jueves, 29 de septiembre de 2016

LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES SECUESTRADOS POR LA U.R.S.S. Poco conocido es el caso de los aviadores, marineros y otros republicanos españoles que fueron retenidos sin acusación, sin juicio ni motivo, o sea, secuestrados, por la Unión Soviética en aquellos inciertos y violentos años treinta y cuarenta.

Pilotos republicanos españoles a su llegada a Kirovabad. No tenían ni idea de lo que les esperaba..
La Unión Soviética de Stalin no tuvo nada que envidiar a los más extremos, paranoicos y deshumanizados totalitarismos del siglo pasado. Allí todo el mundo era sospechoso: ya fueran altos cargos del partido, militares, poderosos funcionarios o ciudadanos de a pie, cualquiera podía ser detenido, juzgado o no y enviado a Siberia, o al paredón; no importaba si había acusación formal, pruebas o testigos. Por ello, si el que era mirado por el NKVD o cualquiera de las otras policías políticas era, además, extranjero, las sospechas se convertían en condena.

Esto ocurrió con no pocos republicanos españoles en los últimos años treinta y la década siguiente. Trágica y a la vez ridícula, incluso kafkiana, es la desventura padecida por un grupo de comunistas españoles que, al terminar la Guerra Civil Española, se fueron al exilio en Francia; cuando ésta fue ocupada por los nazis fueron capturados y deportados a Alemania como mano de obra forzosa. Luego, en 1945, al entrar los rusos en Berlín, aquellos españoles, viéndose libres de los nazis, crecidos y envalentonados, deciden esperar al Ejército Rojo en la Embajada de España (ya abandonada), donde izaron una bandera republicana y otra roja llenos de orgullo y satisfacción. Sin embargo, al llegar los oficiales soviéticos los tomaron por el embajador español y los demás componentes de la legación, todos acompañados por sus esposas e hijos. Aquellos desgraciados españoles trataron de explicar que eran comunistas, que eran republicanos, que no eran diplomáticos franquistas y que si estaban en la embajada era porque la habían ocupado para recibir, como se merecían, a sus camaradas del Ejército Rojo que acababan de derrotar a los nazis… Nada, no hubo forma de convencer ni a los militares ni a los funcionarios soviéticos, así que, de entrada, fueron enviados a un campo de concentración cerca de Moscú, y luego a otro, y luego a otro… Veinte años después, aquel grupo de desdichados republicanos españoles que quisieron agasajar a los soldados soviéticos seguían secuestrados (no había ni siquiera acusación contra ellos) en la U.R.S.S., y ello a pesar de que, con total seguridad, Moscú ya sabía que aquellos no eran diplomáticos.

Durante los tres años de la Guerra Civil, la República envió grandes cargueros a recoger material bélico a los puertos de la Unión Soviética. Incomprensiblemente, varios de aquellos barcos fueron incautados con los pretextos más peregrinos (errores en la documentación, en los papeles, en los permisos, en el embarque…), de manera que para julio de 1939 eran nueve los buques que la principal aliada del bando republicano se había quedado: el Cabo San Agustín, el Juan Sebastián Elcano, el Cabo Quilates, el Inocencio Figueredo, el Mar Blanco, el Isla Gran Canaria, el Marzo, el Ciudad de Tarragona y el Ciudad de Ibiza. La mayoría de sus tripulantes fueron repatriados rápidamente, pero hubo otros, alrededor de cincuenta, que fueron retenidos en Unión Soviética; ¿por qué a unos se les dejó marchar sin problemas y a otros no?, ¡quién sabe! El caso es que la policía política, llegado el momento, les preguntó qué opción escogían: quedarse a vivir en la URSS y adoptar su nacionalidad, volver a España o irse a otros países; los que eligieron quedarse fueron enviados a los koljós (granjas colectivas) y de ellos nunca más se supo, quienes dijeron que preferían irse a México o Francia siguieron retenidos (en realidad, secuestrados), pues los rusos entendieron como un desprecio que quisieran vivir en esos países antes que en la Rusia que los había acogido; y los pocos que se atrevieron a pedir volver a España ¡fueron repatriados sin más!, pues la policía política pensaba que serían represaliados por el aparato franquista. Al pasar el tiempo, los que no pudieron salir fueron detenidos y enviados de un campo de concentración a otro; a varios se les perdió la pista para siempre (por ejemplo al capitán del Mar Blanco, Ángel Leturia, y otros cuatro marineros), mientras que al resto se les embarcó en el río Yeniséi (frontera entre Siberia Occidental y Central) hasta su desembocadura (al norte de Círculo Polar Ártico) para construir carreteras. Luego pasaron a otro campo del Gulag para, diecisiete ó dieciocho años después, ser finalmente repatriados. Al igual que los anteriores, no habían sido ni acusados, ni juzgados, ni condenados, simplemente secuestrados. No hará falta decir que, a su regreso, eran profundamente anticomunistas.

Durante 1938 el Gobierno Republicano envió muchos estudiantes a la escuela de pilotos de Kirovabad (hoy Ganja), en Azerbaiyán. Al terminar la Guerra Civil quedaban allí unos doscientos. Las autoridades soviéticas les hicieron la misma pregunta, ¿quedarse o irse? Un tercio, más o menos, decidió quedarse, y el resto pidió irse a Argentina, Chile, México… Pasado un tiempo y tras presiones y promesas, otros cuarenta comunican su deseo de adoptar la nacionalidad rusa, mientras que algunos optaron por quedarse sólo hasta que terminara la II Guerra Mundial. El resto fue recluido en una ‘residencia’ llamada Monino; de ésta, a principios de 1940 fueron sacados y fusilados cinco de ellos, los que con más convencimiento exigían su liberación. Los pilotos republicanos, entonces, deciden pedir ayuda a las embajadas de los países aliados de la URSS, pero sólo tres de ellos consiguieron salir de allí al acreditar tener familiares en otros países. Después de meses de retención y vigilancia (ya en 1941) aquellos aviadores españoles que habían resistido casi lo irresistible para conservar su dignidad y su nacionalidad, son finalmente detenidos, iniciando el consabido viaje por el Gulag, de un campo siberiano a otro. Fueron repatriados en 1954 (una vez muerto Stalin) echando pestes del comunismo y los comunistas…

De las atrocidades cometidas por los nazis se sabe mucho, de las perpetradas por los soviéticos mucho menos; todo el mundo ha leído acerca de las salvajadas de Auschwitz, Mauthausen o Treblinka, pero muy pocos conocen algo de lo sucedido en Jarkov, Cherepovets o Kolimá. Sin embargo, ambos regímenes están a la par.

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 25 de septiembre de 2016

EL ROCK Y LA MENTIRA. Uno de los rasgos característicos de la persona es la mentira. Rarísimo es el que rara vez miente, ya sea individuo u organización. Por eso la trola está tan presente en las artes, sobre todo en las que tienen que ver con la palabra. Entre ellas, la música rock.

Manu Chao, casi siempre alegre y saltarín, mostró su cara más pesimista
 en 'Mentira'..
Ya en el siglo IV antes de Cristo Aristóteles demostraba que la mentira era cosa corriente: “El castigo del mentiroso es no ser creído ni cuando dice la verdad”; desde entonces se han expresado infinidad de pensamientos y escrito sobre el asunto desde todos los puntos de vista posibles, incluyendo el que encuentra el engaño casi como un aliciente, por ejemplo el escritor galo Anatole France: “Sin mentiras la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento”. Sí, es un tema que siempre está de actualidad (¡son tantas las paparruchas que se difunden a diario!) y, por tanto, da mucho de sí, de modo que así lo han entendido los autores del planeta del rock, que han tratado desde la gran patraña hasta la mentirijilla, ya fuera en clave de amargura o desde una posición amable; de todos modos, la mayor parte de las mentiras que aparecen en las partituras adscritas a este estilo tienen que ver con enredos y desengaños amorosos.   

La magnífica ‘Suspicious minds’ (¿alguien la cantó mejor que Elvis?) considera el asunto desde el que sufre una injustificada desconfianza de su pareja, es decir, no habla de la mentira, sino de la sospecha de la mentira; así, muestra al enamorado que se queja de que ella siempre está viendo rivales en todas las mujeres; “si una vieja amiga aparece, veré desconfianza en tus ojos”. La potente y dulce voz del rey deslumbraría aunque cantara la peor y más cargante sintonía publicitaria, pero precisamente en esta canción está verdaderamente glorioso; no puede extrañar que cuando la lanzó su autor, Mark James, en 1968, no pasara nada…, pero unos meses después la tomó Elvis y la convirtió en número uno y en un clásico imperecedero, de esos que cuando empiezan a sonar acaparan irremediablemente la atención. 

Aunque para visión negra del asunto ahí está esa penosa y triste ‘Mentira’ de Manu Chao. En su aclamado álbum ‘Clandestino’ (1998), el hispano-francés cantaba a modo de obsesiva letanía la omnipresencia de la mentira: “Mentira la mentira, mentira la verdad, mentira lo que dice, mentira lo que da, mentira lo que hace, mentira no se borra, mentira no se olvida, mentira nunca se va”, y terminaba con versos tan pesimistas como “todo es mentira en este mundo, todo es mentira, la verdad”. No es casual la inclusión  de una voz que da noticias en torno al calentamiento global o la del trocito de la doliente tradicional mexicana ‘Llorona’. Es una de las letras más negras de un músico tendente a la algarabía, un texto en el que, con un ritmo liviano y pausado, expresa la total desconfianza en esta sociedad.

Otra cosa es el ‘Little lies’ de Fleetwood Mac. Con su brillante y característica facilidad para construir melodías tras su renacimiento en Estados Unidos, en 1987 publicaron esta pieza que bien podría traducirse como ‘Mentirijillas’. Al igual que muchos otros éxitos de la banda, el asunto va de las siempre tormentosas relaciones entre sus integrantes. La voz solista habla de quien prefiere escuchar “dulces mentirijillas” antes que la verdad, puesto que “no pudiste disimularlo”. Es una forma resignada y teatral de aceptar el engaño: “fijé un día para creerte”, así que “dime dulces mentiras pequeñas”. Aunque el tono de voz de Christine Mcvie es siempre apasionado, el tema transmite la sensación de que, bueno, estas trolillas al final tampoco tienen tanta importancia.

El recordado e inconfundible JJ Cale escribió ‘Lies’ para su segundo Lp, ‘Really’, en 1973. En un entorno de esa variante del country llamada ‘bluegrass’, Cale usa de su susurrante textura vocal y el acostumbrado arreglo sereno, dos de sus señas de identidad, para conseguir otra cautivadora partitura. Aunque aparentemente simple, la pieza ofrece una elaborada y adornada construcción, quedando el texto (que no la parte vocal) como un componente más del ornato. Así, apenas se escuchan tres tercetos y otros tantos coros, con apenas un par de pensamientos: “Puedo ver a través de esas mentiras, mentiras, mentiras”, o “lo veo en tus ojos, mentiras, mentiras, mentiras”.  

Los Bee Gees proporcionaron al asunto un ritmo irremediablemente bailable en su ‘Jive talkin´’. De hecho ésta pertenece al Lp ‘Main course’ (1975), que es casi como el anuncio de la fiebre sabatina por el baile disco que vendría poco después. Sorprende el perfecto acoplamiento del ritmo discotequero, con sus arreglos de teclado y viento, y la melodía cien por cien pop; asimismo se intuyen los primeros falsetes. El título es algo así como ‘forma de hablar’, pero refiriéndose a decir mentiras. La letra, a pesar del tono vivaracho, no deja de ser afligida, doliente: “Con tu forma de hablar me dices mentiras (…) ya estás con tus fantásticas mentiras, dejando que me vean como a un tontorrón”. Con este título volvieron al estatus de superventas y empezaron su dominio de las pistas de baile.

Muchas, muchísimas más canciones de la raza del rock o de alguna de sus subespecies hablan de la trola, ya sea con acento más profundo o con actitud más intrascendente. Lógico, hay tanto de donde tomar ejemplo…

CARLOS DEL RIEGO


jueves, 22 de septiembre de 2016

LA DEMOCRACIA NO ES EL REMEDIO UNIVERSAL De todos los sistemas de organización social conocidos, parece más que comprobado que la democracia es el menos malo, lo que no quiere decir que sirva para todo y todo lo remedie. Algunos, sin embargo, creen que votando se soluciona cualquier problem

No se puede estar continuamente votando y no todo puede llevarse a votación.
La democracia no es el curalotodo universal, no es el remedio y el recurso para solucionar todos los problemas habidos y por haber en el planeta. Al revés, mal entendida es origen de infinidad de situaciones indeseables. Por ejemplo, hay quien  está convencido de que lo ideal es consultar al votante cualquier cuestión que se plantee, es lo que se llama democracia directa, la cual conlleva referéndums casi mensuales, quita responsabilidades a los designados para asumirlas y obliga al ciudadano a tomar la decisión que le correspondía al político. Y eso por no hablar de la depravación de algunas consultas…

En Sevilla se están sometiendo a votación (IX-16) cuestiones en torno a la Feria de Abril, un primer intento cuyo final podría ser lo que ocurre en lugares como Suiza o California, donde han adoptado la modalidad de la democracia directa desde hace mucho, con consecuencias dudosas o absolutamente perversas. Así, en el emblemático estado de la costa oeste estadounidense se han celebrado referéndums cuyos resultados iban en contra de la legislación, con lo que fueron tumbados por los tribunales correspondientes; por ejemplo, se preguntó si se excluía a inmigrantes de todo el sistema educativo y sanitario y salió que sí, pero al ser inconstitucional, el resultado fue rechazado; igualmente se dejó en manos de los votantes abolir o no la pena de muerte, y decidieron a favor de la inyección letal; asimismo, algunas propuestas para votación proceden de grupos extremistas y antisistema, que las plantean de un modo oportunista. En Suiza se convoca referéndum cada tres o cuatro meses, lo que ha conllevado un cansancio en la población que se traduce en unos índices de participación bajos o muy bajos; por ejemplo, en elecciones federales hace ya mucho que apenas se llega al cuarenta por ciento , mientras que otras consultas de menor enjundia apenas movilizan al quince por cien de los votantes; y siempre se está expuesto a preguntas indeseables, como ¿permitimos o no la entrada de extranjeros?, o ¿permitimos o no el voto de las mujeres en las elecciones federales?, cosa que se hizo en 1959 con resultado negativo y en 1971 con un sí mayoritario.  

Esto de preguntar continuamente a los ciudadanos por decisiones que deben tomar sus representantes políticos es, sin la menor duda, una muestra de cobardía por parte de esos políticos, que de este modo se quitan el muerto de encima; es decir, diga lo que diga el resultado de la consulta ellos están a salvo, nadie les podrá echar nada en cara, puesto que ellos sólo toman una u otra opción en función de lo que diga la mayoría de los ciudadanos. Si  cualquier iniciativa se resuelve mediante votación popular, ¿cuál es la función del representante público?, o lo que es lo mismo ¿para qué se les elige?; es evidente que se les coloca en puestos de poder precisamente para que tomen decisiones, para que sus expertos y sus técnicos estudien el asunto y ellos, en tanto que cargos con capacidad de decisión, adopten la medida que crean mejor para el bien común. En fin, que si delegan en los ciudadanos la promulgación de leyes o la puesta en marcha de cualquier iniciativa, ¿qué es lo que justifica el sueldo que cobran?, ¿qué otra cosa hacen que merezca una paga tan suculenta? En realidad, si todo va a depender de la voluntad del pueblo no hace falta que exista la figura del político (que, dicho sea de paso, habría que eliminar y sustituir por el ciudadano metido temporalmente a labores políticas). Además, nunca convocarían un plebiscito que preguntara ¿desea usted que los políticos cobren un tope máximo establecido, pierdan dietas, primas y privilegios, y tengan limitada la estancia en política?; por muy fanáticos que sean de la democracia directa, jamás dejarían en manos del ciudadano cosas como estas.

¿Y qué pasaría en España si se preguntara al personal qué hacer con los inmigrantes?, ¿y con la pena de muerte?, ¿y con la construcción de vertederos de residuos, centrales nucleares, mezquitas, carreteras, embalses…?, ¿qué pasaría si se planteara la cuestión de entregar una paga a todo español por el hecho de serlo?, la respuesta a esta última se adivina fácilmente, con lo que se incentivarían (puede decirse así) ‘malas prácticas’. Es fácil deducir igualmente que casi todas esas preguntas tendrían participación y respuesta en función del momento, o sea, interesarían o no, y arrojarían uno u otro resultado, según la actualidad de la cuestión. Y si toda decisión que afecte al colectivo ha de salir de votación (nacional, autonómica, provincial, municipal, por barrios…), la cosa podría volverse interminable. También hay que tener en cuenta que en lugares donde hay tantos comicios como partidos de fútbol en España, se ha dado el caso de someter a consulta popular la rectificación de algo que se acordó en anterior consulta popular… ¿Y qué dirían los incondicionales de este sistema si un referéndum general  prohibiera la democracia directa desde organismos oficiales?

Por otro lado, también es falsa la idea de que la democracia está por encima de todo, incluso de la ley. Esto, que han proclamado políticos catalanes y parte de la población se ha creído, es un absoluto disparate, una distorsión de la realidad en la que basan sus pretensiones. Es como si no vieran la imposibilidad de llevar a cabo cualquier votación si no se tiene una normativa previa, una ley que designe cómo, quién, cuándo, dónde votar, un reglamento que determine qué es legal y qué no. Por ello, no es lógico ni democrático pretender un referéndum que está básicamente en contra de las leyes que rigen la democracia; y así, del mismo modo que no se admitiría una consulta para rebajar la edad de consumo de alcohol a los 14 años porque va en contra de la Constitución, tampoco puede permitirse una que atente contra uno de los pilares de la misma…, por mucho que el proceso fuera correcto.

La conclusión es evidente: no se puede estar continuamente convocando y no todo puede llevarse a consulta. Aunque es el menos malo de los sistemas de organización, la democracia no es solución para todo, y llevada al extremo resultará perjudicial, pues como todo en este mundo, también es cuestión de medidas.      


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 18 de septiembre de 2016

DELICIAS DEL ROCK COMERCIAL MÁS AÑEJO. Actualmente es algo que rara vez se menciona, pero en los momentos de esplendor del rock & roll, cuando aún no estaba domesticado, los más interesados valoraban mucho si el disco o el grupo eran o no ‘muy comerciales’. Hoy, aquello tan mal visto ha adquirido un encanto especial.

The Sweet, rock comercial con el encanto del exceso.
Hay que diferenciar lo comercial sin más, o sea la música ligera, la canción española, la balada romántica y melodramática…, de lo que podía ser rock y a la vez ‘comercial’, que es de lo que se trata aquí. El caso es que, entonces, para evaluar lo comercial de un grupo no se tenía tan en cuenta si había vendido mucho o poco (que también), sino si se emitía con frecuencia en las ‘radiofórmulas’ o si el estribillo era tan pegadizo que no había manera de esquivarlo. Sí, tildar a una banda de ser comercial equivalía a sacarla de ese selecto mundillo que se había formado en torno al rock. Sin embargo, con la amplia perspectiva que proporciona el tiempo, no pocas de aquellas bandas que fueron estigmatizadas con este sambenito se han vuelto más que respetables, y algunas de sus canciones han alcanzado la categoría de clásicos…, algo que resulta comprensible si se tiene la maldad de compararlos con la música comercial del siglo XXI.


Cierto que el concepto de lo ‘comercial’ es dificilísimo de definir y delimitar, puesto que hay bandas históricas de máxima talla artística que han vendido millones y han sonado hasta en la cola de la pescadería; y es que, en realidad, ahí está lo verdaderamente difícil: crear canciones con talento e ingenio que, además, tengan la propiedad de atraer al gran público (fuera del rock un buen ejemplo es Mozart, cuyas melodías son tan populares que las puede tararear cualquiera y, a la vez, nadie diría que son comerciales). El rock comercial destrozaba oídos en los coches de choque en los primeros 70, de hecho, algunos de aquellos discos de rock simple y sin pretensiones alcanzaron un éxito relativamente mayoritario a causa del volumen con que impactaban en los usuarios de ésta y otras atracciones de feria. Asimismo, en las salas de ‘recreativos’ (donde los billares y futbolines) y en muchos bares había instalados los ‘jukebox’, aquellas máquinas que a cambio de una moneda (de un duro, unos tres céntimos de euro) te dejaban escoger y escuchar un par de canciones; en la lista de títulos siempre había unos cuantos singles perfectamente encuadrables en el rock comercial. Muchos fueron los grupos de esta variante cuyos dos o tres primeros singles entraban  en aquellas máquinas de discos (que pronto desaparecieron).


Pueden citarse, por tanto, docenas de bandas y el doble de canciones que entonces eran rock comercial. Por ejemplo los holandeses Shoking Blue, cuyo ‘Venus’ pasó de ser una pieza del rock más comercial y despreciado por los puristas del género a una melodía mil veces reinterpretada y que ha visto docenas de versiones desde su aparición, en 1969; en su momento álgido alcanzó el número uno de las listas de un montón de países (Usa incluido), y ha vuelto a visitar esos lugares varias veces en las décadas siguientes. Su melodía sencilla y embelesadora ha permitido que, a pesar de haberse escuchado miles y miles de veces, nunca se hace cargante. Además, esta formación de estética hippy y psicodélica regaló otra canción difícil de olvidar, el ‘Never marry a railroad man’, en español ‘Nunca te cases con un ferroviario’; posiblemente con una carga melódica más brillante que la anterior, su tono entre melancólico y casi suplicante resulta irresistible, de modo que si se escucha una vez, volverá, y no será posible apartarla de la mente… 

Otro grupo que construyó piezas fácilmente catalogables como rock comercial fue el británico Christie, que en 1970 sacudió las listas de dos docenas de países con su contagioso ‘Yellow river’. Sencilla y tremendamente contagiosa, fue ofrecida a The Tremeloes, que no la vieron con buenos ojos, así que Jeff Christie (autor y líder de la banda) la recuperó e incluso aprovechó las bases que aquellos ya habían grabado para conseguir un éxito global. ¡Y cómo sonaba en los coches de choque, y cómo la machacaban en las máquinas de discos! Al poco publicaron otro single de éxito, ‘San Bernardino’, que proponía nuevamente un ritmo fácil y una melodía que entraba muy fácil. Y aun volvieron a las listas con otro single que por aquí se pinchó casi hasta que sangró, el emblemático ‘Iron horse’, una canción potente y arreglada con estilo, con cadencia muy dinámica y secuencias melódicas que se integran en el oído como el oxígeno en los pulmones.  

No puede olvidarse a otros símbolos del rock comercial, algunos con sonido más ‘chicle’ como The Monkees o The Archies, y otros con arquitectura rocosa como Gran Funk, brillantes constructores de melodías como Bread o, ya en los ochenta, maestros del heavy más ligero y pensado para el negocio como los suecos Europe.  

Cuando irrumpió el glam-rock aparecieron cantidad de grupos que combinaban una estética excesiva y aparatosa con canciones de muy fácil digestión, temas sin complicaciones pero eficaces tanto en la radio como en vivo, discos que aparecían, sonaban sin cesar y pronto eran reemplazados por otros. Así surgieron, además de grandes divos del rock en general, nombres de menor alcance que gozaron de sus momentos de gloria y regalaron títulos que, pasado el tiempo, tienen más chicha de lo que entonces parecía. Así, se pueden recordar cantidad de bandas, entre ellas las dirigidas por aquellos fabricantes de éxitos que eran Nick Chinn y Mike Chapman, (que competían con otras figuras como Vanda y Young o el inagotable Giorgio Moroder). Una de ellas era The Sweet, que lograron dos exitazos que todavía resuenan, como la encendida ‘Ballroom blitz’ o la pegajosa ‘Fox on the run’, auténticos emblemas de su época que, sin embargo, no desentonan nunca. ¡Y qué decir de la tosca, gritona y a la vez hechizante propuesta de Slade!

Todas esas (y unas cuantas más) sonaban a volumen brutal en los setenta del siglo pasado en casi todas las atracciones de todas las ferias, en bares y billares, e incluso tenían presencia en las listas de éxito que radiaban las emisoras con ‘radiofórmula’. Sí, era rock comercial, facilón en muchos casos pero, por muy raro que parezca, es innegable que aquellas canciones sobreviven sin problemas fuera de su contexto histórico. ¿Ocurrirá  lo mismo con el rock, comercial o no, de hoy?      


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 14 de septiembre de 2016

INDEPENDENTISMO CATALÁN, RECURRENTE Y FATIGOSO ‘DÉJÀ VU’. Es fatigoso tratar del asunto del nacionalismo separatista catalán: da la sensación de volver a pasar una y otra vez por el mismo sitio, como eso que se conoce como un ‘déjà vu’, algo ya visto. Aun así, siempre es oportuno recordar argumentos y razones.

Mapa del 'Regni Hispaniae' de finales del siglo XVI que, como puede verse, incluye Catalonia, Aragonia, Legio, Castilia Vetus....
Hay que tener en cuenta que esta táctica de la obstinación, utilizada desde siempre por niños y adolescentes, puede dar buenos resultados si, a causa del cansancio, se termina cediendo. Hace unos días tuvo lugar en Cataluña otra multitudinaria manifestación independentista con representación de prácticamente todos los estamentos públicos autonómicos; con ella tratan de enviar el mensaje de que sus peticiones son un clamor popular, un sentimiento general que está respaldado por una aplastante mayoría de catalanes; pero la realidad dice que, por mucho ruido que metan, no son mayoría (conviene recordar que diez personas gritando alborotan más que mil en silencio). Sea como sea, la recurrente y monótona melopea en la que basan sus exigencias son lo mal que les trata hoy y lo mucho que en el pasado les ha perjudicado España (quieren decir el resto de España).

Es fácil rebatir esas posiciones, y no son pocos los que lo han hecho desde todos los ángulos con datos, cifras, documentos…, pero los muchos catalanes convencidos de un modo casi fanático no van a atender a ningún razonamiento: están tan adoctrinados que su verdad actúa como un muro de contención que impide la asimilación de cualquier idea o pensamiento contrario a su credo. Por otro lado, el hecho de que hoy (IX-16) haya más independentistas, y más combativos, obedece a la política de catequización que ha llevado a cabo el gobierno autonómico en las últimas décadas: desde la escuela hasta la universidad, a través de los medios de comunicación, en los ámbitos culturales, sociales, económicos y deportivos, desde estamentos oficiales y a través de normativas…, toda iniciativa, proyecto o idea que tuviera intención segregacionista ha sido siempre generosamente subvencionada, eso sí, con dinero de todos, de los nacionalistas y de quienes no lo son; así, es lógico que haya aumentado el número de catalanes con ese pensar, pero por otro lado, es significativo que después de décadas de aleccionamiento sistemático y generalizado el sentimiento separatista no sea aplastantemente mayoritario.       

Aunque razonamientos contrarios a su certeza absoluta no les van a penetrar jamás, algunos especialistas no dejan de insistir. El catedrático Gabriel Tortella (Barcelona, 1936), una de las voces más autorizadas en todo lo referente a la historia económica de España, especialista de enorme prestigio internacional y autor de obras tremendamente ilustrativas, publicaba recientemente (junto a otros autores) el ensayo ‘Cataluña en España. Historia y mito’. Con este motivo ha concedido entrevistas con declaraciones y reflexiones jugosísimas a las que cualquiera con interés puede tener acceso. El profesor aporta datos irrefutables y lúcidas conclusiones, sin embargo, como él subraya: “¿Qué pasa cuando los economistas rebaten las tesis nacionalistas?, pues que dejan de hablar de ello, pero siguen repitiendo lo de España nos roba”, e igualmente “Los hechos históricos demuestran que nunca existió un país catalán”, o “Que el padre pueda elegir en qué lengua estudia su hijo se considera un ataque a Cataluña”.  

Se puede ir, igualmente, a los textos que han dejado cronistas, autores e historiadores catalanes de época anterior a la unión de las coronas catalano-aragonesa y castellana, obras en las que no se aprecia el mínimo resentimiento hacia el concepto de España. En el siglo XV hubo autores como Gabriel Turell, que alude en uno de sus escritos a la “bella obra como se mostra en Spanya”; como Pere Tomic, barcelonés, quien se refería al ampurdanés Dalmau de Crexell como un caballero que destacaba más “que nengun cavallers que lavors fos en Hispanya”.

Mucho después, quien fuera líder de la Lliga Regionalista, Francesc Cambó, explicaba en sus ‘Memorias’: “Diversos hechos ayudaron a la rápida difusión del catalanismo. La pérdida de las colonias, después de una sucesión de desastres, provocó un inmenso desprestigio del estado. El rápido enriquecimiento de Cataluña, fomentado por el gran número de capitales que se repatriaban de las colonias perdidas, dio a los catalanes el orgullo de las riquezas improvisadas, cosa que les hizo propicios a la acción de nuestra propaganda dirigida a deprimir el Estado español y a exaltar las virtudes y merecimientos de la Cataluña pasada, presente y futura”.
También es más que conocida la amarga decepción que se llevó Manuel Azaña (autor del texto definitivo del Estatut de 1932) tras las “insensatas” actuaciones que llevaron a cabo los políticos de la Generalitat (nunca señala al pueblo catalán), en aquellos azarosos años treinta del siglo pasado…; uno de sus mayores desengaños fue cuando se enteró de que Companys había proyectado una paz por separado con Franco, e incluso pretendiendo que Francia e Inglaterra tutelaran ese proceso.
    
Los más adheridos a la idea única y absoluta del separatismo no permitirán que ningún razonamiento oscurezca su inmaculada creencia, puesto que no terminan de asimilar el hecho de que Cataluña no es sólo de los catalanes, como Andalucía tampoco es sólo de los andaluces; y todo lo que sucede en cualquier parte del país afecta y es asunto de todos. No es difícil de digerir, pero el sectarismo excluyente no atiende a razones.

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 11 de septiembre de 2016

AL ROCK LE ENCANTA HABLAR DE SÍ MISMO. Tal vez sea por tendencia narcisista o porque realmente contiene mucho, pero el caso es que hay cantidad de autores y muchísimas canciones de rock que tienen al propio rock como gran protagonista.

Don McLean hizo en su recordado 'American pie' un homenaje
a muchos gigantes del rock.
Desde que existe el arte muchos han sido los artistas que han querido reivindicar su oficio, de modo que han mostrado referencias al mismo en sus obras de un modo más o menos explícito. La actividad del escriba egipcio se ve reflejada en múltiples textos jeroglíficos; los escritores hablan de otros escritores, mencionan sus libros y no es raro que la propia literatura tome papel en la trama de novelas o piezas teatrales; los pintores, en cuanto toman conciencia de la valía de su arte, gustan de autorretratarse y, muy habitualmente, colocan en primer plano útiles de pintura, las manos del artista o (como Velázquez en Las Meninas) al propio pintor, que se representa orgulloso en pleno ejercicio de su labor. La música rock, disciplina artística joven por varios motivos, no podía dejar de hablar de sí misma, de sus virtudes, de sus grandes nombres. 


Así es, los que crean ese tipo de canciones miran mucho hacia su oficio a la hora de escribir la letra, y siempre con una visión elogiosa, aduladora. Y esto ha sido así desde el primer momento, como demuestran títulos tan emblemáticos como el pionero ‘Rock & roll music’ (nada de jazz, ni mambo, ni tango…) de Chuck Berry, uno de los tipos que sentaron las bases de este negocio; e igualmente puede decirse del ‘Jailhouse rock’ de Elvis, en el que ni en la cárcel se resiste el encanto del rock. Claro que también hay muchos temas que mencionan el término r&r como un elemento más del paisaje, sin darle mayor relevancia, como el poderoso ‘Rock & roll’ Led Zeppelin, o el ‘R&r high school’ y otras de Ramones; algunos han tenido gran éxito como lema, como grito de guerra, así el ‘Long live rock & roll’ de Rainbow o el inevitable ‘I love rock & roll’ que Joan Jett convirtió en himno.

Pero entre la larga lista de títulos que de un modo u otro identifican la forma y el contenido, vale la pena detenerse en algunos de los que juegan con momentos, personajes o características que todo aficionado reconoce y agradece. Una de las piezas que más se adentran en este universo es el clásico de Don McLean ‘American pie’ (1971). Como todo iniciado en este asunto sabe, su texto gira en torno a “el día que murió la música”, entendiendo como tal aquella infausta fecha en la que Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Bopper murieron en accidente; y además aparecen, de modo más o menos evidente, Elvis, Beatles, Dylan, Stones y otros tipos de esa talla. La voz afable de Don, la preciosa melodía y el contagioso estribillo consiguen que, tanto tiempo después, siga agradeciéndose su escucha.

Las maravillas del rock de siempre, el de los buenos tiempos, es lo que enaltece Bob Seger & The Silver Bullet Band en su incondicional ‘Old time rock & roll’ (1978). Con un ritmo y un ambiente perfectamente adecuados, el septuagenario roquero estadounidense lo expresa con claridad meridiana: “Saca esos viejos discos (…) que escucharé yo solo. La música de hoy no tiene el mismo sentimiento. No me lleves a una disco (…), en diez minutos estaré buscando la puerta. Lo que me gusta es el r&r de los viejos tiempos, ese tipo de música que alivia el alma”. Imposible decirlo más claro.          

Abanderado del rock por el rock, AC DC, le ha cantado en múltiples ocasiones. Una de ellas es el ‘For those about to rock (we salute you’) de 1981. Parodiando el grito de los gladiadores romanos ‘¡los que van a morir os saludan!’, la inefable banda australiana propone uno de sus clásicos ritmos lentos, sobre los que resuenan impíos guitarrazos que conducen al coro “saludamos a todos los rockeros”, soltando aquí y allá consignas que son contraseñas que el enardecido oyente interpreta con gran satisfacción, por ejemplo “los cielos arderán con el sonido de la guitarra”, o “las cabezas van a rockanrolear esta noche”, o eso del “fuego de la guitarra”. Los Young, además de esta canción, han compuesto muchas otras con esta temática, lo que demuestra su agradecimiento a la música que los condujo al éxito y los mantiene tanto tiempo tan arriba.

No se puede olvidar el emocionado tributo que los españoles Barón Rojo (gloria del heavy más académico cantado en español) hicieron a los más significados héroes del rock. Entre otros títulos con esta causa, los madrileños publicaron en 1982 su ‘Concierto para ellos’; en su imaginación heavy hacen que las campanas de AC DC no sólo doblen por Bon Scott, sino también por Janis, Lennon, Allman, Hendrix …, y estas campanadas, dicen ellos, se escuchan “en cada concierto de rock & roll”. No cabe duda, los de Castro y compañía tienen sangre tipo Fender positivo o Gibson negativo.      
Los Rolling Stones parecen quitarle importancia al invento con el tan socorrido ‘Es sólo rock & roll, pero me gusta’ (1974), sin embargo la cosa es mucho más retorcida. Primero dice “Si pudiera cantarte una maravillosa canción de amor, ¿bastaría para engañar a tu corazón?, ¿si me derrumbara y llorara?”, y luego el ambiente se vuelve sangriento: “Si me clavara un puñal en el corazón y me suicidara en el escenario, ¿bastaría para tu lujuria adolescente?” Pero todo se resuelve con el infinitamente compartido ‘Es sólo…, pero…”. Jagger dijo que el texto se refiere a los que continuamente les dicen lo buenos que son, de modo que él responde con esa afortunada frase. Es de destacar que la idea de tan clásico título parte de… ¡John Lennon!

Sí, a los músicos de rock les apasiona hablar de su oficio.

CARLOS DEL RIEGO


jueves, 8 de septiembre de 2016

ASÍ PATEAN EL IDIOMA LOS PERIODISTAS ESPAÑOLES No son pocas las veces en las que leer y escuchar a los medios de información llega a resultar de lo más irritante, y no por el contenido de la noticia (que también), sino por el continuo vapuleo que se propina al lenguaje.

L
Violentas agresiones al idioma pueden verse y escucharse diariamente
en los medios de comunicación 
a cascada de errores en la utilización de palabras, los giros mostrencos, la repetición de topicazos, la utilización de construcciones gramaticales de moda…, a que recurren muy habitualmente quienes firman las noticias, artículos y reportajes resulta desesperante.

Muy habitual en prensa, radio y televisión es referirse a la comunidad autónoma más extensa de España con un ignorante y desdeñoso ‘Castilla-León’, una asnada en la que también incurren políticos de dudosa capacidad. Aunque se haya repetido hasta el hartazgo, hay quien se obstina en no enterarse de que esa vasta región aglutina dos realidades, dos territorios históricos: Castilla Y León. Esa Y une dos tierras distintas, pero si se suprime la Y se está enviando el mensaje de que es sólo una, Castilla, a la que se le pone un suplemento, una especie de mote para diferenciarla de Castilla La Mancha, la cual sí que es un único territorio; es decir, si se prescinde de la conjunción copulativa, León (que existió como entidad y como reino siglos antes que Castilla) queda en poco más que un adminículo de aquella. Y de tal falsedad se deriva una expresión tan equívoca e insultante como ‘las dos castillas’, la cual da a entender que León es parte de Castilla, que Castilla Y León es sólo Castilla; también es indeseada consecuencia llamar a los habitantes de esta comunidad ‘castellanoleoneses’, una mezcolanza obtusa y humillante, puesto que si la zona en cuestión es Castilla Y León, es lógico decir que los nacidos aquí son castellanos o leoneses. De todos modos, no hay peor tonto que el que insiste conscientemente en su error. 

Terrible es también escuchar noticias como “El conductor no pudo preveer…”, e incluso comunicados de prensa como “Este gobierno no fue capaz de preveer…”. Los que redactan estos textos caen en esa trampa para ceporros que consiste en mezclar prever con proveer. Hay que añadir que esta patada al diccionario es casi exclusiva de medios hablados, en los que por regla general se descuida mucho más el lenguaje.
Perfectamente incorrecto e inexacto es el uso de la locución ‘Impresora 3 D’, ya que esa máquina lo que hace es modelar, esculpir, fabricar, construir, pero no imprimir. El caso es que como algún comunicador empleó esta expresión una vez, todos los demás, en tropel, la han copiado sin detenerse un segundo en comprobar si el susodicho aparatejo imprime o no; y es que imprimir es “marcar, fijar, estampar letras u otros caracteres en papel u otros materiales por medio de la presión”, algo que el artefacto que esculpe objetos no hace.

Prácticamente aceptado es el uso de ‘presidenta’ para aludir a la mujer que preside algún organismo o institución; esto es una imposición de quienes exigen corrección política y desechan el masculino genérico, por lo que continuamente, fatigosamente, recitan: chicos y chicas, ciudadanos y ciudadanas, conductores y conductoras… Lo curioso es que jamás osan decir socialistas y ‘socialistos’, periodistas y ‘periodistos’; por las mismas, sí que se atreven con ‘elefanta’ o ‘rinoceronta’, pero ni se les ocurriría ‘jirafo’ o ‘hieno’. El caso es que presidente es el participio activo de presidir, y se refiere a la persona (hombre o mujer) que preside, del mismo modo que se dice exigente y no ‘exigenta’, cantante y nunca ‘cantanta’, representante y jamás ‘representanta’. Sí, hay excepciones aceptadas por el uso desde antiguo, como sirviente y sirvienta, pero la excepción no es la regla.

Inexacto es dar la noticia de un incendio en el que la víctima “tenía quemado el 80 por ciento de su cuerpo”. Si fuera así, esa persona estaría muerta, pues tendría quemado el 80% de sus huesos, músculos, órganos… Lo que el descuidado periodista pretende comunicar es que la víctima tenía quemado el 80% de la superficie de su cuerpo, no de todo el cuerpo.

Impía agresión a la lengua es abundar en un error tan garrafal como frecuente en todos los medios de comunicación, que sueltan sin el menor reparo: “se ha producido una catástrofe humanitaria en…”. Humanitario viene a significar benigno, caritativo, benéfico, que mira o se refiere al bien del género humano; por tanto, dicha expresión equivale a “se ha producido una catástrofe benigna, caritativa, benéfica…”, cosa que no parece tener demasiado sentido.

El recurso a términos en inglés es otra muestra de zafiedad periodística que,  desgraciadamente, aparece en cada página, en cada emisión, en cada anuncio o cartel publicitario. Así ‘running’ en lugar de correr, a pesar de que en inglés se usa ‘jogging’ para esa actividad; igualmente se escribe ‘celebs’, contracción del inglés ‘celebrities’, al referirse a personas famosas. El uso masivo de terminología inglesa (que está por todas partes) suele obedecer a un intento de aparentar estar a la última, como si quien no manejara vocablos ingleses estuviera desfasado y lejos de la actualidad. Lo curioso es que la mayoría de los que frecuentan este vicio no suele saber inglés… 

Cotidiano, continuo, aceptado por todos es el dicho ‘violencia de género’ para referirse al odioso maltrato que se produce en el entorno familiar y que se sustancia en que el hombre golpea a la mujer. Sin embargo, las personas no tienen género sino sexo, pues el género (aparte de otras acepciones que no vienen a cuento) alude a las palabras, a los pronombres o a los sustantivos; por ejemplo, botón es género masculino y bota es  género femenino, de manea que ‘violencia de género’ sería que el botón pegó a la bota. En los carnets y documentos que precisan esta especificación no preguntan el ‘genero’ de la persona sino su sexo… Lo adecuado para expresar tan detestable y criminal acción sería violencia sexista, violencia machista, violencia doméstica… 

Los malos periodistas son tanto los que difunden información sin confirmar (o falsa) como los que desprecian el idioma, vapuleándolo un par de veces por párrafo al utilizar incorrectamente las palabras, al tirar de dichos de moda (“sí o sí”), al expresarse con vulgarismos y barbarismos… 


CARLOS DEL RIEGO

lunes, 5 de septiembre de 2016

CUANDO LOS INTRUSOS SE ATREVEN CON EL ROCK.Una de las últimas grabaciones que realizó el recién fallecido cantante y compositor mexicano Juan Gabriel fue una correcta versión del ‘Have you ever seen the rain’ de los Creedence. Otros ajenos al rock también se han atrevido, con deficientes resultados.

A diferencia de otros cantantes ajenos al rock, el fallecido Juan Gabriel sí que hizo con buena nota una de un clásico del género.
Autor de nada menos que ¡1.500 canciones!, el célebre artista accedió a participar en el disco ‘Quiero Creedence’, un álbum publicado hace unas semanas en el que diversos grupos y solistas de origen hispano se atrevían con la banda californiana. Realizada con verdadera admiración y personalidad, Juan Gabriel es una auténtica excepción en ese escabroso terreno de la versión de clásicos del rock hechos por cantantes extraños a este género. Y es que, aunque no es algo muy habitual, hay veces en que nombres reconocidos en el mundillo de la ‘canción ligera’ se aventuran a hacer suyas partituras que, realmente, tienen tan poco que ver con su estilo que, por regla general, la cosa desemboca en auténticas catástrofes que mueven a la hilaridad o a la vergüenza ajena.

El mencionado recopilatorio ‘Quiero Creedence’ presenta una selección de piezas fáciles de reconocer por quienes vibraron con el grupo de John C. Fogerty, pero también por quienes las han conocido décadas después de la desaparición del cuarteto. Así, además del fallecido Juan Gabriel, en ese curioso elepé están Los Lobos, Andrés Calamaro, Bunbury, Salvador Santana (sí, el hijo de Carlos) acompañado por Juanes, el dúo formado por Bill Gibbons (el de ZZ Top) y La Marisoul (cantante de La Santa Cecilia) y otros. Una sorprendente y heterogénea mixtura de grupos que, individualmente, tienen muchos padres y madres, pero que han encontrado un cariñoso nexo en los Creedence. En mayor o menor medida todos tienen base en el rock o sólidas conexiones con éste. Todos excepto Juan Gabriel, un prolífico artista que apenas tuvo relación con la música rock, pues siempre se movió por las aguas de la ranchera y la balada romántica.

El ‘Divo de Juárez’ no se limitó a hacer una fotocopia más o menos coloreada, más o menos retocada del siempre sugerente ‘Have you ever seen the rain’, sino que escribió una nueva letra y, ¡cómo no!, le dio su toque, la vistió con su estilo, le proporcionó un nuevo corazón…, ¡y al mismísimo John C. Fogerty le encantó!, tanto que se deshizo en elogios para la versión y para el propio Juan Gabriel. Convertida en ‘Gracias al sol’, la pieza modifica con solidez y personalidad la intención original, quitándole hierro y haciéndola más amable. El resultado es notable y no desentona en su repertorio.

No se puede de decir tanto de otras ocasiones en las que cantantes de diversos pelajes  practican sin rubor el intrusismo en géneros musicales que les son ajenos, que no han asimilado y, por tanto, no comprenden. Un caso célebre y paradigmático lo protagoniza el cantaor El Príncipe Gitano. Cuando se empieza a escuchar la ‘traducción’ que hace del clásico de Elvis ‘In the ghetto’ es casi imposible evitar la chanza al comprobar esa pronunciación, esa dicción del inglés pasado por el deje flamencoide y el tonillo agitanado que exhibe el cantante valenciano; después se pasa a un sentimiento de vergüenza ajena, a una especie de sonrojo en carne propia que el cantante no siente; y finalmente el oyente puede verse invadido por una sensación molesta, un deseo de que acabe pronto este vapuleo a Elvis y al rock & roll en general. Eso sí, puede haber criaturas amantes del estilo del cantaor que disfruten de lo lindo con tal interpretación.

Algo parecido (trasplantar espíritu rock al mundo rumbero) hicieron Los Gipsy Kings cuando adaptaron ‘Hotel California’ de los Eagles a su dicharachero estilo. Buena voluntad y cierto estilo en la elaboración, un resultado final más redondeado, incluso más ‘feeling’ que el anterior, pero la cosa no termina de funcionar; es algo así como colocarle las alas del avión de los hermanos Wright a un Jumbo 747: fracasará, se estrellará. Esta versión, sin embargo, tuvo recorrido y alcanzó un moderado éxito.
Imperdonable fue el destrozo que Enrique Iglesias hizo con el clásico del pop español ‘Chica de ayer’. Su entonación blandurria y pretenciosa, su impostura y afectación, su pronunciación pretendidamente chulesca, el mal gusto a la hora de enlazar tanto versos como palabras (en directo es algo verdaderamente horroroso), los calamitosos arreglos y coros que rozan el crimen…, son razones más que suficientes para que ‘esta cosa’ pueda ser calificada como auténtica falta de respeto, como un verdadero insulto. Es, sin la menor duda, una de las cumbres del mal gusto, una zafiedad sólo al alcance de quien no se da cuenta de que un caballito de tiovivo no puede participar en un concurso hípico. 

Poco menos es el ‘Blame it on the boogie’ de The Jacksons que el mexicano nacido en Puerto Rico Luis Miguel retituló ‘Será que no me amas’. Baste señalar algo evidente: Luis Miguel no tiene lo que tenía Michael Jackson…

Aunque más cercano a los ambientes del rock (¿en serio?), también puede recordarse un ‘Walk on wild side’ de Lou Reed que Albert Pla convirtió en ‘El lado más bestia de la vida’. La traducción tiene mucho que ver con el original, pero ahí se quedan los méritos del catalán, ya que esta revisión carece de gracia y de cualquier cualidad artística, con lo que la pieza del neoyorquino se convierte en algo vulgar, ordinario. Transfigura el original “tu, turú…” de las ‘coloured girls’ en un (aunque le pese) españolísimo “lolai, lolailo”; la brillante melodía queda oscurecida por falta de aptitudes y la interpretación está exenta de armonía, o sea, este individuo no canta un pimiento; y es que incluso para cantar a los ambientes más sórdidos o para hacer burla hay que hacerlo con un mínimo de chispa, de ingenio…, de eso que aquí (sólo aquí) se conoce como salero. Eso sí, hay gente a la que le gusta esta bruta visión de la canción… Para eso están los colores. 

Hay otras muchas, pero para no pasar un mal y vergonzoso rato, mejor dejarlo aquí…

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 4 de septiembre de 2016

LA ERA DEL VINILO. Hoy, Rolling Stones, Jazz Butcher, Tones on Tail, Rezillos y Elvis Costello.

LA ERA DEL VINILO. Un pequeño espacio de radio musical con los clásicos en singles y elepés. Hoy, Rolling Stones, Jazz Butcher, Tones on Tail, Rezillos y Elvis Costello.