domingo, 29 de noviembre de 2015

INCREÍBLE: ELVIS REEDITA CON GRAN ÉXITO SUS TEMAS DE SIEMPRE Que un artista muerto hace décadas venda cientos de miles de ejemplares con canciones de sobra conocidas tiene algo de misterio. El eterno Elvis Presley, el rey, lo ha vuelto a conseguir con una recopilación de viejos clásicos con arreglados de gran orquesta

La enésima recopilación, las mismas canciones, la misma magia.
Es innegable que las canciones de Elvis son más que conocidas, pues vienen sonando en público y en privado casi desde que sus caderas empezaron a asombrar, es más, han sido tarareadas y canturreadas en todo el mundo por años y años. De hecho, los temas que componen su amplio repertorio, que cualquiera que no haya aterrizado en la Tierra recientemente identificaría al instante, han sido agrupados y editados de todas las maneras posibles en infinitas recopilaciones; tan es así que podría pensarse que ya no se puede hacer nada más con ese material. Sin embargo, todo lo contrario: con cada nueva edición vuelve a comprobarse el inmenso poder de atracción que tienen la voz, el estilo y la figura inconfundible de Elvis Presley. Por eso no debería sorprender que el chico de Tupelo, Mississippi, haya vuelto a conseguir lo que parece imposible: vender cientos de miles de discos en apenas un par de semanas…, ¡con sus temas de toda la vida!

La enésima vuelta de tuerca a sus más recordadas melodías se materializaba a finales de octubre del corriente 2015, cuando se lanzaba el ‘If I can dream’, que toma catorce de sus piezas más famosas y las envuelve con nuevos arreglos de una gran orquesta, la Royal Philarmonic para ser exactos (también se han hecho algunos duetos, cosa que a algunos de los fans más puristas no les habrá hecho mucha gracia). Sí, se trata de otro recopilatorio de Elvis…, y por eso no deja de ser verdaderamente sorprendente que en cuatro semanas, ‘otro recopilatorio de Elvis’ haya superado los ¡200.000! ejemplares vendidos sólo en Inglaterra (la lista en España es descorazonadora), es decir, casi cuatro décadas después de su muerte, sigue existiendo ‘elvismanía’. Sólo The Beatles logran esa especie de milagro cada vez que reagrupan y reeditan sus emblemáticos títulos. Algo deben tener el rey y esos cuatro que los demás no tienen.

La ex de Presley, Priscila, ha oficiado de productor ejecutivo, y ha declarado (a la vez que se frotaba las manos por los beneficios) que le ha sorprendido la reacción del público inglés, y que él se habría emocionado mucho con este disco, pues le encantaba el gran sonido aunque nunca pudo cantar acompañado por una filarmónica; asimismo, declaró la abnegada viuda que Elvis se hubiera conmovido al comprobar que sigue contando con tantos fans.

En cuanto al álbum en sí, puede afirmarse que sí, que la nueva decoración que se ha puesto a esas melodías es magnífica, excelente a veces, pero no dejan de ser estribillos mil veces escuchados y degustados, así que es fácil preguntarse ¿por qué canciones tan trilladas como ‘Burnign love’, ‘Love me tender’, ‘Fever’ o ‘In the Ghetto vuelven a causar sensación, a venderse, a cantarse a voz en grito?, ¿cómo este tipo muerto hace casi 40 años ‘se pelea’ con los grupos y solistas más de moda en lo alto de las listas de ventas? La respuesta es simple: el talento perdura, es ajeno a los vaivenes de los gustos y preferencias de las sucesivas actualidades. Elvis cantaba (canta, sigue cantando) con mucha clase, con elegancia, con gusto… ¡Pero qué bien canta este tío! Su voz acaricia, derrite (el ‘Love me tender’ ha quedado arrebatador), es a la vez profunda y sólida, y tiene una poderosísima capacidad para transmitir emociones, para provocar estremecimientos; sus inflexiones, su característica textura tienen un algo que atrae irremisiblemente y (¡ pasmoso!), sigue causando poderosas sensaciones. Muchos son los héroes del rock que dejaron la vida prematuramente, algunos de los cuales poseían un enorme carisma…, pero lo de Elvis es otra cosa, va un poco más allá. Hay personas en todo el planeta que ven alterado su estado de ánimo cada vez que suena esa voz; muchos, muchísimos sienten cómo su cuerpo se sacude con profundas sensaciones cuando aquella garganta de terciopelo entona; e incluso hay quienes, según con qué canciones, no pueden evitar que los ojos se les humedezcan (pínchese el ‘Can´t help falling in love’). Es como si quien escucha a este cantante pudiera sentir la esencia de lo que canta, como si el oyente empatizara con lo que el texto dice y con lo que la música comunica…, es como si el rey lograra penetrar almas.

Es lástima no poder comprobar si Elvis seguirá escuchándose y sacudiendo mentes dentro de cien años, aunque muchos se apostarían un brazo. Lo de vender discos es otra cosa, puesto que es imposible atisbar cómo estarán las cosas en ese sector de aquí a un siglo; además, para entonces habrán caducado los derechos de autor, los royalties y todo eso, con lo que sus grabaciones (al igual que las de todos sus contemporáneos) serán patrimonio de todos. De momento, al final de 2015, Elvis Presley tiene esparcidos por todo el planeta más de ¡mil millones de discos!

Su talento interpretativo, su voz exclusiva, su tantas veces imitada figura, sus maneras y movimientos en escena…, perduran, y siempre serán referencia. 
     

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL ESTÚPIDO Y TRAIDOR ‘NO A LA GUERRA’ Cierto sector de la población (generalmente convencida de su superioridad moral) cree que no se debe responder a las agresiones armadas, y por ello exigen, tras la muerte de sus compatriotas, ‘no a la guerra’.

Ni esto, ni pancartas ni manifas son suficiente arsenal para detener la agresión
¿Alguien puede imaginarse manifestaciones en Varsovia con el lema ‘no a la guerra’ después de la invasión nazi de Polonia? ¿Quién se creería que en Nueva York el pueblo saldría con pancartas con el ‘no a la guerra’ después del bombardeo de Pearl Harbour? ¿De verdad existe el que piensa que lo que habría que haber hecho en España en julio de 1936, después del levantamiento de Franco, era echarse a la calle y exigirle al gobierno ‘no a la guerra’? Si algo así hubiera sucedido los manifestantes habrían sido considerados estúpidos traidores y tratados como tales; sin la menor duda y con toda la razón.

Pues tal cosa ocurre en España y en otros países donde existen fuerzas políticas que abominan del sistema occidental olvidando que están ahí gracias a este sistema, olvidando que con otros sistemas ni siquiera tendrían posibilidad de existir. El problema que parecen no querer ver esos individuos que disfrutan de las ventajas de la democracia y que, a la vez, le niegan la legítima defensa, es que Europa viene siendo agredida de modo salvaje desde hace años, dicho más claro: está en guerra, distinta pero guerra. Asimismo, bueno es recordar que los que se hacen estallar con un cinto de bombas y ametrallan a la multitud no tienen por costumbre preguntar por ideologías o creencias. 

Los del ‘no a la guerra’ creen poder resolver la sangrienta cuestión mediante la palabra y el diálogo; sin embargo, tratar de hablar con los del C-4 y el Kalashnikov es básicamente un disparate, puesto que si un gobierno legítimamente constituido se sienta a negociar con unos criminales les está suponiendo una legalidad democrática de la que, evidentemente, carecen; es decir, solamente el hecho de proponer reunirse de igual a igual con esa pandilla de terroristas (descerebrados y drogados) significa colocarla a la misma altura que las autoridades surgidas de la voluntad popular ,y además, se les está transmitiendo el mensaje de que sus métodos, por muy sangrientos y brutales que sean, son válidos y admisibles por el resto del mundo. 

Asimismo se puede deducir que los que salen a la calle a gritar ‘no a la guerra’, de algún modo están expresando un posicionamiento más cercano al totalitarismo que a la libertad. Por ello, los pancarteros buenistas y vocingleros estarán difundiendo el mensaje de que no se debe combatir a quienes son la máxima expresión del machismo y la homosexfobia; igualmente, los europeos que exigen resignarse, aceptar las masacres y poner la otra mejilla parecen apoyar la religiosidad fanática y violenta…, cuando por estas latitudes proclaman continuamente lo contrario con mucho menos motivo. Los abanderados de la mansedumbre suelen argumentar que las políticas y acciones de occidente obligan a actuar a los asesinos, un razonamiento más falso que un euro de madera, puesto que, por un lado, muchos de los asesinos nacieron y crecieron en Europa sin agobios económicos e incluso sin el menor interés por el Islam hasta el último momento; y por el otro, no hay que olvidar que más del noventa por cien de las víctimas de los degenerados islamistas son musulmanes, que son quienes tienen más a mano, más cerca del cuchillo; esto quiere decir que, en realidad, sólo tienen un objetivo: matar.

Salir a vociferar ‘no a la guerra’ (en las actuales circunstancias, no en otras anteriores) es una situación descabellada, como si un perro rabioso fuera mordiendo a diestro y siniestro y el que está en casita, a salvo, se desgañita e increpa a todos que se deje en paz al pobre animal, que nadie lo toque, que nadie se atreva a defenderse.
Cuando esa postura buenista, traidora y estúpida llega a su cima se producen circunstancias como la que acaba de vivirse en Bruselas, donde un solo terrorista fugado ha tenido asediada a toda la ciudad durante varios días…; es algo tan tragicómico que recuerda un episodio de Astérix, concretamente el titulado ‘El regalo del César’: Astérix se ha subido a una torre de asedio para espiar a los romanos; un legionario que lo descubre, grita “¡Hay un galo en la torre de asedio. Estamos asediados!”, a lo que el centurión responde “Calma, tenemos víveres para resistir mucho tiempo”.

Sea por miedo, por buscar una postura falsamente bondadosa, por cobardía o por un erróneo sentimiento de culpa, el ‘no a la guerra’ se antoja escasa defensa cuando estallan las bombas en la discoteca durante un concierto (el rock se ha convertido en uno de sus objetivos), en la estación o en la redacción de una revista. Y tal postura puede conducir al esperpento de que un solo terrorista ponga de rodillas a ciudades o países.

Ah!, y ¿por qué no llevan a Siria la pancarta y la manifa?  


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 22 de noviembre de 2015

HOLLY, COCHRAN, KIDD, PIONEROS DEL ROCK CAIDOS EN LAS PRIMERAS HORAS Fueron pioneros del rock & roll, la primera hornada. Pero para su desgracia, también fueron los que escribieron el primer capítulo de su historia negra: en esto fueron asimismo pioneros.

El cuerpo de Buddy Holly, a la izquierda, el de Big Bopper al fondo, y el de Ritchie Valens, en primer plano. El piloto seguía en la cabina.
Es curioso comprobar cómo atraen las historias de esos que, estando destinados al triunfo, son golpeados de modo inmisericorde, fatal, por la fortuna. Ahí, en el libro de esas historias de éxito y tragedia, entran los músicos de rock. Y es que la carretera, el viaje de un escenario a otro, se ha llevado la vida de cientos de nombres escogidos para los anales de este género, cosa que sucede desde sus primeros balbuceos, hace ya sesenta años. Algunos de los nombres que el imaginario rockabilly tiene casi en un altar dispusieron de muy poco tiempo, pero sí del suficiente para trascender gracias al talento que el destino no les permitió desarrollar. Aquellos primeros caídos por la causa merecen, en cualquier caso, que de vez en cuando se los recuerde.

Todo aficionado ha escuchado eso de ‘el día en que murió la música’, dicho que hace referencia a aquel trágico accidente de avión que, en febrero de 1959, dejó el rock & roll huérfano de nombres tan señalados como Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Bopper. Las incipientes estrellas que ese nuevo estilo acababa de crear sucumbieron mientras iban de un concierto a otro en una historia miles de veces contada: cientos de kilómetros por delante, autobús incómodo, resfriados…, un avión con sólo tres plazas y un fatídico sorteo…, y la catástrofe. Todos muertos.    


Buddy Holly fue algo más que un pionero del rock & roll; autor visionario, sus escasos años en activo fueron suficientes para dejar un legado verdaderamente genial. Sin dejar las esencias del estilo que acababa de nacer, sus composiciones gustaban también de las melodías brillantes y los estribillos simples y directos, como adelantando un subgénero que en poco tiempo triunfaría en todo el planeta: el pop. Su modo de hacer canciones caló profundamente en quienes unos pocos años después se iban a convertir en protagonistas eternos de la nueva música. Por eso, no cabe duda de que maravillas que suenan hoy tan frescas como en los últimos cincuenta del siglo pasado (‘That´l be the day’ o la deliciosa ‘Words of love you’ que de modo tan exquisito hicieron The Beatles, entre otras) resultaron decisivas en el posterior transcurrir de ese impetuoso nuevo ritmo. Buffy sólo tenía 22 años… A su compañero de infortunio Ritchie Valens la fatalidad sólo le permitió unos meses, un par de singles, cuatro canciones, ya que sólo tenía 17 cuando aquel avión…; a pesar de todo, su adaptación del corrido ‘La bamba’ a los cánones del rock jamás pasa, jamás provoca otra cosa que no sea alegría; y también hay que agradecerle la creación de un enorme clásico: ‘Come on, let´s go’. Al mismo tiempo, la Parca no permitió que Big Booper (al igual que el piloto) se librara; había empezado antes y aunque se había mostrado como un autor con clase, sólo uno de sus temas sobrevive en el pedestal de lo clásico, ‘Chantilly lace’.  

Eddie Cochran, otro personaje dotado de una creatividad desbordante, escribió al poco de la tragedia un tema en honor a esos tres, ‘Three stars’…, sin siquiera plantearse que idéntico futuro le deparaba el destino unos cuantos meses más tarde. Así es, un accidente de coche privó a todo el mundo de un talento musical con inimaginables posibilidades en abril de 1960, en Inglaterra. Eddie tenía verdadera obsesión por la música; se cuenta que sus padres hasta le tenían que esconder la guitarra, pues su gran ilusión desde niño fue ser músico profesional. El blues y el country eran los géneros en que más a gusto se encontraba, por lo que cuando irrumpe el rock & roll él estaba preparado. Tenía 21 años (quienes lo vieron testimonian que siempre fue un adolescente ilusionado) cuando el taxi chocó; él murió al día siguiente; sobrevivieron su novia, su manager y su colega Gene Vincent, quien se destruyó una pierna que ya tenía destrozada y que arrastró hasta el fin de sus días, diez años después (‘Sweet Gene Vincent’, cantó más tarde otro lisiado inolvidable, Ian Dury). Autor sobresaliente, Cochran creó piezas fundamentales como los eternos ‘Summertime blues’, ‘Something else’ o ‘C´mon everybody’, las cuales dieron un tremendo impulso al r & r, aportando nuevas estructuras y mostrando distintos caminos y posibilidades; incluso en el terreno del sonido y la técnica de grabación Eddie proporcionaba ideas brillantes y eficaces. Era un fantástico guitarrista, un precursor, un gran innovador cuyos gestos han sido imitados una y otra vez: ¡cuántos han copiado sus poderosos guitarrazos! Y también fue músico de sesión, arreglista y, en fin, un artista capaz de tocar cualquier cosa que sonara. Sería difícil citar grupos y autores del pop y el rock de las décadas posteriores que no estén fuertemente influenciados por Eddie Cochran. Dice la leyenda que un chaval, fascinado por el estadounidense, iba a ver el siguiente concierto de su gira inglesa, un chaval llamado George Harrison…, y también cuentan que McCartney convenció a Lennon cuando tocó una de Eddie Cochran.   

Johnny Kidd (inglés, a diferencia de los otros) tiene menos prensa, de hecho, sólo los fanáticos del rockabilly y del rock & roll más clásico saben de él, aunque, eso sí, lo tienen en un pedestal. Antes de los sesenta del siglo pasado ya había hecho un montón de canciones (con su grupo The Pirates), pues era otro gran compositor; a pesar de todo, su nombre está asociado al potente ‘Shakin’ all over’, tema revisado una y otra vez (hay decenas, tal vez centenas de versiones publicadas) desde que en 1960 se convirtió en número 1; y no deben olvidarse otras piezas memorables como el ‘Hungry for love’. Es el suyo un rock & roll distinto, muy vivo de ritmo a veces, otras más cortante, como a hachazos, y otras cadencioso, pero siempre creativo y siempre con un poso de rythm & blues. Sus maneras impregnaron a muchos que triunfarían en los sesenta (y los setenta, como Dr. Feelgood, que tomó su nombre de uno de sus títulos). Dejó sus huesos en una carretera en octubre de 1966; tenía 30 años, un gran bagaje, muy buen gusto y mucho que cantar.   

Vivieron poco, muy poco, apenas tuvieron tiempo de dejar pinceladas de su talento, sin embargo, sin ellos, sin su imprescindible aportación, esto del rock, esto tan multicolor y que tanta pasión levanta en todo el mundo, sería absolutamente distinto y, seguro, peor. De vez en cuando conviene recordar sus nombres y escuchar sus canciones. Se lo merecen.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 18 de noviembre de 2015

CONTRA LA BARBARIE TERRORISTA, ¿COMBATIR O APACIGUAR-JUSTIFICAR? Tras las atrocidades del viernes 13-XI-15 en París, todo el mundo se ha puesto a señalar cuáles han de ser las medidas a tomar: respuesta armada o pacto, negociación y diálogo.

 
Por increíble que parezca, hay quien piensa que a estas bestias se las puede derrotar con diálogo
Las opiniones están claramente divididas en dos propuestas, en dos formas de pensar; unos proclaman que hay que emprender acciones que eviten a toda costa el enfrentamiento, es decir, se haga lo que se haga, sin armas; por el contrario, la otra corriente opina que no hay más remedio que defenderse; en lo que ambos pensamientos coinciden es en aspectos tan lógicos como la asfixia de las fuentes de financiación de los asesinos o la vigilancia exhaustiva del mercado negro (o blanco) de armamento.

En España, al primer modo de pensar (el de la solución exclusivamente verbal) pertenecen mayoritariamente los partidos de izquierda ‘inmoderada’, los antisistema, los populistas. De este modo, voces de estas corrientes de pensamiento exponen como solución el diálogo, la educación, el envío obligatorio de ayuda (sobre todo económica), la apertura total de fronteras… En este barco viaja la alcaldesa de Madrid (que parece tan escasa de luces como si su segundo apellido fuera Zapatero) ha declarado sin rubor que “en lugar de bombardear a Daesh hay que hablar con él”…; ¿se ofrece esta señora para ir a hablar con los que degüellan, queman, lapidan, mutilan?... ¿Y qué se puede decir de su colega de Córdoba, que guardó un minuto de silencio por las víctimas y otro por los verdugos? Analizando la cosa, resulta ciertamente difícil, en realidad imposible, dialogar con un ladrillo, que es a lo que equivale el cerebro de un fanático dispuesto a detonar un cinturón de explosivos: no hay debate, no hay razón o argumento que tenga la mínima posibilidad de convencer a quien va a suicidarse y sólo tiene el deseo de llevarse consigo cuantas más víctimas mejor. Volviendo la vista atrás, ¿de verdad alguien piensa que diálogo y diplomacia hubieran frenado a los nazis?

 Lo de la educación suena a broma, puesto que educar en territorios del islamismo bestial es adoctrinar en las madrasas, donde se manipulan mentes infantiles y adolescentes con el fin de que estén listas para el sacrificio. Quien piense en la educación allí ha de empezar por hablar de derechos y libertades de la mujer, de los homosexuales, de los ateos…, reivindicaciones a las que no está dispuesto ni siquiera el islam menos extremo; de este modo, ¿quién se ofrece voluntario para ir allí a educar según valores y derechos democráticos? Por otro lado, muchos de los que hacen estallar las bombas en medio de la multitud proceden de familias de clase media, han sido educados en los mismos colegios que los autóctonos y viven económicamente desahogados; o sea, no llegan al aquelarre terrorista desde la pobreza y la marginalidad. Algunos expertos apuntan a que la caída en ese pozo negro se produce cuando el joven (de segunda o tercera generación en el país de acogida) se desconcierta al tener su vida en un sitio al que no acaba de adaptarse, mientras sus raíces, tradiciones, creencias y cultura están a miles de kilómetros; llegado un momento sienten el inevitable impulso de escoger, de tomar partido…

Lo de las ayudas económicas sólo serviría para que se llenasen los bolsillos las autoridades y todo el entramado dominante en el país receptor…, como viene demostrándose desde hace décadas cada vez que se entrega dinero a un país. En este sentido parece apropiado preguntarse si hay que enviar ayuda, condonar deuda, 'prestar' dinero a fondo perdido, acoger a todo el que se presente y proporcionarle casa, sustento, sanidad…, todo ello ¿sin exigir nada a cambio?, ¿sin pedir ninguna contraprestación?, ¿sin al menos una declaración de intenciones?; ¿es obligatorio darles todo eso a la vez que ellos evitan a toda costa integrarse en la sociedad que los acoge?; ¿no hay que reclamarles una mínima aceptación de la sociedad que les abre sus puertas?

Es verdaderamente curiosa y digna de estudio, por otra parte, la manera de entender el asunto terrorista que muestran algunos presuntos ideólogos. Así, muchos de los que casi exculpan a los salvajes matarifes se autoinculpan e inculpan a toda la sociedad occidental, y se dan golpes en el pecho diciendo: “algo habremos hecho para obligar a esta buena gente a venir a masacrarnos”. Tan injusta e inexacta reflexión procede de la incomprensible culpa que esos caletres sienten por pertenecer a una sociedad que evoluciona (sobre todo en el terreno del pensamiento) y prospera (de modo imperfecto y mejorable) mientras la de aquellos desgraciados sigue anclada en la Edad Media. Como si los culpables de este anacronismo fueran los que han promulgado los Derechos Humanos o extendido la Democracia.

En fin, nunca se consiguió derrotar al agresor con diálogo, buenas palabras y flores en las manos. La Historia muestra abundantes ejemplos de que sólo los fusiles pueden enfrentarse a los fusiles.     


CARLOS DEL RIEGO   

lunes, 16 de noviembre de 2015

CONTRA PREHOMÍNIDOS ASESINOS… ¡ROCK & ROLL! Los verdugos feroces, idiotas, los asesinos que se llevaron la vida de más de cien seres humanos odian todo lo occidental, especialmente el rock & roll, un invento que los degenerados creen un concepto de infieles. Sin embargo, ¡rock es vida!

Ya lo cantó Louis Armstrong hace mucho 'a pesar de todo, qué mundo tan maravilloso'
No deja de tener su parte simbólica el hecho de que los acéfalos que masacraron en París a más de cien personas (13-11-15), se cebaran con los que asistían a un concierto de rock. No hay que olvidar que primero hay que ser un perfecto imbécil para, posteriormente y con el paso del tiempo, especializarse en cada una de las variedades existentes dentro del campo de la estupidez, es decir, tras adquirir la condición de idiota, cada uno de ellos escoge un carril dentro de la anchísima autopista de la estulticia: uno elige el de maltratador, otro prefiere el de ladrón…, y los hay que optan por aplicarse en una de las especialidades que exigen prescindir totalmente del cerebro, la de asesino terrorista suicida. Por eso, no puede extrañar que los parantropus que entraron a aquel concierto con ansias de vidas y sangre, lo hacían henchidos de odio hacia esa manifestación cultural tan característica de occidente que se llama rock & roll; así es, este tipo de música es, según las dos neuronas de aquellos imbéciles envilecidos, una expresión de los infieles y, por tanto, todo el que acuda a ver una de estas actuaciones, debe ser ejecutado. Así debe ser, más o menos, el funcionamiento de la exigua mente del sanguinario fanático.


Pues contra esa irracional e iracunda sed de mal, ¡rock & roll! Si esos tiparracos con cerebro de paramecio quieren muerte, aquí van canciones que celebran la vida…, y el rock. Una de las más perdurables y encendidas defensas de las maravillas de este mundo es la inmortal ‘What a wonderful world’, escrita para la pedregosa voz de Louis Armstrong a finales de los sesenta y que tantos han sentido como propia; entre las infinitas versiones hay que mencionar la del entrañable Joey Ramone, quien la dotó de un tinte rockero y ‘ramonil’ poco antes de morir. El tema viene a decir, más o menos, que cada vez que uno echa un vistazo a todo lo que le rodea no puede dejar de pensar que, a pesar de todo, “qué mundo tan maravilloso”. Sí, lo es a pesar de los memos feroces y crudelísimos que no pueden soportar que otros vivan y vivan el rock.
Del estante del rock ligero estadounidense puede extraerse el gran éxito de Bon Jovi ‘It´s my life’. Con toques y recursos típicos del grupo y con esa combinación de elementos rock y melodía pop, el tema proclama a voz en grito: “Es mi vida, es ahora o nunca, no voy a vivir para siempre, sólo quiero vivir mientras siga vivo”…, palabras que bien podían haber suscrito los ciento veintitantos de París, los que estaban en plena ceremonia del rock o los que simplemente pasaban por allí. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los brutos jamás entenderán mensaje alguno: no es el lenguaje algo a su alcance.

Entre las muchas canciones con las que The Beatles celebraban la vitalidad, la existencia, la inteligencia, bien puede sobresalir ese monumento titulado ‘In my life’, una de las máximas expresiones surgidas del ingenio de la música del siglo XX. Con el texto de John y la música de Paul, la pieza emociona en todo momento, pero especialmente cuando, como en el presente, alguien ha sido privado de su vida; fascinan su ritmo sincopado, sus coros y armonías, la voz solista, la limpísima guitarra, la sencilla y preciosa melodía, el sólo de piano barroco y hechizante… “Algunos (amigos) han muerto y otros viven. En mi vida los he amado a todos (…) sé que a menudo pensaré en ellos”, dicen esos versos que John escribió hace medio siglo y que no pueden tener más actualidad. Sin duda, todos los que fueron violentamente empujados hacia su fin en aquella disco son ya esos ‘amigos’ a los que todos aman y recordarán para siempre.

Y para frustrar a todos los que creen que matando vivirán eternamente, para esos ausentes de pensamiento, para quienes poseen menos entendimiento (mucho menos) que una bacteria, y tanta humanidad como una garrapata, ahí está la reconfortante recomendación de Neil Young ‘Keep on rockin´ in the free world’. La pieza (en su visión eléctrica) posee ese demoledor sonido distorsionado que proporciona la energética Gibson del canadiense, así como el ritmo entre ágil y perezoso (sí, él consigue tal paradoja) que tan bien casa con su voz aguda y, a veces, suplicante. El texto, evidentemente, denuncia desigualdades, pobreza, agresiones al medio ambiente, consumismo..., y sin embargo, también revela “Tenemos un hombre que dice mantened la esperanza viva” y finalmente grita explícitamente “Sigue moviéndote en un mundo libre” (también podría decirse “sigue rockanrroleando”). Critica la política de ciertos políticos, sin duda, pero también viene a ser una auténtica celebración de la democracia… Algo que los matones jamás podrán entender y, por tanto, jamás aceptarán.    

Sí, contra todos esos que venden su humanidad, su ser, por un plato de ideas (sean las que sean) ¡Rock & roll’. Por ello, cae muy oportuno aquel pensamiento del francés Víctor Hugo (muerto en París, como esos desdichados ciento veintitantos), quien afirmó: “La música es eso que no se puede poner en palabras pero tampoco puede permanecer en silencio”.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA INTERMINABLE DISCUSIÓN SOBRE LOS VIAJES A LA LUNA Es un debate que dura décadas: multitud de incrédulos, contra toda evidencia, mantienen la creencia de que la llegada del hombre a la Luna fue un fraude desde el primer instante. Estos días (IX-2015) se conmemora el segundo alunizaje.

Cuesta creer que aun haya gente persuadida de que esto fue un colosal y multitudinario montaje, a pesar de que todos los 'indicios' de esta leyenda urbana han sido refutados con pruebas concluyentes.
Era noviembre de 1969 cuando se llevó a cabo el segundo viaje a la Luna. El primero todo el mundo lo recuerda o, al menos, sabe de él, sin embargo, no son pocas las personas que desconocen que hubo un segundo, y un tercero, cuarto, quinto y sexto alunizaje. A pesar de ello, sigue contando con muchos convencidos la teoría conspiratoria, la que niega que algún terráqueo haya puesto sus pies en el satélite. Cuesta creer que existan criaturas que sólo necesiten escuchar las ‘razones’ que esgrime cualquiera, en la barra del bar, en la oficina o en la mesa, para creerse a pies juntillas que fueron un pérfido montaje los logros de los Apolo 11, 12, 14, 15, 16 y 17 y que, por el contrario, no tengan en cuenta los argumentos expuestos por científicos y estudiosos del tema; debe ser que hay quien encuentra irresistible lo de creerse en el ajo, lo de saber algo que los demás no, para así poder mirar por encima del hombro a quienes, según ellos, se han tragado la bola. Sea como sea, hay que ser un poco testarudo para mantener la convicción de la conjura a pesar de todo lo que todos los especialistas han manifestado.

Los ‘indicios’ que esgrimen los empeñados en la teoría del complot han sido rebatidos infinidad de veces, a pesar de lo cual siguen presentándose como pruebas concluyentes. No es, por eso, cuestión de ir enumerando esas supuestas pruebas para ir refutándolas una por una. De todos modos, hay diferentes versiones: está quien afirma que sólo el primer viaje está en duda, no los siguientes, ante lo cual cabría preguntarse, ¿por qué harían un montaje tal si sólo cuatro meses después fueron de verdad?; otros sostienen que sí llegaron, pero que el vídeo se rodó en un estudio (una de las señales que apuntan como evidencia es que el viento mueve la bandera…, como si en los estudios hiciera viento); también están los que apoyan su posición incrédula en las fotos, las sombras y distancias de los objetos o en algunas veladuras…, sospechas que han sido explicadas (cualquiera puede encontrar esas explicaciones) por activa y por pasiva. ¿Y por qué no se ven estrellas?, preguntan algunos persuadidos de la conjura sin tener en cuenta que la respuesta es de lo más simple: porque es de día y, entre otras causas de carácter fotográfico, porque la superficie de la luna refleja muchísima luz.

Se podría continuar revisando todos los motivos de desconfianza, pero sería repetir una vez más lo expuesto hasta la saciedad. Por eso es más oportuno presentar otras líneas de razonamiento. Aquí van tres. Pocos años después de la desintegración de la Unión Soviética, varios de los especialistas que habían trabajado en los diversos proyectos espaciales soviéticos (incluyendo el ingeniero Vasily Mishin, quien había sido el brazo derecho de Sergey Koroliov, el genial diseñador de cohetes y naves como Sputnik o Vostok) contaron cómo habían seguido la trayectoria del Apolo 11 desde el momento del despegue hasta el amerizaje con todos los instrumentos con que contaba su avanzada tecnología aerospacial; además, tal y como confesó uno de ellos, si hubieran tenido la más leve sospecha de fraude lo hubieran proclamado a los cuatro vientos para, así, demostrar la ‘perfidia del capitalismo’. Sin embargo, reconocen no les quedó más remedio que asistir en butaca de primera clase a aquel primer viaje a la Luna, cuyo éxito significó el abandono del proyecto que la URSS tenía en marcha para poner un hombre sobre su superficie antes que nadie. Por tanto, si los máximos enemigos de todo lo estadounidense corroboran sin el mínimo atisbo de duda aquel primer viaje… Ah!, y ya en el presente siglo sondas de Japón, India y China (que tiene programa espacial propio) han fotografiado el suelo selenita (con resolución de hasta 1,5 metros), mostrando las huellas y restos de los alunizajes. Como curiosidad puede añadirse que los familiares de Gagarin y Komarov (héroes soviéticos del espacio) entregaron a Neil Armstrong pequeños recuerdos de sus fallecidos para que los llevara con él en su aventura.  

Otro argumento. En la odisea del Apolo 11 (al igual que en las demás) tomaron parte directa cientos, tal vez miles de técnicos y especialistas, destacados expertos en las múltiples disciplinas que la magnitud del proyecto requería: en las fotos y grabaciones del control de Tierra se ve una auténtica multitud. Así las cosas, en caso de que todo hubiese sido trola, una de dos, o todos esos técnicos participaron en el fraude o todos ellos fueron a su vez engañados; si es que tomaron parte en la farsa resulta difícil pensar que, tras tantos años transcurridos, ninguno haya sucumbido a la tentación de desmontar todo el tinglado, de hacerse rico y famoso e incluso ser considerado un héroe a escala planetaria…; por el contrario, si ellos, las máximas autoridades mundiales en cada especialidad, fueron víctimas de la estafa, cabe preguntarse ¿quién sabría más que ellos para poder falsear todos los datos y de este modo burlar su pericia y experiencia? En cualquiera de los dos casos…

Y otro más. No hay astrónomo, astrofísico, estudioso del cosmos o científico de cualquier rama del saber que vacile a la hora de dar como hecho evidente cada una de aquellas asombrosas aventuras. De este modo, puede tenerse como irrelevante (incluso calificarse de ignorante) la opinión de gentes absolutamente ajenas a los verdaderos entresijos del asunto.

No puede dejar de mencionarse el curioso falso documental francés ‘Operación Luna’ (2002), el cual cuenta con entrevistas a grandes personalidades que parecen explicar cómo se construyó el supuesto embuste; la filmación de éste habría sido dirigida por el aclamado director Stanley Kubrik; sin embargo, al final de la película se desvela entre risotadas que todo ha sido una chanza, e incluso salen algunas divertidas tomas falsas. Por cierto, cualquier aficionado al cine se sorprenderá al darse cuenta de que muchos de los ‘testigos’ que aparecen en esta inocentada (se estrenó el día de los inocentes en Francia) se llaman igual que personajes emblemáticos de pelis de Kubrik y Hitchcock.

Bromas aparte, nadie en su sano juicio puede defender esta leyenda urbana. Atreverse a tal cosa equivale a dárselas de saber más que nadie, de ser más experto y conocedor del tema que todos los profesionales que corroboran la veracidad de aquellos asombrosos viajes espaciales.    


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 8 de noviembre de 2015

MEMORABLES SOLOS DE SAXO: CARÁCTER PARA EL ROCK & ROLL Dos siglos (largos) han pasado desde el nacimiento del inventor del saxo, que murió sin atisbar lo que iba a ser su invento: no hay género musical que no cuente con el vibrante y noble sonido del saxofón, incluyendo el rock, que ofrece solos de saxo antológicos.

El saxo es brisa o huracán dorado para cualquier partitura.
Adolfo Sax, belga él, inventó hace algo más de dos centurias un instrumento de viento a partir de los existentes (flautas, clarinetes). El caso es que con el paso de los años su idea pasó a integrar la panoplia instrumental de todo tipo de géneros musicales. Y llegado el momento, desde el primer instante, el rock & roll supo aprovechar la capacidad comunicativa del retorcido artefacto dorado…, como antes habían llegado a la misma conclusión  el jazz o el blues. Y es que, sin duda, se trata de un instrumento tan versátil que puede enlucir y dar lustre a cualquier ambiente; o sea, vale para todo: ya sea para proporcionar el aire festivo al circo o para acelerar los corazones en una inquietante escena de una peli de terror, para elevar el termómetro de la atmósfera tórrida de una secuencia subida de tono o para sugerir serenidad total. Sí, el saxófono (el vocablo más español) puede sonar fuerte o dulce casi a la vez, y cuando uno se imagina el jazz, el soul, el blues, aparece la figura de un saxofonista negro. Por ello, instrumento tan vibrante y con tanto potencial expresivo no podía quedar fuera del escenario del rock & roll, género al que proporciona personalidad, carácter.

¿Canciones con saxo?, innumerables. ¡Cómo no recordar el maravilloso tono del ‘Take five’ de Paul Desmond para el grupo de Dave Brubeck!; sí, es jazz, pero no hay oído que se le resista. ¿Y la explosiva y deslumbrante docena de notas que componen la melodía ‘Baker street’ de Gerry Raferty?, ese impetuoso son sólo precisa una escucha para convertirse en un símbolo ‘saxual’.

Ya dentro del universo del rock no se puede olvidar al grupo estadounidense Morphine, que sólo tenía sección de ritmo y saxo. Sin embargo, a pesar de que el rock no precisa ese metal para ser lo que es, no cabe duda de que numerosísimas piezas adscritas a este estilo han elevado su intensidad, su poder de sugestión, su grado de apasionamiento, cuando el viento se libera por esa redonda y áurea boca siempre abierta.      

Aquí va un pequeño recorrido por unos pocos títulos enriquecidos con saxos. Alegría y vitalidad, diversión, irrefrenable felicidad juvenil es lo que contagia el vertiginoso ‘One step beyond’ de los siempre estimulantes Madness; aquí el saxo lleva la voz cantante, es el solista…, y su voz pone a todo el mundo en marcha, inevitablemente. Por el contrario, el ‘Us & them’ de Pink Floyd propone un ritmo calmo en el que el instrumento acompaña y acaricia la melodía, sutilmente, elegantemente; incluso cuando la intensidad vocal aumenta, el aparato no abandona el tono ligero y delicado. Los Rolling Stones (a diferencia de The Beatles, que recurrieron muy poco al saxofón) le otorgaron mucha presencia en sus canciones; así se pueden recordar las dos virtuosas intervenciones que hizo el gran Sonny Rollins en su ‘Waiting for a friend’, al que aporta un toque de clase delicioso. Supertramp, que tenía saxofonista en nómina, le da mucho primer plano; en su ‘Logical song’ hay una entrada ‘saxofónica’ rabiosa y desabrida que transmite gran excitación, sin embargo, segundos después se vuelve suave para arrullar la melodía. Incluso los casi olvidados King Crimson ya tiraron de saxo en los últimos sesenta del siglo XX: en su iniciático ‘21st Century schizoid man’ pintan con tonos sorprendentemente jazzísticos una pieza rasposa y salvajemente sicodélica (en su álbum ‘Islands’ también muestran usos increíbles para este chisme). Del torbellino de la ‘new wave’ estadounidense sobresale la dulzura infinita del apasionante solo que incluye el precioso ‘Total control’ de The Motels, que dibuja una melodía bellísima, un toque primoroso que parece flotar en el éter.

Pero para solo emblemático ahí está la fina pincelada que se escucha al final de la no menos simbólica ‘Walk on the wild side’ del ya desaparecido Lou Reed. Como todo seguidor del rock sabe, el tema invita a adentrarse por el camino más animal, más salvajemente sexual, sin embargo, cuando el saxo avanza al primer plano, da la impresión de que desaparece toda tensión. Sobre todo cuando suena la versión de estudio (producida por Bowie, quien, dicen, aprendió a tocar el saxofón con Ronnie Ross, el que se encarga de soplar en esta canción), todo el mundo está esperando la voz del saxo: es una de esas canciones que nadie se atreve a quitar hasta que esa brisa de oro deja de suspirar. 

¡Y quién puede resistirse al poder que transmite el gigantesco Clarence Clemons cuando Sprignsteen le daba paso! (cosa que era muy habitual). Entre los muchos solos con los que engalanó las composiciones de Bruce, sobresale el estremecedor que regala en ‘Jungleland’. Tarda en aparecer (hay que esperar casi hasta el minuto cuatro), y lo hace con una nota sostenida con la que parece pedir la palabra (sobre todo en el original del Lp ‘Born to run’); los bramidos ponen los pelos de punta, hasta el punto de que el propio Jefe se vuelve espectador entusiasmado ante el vehemente despliegue de emociones que era capaz de revelar este tipo tan grande…, de cuerpo y de talento. Cuando Clarence daba un paso adelante todo el mundo sabía que iba a pasar algo excitante.

Su inventor nació hace más de doscientos años y presentó en sociedad su aparatoso ingenio hacia 1846. Hoy es un imprescindible en formaciones musicales de todo pelaje e intención, tal es su aptitud para irradiar emociones y sentimientos. Bien puede defenderse la idea de que el saxo es algo así como la materialización del ‘feeling’.
“No toques el saxo. Deja que él te toque a ti”, dicen que dijo aquel monstruo de la música llamado Charlie Parker.   


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 4 de noviembre de 2015

LA HORA DE LOS SIMPLES, HARAGANES Y MEDIANÍAS El actual es el momento de mayor auge de los manirrotos que, sin haber estado en contacto jamás con los verdaderos problemas, están convencidos de la eficacia de las soluciones simples para resolver los problemas más complejos

Corbyn, el 'podemos' a la inglesa que tan acertadamente ha retratado el escritor Martin Amis, señala el camino de su solución
El excepcional novelista inglés Martin Amis publicaba (octubre 2015) una demoledora descripción del político Jeremy Corbyn, al que acusa de tener ideas caducas, inmóviles, de tercera mano…, de ser un vago que ni siquiera fue capaz de esforzarse para terminar el primer curso de sus estudios, de tener una “mente lenta y rígida” y, entre otras cosas, de carecer de sentido del humor, “lo que lo convierte en un chiste que él no será capaz de comprender”; asimismo, le reprocha ver el mundo “en blanco y negro, sin el más mínimo matiz” y, en fin, ser “hostil a la democracia” por estar convencido de que su pensamiento es el único, ya que quedó “anclado en lo que leyó de joven” (al parecer, se refiere a Marx). A ello se puede añadir que en la biografía de Mr. Corbyn no aparece ni un solo trabajo fuera de la política, ‘actividad’ en la que lleva asentado y acomodado más de tres décadas; y para completar el retrato hay que hacer constar que en todo este tiempo no ha sido capaz de redactar una propuesta, confeccionar un proyecto o aportar una idea elaborada y trabajada…, nada de eso, lo único que ha hecho ha sido protestar, proclamar, condenar, acusar, quejarse…, es decir, hablar, sólo hablar, dejando en evidencia su manifiesta alergia al esfuerzo.   

El detallado dibujo que de la figura del dudoso político inglés hizo Amis puede aplicarse sin apenas variaciones a otros muchos neo-profesionales de la cosa pública que están emergiendo en los últimos años en todo el viejo continente. Los casos más notorios (que no los únicos) se encuentran en Grecia y en España, lugares donde criaturas de este pelaje han alcanzado importantes cuotas de poder.    

Estos sujetos se sienten iluminados, posesores de la verdad absoluta que van a destruir todo lo hecho antes de su advenimiento para, posteriormente, cambiar el destino del planeta; por eso se piensan legitimados para insultar, ofender, faltar al respeto e incluso decidir qué muerte es intolerable y cuál tiene disculpa. Se trata de mentes simples y maniqueas, persuadidas de que los problemas complejos tienen soluciones simples: ¿pobres?, se hace más dinero, se reparte, se dan las subvenciones que hagan falta; ¿gente sin casa?, se expropia una al que tenga dos y se le regala a quien la necesite; ¿desempleo?, se pone a todo el mundo a trabajar para el estado; ¿terrorismo?, dependiendo del pretexto del terrorista, si hay que ceder se cede…

Por este motivo las recetas con las que pretenden acabar con los problemas del país se basan en un concepto simplón de las cosas, y por ello creen que cambiar nombres de calles o grandes recintos, derribar estatuas y monumentos, prohibir los toros, perseguir la religión e incluso abrir totalmente las puertas a refugiados e inmigrantes va a terminar con las preocupaciones del personal; e igualmente están seguros de los indudables beneficios que traerá a la población trocar monarquía por república o modificar el actual estatus administrativo. Sin embargo, nada de eso va a proporcionar trabajo al desempleado ni va a solucionar problema alguno por más medios materiales y humanos que se empleen.

Así carbura el cerebro obtuso y/o infantiloide: resolver el problema de la pobreza fabricando más billetes. Pero claro, si se regala casa y sueldo, ¿quién va a ir a trabajar ocho horas para pagar las facturas si ve que al lado hay uno que está todo el día mano sobre mano pero ingresa poco menos que él y tiene pagados casa, luz y gas? Y si todo quisque trabaja para el estado, éste se convertirá en una monstruosa empresa que, con total seguridad, llegará a la quiebra total (la Historia lo demuestra), pues gastar muchísimo más que lo que se ingresa sólo tiene un desenlace. 

En esta hora de medianías es oportuno recordar que, en España, este tipo de personas tienen su inspiración (y el inicio de su auge) en Zapatero, un hombre con escasas luces, con pensamiento raso, soso y siempre dispuesto a la ocurrencia ocasional, con verdadera alergia al esfuerzo (hay que recordar que, aunque se lo recomendaron infinidad de veces, jamás tuvo intención de aprender un poco de inglés) y que, en fin, jamás estuvo en el mercado de trabajo.

En realidad, los remedios que presentan estos individuos armados exclusivamente con ideología (y que harán lo que sea antes que ir todos los días a la oficina) son los que propone el holgazán, puesto que son medidas que no precisan ningún esfuerzo ni exigen grandes conocimientos… Son las recetas del intelecto vulgar, son las que se le ocurrirían al chaval, al adolescente cimbreante y pisaverde, y por eso es tan inequívocamente infantil aquello de ¿por qué no hacen más billetes…?

Por cierto, la mayoría, la aplastante mayoría de quienes están convencidos de que existe un sencillo bálsamo de fierabrás que lo arregla todo, no han trabajado pie a tierra nunca, es decir, entre ellos apenas los hay que hayan pasado por el mercado laboral, puesto que entraron en política y viven de la política desde su primera juventud. Y es que, a la postre, su único activo es su discurso, su palabrería, su retórica iluminada, cosa que solo vale para la política; tal vez por eso no tienen lo que hay que tener para poner los pies en el suelo y ganarse la vida en función de su esfuerzo y su mérito.

Sin embargo, seguro que, más pronto que tarde, pasará la hora de los mediocres.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 1 de noviembre de 2015

EL ROCK TAMBIÉN SE DISFRAZA DE BRUJA Y SE VA DE HALOWEEN Los ambientes tenebrosos de la tradición de Halloween también han seducido a los grupos de rock, de modo que muchos no se han resistido ante la fascinación de la chica que embruja

El rostro de la auténtica Reina Bruja de Nueva Orleáns.
Vale, la de Halloween no es una tradición española, aunque tampoco estadounidense. Procede la cultura irlandesa de origen celta, sin embargo, de algún modo está conectada con la tan cristiana e hispánica celebración del Día de Difuntos, de Todos los Santos; además, lo de las calabazas e incluso lo de pedir por las casas tampoco es totalmente ajeno a las costumbres ancestrales de algunas zonas de España. Sea cual sea su origen e intención, lo que está claro es que el tema seduce a los autores, ya sean escritores o músicos. Y en cuanto al rock se refiere, la realidad señala que hay mucha música rock que transita por los oscuros, tortuosos y pasionales ambientes de la magia y brujería, de los hechizos y nigromantes; sin embargo, ciñéndose a aquella festividad (que los niños españoles han adoptado con gusto tanto por lo de disfrazarse como por lo de recolectar dulces) no son pocos los grupos que no han resistido los sortilegios brujeriles. No hay que olvidar que lo de Halloween es, ante todo, cosa de brujas. 


Pactos con los demonios, historias de magia y brujería, cuentos de terror, monstruos, leyendas y sustos, todo ello ha tenido su presencia en la temática de los grupos de rock casi desde el primer minuto. Sí, lo misterioso, el más allá, el espíritu entre la niebla…, todo ello tiene su encanto; y si quien protagoniza el maléfico conjuro es una mujer, o sea, una bruja, el autor de canciones tiene medio trabajo hecho, puesto que lo de la ‘chica-hechicera’ es algo que siempre funciona.

Al hablar de mujeres con poderes mágicos se impone el clásico de Santana ‘Black magic woman’. Con su inquietante introducción y su inconfundible guitarra, sus pasajes instrumentales y su excitante y tribal percusión, este ‘Mujer de magia negra’ posee el potente atractivo de todo que lo desconocido, e incluso lo amenazador. En su letra se especifica “Ella es una mujer de magia negra y está tratando de convertirme en diablo (…) Me echaste un hechizo (…) Te necesito así de mala”.

Mujer seducida por el oscurantismo es Stevie Nicks, una de las integrantes de Fleetwood Mac; ella es la autora de ‘Rhiannon’ y, como ella se encarga de recordar en cuanto tiene ocasión “Esta es una canción sobre una vieja bruja galesa”, y suele añadir que trata de una mujer mística con dos personalidades. La pieza es un medio tiempo con mucha clase pero con menos nervio que otros clásicos de la banda. Al respecto de la festividad de los disfraces terroríficos y su gusto por los atuendos largos, severos y oscuros, Stevie se despacha, coqueta y con soltura: “Simplemente me gusta Halloween, y pienso que las rubias se ven más delgada en negro”.

Más que bruja, lo que reflejan los Eagles en su ‘Witchy woman’ es algo así como la mujer inalcanzable que suelen describir los escritores románticos clásicos, es decir, esa semidiosa de “cabello negro y los labios de rubí” ese “espíritu inquieto en un vuelo sin fin”. Sí, versos como esos hubieran hecho furor en tiempos de Poe o Bécquer.Y como estos, no pierde su embrujo.

Imposible olvidarse de la ‘Reina bruja de Nueva Orleáns’ que popularizaron los nativos estadunidenses Redbone. Se trata de algo así como un homenaje a una especie de sacerdotisa vudú del siglo XIX en esta ciudad, una mulata llamada Marie Laveau. Entre la vibrante ambientación y ‘efectos especiales’ de la canción, las voces de ultratumba y unos inevitables matices étnicos, ‘The witch Queen of New Orleans’ explica quién es y qué hace “Marie, Marie, La(vudú)veau”, que “te va a echar un hechizo (…) y vivía en una choza cerca de los pantanos (…) donde agita sus brebajes de bruja”, y termina con “una reina bruja nunca muere”. Pero el caso es que Marie Laveau sí murió, en 1881, siendo noticia de portada y motivo de controversia, pues para algunos era una bruja arpía y sibilina, mientras que otros decían que se trataba poco menos que de una santa. Sea como fuese, este personaje de la historia de Nueva Orleáns ha tenido gran influencia en las artes y cultura popular, pues desde músicos hasta escritores se han ocupado de recordar su figura.

La lista puede alargarse mucho más. The Sonics ya hicieron en los sesenta su contundente ‘The witch’, con sonido fácilmente identificable con su época y un texto que advierte de la presencia en la ciudad de una mujer sexy de cabellos negros, que va en un gran coche negro y que seduce con artes mágicas, y “si escuchas que llama tu puerta, más vale que te largues”; en los ochenta The Fuzztones hicieron una versión más pantanosa y lisérgica, como de cine de terror de serie B.

Los poderosos Uriah Heep hicieron varias piezas de tono ocultista, e incluso uno de sus grandes discos se titula ‘Demons & wizards’, demonios y magos, pero suele tratarse de brujos buenos, como en ‘The wizard’, que pretende “ayudar a la gente a ser feliz”. Incluso los históricos Cream también se apuntaron a unos traguitos de poción mágica, ‘Strange brew’, una canción que, con aires sicodélicos, trata de una “bruja de problemas en azul eléctrico…, una especie de demonio mensajero en la chimenea”.

Sí, la figura de la bruja y su facilidad para seducir ha fascinado a quienes escriben canciones desde hace décadas. Y Halloween es noche de brujas.


CARLOS DEL RIEGO