad. El caso es que el bestia dijo primero que Marie se había resbalado dándose contra el radiador; luego, cuando los médicos que la atendieron en principio afirmaron que aquello eran marcas de golpes, rectificó y dijo que le había dado un par de pescozones. Pero la autopsia demostró 17 golpes en el cráneo y en la cara, que quedó irreconocible, así como señales de estrangulamiento.

Al parecer (en agosto de 2003, en Vilna, Lituania) María estaba encerrada en el baño aterrorizada; él esperó pacientemente como hiena que acecha silenciosa; sin que se sepa por qué ella salió y él la agarró, la golpeó contra el quicio de la puerta, contra el radiador y contra todo lo que tuvo a mano; el cafre creyó (según declaró) que la desdichada, ya sin sentido, estaba haciendo cuento, y siguió dándole; luego estuvo varias horas hablando tranquilamente por teléfono pero no llamó a servicios médicos, es decir, la dejó morir demostrando una infinita vileza. Cuesta creer que semejante alimaña no tuviera intención de matar (se demostró que siguió atizando a la pobre Marie cuando ya estaba inconsciente y que, en algún momento, le echó un trapo sobre la cara), por tanto, esto es un asesinato en toda regla, por más que el de negro lo dejara en homicidio involuntario y ocho años; dicho sea de paso, el sentenciador pudo aplicar una pena de hasta 25 años, pero matar así le pareció tan poca cosa que aplicó la mínima, que es la sentencia habitual en Francia para quien mata a su pareja-mujer. En todo caso, esto es, sin la menor duda, un evidente caso de desproporción. Tan flagrante como que lo dejen salir de la cárcel tras cumplir menos de la mitad porque se portó muy bien (claro, en el trullo no hay mujeres a las que pegar), estudió, acudió al sicólogo e hizo todo lo que hay que hacer para que los que deciden, aquejados de síndrome de Estocolmo y/o cobardía y/o papanatismo ante la celebridad, crean que están ante un buen chico.

Pero luego está la consideración social del tiparraco. Resulta que cuando alguien difunde un comentario considerado machista no sólo le llueven palos por delante y por detrás, sino que habrá de soportar el insulto y el rechazado tanto de la sociedad en general como de su entorno profesional. Sin embargo, en Francia, un verdadero asesino (tal es quien pega en la cabeza de otra persona 17 veces “con extrema violencia”) es invitado y recibe parabienes de sectores culturales y público (el indeseable ha reanudado su carrera con cierto éxito), como si matar cobardemente a su pareja sea como un mal aparcamiento. Y es que el mundo de la farándula es extremadamente corporativista, de modo que defenderá a ‘uno de los suyos’ haga lo que haga, como quedó demostrado al ver el posicionamiento de todo el gremio respecto al violador Roman Polanski…; otra cosa sería si algún integrante de dicha cofradía hiciera un comentario que se entendiera machista, homosexófobo, racista, xenófobo…, entonces sí que sería objeto de absoluto desprecio. Siguiendo con las desproporciones, allí, en Francia, unos tipos fueron condenados a 15 años por planear un atraco un banco; no hace tanto, en Inglaterra, un hombre fue condenado a 12 años por fumar en el servicio de un avión; aquí, en España, donde un terrorista que mató a más de veinte personas cumplió menos de veinte años, una cantante pasó dos entre rejas por evadir impuestos… Desconcertantes e indignantes casos de desproporción. La vida de Marie (40 años, cuatro hijos) valía menos de cuatro años de la vida de su asesino, es decir, matar de modo tan brutal y cobarde no se considera algo tan grave…   

Ahora, el desconsolado, desconcertado y asqueado Jean Louis Trintignan tiene que soportar cómo hay quien elogia y ríe las gracias del criminal protozoo. “No comprendo esta situación, no entiendo cómo se ovaciona al tipo que mató a mi hija a palos…, todo esto me parece una mierda maloliente”, dijo el actor. Y tiene razón: tanto el cobarde matón, como el dudoso juez que en tan poco tenía la vida de la víctima y condenó a ese bestia a sólo ocho años, como los legisladores que permiten que quien arrebató decenas de años a un semejante lo pague sólo con tres, como el festival de Aviñón que lo invita y lo aplaude, todos ellos huelen a lo que son.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 28 de mayo de 2017

EL MEDIO SIGLO DEL ‘SGT. PEPPER’. Nada menos que 50 años hace de la publicación de uno de las más excelsas obras de arte del siglo XX, el disco ‘Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band’ de The Beatles. Un álbum que sigue fascinando.

Cincuenta años después el sargento no ha perdido su fuerza.
Hace justo medio siglo llegó a las extintas tiendas de discos (donde se vendían elepés y singles que hoy mantienen su encanto) una pieza que llamaba la atención desde el primer vistazo. La carátula del ‘Sgt. Pepper’ obligaba al comprador a detenerse ante él, a mirar con curiosidad; luego se entregaba el ejemplar al dependiente y uno se iba a la cabina de audición, donde se escuchaba durante unos minutos… Tras este proceso, todo el mundo salía de la tienda con la bolsita, deseando llegar a casa, colocar el recién llegado en el plato y escuchar muy atentamente, sin hacer nada más que seguir la letra, revisar los créditos y observar cada detalle de la portada, contraportada, interiores, hojas informativas… Era un ritual muy satisfactorio, gratificante, placentero.

Hoy las cosas son muy diferentes, sin embargo, lo importante, la música, las canciones, todo lo que el ‘Sgt. Pepper’ transmite, perdura sin variación. Quien tenga un mínimo interés (y una edad) señalará de memoria sus cinco o seis temas favoritos, y todos estarán acertados. El caso es que aun se siguen desvelando pormenores, detalles y anécdotas en torno al ‘Sargento Pimienta’, lo que le proporciona un mayor resplandor. Por ejemplo…

El productor George Martin reconoció que, durante las sesiones de grabación, Paul ponía continuamente el ‘Pet sounds’ de los Beach Boys, y que sin éste, “el Sgt Pepper no hubiera sido como es”. Es decir, el excelente álbum de los californianos tuvo una influencia decisiva sobre el de los ingleses. Lo curioso es que el propio Brian Wilson afirmó que su ‘Pet sounds’ había sido concebido y materializado bajo la apabullante influencia del…’Rubber soul’ de los Beatles.

El bueno de Ringo tuvo la suerte de ser el solista de la inolvidable ‘With a little help from my friends’, pero no le fue fácil. En principio el tema comenzaba diciendo “¿Qué harías si cantara desafinado?, ¿te levantarías y me tirarías tomates?”, pero este segundo verso no le gustó al batería, pues recordaba que años antes George había declarado que le gustaban unas golosinas y el público empezó a lanzárselas al escenario; entonces Ringo dijo que si cantaba ese verso la gente le tiraría tomates en cada concierto, por lo que se negó a grabarlo. Lennon y McCartney accedieron a cambiarlo y la cosa quedó en “Qué pensarías si cantara desafinado. Te levantarías y me dejarías solo”. También es sabido que a Ringo Starr le preocupaba bastante hacer la voz solista en ese tema; una noche, casi al amanecer, cansado, decidió irse a casa, pero en las escaleras oyó a Paul diciéndole que era un buen momento para grabar la voz, su voz. Ringo dijo que estaba hecho polvo y se iba a la cama, pero los otros tres insistieron en que se quedara, y John le pidió con una gran sonrisa “Vuelve y canta para nosotros” (¿quién podría resistirse a esa llamada?). Ringo volvió y cantó, con sus compañeros a su alrededor animándole, ayudándole, y no se fueron hasta que consiguió entonar esa última nota con la que termina la canción y que se le resistía (según cuenta el ingeniero Geoff Emerick). Evidentemente, mereció la pena.

Paul escribió ‘She's leaving home’ después de leer la noticia de que una chica de 17 años se había largado de casa sin decir nada, sin llevarse nada. Despareció, sin más. La prófuga había huido con un tío que trabajaba en un club nocturno, pero regreso sólo 10 días después. Lo que McCartney no sabía entonces es que él había conocido a esa chica cuatro años antes, durante un concurso de imitadores en la televisión en el que el propio Paul era juez. ¡Qué coincidencia!

Unos días antes del lanzamiento oficial del disco (1-VI-67), la BBC ya había censurado una canción, la magistral ‘A day in the life’, ya que, según la emisora, promovía “una actitud permisiva hacia el consumo de drogas”; el problema estaba en que los censores  entendían que la frase “encontré el camino escaleras arriba y fumé” era una alusión explícita; asimismo, también vieron referencias a la drogadicción en el verso “Cuatro mil agujeros en Blackburn, Lancashire”, que podría referirse al brazo de un yonqui… Pero si en la BBC se la cogían con papel de fumar con esa canción, en algunos países de Asia se entendió que también incitaban a consumir drogas otras dos, ‘Con una pequeña ayuda de mis amigos’ y, claro, ‘Lucy en el cielo con diamantes’; las tres fueron suprimidas del álbum en las ediciones de Malasia, Hong Kong y otros lugares… Es oportuno añadir que George Martin señaló que sí había referencias a las drogas, y citaba como ejemplo el verso que se cierra el álbum (excepto la bromita final): ‘Id like tu turn you on’, que más o menos es “me gustaría encenderte”.

Esta fabulosa composición, ‘A day in the life’, fue grabada exclusivamente de noche; al parecer, durante la primera sesión de grabación la cosa se alargó, por lo que al día siguiente se levantaron tan tarde que la jornada de trabajo hubo de comenzar a las tantas…, tendencia que continuó durante todo el tiempo efectivo de grabación del tema, unas 35 horas, que si se compara con las menos de 10 que requirió todo el ‘Please please me’…

Libros de memorias, entrevistas, reportajes, documentales…, hay infinidad de trabajos y referencias a este disco excepcional que, ya cincuentón, sigue causando admiración. Una reedición monumental con abundantísimo material inédito está a punto de sumarse a la celebración de esta efeméride. Pasado tanto tiempo, sólo queda cuadrarse con un enfático ¡A sus órdenes mi sargento!


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 24 de mayo de 2017

ANTONIO BANDERAS Y LA ENVIDIA DE LOS MEDIOCRES. El actor Antonio Banderas ha sido recientemente noticia no por sus actividades profesionales, sino porque su proyecto cultural para Málaga fue rechazado gracias a la negativa de políticos de izquierda de dicho municipio.

Banderas presentando su proyecto

Al parecer, las causas de la negativa son, dicen, que pretendía construir más de lo permitido, que su propósito era lucrarse, que iba a aprovecharse de recursos públicos para fines particulares... Sin embargo, las causas auténticas del rechazo parecen muy otras.

Nadie pondrá en duda la trayectoria laboral de Banderas, que se marchó de España con lo puesto para intentar jugar en las ‘grandes ligas del cine’; así, hasta la fecha, el malagueño ha trabajado en nada menos que 91 películas desde 1982 (la mayoría en Hollywood), a lo que hay que añadir las cuatro que ha dirigido y las seis que ha producido. Por otro lado, también es indiscutible el reconocimiento y la reputación de que goza en todo el mundo, algo que demuestra la interminable lista de premios y distinciones que ha recibido de todo tipo de festivales y academias de cine. En resumen, es una persona que nunca ha dejado de trabajar y que, gracias a su esfuerzo y su talento, puede considerarse un triunfador. Y esta es (casi con total seguridad) la causa última de la negativa a aceptar su proyecto cultural, puesto que los mediocres y los envidiosos no soportan al que tiene éxito, detestan al que lleva a cabo algo meritorio que ha requerido capacidad y sudor, puesto que el triunfo de otros les demuestra su medianía, su vulgaridad, su mediocridad… y su terror al trabajo (algo parecido sucede con otros triunfadores, como Nadal o como Amancio Ortega que, a base de trabajo y valía, alcanzan la cima y que, sin embargo, son menospreciados e incluso insultados por los mediocres y los envidiosos).

Dicen que el actor, productor y director pretendía enriquecerse aprovechándose de recursos públicos… Él pretendía convertir en centro cultural unos edificios municipales que llevan años abandonados; así, ofrecía un plan que incluía varios escenarios y diversos espacios para teatro, danza, música, cine, exposiciones…, así como una programación estable; es decir, no sólo proponía la rehabilitación y adecuación de los inmuebles, sino que les garantizaba su aprovechamiento para toda la ciudadanía gracias a una actividad constante. Es más, el proyecto presentado incluía el pago del coste de los edificios (más de veinte millones) en unos pocos años y la aportación de una cantidad mensual para las múltiples actividades… Sea como sea, teniendo en cuenta que en España la actividad cultural no hace a nadie millonario (salvo contadas excepciones) y que los empresarios que se tiran a esa piscina suelen acabar escalabrados, no parece argumento de peso decir que el objetivo de Banderas sea el lucro; y para probarlo baste recordar que los auditorios, museos y centros culturales son de titularidad pública (municipal, provincial, regional, estatal), ya que se trata de inversiones económicamente ruinosas que las administraciones costean porque son de interés público. En resumen, estos núcleos de cultura (como el que pretendió el artista) son cualquier cosa menos rentables.

En realidad, en el fondo del rechazo a la proposición de Banderas está la esencia del pensamiento comunista: la negación de la individualidad, la condena de la iniciativa personal, la persecución de todo aquel que tenga el atrevimiento de tener sueños y acometer con decisión y trabajo la empresa de convertirlos en realidad…, salvo que el proyectista pertenezca a la secta, en cuyo caso se buscan toda clase de eufemismos para convertir en deseable lo que en manos de otros es indeseable. “Si una brizna de hierba sobresale se corta” decían los teóricos del comunismo para justificar su deseo de impedir la iniciativa personal… El esfuerzo y la constancia del individuo que busca materializar sus ilusiones, así como la capacidad y el mérito que requiere todo éxito, son valores repudiados por la mentalidad comunista, que trata de que todo el mundo sea mediocre, vulgar, que nadie sobresalga, que el más holgazán e inepto goce del mismo reconocimiento que quien es diligente y brillante.  

Existe una máxima que señala que la envidia es el elogio del mediocre; el dicho no puede resultar más apropiado al caso, pues son mediocres, vagos y envidiosos los que se oponen a que un triunfador incansable y cargado de mérito ponga en marcha sus propios planes (que, sin duda, serían muy beneficiosos para la ciudad y sus habitantes); otra cosa sería si quien presenta la oferta perteneciera a la misma cuadrilla ideológica que los resentidos, por ejemplo Bardem; entonces, ¿alguien cree que si hubiera sido éste el que presenta la oferta habría obtenido la misma respuesta?
En fin, puede que la movilización ciudadana (más de 20.000 firmas en una hora) consiga que algunos se traguen su envidioso rencor.


CARLOS DEL RIEGO

lunes, 22 de mayo de 2017

SUICIDAS DEL ROCK & ROLL, LA CANCIÓN MÁS TRISTE. Hace unos días se difundía la triste noticia de que Chris Cornell se había quitado la vida unas horas después de un concierto. Aunque no muy larga, sí que se puede elaborar una relación de notables del rock & roll que dejaron este mundo voluntariamente.

Pete Ham y Tom Evans, guitarrista y bajista de Badfinger, se ahorcaron, Evans ocho años después de Ham
Hace unos días se difundía la triste noticia de que Chris Cornell se había quitado la vida unas horas después de un concierto. Aunque no muy larga, sí que se puede elaborar una relación de notables del rock & roll que dejaron este mundo voluntariamente.
El suicidio de Chris Cornell, cantante y guitarrista de Soundgarden, trae a la memoria el de otros músicos relevantes que tomaron tan fatal decisión. Aunque las muertes autoinfligidas en el entorno del rock & roll suelen ser muy escandalosas por el renombre de los desdichados, la realidad es que no son especialmente abundantes. Las causas no difieren demasiado de las que conducen a cualquier persona a tal extremo, es decir, problemas mentales, reveses económicos, drogas y alcohol… Cornell había ofrecido un concierto hacía un rato, se fue al baño de su habitación del hotel y utilizando lo primero que encontró (parece que un chal, una corbata o un pañuelo grande) se ahorcó. Según los indicios, parece que la medicación que tomaba terminó por desquiciarlo, a pesar de que suele ser al contrario: cuando el enfermo desoye las prescripciones es cuando puede hacer cualquier barbaridad. En todo caso, la causa real, las ideas que pusieron patas arriba su cabeza, el pensamiento último que condujo al músico a quitarse la vida se fue con él; pensándolo bien, lo mismo sucede con casi todos los suicidas, sean famosos o no.   
Siendo el ahorcamiento una muerte tan violenta y angustiosa, sorprende que haya sido utilizada por no pocos músicos de rock para abandonar definitivamente. Varias son las similitudes entre la muerte de Cornell y la de Ian Curtis, el cantante y compositor de los venerados Joy Division. Curtis, que también padecía desequilibrios mentales, pasó sus últimos momentos viendo una película de uno de sus directores favoritos (‘Stroszek’, de Werner Hertzog, que va de un músico que se suicida), escuchó a Iggy Pop, bebió, cogió lo que tenía más a mano, una cuerda de tender la ropa, y en la cocina…; era 1980 y sólo tenía 23 años, su carrera artística iba hacia arriba y acababa de grabar el que sería su mayor éxito, aunque él nunca lo vería. Doble tristeza produce acordarse del excelente grupo británico Badfinger, puesto que dos de sus integrantes terminaron consigo mismos colgándose; al parecer, su manager los estafó quedándose con los beneficios económicos de sus éxitos, llevando a cometer tal locura a dos de su integrantes; Pete Ham, guitarrista, cantante, un auténtico talento para la composición, un día de abril de 1975 se fue a la cochera de su casa, dejó una nota en la que culpaba al representante ladrón, y se puso la terrible corbata de cáñamo…, tenía 27 años; el bajista Tom Evans intentó reinventar el grupo, pero tras un terrible fracaso artístico y económico (fue demandado y le exigieron una millonada), ocho años después imitó a su compañero y se ahorcó de un sauce en el jardín de atrás, tenía 36 años y sus más allegados subrayaron el hecho de que jamás había superado el suicidio de su amigo y compañero Pete Ham.
También optaron por despedirse de esta vida mediante la cuerda al cuello otros grandes del rock & roll. El canadiense Richard Manuel fue el virtuoso pianista de The Band, grupo que acompañó varios años a Dylan y que ofreció una excelente producción propia; pero siempre fue muy dado a beber y drogarse con todo lo que tenía al alcance, que debía ser mucho; en marzo de 1986, después de un concierto, charlaba con su compañero el batería Levon Helm en el hotel cuando dijo que iba a por algo a su habitación; horas después lo encontraron colgado al lado de una pequeña cantidad de droga y una botella vacía; le faltó un mes para cumplir los 44. Phil Ochs fue un sobresaliente autor estadounidense de folk-rock rebelde y contestatario (para muchos a la altura del Nobel, con quien rivalizó y quien lo despreciaba); a mediados de los setenta empezó a perder la cabeza y, además, se bebía hasta el agua de los floreros, con lo que empezó a ver fantasmas por todas partes; sus hermanos quisieron internarlo, pero él prefirió vivir en las calles de Nueva York hasta que finalmente lo convencieron para que fuera a casa de su hermana, pero en abril de 1976, con 35 años, se ahorcó en su habitación.
El inolvidable teclista Keith Emerson fue uno de los grandes héroes de los años gloriosos del rock sinfónico y progresivo con el trío Emerson, Lake & Palmer; innovador, brillante, atrevido en el estudio y en escena, Emerson sufría problemas de movilidad en sus manos producto de una caída cuando era joven y había sido operado varias veces, pero cuando comprobó que apenas podía tocar y que la cosa iría a peor, en 2016 se descerrajó un tiro, tenía 71 años. Ronnie Montrose fue un emblemático guitarrista de rock estadounidense que tocó con gigantes del género y logró el éxito con su propio grupo, Montrose, en los años setenta; fue diagnosticado de cáncer de próstata y, después de luchar y comprobar que tenía la batalla perdida, en 2012, con 64 años, se reventó la cabeza de un disparo. El guitarrista Bob Welch, que militó en Fleetwood Mac y conoció el éxito en solitario, también se negó a vivir en silla de ruedas; víctima de las drogas, había sido operado de la columna, pero la cosa pintaba mal y los médicos le habían adelantado el futuro que le esperaba; no lo quiso, y en 2012, con 66 años, se disparó en el pecho, explicando en la nota de suicidio que no deseaba que su mujer se pasara la vida cuidando de un discapacitado. Sabido es que el líder de Nirvana, Kurt Cobain, también puso fin a su vida con arma de fuego; dolores crónicos, depresión, heroína e intentos de desintoxicación fallidos, problemas con su esposa, un hijo…, fue demasiado para él y en la primavera de 1994 se disparó en la cabeza.   
¿Quién no se enciende cuando suena ‘More tan a feeling’, el gran éxito de Boston? La elegante y cristalina voz de Brad Delp calló en marzo de 2007 cuando, deprimido por asuntos financieros y problemas familiares, se encerró en su habitación, selló las rendijas, encendió dos parrillas de carbón y aspiró el mortal monóxido de carbono. Grahan Bond nunca fue lo que se dice una estrella del rock a pesar de ser uno de los pioneros del blues inglés (incluso de la electrónica) y dar su primera oportunidad a otros que sí llegaron a serlo; crisis nerviosas, depresión, obsesiones, drogas, problemas financieros…, en 1973 sufrió un ataque que lo llevó al hospital, y un año después, con 36, se tiró al tren en una estación de Londres.
Y hay más, Michael Hutchence, cantante de los australianos Inx, se ahorcó en el 97, a los 37, con un cinturón, víctima de depresión, alcohol y pastillas. Wendy O´Williams, la radical y provocativa cantante de los Plasmatics, lo intentó con un cuchillo, luego con barbitúricos y, en abril del 98, con 48 años, logró su negro objetivo de un balazo en la cabeza. El increíble Screaming Lord Sutch, acosado por desequilibrios maníaco-depresivos, se ahorcó en 1999 a los 58 años. El fantástico guitarrista estadounidense Roy Buchanan, que sufría un severo alcoholismo crónico, intentaba desintoxicarse por enésima vez, pero tras una discusión doméstica fue arrestado por conducir ebrio y encarcelado; al día siguiente el sheriff lo encontró colgado con su propia camisa.
¡Qué mal rollo! ¡Qué mal lo tuvieron que pasar! Al menos, de algún modo, todos esos desgraciados volverán a la vida cada vez que alguien escuche alguna de sus canciones.   

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 17 de mayo de 2017

INCORRECCIONES POLÍTICAS SOBRE JUECES, SINDICATOS Y PEATONES. Seguro que muchos ciudadanos han pensado ya en esto. Se trata de reflexiones políticamente incorrectas en torno a los jueces (y fiscales), a los sindicatos y a los peatones, sin que tengan que ver entre sí.

Este es un problema que existe en España (y en todo el mundo), jueces militantes, ideologizados, partidistas y abiertamente forofos.

Son tres colectivos especialmente sensibles, por lo que exponerles algo parecido a una queja sitúa al criticón en el plano de la incorrección política. La primera discrepancia tiene que ver con la vinculación político-ideológica explícita de los jueces (y también los fiscales). Asimismo puede achacarse a los sindicatos su falta de iniciativa en la búsqueda y creación de empleo. En cuanto a los peatones, el asunto no está en sus manos, sino en las administraciones municipales, y va de la gestión de los pasos de cebra…

Como es sabido, en España (en otras partes ocurrirá lo mismo) existen asociaciones y agrupaciones de magistrados en función de su ideología política, es decir, hay jueces militantes en la derecha y en la izquierda que manifiestan abiertamente sus creencias. Sin embargo, no parece ni sano ni justo que el encargado de impartir justicia sea parcial, sobre todo cuando se trata de altas instancias y cuando los encausados sean personajes notables en el terreno de la política; así, si la ideología del juzgador coincide con la del juzgado habrá sospechas de trato de favor, aunque puede ocurrir que para no dar pie a suspicacias el juez se muestre más duro; y en el caso de que las ideologías sean opuestas, puede suceder lo mismo pero en sentido contrario: que haya quien piense que el togado le va a ‘dar la del pulpo’ o que se muestre más benevolente de lo normal “para que no digan”. En todo caso son dudas sobre una institución basada en la credibilidad; además, la separación de poderes exige que política y judicatura sean completamente independientes, compartimentos estanco. El hecho de que un juez declare sus simpatías políticas o milite en una asociación de carácter político equivale a que un árbitro de fútbol (o de lo que sea) se diga hincha del Madrid o del Barça, e incluso sea socio de uno de ellos y siga arbitrando partidos en Primera División. Sin la menor duda, esta situación no se consentiría en el fútbol español, sin embargo, sí que se permite en el ámbito de la judicatura, un lugar donde la imparcialidad debería ser imprescindible y obligatoria. Lógicamente, el señor juez tendrá sus preferencias y, al igual que el árbitro, también su corazoncito (faltaría más), pero parece mucho más aconsejable no exhibirlas, pues la política es partidista, mientras la justicia no. O no debería serlo. Lo dicho puede aplicarse al gremio de los fiscales (y policías, y militares). Igualmente resulta inadmisible que haya jueces que busquen el foco y la cámara, o sea, que aspiren a ser jueces-estrella y aparecer habitualmente en las primeras páginas; y es que, al igual que a un árbitro de fútbol, lo mejor que le puede pasar a un juez, lo más profesional, es que no se hable de él, que huya del protagonismo.

Los sindicatos vienen funcionando desde hace mucho tiempo sin apenas variación, centrándose su labor en la (necesaria) protección de los trabajadores, con exigencias de mejora, convenios, manifestaciones, huelgas… Sin embargo, también podría pensarse que no estaría mal que tomaran la iniciativa en cuanto a trabajo se refiere. Por ejemplo, suelen cargar contra las empresas de trabajo temporal, tampoco ahorran reproches a empresas y patronal, y utilizan sus palabras más gruesas y sus acciones más rotundas contra el gobierno de turno. Pues el caso es que los sindicatos podrían reconvertirse, evolucionar e incorporar secciones dedicadas a la búsqueda y creación de trabajo. Así, cuando se quejan (con razón) de las altas tasas de paro y de la mala calidad de los nuevos empleos, algún atrevido les diría que por qué desde los sindicatos no se crean empresas que ofrezcan puestos bien remunerados…, nadie nació siendo empresario y la mayoría de ellos empezaron de cero (o menos), pero muchos crearon cientos o miles de trabajos. Además, los sindicatos disponen de mucha información que sería utilísima a la hora de poner en marcha nuevos proyectos. Hay que tener en cuenta que estas asociaciones están subvencionadas por la administración, por lo que no sería un disparate exigirles más iniciativa, más tiempo y esfuerzo a la hora de encontrar y crear trabajo, y menos política.

Lo de los peatones no es ni siquiera crítica, sino denuncia de un despilfarro continuo. El asunto es que, como quiera que el caminante tiene preferencia de paso en los pasos de cebra, hay ocasiones en que una sola persona (que tiene todo el derecho a cruzar por su sitio) obliga a detenerse a veinte, treinta, cincuenta automóviles, con el consiguiente derroche de combustible. Y así en un cruce, en una calzada, en una rotonda… No se puede en todas partes, claro, pero se ahorraría muchísimo combustible si en los sitios de mayor aglomeración (por ejemplo en rotondas y glorietas) se dispusieran pasos subterráneos para peatones… Aunque seguramente existan muchas otras soluciones viables y prácticas con las que no gastar tanto dinero y tiempo.

No hay conexión entre las tres cuestiones. Sólo se trata de mostrar, desde la incorrección política, situaciones que no funcionan demasiado bien o que podrían funcionar mejor. Nada más. 


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 14 de mayo de 2017

CÓMO IMAGINA EL ROCK ESO DEL APOCALIPSIS Y LAS CATÁSTROFES. Los más escandalosos han llegado a hablar de apocalipsis informática. Estos días (V-17) la noticia en todo el mundo es el secuestro de datos de sistemas de cientos de países. Esto del cataclismo también está presente en el rock, aunque sin ordenadores, por ahora.


El rock gusta de recrear escenarios apocalípticos 
El ataque a miles de sistemas informáticos en todo el mundo ha alarmado seriamente a gobiernos, empresas y poblaciones, tanto que se ha llegado a tratar el asunto en términos de desastre global; es más, algunos expertos han advertido de que los delincuentes de ordenador pueden hacer muchísimo daño, inutilizar servicios e infraestructuras, desestabilizar países o grandes territorios e incluso provocar una auténtica catástrofe planetaria de consecuencias imprevisibles. Esta posibilidad no ha dejado  de interesar a quienes escriben rock & roll, y por eso no son pocas las canciones que versan en torno a una supuesta emergencia de tales dimensiones, aunque ninguna (de momento) sobre el colapso de las computadoras, que hoy día controlan todo. Sí, hay muchas que miran a tan inquietante paisaje desde diversos ángulos.

Es fácil acordarse del ‘It´s the end of the world as we know it (and I feel fine)’ de los estadounidenses REM. Aunque habla de grandes calamidades su tono es más bien risueño y festivo, con ritmo muy vivo y estribillo pegajoso; presenta un panorama en el que se suceden terremotos y huracanes, furias, sangres, el rapto o el fantasma de Leonard Bernstein, pero no hay problema, puesto que “es el fin del mundo como lo conocemos, y me siento bien”; o sea, ¿esto se acaba?, pues vale.  

Dos canciones de estilos muy separados pero con un título casi idéntico las firman UB 40 y Tom Waits. Los ingleses UB 40 publicaron su ‘The Earth dies screaming’ en 1980; es reggae ligero que avisa una y otra vez: ‘La Tierra muere gritando’, y para corroborarlo ofrece visiones y signos inquietantes como “viento seco y caliente (…) carreteras como cicatrices en la tierra (…) coches en silencio (…) suciedad y arena, cuerpos colgando”. Por su parte, el estadounidense Tom Waits hizo ‘The Earth died screaming’ en 1992; con su acostumbrada parsimonia y con un arreglo que suena a entrechocar de piedras y palos, el cantante cuya voz resacosa parece bramar más que cantar, anticipa escenas apocalípticas, como la del león de tres cabezas o cráneos usados como vasos, y todo en una atmósfera estremecedora: “truenos y luces, después las estrellas se apagaron, la luna cayó del cielo, y llovieron caballas y truchas” (¿fritas?); al final, “la Tierra murió gritando mientras estaba soñando contigo”. Un tanto exageradillos los dos.

Los incomparables Creedence Clearwater Revival se pusieron ciertamente pesimistas en su inolvidable ‘Bad Moon rising’. Más interesado por la realidad de su entorno que lo que el ambiente de sus canciones sugería, John Fogerty abordó (los sigue haciendo) muchos temas escabrosos y polémicos, como este del final de todo. La ‘Mala luna que está saliendo’ tiene una letra tristona y resignada que anuncia un negro porvenir: “sé que el final está próximo”, de manera que “espero que estés preparado para morir”. El propio músico señaló que sí, que la pieza va del Apocalipsis que un día llegará; y también reconoció que había tomado prestados algunos punteos de los que hizo Scooty Moore para Elvis en ‘I´m right, you´re left…’. En todo caso, ¿cómo una melodía tan atractiva, tan redonda, lanza un mensaje tan deprimente?

Time Zone fue un proyecto musical liderado por el orondo neoyorkino Africa Bambaata que contó con diferentes integrantes según la ocasión; en su ‘World destruction’ (1984), un tema de ritmo electro-machacón, contrató los servicios de John ‘Sex Pistols’ Lydon como voz solista; en él dibuja un panorama preocupante en el que no faltan augures como “Nostradamus prediciendo la llegada del Anticristo”, y luego habla del enfrentamiento entre democracias occidentales y comunismo, entre la CIA y el KGB (algo que suena ya un tanto  pasado); al final sorprende la certeza de la destrucción del mundo: “lo sé porque lo dice La Biblia”. Bueno, si es así…

De todos modos no hay que alarmarse. Siempre se ha hablado de cataclismos y desgracias con carácter apocalíptico, algo que, como se ha visto, puede ser causado por un ataque informático que afecte a millones de personas y ocasiones infinitos perjuicios. Pero de momento no hay para tanto. Casi seguro que al final este asunto se quedará en poco, sin embargo, sí que hay quien encuentra excesiva la dependencia de los ordenadores. Lo del final cataclísmico sí ha llamado la atención, sobre todo en los escenarios del heavy más académico, pero lo de los chips y los megas no parece inquietar demasiado en la comunidad del rock & roll. Aún.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 10 de mayo de 2017

‘EL PRINCIPITO’ EN ANDALUZ, LA IGNORANCIA AL PODER. Se sabe que alguien es ignorante no cuando queda claro que tiene poco conocimiento y menos sensatez, sino cuando hace alarde de sus carencias. La cosa viene a cuento de la ‘traducción’ al andaluz que gentes ignaras han hecho de ‘El Principito’.

Asombra que haya personas que no se avergüencen de perpetrar
 cosas como esta.

Unos ‘cráneos privilegiados’ han tenido la infeliz ocurrencia de convertir una obra ligera y cargada de gracia como ‘El Principito’ en un texto burdo y zafio, se han atrevido a sustituir un brillante ejercicio de lenguaje por un escrito en el habla… vulgar. Y es que, para empezar, ‘el andaluz’ no existe como idioma (están más cerca del concepto de idioma el leonés o el asturiano), sino que es un dialecto, una variación lingüística del español que en ningún caso alcanza la categoría de idioma. Por otro lado, es un habla muy apta para expresar guasa y gracejo, sin embargo, su sonsonete e inflexión vocal demuestra poco esfuerzo por ser correcto en la pronunciación; así, ese acento puede resultar difícil de entender para no pocos hispanohablantes, y eso a pesar de que sólo difiere de otros en la dicción. En definitiva, el andaluz es un dialecto, y como tal, escrito es como una tanda de ganchos, directos’ y ‘uppercuts’ en ojos, nariz y mentón…, salvo que se haga con intención jocosa, como hacían algunos dibujantes de la extinta revista satírica y neurasténica ‘El Papus’.

Esta ‘iniciativa’ (ocurrencia, dislate, grosería) es la exaltación del cateto, el orgullo del palurdo, puesto que se está dando estatus de idioma a lo que es castellano o español mal pronunciado y horriblemente escrito (¿por qué habrán copiado del estilo vasco la abundancia de zetas y kas?), y se hace alarde de ello como si de un gran logro se tratara. Es algo así como decir que en Uruguay se habla uruguayo, en Cuba cubano, en Australia australiano y en Brasil brasileño…, y sentirse erudito.

Este atrevimiento ignorante no surge de modo aislado. En los últimos años se ha notado en España una curiosa tendencia (seguro que en otros sitios ocurre lo mismo): la idiocia y la torpeza han perdido totalmente cualquier atisbo de rubor cuando se trata de demostrar tal condición. Las causas hay que achacárselas al hecho de que las redes sociales permiten que cualquiera con menos cerebro que un calcetín tenga el mismo altavoz y difusión que la opinión más informada y autorizada (a veces más); pero este fenómeno también tiene su raíz en aquel momento en que alcanzó el poder un individuo tan simple como José Luis Rodríguez Zapatero, el cual, no hay que olvidarlo, pensaba que la pobreza se soluciona repartiendo dinero, e incluso tuvo la ‘genial’ idea de cambiar padre y madre por progenitor A y progenitor B. Y es que los desvaríos y procesos mentales del ex presidente concuerdan a la perfección con un esperpento como ese de ‘Er Prinzipito’, perpetrado para más inri por criaturas que sueñan con algo tan delirante como la independencia de Andalucía.

Es el actual el tiempo de máxima exposición pública de la figura del tontaina (con carrera o sin), el cual ha perdido totalmente el miedo a decir y hacer las mayores majaderías sin tener en ningún momento la sensación de ridículo. En fin, ejecutar de este modo la obra de Saint-Exupéry, aunque es algo totalmente innecesario, como gracieta podría pasar, pues sería algo así como transcribir los versos de Lorca a la jerga ‘cheli’; pero si quienes han perpetrado semejante gamberrada van en serio el asunto es preocupante. Como lo sería si esta cosa hubiera contado con financiación pública.

De todos modos, seguro que hay muchísimos andaluces a los que esto no les ha parecido gracioso.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 7 de mayo de 2017

FRAUDES Y FESTIVALES. Desde que empezaron a celebrarse, uno de los anhelos de todo joven es asistir a algún festival: varios días lejos de casa, grupos, amigos, trasiego, ambiente… Casi todos son deseables, aunque hay excepciones, como el Fyre Festival, que se ha revelado un timo.

Así estaban las instalaciones e infraestructuras del Fyre Festival cuando llegó el público.

Está dando la vuelta al mundo el escandaloso fracaso (otros dicen estafa) del Fyre Festival. Prometía playa paradisíaca en una isla privada de las Bahamas, modelos despampanantes, comida ‘gourmet’, alojamientos e infraestructuras de lujo, incluso paseos y excursiones en yates y barcos de millonario…, y también conciertos; todo a precios desde los mil quinientos hasta los cincuenta o sesenta mil dólares. Gracias al marketing en Internet con personas famosas recomendando la cosa, muchos incautos picaron y acudieron a esta deslumbrante oferta (por ese precio…), pero al llegar al lugar, nada de nada: no existía ninguna instalación, ni electricidad o servicios sanitarios, ni siquiera había escenario y en vez de lo que las fotos promocionales prometían había un descampado, un pedregal con unas cuantas tiendas de campaña de las usadas en catástrofes naturales. Lógicamente no hubo ni un solo concierto y la gente las pasó canutas para volver a casa, pues no había nada previsto ni preparado para atender al público.

De todos modos, hay que desconfiar de un festival de música que propone, como cabeza de cartel, lujo, playas y aguas del Caribe, personajes famosos por todas partes, exquisitos banquetes…, y al final de todo, los artistas; además, éstos tampoco eran lo que se dice primeras figuras mundiales (como sí lo son los de Coachella, al que pretendían superar): Blink 182, Major Lazer, Disclosure, G.O.O.D. Music, Migos… En fin, un fraude aunque los promotores digan que no y que todo se debe a problemas ajenos a ellos; sin embargo, si fuera así, si hubieran surgido obstáculos imprevisibles, la infraestructura estaría lista o casi y, en todo caso, se habría avisado por todos los medios (que son muchos) de la suspensión o aplazamiento, o sea, se hubiera informado con tiempo para que la gente no emprendiera el viaje. Pero no hicieron nada, no movieron un dedo para advertir a sus clientes (mejor dicho, primos), que se llevaron el chasco de su vida. En cuanto al dinero…, futuro incierto aunque los organizadores (el irascible rapero Ja Rule y el empresario Billy McFarland, que tiene una larga lista de antecedentes y denuncias) hayan sido denunciados.

Este suceso es una excepción. España es tierra de festivales y los hay casi en cada ciudad y en cualquier época del año (incluso hay un crucero en el que no cesa la música durante una semana), pero afortunadamente por aquí no se ha perpetrado una estafa de este calibre. Sea como sea, la congregación de cientos o miles de personas unidas por la música y con el objetivo común del concierto, del grupo, de las canciones, del baile, es lo que se dice un invento genial; sin embargo, algunos de los eventos más famosos tienden al gigantismo y la masificación, algo que termina por provocar molestias, inconvenientes y, a veces, incluso trato abusivo. A pesar de todo, la aplastante mayoría de quienes son o han sido festivaleros guardan muy buenos recuerdos, y en cuanto la ocasión se presenta no dejan de recordar a los presentes las anécdotas que vivieron cuando estuvieron allí. Todo aficionado al rock y similares hubiera deseado haber visto a Hendrix en Woodstock y poder así contar de primera mano sus maravillas, pero a falta de acontecimientos legendarios, bien están estas reuniones festivas, aunque atiendan más a la cantidad que a la calidad. 

Por otro lado, y considerando el asunto con perspectiva, puede tenerse la sensación de que ciertos festivales llegan a ser algo así como un atracón, una panzada de actuaciones que se suceden sin pausa, casi sin ser consciente de lo que se tiene delante, casi sin tiempo de asimilar lo que un grupo ha transmitido cuando ya se está escuchando lo que ofrece otro; y es que, en realidad, no puede ser de otro modo cuando se proponen tres días con cincuenta, ochenta, cien artistas, varios de ellos tocando a la vez en distintos escenarios. Cierto que el exceso atrae (“nada satisface tanto como el exceso”, decían en una película), como demuestra el fenómeno del botellón o las fiestas multitudinarias de varios días de duración, pero también lo es que cuando uno se atiborra puede llegar la saturación, una sensación que ya no permite ni apreciar ni saborear todo lo que el artista propone.

En cualquier caso, ¿qué aficionado al rock, folk, pop o electrónica rehusaría acudir a alguna de las citas más señaladas del calendario festivalero?, ¿a quién no le apetece ir a una de estas ferias?, ¿quién diría no a esta especie de romería con la música como motivo principal? Hay que tener en cuenta que el festival es bastante más que los conciertos; está la peregrinación-escapada, la convivencia y el trato con los miles de asistentes, los colegas, los puestos, tenderetes y barras, el desbarre, la huida de la rutina…, y disfrutar del buen rollo que, generalmente, muestra la mayoría del personal.

Esto, el disfrute sin preocupaciones es, finalmente, lo que pretende quien invierte tiempo y dinero en presenciar este espectáculo. Además, cuando se es joven, aquellos inconvenientes apenas se recordarán como ‘batallitas’ para contar a los amigos…, incluso si lo que hay que contar es una historia de estafadores y primos. 
   

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 3 de mayo de 2017

EXTREMISTAS Y FANÁTICOS DEL VEGANISMO Y EL ANIMALISMO. Uno de los sentimientos más recientemente incorporados a la cultura de las sociedades occidentales es el de la renuncia a consumir o aprovechar cualquier producto de origen animal, una elección respetable siempre que no se busque imponerla a los demá

Comer sólo vegetales es una opción respetable, pero no lo es imponérselo a los demás 
La causa que a muchos lleva a militar en este credo del veganismo y el animalismo está, dicen sus feligreses, en el convencimiento de que los animales tienen sus derechos (algunos dicen que incluso derechos humanos), entre los que se incluye el de la igualdad; en resumen, es una filosofía de vida que tiene su base (para gran parte de sus adeptos) en la personificación de los animales, a los que se dota de rasgos típicos de la personalidad y sentimientos humanos.
Este modo de entender la realidad es discutible, pero mientras cada uno tome sus decisiones libremente, respetando la ley y a quien no piense como ellos, dicha postura es perfectamente asumible y digna de respeto. Lo malo del asunto es que muchos (no todos) militantes en el veganismo y el animalismo han hecho de su idea un absoluto, es decir, se han convertido en ultras, en fanáticos dispuestos a casi todo para defender su doctrina. Así, ese movimiento tiende a la secta, a ese sectarismo que conduce inevitablemente al pensamiento maniqueo: los que no usan animales son los buenos, mientras que el resto son pervertidos y despreciables asesinos; cierto que esta filosofía extrema no la comparten todos los que han renunciado al bacalao al ajo arriero, pero también es cierto que todos los que nutren las filas animalistas se sienten superiores moralmente, éticamente, tanto que no tienen reparo en manifestar abierta y orgullosamente esa pretendida superioridad.
Varios ejemplos aparecidos en los medios de comunicación en las últimas semanas ilustran perfectamente esta deriva fanatizante del vegano, la cual lo lleva a sentir empatía exclusivamente con los animales y con quienes piensan como ellos, llegando incluso a odiar al resto. Se supo que los dueños de un restaurante vegano expulsaron de su local a una madre que pretendía dar el biberón con leche de vaca a su bebé; cabe preguntarse, ¿y si la leche fuera de la propia madre, o sea, producto animal? Algunos fenómenos del disparate denuncian que hay que evitar los cuentos infantiles en los que el ‘malo’ es un animal (lobo, zorro, serpiente…), puesto que, según ellos, es una forma de fomentar el maltrato animal; por tanto, para estas criaturas (los animalistas, no el lobo), el ‘malo’ del cuento (de la peli, la novela) o ha de ser siempre un hombre, cuyo maltrato es siempre preferible al animal, aun cuando sea en la ficción. Pero lo absolutamente insuperable es lo que una madre se ha dejado decir: “Tengo dos hijos, si yo fuera una vaca ya estarían muertos y hubieran sido comidos. Todavía estaría de luto por ellos”… ¡tremendo!; en primer lugar, si la señora fuera vaca pensaría como vaca, o sea, no pensaría, en segundo lugar, si tuviera ruedas sería una bici, en tercer lugar, no se ven muchas vacas de luto a pesar de la cantidad de terneras que se comen, en cuarto lugar, cuando las hienas cazan y comen crías de gacelas sus madres tampoco se visten de negro, y por último, tanto las vacas como las gacelas olvidan a sus retoños en poco tiempo; aunque parezca innecesario es preciso recordar que las madres animales cuidan, alimentan, defienden a sus cachorros por puro instinto, nada más, sin sentimientos humanos. 
Preocupante es la carta que una mujer inglesa ha remitido a un periódico y en la que explicaba por qué su hija la odia. Cuenta la señora que un día la chica decidió dejar de consumir productos de origen animal, sin meterse en más; pero al poco la niña empezó a mostrarse más y más exígete respecto a la presencia de carne y productos animales; tampoco pasó mucho antes de que la joven empezara a despreciar e increpar a su madre, “pues ya no toleras ningún punto de vista contrario. Ya no puedes respetar a nadie que no sea vegano, y eso me incluye a mí (…) No puedo explicar lo que siento al saber que le doy asco a mi propia hija”, escribía la atribulada madre. La chica empezó sintiendo empatía por los animales y ha terminado odiando, insultando y sintiendo asco por su madre. Y aquí está el meollo de la cuestión, aquí está el gran peligro del vegano fanáticamente convencido que pasa del amor a los animales al odio a los humanos: su ideología lo ha penetrado y ocupado hasta tal punto que ha expulsado de sí cualquier otro sentimiento, puesto que el proceso mental de todo fanatismo (político, religioso, futbolístico) es idéntico y conduce inevitablemente al odio a los infieles.
“Que un carnívoro sea violento es comprensible, pero que lo sea un vegano es filosóficamente incongruente”, dijo el ambientólogo y naturalista argentino Claudio Bertonatti; y eso que no sabía de los animalistas que, hace unos meses, desearon la muerte de un niño con cáncer porque dijo que quería ser torero. Además, este especialista señaló que es prácticamente imposible, a día de hoy y en las sociedades tecnológicas, cultivar y consumir vegetales sin que ello afecte a animales, directa o indirectamente.
Si uno decide comer sólo vegetales, perfecto, está en su derecho; pero tratar de imponer esa opción mediante el desprecio, el insulto, la amenaza o la agresión a quien opina distinto es cosa de talibán.

CARLOS DEL RIEGO