domingo, 28 de junio de 2015

DEVO Y TALKING HEADS: ÚNICOS EN SU ESPECIE Si se trata de encontrar similitudes, influencias o afinidades, resultaría muy difícil encontrar bandas de pop y rock que no tuvieran algo que, manifiestamente, recordara a otros. Los estadounidenses Devo y Talking Heads son la excepción.

Pocos grupos han sorprendido y divertido tanto como Devo
Hasta los nombres más iconográficos, e incluso los precursores, tienen tonalidades, texturas, matices, tics que traen a la memoria aquello que hizo aquel antes. A pesar de ello, hay momentos especiales en que se dan las circunstancias para que surjan propuestas artísticas que apenas tienen que ver con lo hecho anteriormente; uno de esos momentos se produce cuando, a mediados de los setenta del siglo pasado, se produce la visión rupturista con que el punk asaltó la escena musical: cuestionándolo todo y demostrando que lo importante (en esto de la música rock) es tener algo diferente y novedoso que decir, aunque sea autodestructivo y ejecutado con más ilusión que técnica. Después de esa especie de purga que tan bien le vino a la parte artística y a la parte industrial (con la llegada de los sellos y producciones independientes y ajenas a las multinacionales), aparecieron nombres con planteamientos verdaderamente originales, insólitos en algunos casos y, excepcionalmente, absolutamente únicos, objetivamente incomparables.



Dos grupos estadounidenses caben perfectamente en la denominación de solitarios en su especie: Devo y Talking Heads. Así, ¿qué otras bandas se parecen a éstas?, o ¿a qué otras recuerdan tanto los de Akron como los de Nueva York? Por mucho que se piense o se recurra a las enciclopedias, es imposible encontrar semejanzas, puesto que ambas muestran unas formas inéditas e imposibles de imitar. Cierto que muchas otras formaciones poseen caracteres que los hacen fácilmente identificables, sin embargo, la singularidad de estas dos no se limita a características, sino que sus rasgos extraños, disparatados a veces, funcionan excepcionalmente bien, hasta el punto de que consiguieron piezas con un indudable éxito comercial.

Ambas inician su andadura hacia el 73-74 y hacen su primera apuesta discográfica en 1977 para, tras tres lustros y unas obras absolutamente singulares, retirarse del juego al ver la evidencia: han agotado sus mejores bazas y una retirada a tiempo garantiza un buen recuerdo; a pesar de todo, Devo no se resistieron a volver a la partida aun cuando el ‘casco-tiesto’ con que se tocaban en sus años de gloria ya no tenía la misma gracia. También coinciden en ser frutos de la incontenible ‘nueva ola’ estadounidense y en que, antes o después, fueron producidos por el fantasioso, iluminado, Brian Eno.


El punk estaba en plena ebullición cuando Devo (en algún momento pensaron que el hombre iba a hacia una ‘de-evolución’) ponen patas arriba el mundo del rock, incluyendo algunos de sus cánones más dogmáticos, con sus primeros pasos discográficos, sobre todo con esa extravagante pero atractiva versión del ‘Satisfaction’ de los Rolling Stones, una visión irreverente, caprichosa, cortante, divertida…, algo sólo al alcance de auténticos chalados. La primera vez que se escuchaba resultaba como una inesperada ducha de agua helada, de modo que tras una profunda primera impresión, el oyente la amaba o la odiaba para siempre, no había otra posibilidad. Pero es que aquel primer single de tres canciones incluía la atrevida ‘Mongoloid’, tema que habla de alguien que tiene síndrome de Down pero lleva una vida absolutamente normal; por ésta y por otras de sus particularidades, Devo también fue conocido como ‘El increíble combo de mongólicos mutantes de Akron’, apelativo que hoy sería considerado insultante y ofensivo. Luego editaron discos y piezas fantásticas y de difícil clasificación (‘Whip it’, ‘Girl U want’, ‘Going under’, ‘Time out for fun’), canciones que, en conjunto, muestran un sonido imposible, con influencias de todas partes, como si hubieran nacido en un cruce de mil caminos y hubieran tomado algo de cada uno para, finalmente, construirse uno nuevo. Han pasado décadas y muchos de sus títulos siguen dejando descolocado al que se acerca a ellos descuidado.

Talking Heads también eran carne de cruce, mestizos hasta el infinito. De hecho ¿qué género musical no aparece antes o después, en mayor o menor medida, en alguna de las producciones de las Cabezas Parlantes?, y a la vez, ¿alguna banda anterior o posterior presenta afinidades significativas? Para encontrar respuesta a estas preguntas y para volverse incondicional perpetuo del grupo hay que ver la película ‘Stop making sense’ que, dirigida por Jonathan Demme, muestra uno de sus conciertos. Ya su primer disco mostraba algo así como una locura controlada, perfectamente reflejada en temas como el inquietante ‘Psycho killer’ (de la que un grupo de ‘locos’ hizo una parodia titulada ‘Psycho chicken’); luego llegaron otros temas tan infrecuentes como el tremendo ‘Burning down the house’, el delirante ‘Blind’ y, por supuesto, todo el álbum Remain in light’ (1980) que incluye la inclasificable, la extraña, misteriosa y hechicera ‘Once in a life time’. ¿Las letras?, tan delirantes como las construcciones de las canciones; el propio David Byrne (artífice de casi todo) señaló que sus textos son surrealistas, oníricos, puesto que “vivimos medio despiertos y medio con piloto automático”. Sea como sea, bien puede asegurarse que en la historia del rock no hay nada que pueda compararse con Talking Heads.

Se trata, en fin, de dos ideas artísticas sumamente creativas, muy originales y, sin duda, hijas de su tiempo, de aquel momento en que la música rock se vio libre de los corsés y los prejuicios.   


CARLOS DEL RIEGO

jueves, 25 de junio de 2015

JUEGOS OLÍMPICOS TOKIO 2020: HACIA LA GROSERÍA Y LA VULGARIZACIÓN Los estamentos deportivos internacionales están señalados, acosados por casos sangrantes de corrupción. Tal vez como huida hacia delante, el COI anuncia la aparición en los Juegos de modalidades como los bolos o juegos de cartas.

Por increíble y descorazonador que resulte, este podría ser un escenario olímpico
Quienes tienen los Juegos Olímpicos como esencia pura del deporte, pero también como sublimación del ‘más rápido, más alto, más fuerte’, estarán aterrados ante las amenazas del Comité Olímpico Internacional, las de la organización de los Juegos de Japón 2020 y, en general, las de todos los que presiden cualquier disciplina federada; la razón es que están proponiendo para integrarse al programa olímpico actividades disparatadas y lejanas a lo que ha de ser un deporte y, evidentemente, a años luz de lo que debe ser un deporte olímpico. Todos esos comités (donde, seguro, menudea la corrupción) están dispuestos a convertir los Juegos Olímpicos en algo así como un revoltijo de festival, feria, verbena o romería. ¡Si el barón de Coubertin viera lo que unos cuantos cretinos codiciosos han hecho con ‘sus’ juegos!

La cosa es para echarse a temblar, puesto que ya están reconocidos por el COI ‘deportes’ como el soga-tira, la orientación, bolos (incluso modalidad sobre hierba), floorball (que es como el hockey pero con la bola y los sticks de plástico), el frisbee (sí, eso de tirar y recoger un disco de plástico), el sumo (lo de los gordos japoneses que se empujan) y una especie de kung-fu, también el raquetball (que es casi idéntico al squash), el netball (sucedáneo del baloncesto pero sin tableros), el korfball (muy parecido al anterior), el surf, el golf y, entre otras, ¡el ‘bridge’!, sí, el juego de cartas. Que actividades respetables pero que no son deporte (como la natación sincronizada, la gimnasia rítmica y el patinaje artístico) o deportes-sucedáneo (como el vóley playa) estén en el calendario olímpico ya es prostituir el espíritu de la milenaria reunión, pero que aquello otro aspire a formar parte de los Juegos (y con perspectivas de conseguirlo) es pura charlotada, bufonada surgida de mentes estrechas que ven los aros olímpicos como si fueran $ y €.
Realmente no sería la primera vez que los juegos caen en la indignidad. De hecho, Pierre de Fredy, el barón de Coubertin (quien los rescató a finales del siglo XIX después de casi dos milenios de olvido) se quejó amargamente de cosas como las que ahora pretenden estos mamarrachos que capitanea el presidente del COI, Tomas Bach, un extirador de esgrima alemán impregnado de política hasta el tuétano, lo que significa mentira y manipulación, deshonestidad, inmoralidad… El barón, ingenuo e idealista, dijo de los Juegos de París 1900: “Se han convertido en algo mezquino e indigno”, y de los organizadores: “No han comprendido lo que es el olimpismo”. Y cuando, cuatro años más tarde en San Luis (USA), se incorporaron especialidades como las ahora propuestas, clamó: “Esto es una farsa carnavalesca y ultrajante”. En fin, que si las cosas siguen por estos cauces, las amargas afirmaciones del visionario francés podrán aplicarse hoy con gran propiedad.

Si no hay quien pare los pies a esta horda dudosa, pronto sopesarán la posibilidad de incluir en la villa olímpica las carreras de sacos, futbolín, petanca o lucha de brazos (los pulsos, vamos), y también el monopoly, y ¿por qué no concurso de prestidigitación e ilusionismo?, e igualmente el tute (con sus diversas modalidades ‘cabrón’, cuarentaytres, subastao, ganapierde…) o el póker, y el ajedrez y las damas, ¿y quién votaría en contra de incorporar un concurso de mises?, ¿y qué hay de malo en el juego de la rana? Sólo faltan la cucaña, la carrera de cintas y el corro la patata… Lo único que se precisa es poner encima de la mesa el dinero necesario. 

Si los Juegos Olímpicos tienen encanto y atractivo es, más allá del hecho deportivo, por su halo mítico; sin embargo, con intenciones como aquellas, lo que hacen es arrebatarle solemnidad y tradición para convertirlo en festejo popular, romería, circo. Renuncian a la historia, al acervo legendario de los héroes del estadio (Nurmi, Thorpe, Owens, Zatopek, Blankers-Koen, Comaneci, Szewinska) y lo sustituyen por chabacanería, por vulgaridad, por juegos recreativos y de mesa, por ejercicios playeros y pasatiempos de día de campo. Puede cumplirse, por tanto, la profecía que hacen los jueces y senadores de ‘Astérix y los Juegos Olímpicos’ cuando afirman: “Nuestros juegos caerán en el ridículo… El estadio se llenará de atletas barrigones y achispados”; y no es esta una predicción disparatada, puesto que alguien como Homer Simpson podría quedar campeón en bolos. Lo peor es que para meter toda esta francachela expulsarán pruebas cargadas de solera; ya dejaron caer hace unos meses que el atletismo debería prescindir de los 200 metros.

El Comité Olímpico Internacional (al igual que otros organismos deportivos) está habitado por aprovechados y oportunistas, por palurdos y zoquetes, por gentes inmorales e ignorantes que confunden competición con deporte y que, como ha quedado demostrado, son capaces de todo sin la mínima vergüenza.

“¡Gente descomunal y soberbia!”, les increparía don Quijote.   
   

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 21 de junio de 2015

EL ROCK Y LOS HIMNOS NACIONALES Hace unos días los asistentes al sexto partido de la final de la liga de baloncesto de Estados Unidos, la NBA, aplaudieron estruendosamente al escuchar al locutor anunciar que el himno sería interpretado por los guitarristas del grupo Metallica.

Hetfield y Hammett, de Metallica, tocando el himno de Usa sin prejuicios
Así, de las poderosas guitarras  Kirk Hammett y James Hetfield surgió la enésima visión de las notas de ‘The Star-Spangled Banner’. ¿Alguien se imagina qué ocurriría aquí si un grupo de rock, pop o similar se presentara en un estadio o cancha para interpretar el himno de España antes de un evento deportivo? Difícilmente se le dejaría terminar y, sin duda, sería tachado de facha para los restos, quedaría marcado, y siempre se le tendría como ‘vendido al sistema estatal’ por una buena parte de la crítica, los músicos y el público. Es un prejuicio abundante en la sociedad española que tiene su reflejo en el mundillo del rock: bandera e himno son símbolos representativos de lo carca y, lógicamente, nadie quiere que se le tenga por tal.


En USA las cosas son distintas, con lo que, se tenga la ideología que se tenga, todos entienden que el país (y lo que lo identifica) está por encima, y esto ocurre en cualquier estado de la Unión, yanqui o sudista, o sea, ganador o perdedor en la Guerra de Secesión. Por eso, la lista de grupos de allí que han tocado con orgullo la partitura nacional es interminable. Cantantes y bandas de todo género, color o procedencia hicieron suyas esas notas con sinceridad y sin escrúpulos.

Si se echa mano de la memoria el primero que se recuerda es a Jimmy Hendrix y la caricaturesca y crítica visión del himno que hizo en el festival de Woodstock en 1969; además de ser de los primeros en hacer una interpretación libre, se tiene ésta como una dura crítica a la política exterior e interior de Estados Unidos. Antes que él, nada menos que el puertorriqueño José Feliciano le dio un toque más folk cuando lo tocó antes de la final de la liga de béisbol de 1968 en Detroit; al parecer al público le chocó una versión tan atrevida, tan libre. Quienes estuvieron en el ‘partido de las estrellas’ de la NBA de 1983 sostienen que Marvin Gaye convirtió el himno en una deliciosa melodía soul… También le dieron su particular barniz al canto estadounidense desde el guitarrista de Kiss, Ace Frehley, hasta la malograda Whitney Houston, pasando por Slash de Gun´s & Roses, Chad Smith de los Red Hot Chili Peppers, Steve Tyler de Aerosmith, Patti Labelle, el gran Smokey Robinson, la excelente Aretha Franklin, el chicano Santana (unos días antes que los de Metallica),

Evidentemente el himno español no se presta a vistosas armonías vocales a causa del pequeño contratiempo que supone carecer de letra. Por ello la presencia de algún músico para tocarlo sería en muy contadas ocasiones. Y seguro que habría quien estuviera dispuesto a ello incluso a sabiendas de que los talibanes del rock dispararían sus más ruidosos insultos. Y es que, como en todo colectivo o gremio, en esto del rock también hay quien no permite dudas, discrepancias o cambios; ejemplos de dogmatismo intolerante los sufrió Bob Dylan cuando apareció en un festival con guitarra eléctrica en lugar de una acústica (silbado por parte del público y despreciado por sus colegas), y también cuando empezó a escribir algo más que ‘canción protesta’ (Pete Seeger y Phil Ochs le llamaron de todo).

Los grupos ingleses son menos extrovertidos, a pesar de lo cual, no tuvieron problema en dejar constancia de su visión del ‘God sabe the Queen’ nombres tan significados como The Queen, que lo incluyeron como cierre del ‘Una noche en la ópera’, o The Beatles, que la tocaron de improviso en el famoso concierto de la azotea. 
    
En fin, que ya sea por convencimiento absolutista o por miedo al qué dirán, va a pasar mucho tiempo antes de que una banda española de rock, pop o similar se atreva con la Marcha Real antes de un evento deportivo.


CARLOS DEL RIEGO

jueves, 18 de junio de 2015

MODERNOS NAZIS LLEGAN A LOS AYUNTAMIENTOS Asombra comprobar cómo la misma retórica utilizada por los nazis en Alemania en 1940 es reproducida hoy, casi palabra por palabra, por los que irrumpen en los ayuntamientos. Hablan de matar, torturar, quemar, exterminar. Igual aquellos que estos

El diario nazi Der Angriff dice, abajo a la izquierda, Por los oprimidos, contra los explotadores. Este lema les 'legitimaba' para decir cualquier atrocidad 
El mismísimo Goebbels escribió ya en 1928 en ‘Der Angriff’: “Nos hacemos diputados para debilitar y eliminar la república de Weimar con su propio apoyo. Si la democracia es tan estúpida que para este menester nos facilita dietas y pases de libre circulación, es asunto suyo”. Declaración explícita de intenciones que hoy ejecutan muchos recién llegados a las instituciones.

“Hay que abatir esta peste mediante la muerte”, dijo Hitler en noviembre de 1940 refiriéndose a los homosexuales. Conceptos similares pueden leerse en los textos difundidos en las redes sociales por ciertos nuevos concejales; la única diferencia es el destinatario de sus iras, pero el resto es prácticamente idéntico. Por ello, puede deducirse que el que piensa y se manifiesta como nazi… 

Igualmente, en aquellos terribles días de la Segunda Guerra Mundial, los descerebrados de la cruz gamada querían terminar con “vidas sin valor”, “existencias superfluas”, “seres inferiores”, “raza venenosa”… mientras pensaban en judíos, gitanos, comunistas o discapacitados, que “deben ser exterminados”. Mediante los medios de comunicación fueron insistiendo, un día y otro y otro, hasta que no pocos alemanes vieron como cosa normal, como algo provechoso para Alemania que se materializara el exterminio. Apelativos muy parecidos utilizan ahora los que desearían eliminar a quienes no comulguen con el único pensamiento válido, que es, evidentemente, el que ellos dicen.

Tales cosas escriben hoy los que, teniendo un evidente pensamiento nazi, se presentan con un discurso pretendidamente progresista y renovador. Sólo así puede explicarse que se hagan chistes sobre los judíos (chascarrillos que ya corrían antaño por los ambientes nazis), o sobre discapacitados y víctimas en general. Los nazis despreciaban a judíos, homosexuales, gitanos…, y, por supuesto, comunistas. Hoy, los modernos nazis recién llegados a los ayuntamientos y sus fanáticos partidarios usan idéntica dialéctica y con tantos prejuicios, ya sean contra los judíos (igual que nazis) o contra quienes no piensen como ellos (y aquí entran desde las víctimas del terror nazi-etarra hasta las de la delincuencia común). Seguro que a alguno de sus sectarios simpatizantes ya se le ha ocurrido construir guetos y colocar una pegatina en el pecho de quienes ellos señalen como ‘exterminables’ (en lugar de una estrella de David podía ser una cruz). No entienden que aunque el sentido de su ira sea ideológicamente opuesto al de los nazis clásicos, su pensamiento e intenciones son idénticos; y, por si fuera poco, coinciden en el antisemitismo, punto en el que también se reúnen nazis y soviéticos.

Se defienden diciendo que sólo hacen humor negro, pero curiosamente no se hacen chistes sobre la infortunada Palestina o la sanguinaria Eta…, ¡y que no se le ocurra a nadie!, porque se le vendría encima la ira del pensamiento totalitario y envanecido que piensa, habla y actúa como un Goebbels cualquiera. Los nazis de antaño deseaban exterminar a todo el que no coincidiera con su idea. Los de hoy también. Aquellos querían ‘pureza racial’. Los de hoy ‘pureza ideológica’. Como Hitler. Como Stalin (pues también había leyes soviéticas contra judíos, homosexuales, disidentes…).

Asimismo, hay quien se ampara en la libertad de expresión para insultar y amenazar, justo lo mismo que los escritores y periodistas hacían en la prensa pronazi: el Völkischer Beobachter (El observador popular), que era el diario oficial del partido nazi (el NSDAP) y tenía al propio Hitler como accionista mayoritario; el Der Angriff (El ataque), que manifestaba su odio al sistema con un lenguaje agresivo, antisemita y antiparlamentario, y cuyo lema era “Por los oprimidos, contra los explotadores” (proclama que vale para todo); Das Schwarze Korps (El cuerpo negro o La facción negra) era el periódico de las SS, y en él se atacaba con enorme virulencia a la Iglesia Católica y a los masones, a los judíos y a los comunistas; Der Stürmer (El atacante), en el que se aseguraba que los judíos realizaban rituales con sangre de niños, y en él abundaba la propaganda anticatólica, antijudía y anticapitalista.

Todos ellos empleaban el mismo tono amenazante que el que hoy manejan muchos nuevos concejales y sus fanáticos, pues gritan, igual que aquellos, contra católicos, judíos y capitalistas. Unos amenazaban desde la ‘libertad de expresión’ y otros llevaban el dicho al hecho. Claro que, en realidad, por aquí también ha habido conatos de ‘acción directa’, como el protagonizado por alguno de los nuevos ediles que un día asaltaron una capilla insultando e intimidando (una mezquita ni se lo platean). 

Si algún día estas mentes tan obtusas como totalitarias alcanzan el poder, bien puede esperarse una nueva ‘noche de los cristales rotos’, tal vez no contra comercios de judíos (o también), pero sí contra sucursales bancarias, iglesias (otra vez) o sedes de partidos contrarios. Es lo que pasa cuando hay quien se siente posesor de la única verdad: se cree legitimado para hacer lo que se le ocurra. Exactamente así obraron los nazis.

Lo peor es que hay espectadores que se apuntan a lo de “está mal lo que esos dicen y hacen, pero…”. Igual que en aquella Alemania.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 14 de junio de 2015

MANIOBRAS MÚSICO-INDUSTRIALES EN LA AMBIGÜEDAD La nueva ocurrencia de la desorientada industria de la música consiste en publicar el mismo día y en todo el mundo todas las novedades discográficas. Es otra maniobra desesperada y ambigua de un sector que no quiere enterarse de lo que es.

El negocio de la música está desorientado, y por ello no deja de dar palos de ciego
El negocio de la música, o sea, su distribución y comercialización, sigue dando palos de ciego, desconcertado y dudoso; seguro que más de un ejecutivo añora aquellos años en que su único problema era la humilde cinta de casete. Ante la caída del soporte físico y los múltiples problemas de las ventas digitales (incluyendo probaturas tan torpes como la de regalar álbumes enteros), las discográficas han optado por fiar todo al márketing y ver qué trucos pueden sacarse de la manga los expertos en manipulación de masas. De este modo, éstos han pergeñado una estrategia basada en concentrar toda la novedad musical en un solo día, en lanzar a los mercados todo producto musical el viernes y solo el viernes; algo así ya lo viene haciendo la industria del cine desde hace años a pesar de que las cosas no experimentan mejoría.

Anuncia la asociación Promusicae que discográficas (multinacionales, independientes, subsidiarias y mediopensionistas), artistas y distribuidoras se han puesto de acuerdo en publicar todos a la vez. Así, han ideado un engendro llamado ‘New Music Fridays’, en español ‘Los viernes tu nueva música’, el cual busca que todo aficionado y/o comprador identifique los viernes con los nuevos lanzamientos discográficos (en soporte físico y por internet). Pretenden así que todos acudan como rebaño a la llamada de la pitanza, pues en eso convierten la creación musical, en un producto de consumo. Se trata, en fin, de una estratagema empresarial, industrial, algo típico de cualquier rama del comercio. Sin embargo, este tipo de recursos chocan con la insistencia de artistas, productores, promotores y distribuidores, que sostienen que lo suyo es cultura, no industria, y por ello exigen que se cargue su producto con impuestos culturales, no industriales. O sea, funcionan como negocio al usar sus tácticas, argucias y herramientas, pero se reivindican como guardianes de la cultura: se quedan a una carta u otra según convenga, o lo que es lo mismo, viven instalados en la ambigüedad. Más aún, aseguran las discográficas que han tomado esta decisión para que no haya aficionados que accedan al nuevo disco antes que otros, con lo que están dando a entender que lo único que persiguen es el beneficio del consumidor, ¿y qué es esto sino un truco propagandístico usado por todo tipo de firmas comerciales?; ¿no dicen éstas en los anuncios cosas como “cuidamos de usted”, o “su bienestar es nuestro único objetivo”, o “para nosotros su salud es lo primero”?

Además de ser una medida que procura esquivar la competencia, plantea posibles inconvenientes, como convertir los discos de la semana anterior en obras pasadas al volcarse los medios con lo novedoso, o como que quedarán perdidos en medio del mogollón la mayoría de los discos, sobre todo los editados con menos o sin publicidad.
De todos modos, resulta difícil creer (por más encuestas, consultas y estudios realizados) que presentando todos a la vez el nuevo producto se consiga mejorar ventas, pues si fuera así, otros sectores harían tal cosa; la experiencia del cine señala que se despachan más entradas cuando una peli tiene tirón entre el público, pero de ninguna manera porque se estrenen todas al mismo tiempo.

El negocio necesita entender que ya no valen los patrones que valían hasta ahora, y que lo que precisa es una fórmula diferente a los raídos e inútiles ganchos propagandísticos. El campo de internet es demasiado grande para ponerle puertas.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 10 de junio de 2015

HISPANOAMÉRICA: ÚNICO LUGAR DONDE TRIUNFÓ EL MESTIZAJE La presencia de Felipe González en Venezuela ha desenterrado tópicos históricos: colonialista, imperialista, conquistador… Sin embargo, la realidad es que sólo los españoles se mezclaron con los nativos sin el menor atisbo de racismo.

Los españoles, a diferencia de otros conquistadores, se mezclaron sin racismo con los indígenas americanos 
El expresidente de España Felipe GonzálezLos españoles, a diferencia de otros conquistadores, se mezclaron sin racismo con los indígenas americanos (1) ha sido descalificado, menospreciado, insultado incluso, por haber ido a Venezuela con el fin de ayudar como abogado a la defensa de varios políticos opositores, los cuales están arrestados o encarcelados por cuestionar al régimen; lo curioso es que, al comprobar que se le acosa y se le niega encontrarse con los presos, González no ha tenido más remedio que salir del país, pero el sátrapa Maduro aprovechó para gritar que lo que hace es huir. El asunto es que tanto desde allí como desde aquí se ha tachado al que fuera líder del Psoe de intervencionista y colonialista…, cuando su intención no era más que atender a unos acusados que, como cualquiera, tienen derecho a asistencia legal; otra cosa hubieran dicho esos que se creen en posesión de la única verdad si sus clientes hubieran estado en las cárceles de Estados Unidos; también es oportuno recordar que en 1977 Felipe González fue al Chile de Pinochet para interesarse por presos y encontrarse con sus familias: se le permitió entrar en la cárcel para visitar a los cautivos y, al terminar sus gestiones, se marchó sin problemas; meses después sus clientes fueron liberados.    

Al margen del sistema cuasitotalitario que el chavismo tiene montado en Venezuela, llaman la atención las descalificaciones con que personajes de partidos de izquierda españoles han señalado al expresidente, al que reprochan ir a América como si estuviera en la época de la colonización. En primer lugar hay que destacar que lo que España tuvo en América no fueron colonias, sino territorios incorporados a la corona, como bien claro lo dejó Isabel de Castilla en su testamento, en el que subrayó que los indígenas americanos debían ser tratados y considerados como cualquier otro súbdito de la corona de Castilla, como si fueran de Burgos o de Toledo, vamos (a ello hay que sumar las numerosas disposiciones legales de protección al indio que instituyó Carlos I). Pero la prueba más contundente de que los españoles no fueron a colonizar es precisamente el fenómeno del mestizaje.

El escritor mexicano Juan Miralles dejó escrito que “la mayor obra de arte de España en América es el mestizaje”, una afirmación absolutamente irrevocable. Casualmente, estos días ha aparecido en los medios noticias de la situación de marginamiento, arrinconamiento y exclusión social que sufren los aborígenes australianos. En ese sentido no será necesario recordar el estado prácticamente residual de los indios norteamericanos. Son dos casos de auténtico colonialismo, pues los que llegaron confinaron, ocultaron y discriminaron (cuando no exterminaron) a los que allí vivían.
Por el contrario, los españoles que atravesaron el océano en carabelas, naos y otras naves se mezclaron con los indígenas desde el primer momento: cuando llegó a las costas de Yucatán la expedición de Cortés (cuenta Bernal Díaz del Castillo), se encontraron con que algunos de los que lo habían precedido (con las de Hernández de Córdoba o Grijalva) se habían casado y tenido hijos con las nativas; y el propio Cortés no tuvo problema para reconocer al hijo que tuvo con la nahua Malinche, la cual se casó después con uno de sus hombres de confianza y tuvo otro mestizo.

Así, toda la América que va desde el río Grande hasta la Patagonia está habitada mayoritariamente por mestizos, por descendientes de español e indígena, fenómeno que no se da en ningún otro país o territorio conquistado por otros europeos. Nadie negará que el número de mestizos nacidos en Norteamérica de inglés y nativa tiende a cero (de hecho, los blanco-negro apenas se han empezado a dar en las últimas décadas) y que los sioux y similares van camino de la extinción. Igualmente sucede en Australia, donde la mezcla es prácticamente inexistente. Y se podría repasar lo sucedido en lugares como Sudáfrica, donde ingleses y holandeses se encargaron de impedir no sólo cualquier unión mestiza, sino de no tener el menor roce con negros; ningún inglés mantuvo contacto con indias en la India, ningún belga se acercó a las congoleñas, ningún francés a las argelinas… De hecho, el único sitio de todo el planeta en el que se ha producido mestizaje en cantidades significativas es en Hispanoamérica, territorio conquistado en otra época y en el que progresan las poblaciones nativas y donde la mezcla de razas y culturas se muestra más productiva.
En definitiva, Nicolás Maduro tiene ancestros hispanos y americanos, es decir, vive gracias a que un día un español carente de prejuicios raciales convivió con una americana. Por eso, si en lugar de los extremeños y castellanos hubieran llegado los ingleses, ni Maduro ni ningún otro mestizo estaría hoy aquí.  


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 7 de junio de 2015

CLÁSICOS DE PRIMERA HORA DEL ROCK & ROLL QUE SIGUEN JÓVENES El viaje del rock & roll dura ya alrededor de sesenta años. En este tiempo se han producido múltiples variantes, evoluciones, mestizajes…, sin embargo, apenas nacido el estilo, ya se definían recursos estilísticos que siguen estando presentes hoy.

The Coasters en 1959
De hecho, algunas de las canciones publicadas aun en los años cincuenta del siglo pasado bajo la recién estrenada etiqueta del r&rl, se rehacen una y otra vez con diferentes envoltorios y arreglos, y siempre funcionan. Y es así porque ya entonces esbozaron algunos de los recursos y arreglos que, con el tiempo, se han convertido en señas de identidad del estilo.

Tres muestras (que podrían ser treinta): la trepidante y vitalista ‘Sea cruise’ de Frankie Ford, la divertida ‘Charlie Brown’ de The Coasters, y la evocadora ‘Runnaway’ de Del Shannon. Aunque los más expertos las ubiquen inmediatamente, es fácil que los títulos y los artistas no sean reconocidos por el gran público, a pesar de lo cual, todo el que las escuche las reconocerá a los pocos compases.



Frankie Ford nació en 1939 en (aseguran los historiadores de esto) un barco que navegaba por el Mississippi. Apenas tenía 20 años cuando acertó a tomar el tema ‘Sea cruise’ de Huey ‘Piano’ Smith para subirse a ese nuevo barco del rock & roll. Lo curioso es que la compañía discográfica ya tenía la canción grabada por el autor, pero a alguien se le ocurrió quitar la voz de Smith y sustituirla por la de Ford manteniendo todo el acompañamiento musical (no sería descabellado que ese alguien pensara que como Smith era negro y Ford blanco…). El caso es que la cosa funcionó y Frankie vendió más de un millón de discos en 1959. La canción incluye recursos retóricos tan típicos del rock como la arrolladora sección de ritmo, la secuencia del bajo, el diálogo voz-saxo, las inflexiones y destemples vocales… Sorprende que algo tan atrevido y rompedor gustara tanto en una sociedad tan conservadora. El texto habla del nuevo ritmo que mueve sus zapatos, y de que no se puede parar de cantar blues.


The Coasters es un grupo que presenta un repertorio asombroso, repleto de enormes temas convertidos en clásicos atemporales; eso sí, sus títulos emblemáticos llevan el sello de una de las confluencias de compositores más lúcidas y creativas que jamás han existido en este negocio: Leiber y Stoller, cuyos éxitos han provocado la envidia de varias generaciones de autores; ellos son los creadores del juvenil y vitalista ‘Charlie Brown’, que el cuarteto de cantantes de rythm & blues y rock & roll The Coasters (casi todos ya muertos) llevó a la gloria a comienzos del 59. El tema se centra en algo tan propio del rock, tan tradicional y recurrente como es el ambiente de clase con estudiantes que reniegan del profe… No falta ni la voz que responde con tono grave ni el arreglo de saxo, entonces tan de moda.


Al inicio de los sesenta el rock & roll seguía en su primera etapa. Por eso, no le fue difícil adoptar nuevas formas, como demuestra el gran éxito que Del Shannon  escribió (junto al pianista Max Crook) en 1961, ‘Runnaway’, que se convirtió en un bombazo prácticamente desde su primera radiodifusión. La melodía es un tanto más comedida, más pop que rock, con un ambiente tan adolescente como la anterior y con tono enamoradizo; de hecho la letra habla de eso, de la chica que se escapa y el cantante se pregunta por qué. A destacar la novedad que suponía meter un solo de teclado en medio de la interpretación; además, el instrumento que suena es una invención del propio Crook, una especie de piano eléctrico, un antecedente del sintetizador. Es, en todo caso, una de esas partituras que cautivan, de esas que se instalan para siempre en la memoria y que invariablemente son reconocidas; y reconfortantes.

No se trata de comparar, pero sí que se puede uno preguntar cuántas de las canciones que han alcanzado la cima del éxito en los últimos veinte años perdurarán y seguirán sonando pasados otros cuarenta… Aquellas tres siguen vivas, pues destilan optimismo juvenil a pesar de que van camino de convertirse en sexagenarias.   
             

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 3 de junio de 2015

VERIFICACIÓN DE SEXO FEMENINO EN EL DEPORTE No ha gustado ni a las deportistas ni a las feministas más combativas y reivindicativas que la federación de fútbol exija a las mujeres que demuestren su condición; sin embargo, es evidente lo necesario de tal requisito.

La sudafricana Semenya se sometió a prueba de sexo, y aunque no se dijo nada del resultado se le permitió seguir compitiendo como chica

El ámbito deportivo está siendo importante fuente de noticias de alcance internacional, pero no precisamente por lo ocurrido en los terrenos de juego. Así, la dimisión del presidente del fútbol mundial (Blatter) acosado por los casos de corrupción, o el bochornoso espectáculo vivido en la final de la Copa del Rey de Fútbol. Del mismo modo, acaba de saberse que las jugadoras que tomen parte en el próximo Mundial de Fútbol femenino (a partir del 6-VI-15) deberán someterse a una verificación de sexo, es decir, han de demostrar que son mujeres. No ha gustado nada el anuncio de la medida, sobre todo a las feministas que buscan guerra, sin embargo, las deportistas se lo han tomado con menos rabia y más humor.

Al morir violentamente se hizo autopsia a Stanislawa, comprobándose que la campeona olímpica tenía genitales masculinos

La federación de fútbol exige que ellas presenten características sexuales femeninas secundarias (pechos, caderas, musculatura…), que tengan los niveles de testosterona correctos e incluso que sean examinadas por el ginecólogo. Muchas personas han reaccionado contra este “atentado contra la dignidad” y clamado contra esta “humillación y violación de la privacidad”. De este modo, quienes se posicionan en contra del requisito señalan que la identidad sexual la demuestra la trayectoria, es decir, si la mujer ha participado en competiciones femeninas desde sus inicios, no tiene por qué demostrar que es mujer, pues es toda su vida deportiva la que lo acredita (también hay quien afirma que la identidad sexual es la que cada uno escoja, pero este razonamiento no vale en las pistas); otros apuntan que no se puede decir que esto del sexo sea matemático, o sea, que no es o blanco o negro, sin embargo, no se puede discutir que hay que poner una frontera. De todos modos, no ha de verse como afrenta requerir un examen a deportistas como la atleta Caster Semenia o la futbolista Eun Sun, ya que el aspecto de ambas no es lo que se dice muy femenino; sea como sea, la regla dice que si una rival exige la prueba, ésta ha de hacerse. Curiosamente, hace unas décadas eran las propias deportistas las que pedían pruebas de sexo más estrictas, sobre todo cuando se trataba de atletas o nadadoras de más allá del ‘telón de acero’. En cualquier caso lo que se persigue es la trampa y, por tanto, proteger a las que compiten limpiamente.

El asunto, en realidad, viene de antaño, pues en la historia del deporte en general y de los Juegos Olímpicos en particular se han dado casos comprobados de tipos que han competido en categoría femenina. La mujer debuta en los juegos en Londres 1908 (fueron 36 las primeras olímpicas), pero unos años más tarde el activismo feminista exigía más y más, tanto que en Amberes 1920 les parecieron muy pocas las participantes (ninguna en atletismo), así que organizaron unos juegos exclusivamente femeninos el año siguiente en Montecarlo (con escasa participación), y luego otros campeonatos sólo para chicas; finalmente (y afortunadamente) en Amsterdam 1928 se abren todas las puertas. Desde entonces, las deportistas olímpicas han protagonizado algunas de las más bellas y asombrosas gestas deportivas y humanas.  
  
Casi desde el primer momento se producen casos sospechosos. El más conocido es el de la polaca Stanislawa Walasiewicz, que ganó los 100 lisos en Los Ángeles 1932 (en su vida deportiva batió infinidad de récords); tal era su superioridad que los polacos decían que sólo un hombre podría ganarla, pero fue derrotada en Berlín 1936, cuando la estadounidense Helen Stephens la superó; acusada ésta de ser chico, se presentó ante los jueces y se desnudó…, quedando demostrada su feminidad. Pero lo sorprendente es que al morir Stanislawa asesinada en 1980 y practicársele la autopsia, se comprobó que tenía órganos genitales masculinos, aunque no era exactamente hombre: presentaba cierto hermafroditismo, pero era más macho que otra cosa. También es paradigmático el caso de Mary Louise Weston, que participó en aquellos juegos femeninos en 1926, pero luego se convirtió en Mark, se casó con Alberta Matilda ¡y tuvo hijos! La alemana Dora Ratjean participó en Berlín 36; llamaba la atención su voz profunda y el hecho de que no quisiera compartir ducha…, luego se supo que se llamaba Hermann y era un tío con toda la barba. La coreana Sin Kim se retiró en 1966, justo cuando se impusieron pruebas de sexo. Las deportistas de la extinta DDR y otros países de la órbita soviética anterior a la caída del Muro de Berlín asombraron durante décadas por sus resultados…, pero también por la casi certeza de dopaje y porque algunas de ‘ellas’ presentaban sospechosas características físicas masculinizantes; así la soviética Irina Press o la checa Jarmila Kratochvilova.   

Cuestión peliaguda es que no quede claro el sexo de personas que, física y sicológicamente, no saben muy bien a qué carta quedarse. Lo mejor sería comprobar los cromosomas desde que se llega a la competición federada y así se tendría una evidencia para siempre. A pesar de ello, aunque sea excepcionalmente, se han comprobado casos de hermafroditismo, resultando de lo más curioso el hecho invariable de que, puestos/as a elegir, optan por competir como chicas.

Ante esta cuestión empiezan a surgir opiniones favorables a la unificación total, a la igualdad absoluta: que todos, todas y todos/as, sean lo que sean, disputen la misma prueba o competición, sin distinción ni separación por sexos. Si esto se produjera (algo que no sería del todo justo), seguro que las feministas más iracundas rechazarían tanta equiparación, tanta igualdad.


CARLOS DEL RIEGO