domingo, 29 de marzo de 2015

LA ETERNA LEYENDA DE LA MUERTE DE PAUL McCARTNEY La supuesta muerte del ex-beatle y la existencia de una conspiración de silencio y encubrimiento regresa periódicamente para regocijo de quienes están convencidos de que una mano negra esconde sistemáticamente la verdad

Una de las bases del bulo parte de que Paul apareciera descalzo
 en la famosa portada
Las teorías conspirativas tienen un gran atractivo, entre otras cosas porque creerlas, propagarlas y defenderlas equivale a decir: “a mí no me la pegan, yo sé toda la verdad”, con lo que el defensor de la conspiración puede pasar (sobre todo ante sí mismo) por alguien que está en el ajo, que conoce más allá de lo que se cuenta en la prensa, y que a diferencia de la mayoría de los mortales, él no vive engañado. En realidad cualquier suceso de alcance nacional o internacional (accidente, catástrofe, atentado…) despertará inevitablemente la desconfianza de algunos, que no se creerán jamás la versión oficial. De este modo, siempre hay quien ve tramas y conjuras por aquí y por allá, complots  y maquinaciones oscuras por acá y acullá; en realidad, creen, todo es trampa y manipulación, todo; y no les importa que las pruebas demuestren una cosa si ellos están convencidos de otra: “son falsas, prefabricadas”, dicen entonces. En fin, que los conspiranoicos creen estar en posesión de la verdad a despecho de evidencias.

Algunas de esas teorías se han convertido en lo que se conoce como leyenda urbana, la cual suele regresar antes o después, pero jamás deja de tener sus defensores y creyentes. Una de las más duraderas es la que alude a la muerte de Paul McCartney en el año 1966; según la misma, al año siguiente el bajista fue sustituido por otro músico de parecido asombroso. Ahora vuelve con fuerza dicha conjetura, pues un diario mexicano afirma que tal cosa se ha asegurado en Wikileaks (que a su vez lo ha negado rotundamente) y que Scotland Yard tiene un documento secreto que demuestra el accidente y muerte del beatle zurdo; igualmente no pocos están convencidos de que existe una grabación (escondida bajo siete llaves, claro) con la voz de Lennon lamentando el deceso, e incluso hay quien afirma que se notan los cambios en la cara, en la voz, en los gestos. Y a todo ello se añaden las pistas, indicios e incluso pruebas que dejaron sus compañeros en fotos, portadas y letras, sin que falte lo de escuchar un tema al revés en el que se escucha… lo que uno esté dispuesto a escuchar (se han hecho experimentos y el oyente oye lo que se le dice, y si no se le dice nada no escucha nada). En fin, o los policías, notarios y médicos, los demás beatles, productores e ingenieros, sus mujeres, familiares y amigos…, estaban todos en la conjura y han sabido guardar a la perfección tan enorme encubrimiento cinco décadas después, o simplemente nadie se dio cuenta del cambiazo; lo cierto es que resulta muy difícil creer tanto una cosa como la otra.   

Sin embargo, a pesar del transcurso del tiempo, los convencidos no desmayan en su intento de esclarecer el ‘secreto’, analizan y buscan diferencias entre el Paul de antes del 66 y el de después, y como quiera que quien busca algo de lo que ya está totalmente convencido creerá encontrarlo a cada paso, ya está el combustible listo para encender nuevamente la llama de la confabulación. Si a ello se añade el irresistible tirón de The Beatles (baste recordar que su recopilatorio ‘1’, editado en 2000, sigue vendiendo a razón de 1000 copias semanales desde hace 700 semanas), está asegurada la repercusión de cualquier cosa que con ellos tenga relación.

Pero lo cierto es que, dejando a un lado lo difícil de construir una mentira así y mantenerla ‘per sécula seculorum’, de fabricar algo así como un doble prácticamente exacto y de que éste sea además zurdo (o que aprenda a tocar como tal), dejando a un lado cualquier otra consideración, la prueba definitiva de que Paul es el Paul de siempre está precisamente en su trabajo, en sus canciones. El músico que antes de 1966 escribió melodías irrepetibles e inolvidables siguió haciéndolo después de ese año (contra esto los partidarios de la conspiración suelen decir que todo lo hacía Lennon, que permitía que el falso Paul figurara como compositor; además, hay quien asegura que aquel fue asesinado porque iba a revelar todo el tinglado…, ¡uf!). Es inútil citar títulos, pues cualquier puede revisar en el acto lo firmado por Paul antes y después para comprobar que eso no está al alcance de cualquiera. Además, las creaciones de Lennon después de Beatles, a pesar de piezas magistrales, en conjunto son inferiores a las que hizo con McCartney. Este es el principal e irrefutable argumento para desmontar el bulo en cuestión.  

En todo caso, algo que queda absolutamente demostrado es la pervivencia de este mágico cuarteto, puesto que magia es que después de escuchar sus canciones miles y miles de veces a lo largo de varias décadas resulte imposible no cantarlas o tararearlas cuando suenan en el autobús, en el súper o en la radio. Si un impostor logró tal cosa ha de ser el impostor más auténtico de la historia.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 25 de marzo de 2015

¿FUE EL ‘GLORIOSO’ EJÉRCITO ROJO EL ARTÍFICE DEL TRIUNFO EN LA II GUERRA MUNDIAL? A primeros de mayo del corriente 2015 se cumplen setenta años de la derrota alemana en la II GM; los rusos se la atribuyeron casi en exclusiva e incluso hoy muchos de sus simpatizantes así lo dicen, y llegan a afirmar que sus ejércitos fueron ‘gloriosos’

Niños en bici con lanzagranadas van a enfrentarse a los ejércitos soviéticos
El último episodio de la pavorosa tragedia ideada y ejecutada por los nazis fue la denominada Batalla de Berlín, que tuvo lugar durante la segunda mitad de abril de ese año. Como es sabido, Stalin quería que sus tropas fueran las que antes llegaran a la capital germana: deseaba a toda costa que el Ejército Rojo se apuntara esa victoria simbólica; además, el georgiano exigía que el fin del nazismo coincidiera con el 1 de mayo, Día de los Trabajadores; este empeño supuso la muerte innecesaria de miles y miles de soldados. Aún hoy existe la opinión de que fueron los ejércitos soviéticos los verdaderos y casi únicos artífices de la victoria, los que realmente inclinaron la balanza hacia el lado de los aliados. Es más, hay quien califica a las tropas estalinistas como ‘glorioso y heroico ejército’. Sin embargo, las cosas no son así.
Soldado ruso arrebata su bici a una berlinesa sin el menor reparo, sin esconderse
Para empezar, el imparable avance soviético en los últimos meses de la guerra fue enormemente facilitado por la tremenda escasez de munición, combustible, armamento, vehículos, pertrechos y suministros de todo tipo que padecían la Whermacht, las Waffen SS y demás fuerzas alemanas. Esas carencias eran insuperables: en aquellas últimas semanas cada cañón alemán sólo disponía de dos proyectiles por día, apenas había combustible, no se podían reponer blindados, artillería pesada, aviones, transportes, vehículos... Tal escasez se debía al constante, sistemático y eficacísimo bombardeo llevado a cabo por la aviación inglesa y estadounidense, que destruyó fábricas de armamento pesado y ligero e instalaciones industriales de todo tipo, refinerías, depósitos, almacenes y, en fin, cualquier construcción relacionada con la maquinaria bélica nazi. De este modo, el Ejército Rojo pudo avanzar muy deprisa y sin la resistencia que cabía esperar. Por otro lado, conforme a la Ley de Préstamo y Arriendo, Estados Unidos abasteció a la URSS (y a las otras potencias aliadas) con ingentes cantidades de equipo y maquinaria de guerra; por ejemplo, el avance soviético se llevó a cabo en vehículos Studebaker, Dodge y Chevrolet. En resumen, con la Wehrmacht apoyada por el poderío industrial germánico las cosas hubieran sido distintas, la guerra se hubiera alargado y las bajas multiplicado.  

En cuanto a lo de ‘glorioso y heroico’ ejército, también se pueden presentar abundantes objeciones. Muchos soldados rusos, bielorrusos, ucranianos, georgianos… escribieron a sus familias desde el frente, contando en sus misivas que gran parte del día estaban ebrios (el vodka formaba parte de la ración del soldado, y cada vez que llegaban a una población lo primero que hacían era buscar alcohol). Las tremendas cogorzas de la soldadesca provocaron todo tipo de calamidades; así, muchos conductores borrachos provocaron numerosos accidentes con muertos, incluyendo un general; hay que tener en cuenta que hubo que transportar tropas por cientos de miles, y con beodos al volante… Asimismo tampoco se puede decir que el saqueo brutal y destructivo sea algo glorioso, y fue de tal magnitud en ciudades y aldeas, casas, hospitales o cuadras, que hubo quien envió a su casa de la estepa rusa lunas de ventanas y escaparates, es más, durante los últimos días de la guerra vagaban por entre los escombros de Berlín niños ucranianos y rusos tratando de hacerse con cualquier despojo. Peor fueron las violaciones masivas, colectivas, despiadadas e indiscriminadas, y no sólo contra las alemanas (‘acontecimientos extraordinarios’ o ‘fenómenos vergonzosos’ eran eufemismos usados por el NKVD). Los episodios documentados son interminables: niñas y ancianas, embarazadas o monjas fueron atrozmente violadas. Cuentan testigos que en aquel Berlín no había ni una sola ventana con cristales, pues todos estaban reventados por bombas y tiroteos, y por eso las noches eran aterradoras, ya que en todas partes se escuchaban los gritos desesperados, escalofriantes, de las mujeres que estaban siendo violadas por grupos grandes y pequeños de borrachos con uniforme (algunas se entregaban al primero de ellos prometiendo convertirse en su amante a cambio de defenderla de los otros). Además, empapados en alcohol, no se detenían en nacionalidades: muchas mujeres liberadas de campos de concentración fueron atrozmente violadas a pesar de que gritaban “¡soy judía!, ¡soy polaca!, ¡soy francesa1” e incluso “¡soy rusa!”; una de éstas, Klavdia Malashenko, declaró a Tsygankov, subjefe del departamento político del 1º frente ucraniano: “Esto no es una liberación, nos tratan de modo terrible y nos hacen cosas espantosas”. En el llamado ‘Balcón del Báltico’ (Pomerania y Prusia Oriental) una comisión de médicos calculó que fueron violadas más de un millón de mujeres, muchas en grupo (una desdichada fue forzada por 23 soldados, uno tras otro); el diez por cien murió a causa de las heridas. No es este un ejemplo de ejército glorioso.     

Lo que sí es cierto es que los soviéticos sufrieron más bajas que ninguno de los países aliados, dato al que contribuyó el camarada Stalin, para quien lo único importante eran los objetivos, no los medios, las pérdidas o las bajas. Significativo fue el empeño en enfrentar a sus generales y mariscales (Zhukov, Konev, Rokossovsky) para que compitieran por llegar antes al búnker de la cancillería y al Reichstag; como todos querían ser los primeros, algunos iniciaron avance sin avisar a sus ‘competidores’, de manera que fueron atacados por otras tropas soviéticas que los tomaron por alemanes…        

Es interesante, y de gran valor histórico, la obsesión que tenían en Moscú por los informes; no había compañía, batallón, regimiento o cuerpo de ejército que no contara con sus correspondientes comisarios políticos, los cuales tenían obligación de enviar regularmente informes precisos y exhaustivos de todo lo que ocurriera o se dijera. Por eso, en los infinitos archivos existentes en Rusia hay montañas de documentos en los que encontrar incalculable y valiosísima información; al caer el Muro de Berlín, parte de esos archivos ha sido abierta a historiadores e investigadores de todo el mundo, los cuales van divulgando apasionantes y horrorosos hallazgos.

Atrocidades nazis no justifican atrocidades soviéticas. Y ninguno de sus ejércitos fue ni glorioso ni heroico.


 CARLOS DEL RIEGO

domingo, 22 de marzo de 2015

ESPERPENTOS EN EL ESCENARIO Todos los que asisten o asistieron a conciertos de rock recordarán barrabasadas y disparates que, perpetrados desde el escenario, no estaban previstos y tenían poco que ver con la música. Dr. Feelgood, Damned, Revillos y Chuck Berry protagonizan estos.

Gypie Mayo (de pie en el centro) trasegaba de lo lindo, tanto como para
no poder tocar
Hay veces que los artistas ofrecen espectáculos muy diferentes a los esperados, puesto que cualquiera que se sube a un escenario corre el riesgo de quedar mal, de resultar involuntariamente irrisorio, de defraudar a los incondicionales. De hecho, seguro que no hay músico de rock que no haya pensado alguna vez eso de ‘tierra trágame’. Aquí van cuatro incidentes, recuerdos de primera mano que, según se miren, pueden resultar cómicos, esperpénticos, dramáticos.  

Chuck Berry explicando por qué no quería tocar
Los sudorosos y etílicos Dr. Feelgood tocaban en Gijón; serían los primeros ochenta y la cosa era en una plaza de toros o estadio de fútbol. Un ratito después de la hora en que Lee Brilleux y sus compinches tenían que empezar, se anuncia que antes saldrá un grupo de ¡zíngaros que iban a hacer el número de la cabra! En principio la cosa resultó graciosa para el público, que se divirtió de lo lindo e hizo no pocas chanzas con el cáprido subiendo por una escalera al ritmo de tambor y trompetilla, pero después de un par de ‘performances’ de los gitanos y su bestezuela, el personal empezó a mosquearse, luego a silbar, abuchear y gritar amenazadoramente. En esto, se apagan las luces y salen los músicos. Desde el principio se ve que algo no funciona: el guitarrista, Gypie Mayo tenía tal curda que era incapaz de sostenerse en pie, de modo que el mencionado cantante Lee Brilleux le sujetaba y animaba, “¡C´mon Gypie!”; pero el guitarrista, con su eterna cara de recién levantado de la cama, estaba tan borracho que hasta la púa se le iba de los dedos. Ante la imposibilidad de seguir, se fueron de escena en medio de un escándalo más que notable. Los irritadísimos espectadores se encaramaron entonces al escenario y empezaron a romper todo lo que encontraron. Después de unos minutos de rabia (no está claro si uniformados mediante o no) la gente enfiló la salida haciéndose bocas de todo lo sucedido en aquella inolvidable noche.    
  
El exceso etílico en escena no es inusual en esto del rock, aunque tampoco norma. La histórica sala madrileña Rock Ola fue (como es sabido) uno de los centros de la movida, del punk y la nueva ola; su escenario acogió centenares de conciertos de los máximos exponentes del rock nacional e internacional. Los británicos The Damned, excelente banda de la primera hornada punk que supieron evolucionar con inteligencia, tocaron allí hacia el 83-84; como en el caso anterior, uno de ellos, el batería Rat Scabies, manejaba algo más que las baquetas, de hecho, los palitos se le escapaban debido al licor trasegado previamente; así las cosas, empezaba la canción y a los pocos segundos sus compañeros paraban y se volvían hacia él, que a su vez también dejaba de pegar; después de dos o tres intentos se le acercaron y le dijeron algo, se dirigieron al público solicitando un minuto y, con la basca enfurecida, desaparecieron…, para volver muy poco después y con el batería en condiciones. El concierto transcurrió sin mayor incidente. ¿Le darían la poción mágica?, se maliciaba la concurrencia entre sonoras mofas.   

En la misma sala unos meses antes o después actuaron los escoceses Revillos. Algunos militantes del punk más destructivo tenían la asquerosa costumbre de escupir, de modo que los tipos con cresta de las primeras filas empezaron a lanzar sus horribles esputos hacia los cantantes y las coristas, que repentinamente se vieron literalmente chorreando. Paran y piden al público que deje de escupir, que en todo caso esa era una costumbre punk y ellos ya no lo son (lo habían sido cuando se llamaban Rezillos), que el punk ya está pasado, y que no envíen más salivazos o se van; tras la amenaza, “one, two, three” y la música vuelve a sonar…, y los escupitajos a volar. El grupo vuelve a parar y se retira; silbidos y gritos; unos minutos después regresan, suplican el cese del bombardeo y retoman los instrumentos. Nada más empezar, los dos cantantes reciben sendos impactos en el rostro, pero no se detienen, sólo retroceden y continúan. Un par de canciones más tarde debió terminarse la munición, puesto que la artillería cesó su ataque. El concierto terminó más o menos, pero sin bises, sin propina.

El imprescindible Chuck Berry ha estado varias veces en España y ha dado más de una espantada. Debía ser el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona, 1992, cuando se organizó en el campo de fútbol de León un superconcierto de rock & roll con nada menos que Jerry Lee Lewis, Bo Didley y Chuck Berry. El primero sufrió un infarto días antes y se cayó del cartel para disgusto de ‘rockers y rockabillys’, pero los otros dos merecían cualquier esfuerzo. Después de actuar Didley con su típica guitarra rectangular, debía subir a escena el viejo Chuck, pero la música de ambiente no dejaba de sonar. ¿Pasaba algo?, sí. El caso es que Berry tocaba exclusivamente con su amplificador de válvulas marca tal, pero resulta que, según explicaba él mismo al organizador, se le había estropeado; por fortuna, continuaba, él tenía uno de repuesto que gustosamente alquilaría a la organización por la módica cantidad de cinco de los grandes; el promotor se negó en redondo a pagar, añadiendo que nada se especificaba en el contrato sobre el asunto; el de Missouri se planta: “pues no toco”, dice mientras sujeta a una rubia vestida de leopardo, e incluso sube al escenario y trata de explicar al público qué está pasando, aunque la mayoría no se entera; “¿a no?, espera. ¡Pepe, vete a buscar a la Guardia Civil”, ordena el empresario. Minutos después aparecen los uniformes; Chuck Berry, uno de los inventores del rock & roll, el autor de tantos títulos inmortales, los vio, abrió mucho los ojos, tomó la guitarra y voló al escenario. Primero tocó el ‘Sweet Little sixteen’ y luego una buena parte de su colección; fue un gran concierto. Del incidente se deducen dos cosas: una que Chuck es tan pesetero como genio (tanta escasez debió pasar), y dos, que tiene verdadero pavor a cualquier roce con la ley (es gato escaldado).

Todo el que haya sido público tendrá en mente anécdotas, lances e incidentes similares.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 18 de marzo de 2015

VALENTIN LASARTE: VERGÜENZA, BURLA Y VILEZA La legislación y todo el aparato judicial españoles han vuelto a mostrar su flaqueza real y moral al excarcelar a un asesino confeso de siete personas en base a un interesado y, por tanto, falso arrepentimiento

Este desgraciado masacró vilmente a siete personas, les quitó cientos de años y sólo ha pagado con diecinueve
El perverso e inhumano Valentín Lasarte mató a siete personas mostrando un desprecio por la vida a la altura de las SS y el KGB (hubiera sido un destacado jefe de ambas), lo que significa que, matemáticamente, arrebató cientos de años de vida; sin embargo, la timorata y acomplejada legislación penal y sus ejecutores han consentido que matón tan abyecto sólo haya pagado con 19 años de su vida. Evidentemente no sólo no es un castigo proporcional, sino que es incuestionablemente injusto. Ha sido una vergüenza, una burla, una vileza.

Es una vergüenza que por cada asesinato Cobardín haya penado sólo con dos años y siete meses; recuérdese que el cutre de Luis Roldán pasó quince en la cárcel a pesar de que sus delitos fueron económicos (robó, vamos) y nunca hubo sangre, no mató a nadie. Es también vergonzoso que los políticos no hayan sido capaces de suprimir inmerecidos beneficios penitenciarios (¿alguien recuerda al Aznar presidente prometer que los terroristas se pudrirían en la cárcel?). Es vergonzante que algunos jueces (especialmente los de la Audiencia Nacional, que continuamente se están cubriendo de ‘gloria’) den continua impresión de estar siempre buscando resquicios legales para quitar un año, un mes de reclusión al asesino, cuando no exulparlo; ¿alguien recuerda alguna iniciativa o proposición favorable de la AN para con las víctimas y sus familiares, o una simple palabrita de apoyo o solidaridad? Vergüenza es que ciertos partidos políticos y colectivos varios (además de los amigos de los asesinos) siempre estén de parte del pistolero por defecto y, a la vez, increpen a las familias de los muertos por exigir que se cumpla el castigo íntegramente; sonrojante, indignante es que haya quien diga que pedir que el cumplimiento completo de la pena sea pedir venganza, cuando venganza sería pedir que lo fusilaran, que se le pagara con su misma moneda; pero nadie, si siquiera los padres de los muertos desean tal cosa, sólo piden que se cumpla la sentencia surgida del juicio.
Burla es que el tribunal sentencie a los cobardes fanáticos a cientos de años y, a causa de unos tragicómicos beneficios penitenciarios (hacer la cama quita un día de pena), dicha sentencia se queden en menos de veinte de reclusión real. Burla crudelísima es que esta hiena de dos patas viva y se encuentre a diario con los familiares de sus víctimas. Escarnio es que se diga que está arrepentido y, con esos años de privación de libertad, ya ha cumplido con los muertos y con la sociedad.  

Vileza pura es la que muestra el despreciable sujeto, que mató sin piedad ni remordimiento, guiado por el pensamiento nazi-fascista del que se cree que su verdad le permite hacer lo que sea (igual que todos los totalitarismos que en el mundo han sido). Vileza y cobardía en grado sumo demostró el tal cuando fue capturado. Vileza, hipocresía y cinismo expresó Cobardín cuando, para salir antes de  la cárcel, proclamó estar arrepentido en un descarado ejercicio de mendacidad y desvergüenza, ya que es incuestionable que tal arrepentimiento es falso, una máscara, una mentira; si fuera auténtico no tendría dudas a la hora de colaborar y contar lo que sepa sobre otros asesinatos, explicaría cómo y quiénes participaron en la preparación y ejecución, quién entregaba el dinero, quién decidía víctimas… La bajeza moral que ofrece este descerebrado es colosal, como, por ejemplo, la del secuestrador que proclama su arrepentimiento pero se niega a decir dónde está el secuestrado.

¿Cómo puede este individuo sentir algo por su familia sabiendo que él destrozó la de tantas? ¿Cómo, llegado el momento, explicará a su hijo que él mató a siete hijos, padres, hermanos, maridos? ¿Cómo reaccionará si un día el chaval vuelve del cole diciendo que otros niños le llaman hijo de asesino? ¿Recordará la imagen de la sangre saliendo de la cabeza de sus víctimas? ¿Sentirá algún remordimiento? Algún día tendrá que enfrentarse al horror que provocó.     

Pero peor aun es que este degenerado sea apoyado, comprendido y defendido casi incondicionalmente por algunas leyes y algunas personas.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 15 de marzo de 2015

LOS NÚMERO UNO EN USA DE LOS LÓPEZ Y LOS MARTÍNEZ No muchos, pero ha habido grandes del pop y el rock que, llamados Valenzuela, López, Martínez o Flores, alcanzaron el triunfo en Estados Unidos e hicieron su aportación a la causa



Ritchie Valens, Ricardo Valenzuela, sólo editó dos discos en vida y no había cumplido los 18 cuando murió en aquel avión
El país donde se inventó el rock & roll, Estados Unidos, siempre ha sido muy cerrado sobre sí mismo en este campo (en realidad en todos), es decir, es extremadamente reacio a admitir en sus listas de éxitos a artistas foráneos; algo parecido ha ocurrido en el otro foco primario de pop y rock, Inglaterra. Sí, los anglosajones son muy dados a embelesarse con su propio ombligo…, pero seguramente no más que lo que se hace en otros lugares, pues todos tienden a mirarse a sí mismos antes que a los demás; por otro lado, el rock angloparlante tiene por lo general mucha más enjundia que el que se crea en otros idiomas.



Dejando a un lado las producciones musicales que concebidas y realizadas en el resto del mundo lograron asomarse a los ‘charts’ de Usa, es evidente que no han sido excesivos los López y Martínez estadounidenses que se asentaron en tan competitivo negocio y, aunque fuera ocasionalmente, llegaran a lo más alto. En este sentido, el primer pensamiento lleva a nombres de auténtico peso en el universo musical estadounidense, como puedan ser Santana o Joan Báez, personajes que, con apellidos cien por cien españoles, han mantenido una dilatada y prestigiosa carrera artística en la que no han faltado deslumbrantes destellos; ¿y Jerry García, el líder de Grateful Dead, cuyo abuelo era de La Coruña? Pero además de esos personajes de alcance mundial, otros artistas de apellido ibérico consiguieron, puntualmente o con trayectoria más extensa, llamar la atención al público yanqui en este competitivo universo.         

Sin duda, el primer nombre castizo que escaló las listas hasta llegar arriba fue Ricardo Valenzuela, aunque para ello hubiera de modificarlo y dejarlo en Ritchie Valens. No hay aficionado a esto que no sepa que Valens, Buddy Holly y Big Bopper protagonizaron, muy a su pesar, ‘el día que murió la música’. Ni siquiera había cumplido los 18 cuando Ricardo y sus dos compañeros de infortunio (junto al piloto) perecieron en aquel avión en febrero de 1959 para, inmediatamente, pasar al firmamento de la leyenda; poco más de ocho meses había durado su carrera, pero tuvo tiempo de convertirse en pionero del rock & roll y el rockabilly, de dejar una pieza imprescindible del género, el ‘Come on, let´s go’, de crear una melodía maravillosa, ‘Donna’, y de convertir una tonada tradicional mejicana, ‘La bamba’, en todo un clásico de los primeros tiempos. En total, la discografía que el californiano publicó en vida fue de dos singles, pero fue uno de los que abrió la primera puerta del rock y, de paso, mostró las posibilidades de los hispánicos en Usa.     


Infinitamente más larga es la carrera de Trini López, pues comenzó en 1962, continúa actualmente y ha producido la friolera de 62 álbumes. Texano de Dallas (del barrio Little Mexico), Trinidad López siempre ha ido y venido del inglés al español sin el menor prejuicio, y de esta manera ha grabado clásicos que van desde ‘La bamba’ a ‘Bésame mucho’, y desde ‘If I had a hammer’ (número uno en medio mundo, 3 en Usa) hasta ‘This land is your land’, piezas esenciales en uno y otro idioma; así llevó al público estadounidense canciones cien por cien hispanas y viceversa. Fue el primer López que vendió un millón de discos. 

Del mismo lugar era Domingo Samudio (de hecho, éste y Trini llegaron a tocar en el mismo grupo), quien a mediados de los sesenta lanzó con su banda Sam the Sham & the Pharaohs una pieza emblemática que no ha dejado de sonar desde entonces, el inmortal ‘Wooly bully’, que en su momento llegó al número 2 de las listas Usa y que conoce desde entonces numerosísimas y muy variopintas versiones. A pesar de que continuó en el mundo del rock, Samudio jamás volvió a acercarse al éxito, por lo que unos quince años después (tras haberlo intentado con gigantes como Duanne Allman o Ry Cooder) abandonó definitivamente la música.


Enorme éxito alcanzó en la misma época el ‘96 tears’, clásico del garaje-rock que tocó número uno en el 66 y que, sin duda, eclipsó el resto de la producción de Question Mark & The Mysterians. Formado en Michigan, resulta chocante comprobar que el tema lo compuso Rudy Martínez y que el resto del grupo lo formaban tipos apellidados Lugo, Rodríguez, Balderrama (sic), Borjas… Al igual que el anterior, sólo gozaron del gran éxito con ese tema y, aunque lo intentaron varias veces (sobre todo Rudy), serán siempre asociados a esas ’96 lágrimas’, exclusivamente.      

Seguramente menos reconocimiento tiene el saxofonista Danny Flores, y ello a pesar de ser el autor y primer intérprete de uno de los más reconocibles instrumentales de todos los tiempos (aunque el original tiene letra), una tonada que escaló hasta el número 1 en Usa en 1958 y cuyo título es más grito que otra cosa: “¡Tequila!”. Curiosamente Flores grabó la canción para un sello discográfico teniendo contrato con otro, por lo que el disco lo firmó e interpretó bajo el seudónimo de Chuck Rio. La pieza tiene tanto encanto, tanto talento, que se adapta a cualquier género sin perder gracia.

Cierto que hubo alguno más (Los Lobos tienen su público), que otros llegados de fuera se dejaron notar en las listas Usa (Los Bravos con su ‘Black is black’), y cierto que hoy hay más López con buena estrella por allí, pero en el terreno del rock estos fueron los primeros y, por tanto, los que más mérito exhiben. De hecho, sus creaciones ya han superado el paso del tiempo.    


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 11 de marzo de 2015

INSULTOS Y SÍMBOLOS, FÚTBOL Y MANIPULACIÓN DE MASAS En los últimos años, cuando en la final de la Copa del Rey de fútbol se enfrentan el Athletic de Bilbao y el FC Barcelona, se produce, indefectiblemente, una bochornosa demostración de malísima educación que tiene su origen en la manipulación de masas

La libertad de expresión no está por encima del derecho a escuchar el himno
Tal suceso constituye una incomprensible e hipócrita incoherencia, ya que es a todas luces contradictorio que se tome parte en una competición y, a la vez, se la desprecie e insulte…, es una evidencia de esquizofrenia ciertamente digna de estudio. Sin embargo, la cosa tiene su lógica si se es consciente de la eficacia de la manipulación a que han sido sometidos los gritones, una de las armas más potentes que utilizan los poderosos, sobre todo en el terreno de la política.

Todos los que acuden a un estadio de fútbol para manifestar sus ideas políticas están, en primer lugar, fuera de lugar, ya que si se lleva la ideología como estandarte y a voces a todas partes, la convivencia sería poco menos que imposible (además, el primero que usó el deporte como arma política y de manipulación fue Hitler en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936). Así, si se acude a un evento deportivo con la intención de insultar símbolos, se está traspasando el límite de la libertad de expresión, ya que esta libertad estará pasando por encima del derecho de quienes tienen el ídem a escuchar su himno y a que sus emblemas y representaciones sean respetados.

Pues esa mala educación, imprescindible para vejar a quien no piensa igual, procede de la manipulación. Puede parecer innecesario, pero se antoja oportuno recordar cómo el gobierno de la Comunidad Autónoma de Cataluña viene propalando desde hace años, obstinada y metódicamente, su mantra antiespañol. Esa insistencia machacona y adoctrinadora, intencionada y subvencionada desde el poder, se ha llevado a cabo en todas la esferas de la sociedad; así en las escuelas, centros docentes y ámbitos universitarios, en los ambientes pretendidamente intelectuales y en los medios de comunicación, en los múltiples organismos creados ‘ad hoc’, en los clubes y organismos deportivos (desde infantiles a profesionales), ambientes culturales y artísticos, centros de trabajo, agrupaciones lúdicas y comunidades de vecinos. Lógicamente, en todos estos espacios de la sociedad, quien se aparte del dogma, quien no comulgue con la postura oficial y se atreva a discrepar, es tratado de facha, de traidor, y es señalado, aislado, condenado, insultado.
    
En realidad, es extremadamente difícil escapar a tan formidable bombardeo, el cual está omnipresente, es decir, no puede extrañar que gran parte de la población de Cataluña caiga en la trampa de la propaganda, es lógico (en Vascongadas sigue existiendo el poso nacionalista combativo y gritón, pero los dirigentes han caído en la cuenta de que, sin España, perderían los injustos privilegios económicos que tiene su región, así que tratan de disimular ante unos y ante otros). Sin embargo, gran parte de los catalanes separatistas defienden su postura negando que se pueda manipular a dos millones de personas: “¿todos estamos manipulados?”, suelen preguntar irónicamente cuando se les advierte de tal cosa. Pero el caso es que si se echa un vistazo a la historia reciente se comprueba que no es la primera vez que desde un gobierno se lleva a cabo un proceso de lavado de cerebro de tal intensidad, el cual permite cambiar la apreciación de la realidad hasta el punto de conseguir que la persona modifique radicalmente su pensamiento.

Salvando las infinitas distancias y sin que exista comparación posible, tal manipulación se llevó a cabo tanto en la Alemania nazi como en la Unión Soviética. El ‘Propagandareichsminister’ Joseph Goebbels puso en práctica un completo y sistemático programa de manipulación que abarcó todo: escuelas y universidades, prensa, radio y cine, calles y salas de conciertos, mercados, oficinas…, nadie escapaba a las odiosas salmodias nazis; de este modo, hablando de los judíos a la vez que se mostraban imágenes de ratas, el repugnante personaje consiguió que, de repente, los hebreos fueran vistos como ‘untermenschen’, subhumanos cuya eliminación estaba más que justificada; la eficacia de la actividad propagandística fue tal que, quienes vivían en perfecta armonía con sus vecinos sin tener en cuenta si eran rubios o judíos, pasaran a denunciarlos y señalarlos para su ‘conveniente tratamiento’. Por su parte, el adoctrinamiento comunista de la URSS llegaba también a todas partes; baste recordar que el NKVD (antecedente del KGB) tenía miles y miles de agentes obligados a informar sobre el grado del adiestramiento ideológico de la población, así como sobre los que no terminaban de ‘comprender’ y precisaban ser ‘reeducados’ (es típico de los regímenes totalitarios el uso de eufemismos); la propaganda estaba allí tan extendida que se daba por hecho el pensamiento único, de modo que sólo se buscaba a quien no fuera suficientemente fanático, ya que la doctrina oficial era como el aire: obligatoria y omnipresente.

Son dos casos absolutamente contrastados de manipulación de masas: en ambos fueron manipuladas poblaciones enteras, millones y millones de ciudadanos. Son dos ejemplos extremos, dos situaciones que, evidentemente, nada tienen que ver con los nacionalismos segregacionistas de los que se habla y sólo vienen a colación para demostrar cómo el adoctrinamiento termina por calar en las sociedades, sobre todo si se lleva a cabo con insistencia y en todos los estratos.

Los silbidos, la falta de respeto y la mala educación son consecuencias de esa manipulación a la que el gobierno catalán somete a los catalanes, a los que ha hecho creer mentiras de todo tipo: históricas, económicas, sociales…, algunas tan burdas y estrepitosas que incluso provocan risa lejos de Cataluña y del resto de España. Por su parte, los aficionados vascos insultan y pitan como consecuencia de una especie de odio inducido desde el poder y desde las cavernas nazionalistas-terroristas; así, la mayoría de esos vascos que pitan y abuchean, aplaudirán y vitorearán a los asesinos etarras en cualquier momento o lugar; sin embargo, llegará un día en que los vascongados se avergüencen de la Eta lo mismo que los alemanes se avergüenzan hoy de los nazis.     

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 8 de marzo de 2015

(GRUPOS DE) ¡CHICAS, CHICAS, CHICAS! Parodiando la película protagonizada por Elvis en 1962, parece oportuno en este Día revisar algunos de los grupos íntegramente femeninos más significados del pop y del rock. No hay que olvidar que ellas estaban ahí desde que la cosa se inventó

The Go Go´s fue el primer grupo cien por cien femenino que alcanzó un número uno
Sí, ellas también protagonizaron los primeros momentos. Así, aún en los cincuenta del siglo pasado, muchas voces ya conocidas en el terreno del country, del blues o del jazz no dudaron en probar fortuna en los nuevos ritmos; nombres heroicos, legendarios, como Ruth Brown, Patsy Cline, Wanda Jackson, la recientemente desaparecida Lesley Gore y algunas otras hicieron su imprescindible aportación al género recién nacido (y no se puede olvidar a la gran Felice Bryant, coautora de piezas inmortales como ‘Bye, bye love’ o ‘Wake up Little Susie’); solistas todas ellas, casi siempre estaban a expensas de hombres, que hacían y deshacían.

Poco después llegaron los grupos vocales, tan característicos de los años sesenta, formaciones que están en la mente de todos aquellos que tengan una edad e interés por el asunto. ¿Quién no sabe de Diana Ross & The Supremes?, e igualmente The Ronnetes, The Crystals, Martha & The Vandelas… Todos esos grupos alcanzaron éxitos multitudinarios con canciones que no pierden su gracia por más décadas que pasen; de hecho, sus títulos emblemáticos son recuperados una y otra vez por grupos de rock de cualquier estilo y, en cualquier época, por el cine y la televisión; es más, constituyen de por sí un subgénero gracias a aquellas tan brillantes melodías. Sin embargo, esos fantásticos tríos, cuartetos, quintetos vocales de chicas que iban generalmente del pop al soul, estaban siempre manejados por chicos; sí, ellas ponían la cara y cantaban, pero eran ellos quienes movían los hilos, ellos escribían las canciones y tocaban todos los instrumentos, ellos decidían arreglos, modos y coreografías, ellos acordaban actuaciones, giras y promociones y, seguro, ellos administraban las cuentas.


En la siguiente década las cosas iban a empezar a cambiar, ya que las mujeres deciden colgarse las guitarras, tomar las riendas y desembarazarse de la tutela masculina. Las estadounidenses The Runnaways fueron las que antes lo intentaron; están consideradas la primera banda de chicas que, desde 1975, compone y ejecuta sin injerencia masculina; y dado que lo suyo era el rock grueso, es de suponer que tampoco había chicos que les dijeran cómo desenvolverse en escena…, aunque sí que les sugerirían que se mostraran insinuantes y perversas, con cuero negro y ropa corta y ceñida; eso sí, ellos siguieron siendo los productores, ingenieros de sonido, managers (es curioso pero apenas hay mujeres representante, productoras o técnicas en la historia de este negocio). Al disolverse, varias de sus integrantes hicieron carrera en solitario, sobre todo Joan Jett, que dejó para la posteridad todo un himno, ‘I love rock & roll’.

De Texas eran (son, pues siguen) The Go Go´s, que surgen en medio de la vorágine del punk y la ‘new wave’. También escribían sus canciones y pasan por ser el primer grupo con estas características que alcanzó un número 1 gracias a fantástico su primer álbum y su gran éxito ‘We got the beat’.

El caso de las británicas The Slits es interesante. Sus fundadoras estaban allí cuando se cocía la primera hornada punk, a mediados de los setenta: una granadina en Londres, Paloma Romero, conocida como Palmolive, se lió con un tipo llamado John Mellor, el cual poco tiempo después cambió su nombre por Joe Strummer y formó The Clash. Así, metida en el ojo del huracán, Palmolive fundó ‘Las rajitas’, con un estilo punk-new wave-ska ciertamente limitado y tosco, presencia provocadora e incluso explícita (ver portada de ‘Cut’); todo era muy combativo y belicoso pero con poca gracia. De ahí salieron otras dos bandas de chicas, The Raincoats y Mo-dettes, ambas con más argumentos que aquellas.


También inglesas eran The Girlschool, que a finales de los setenta seguían fieles al heavy metal, compartiendo escenario con algunos de los últimos dinosaurios que protagonizaron el final de una época. Sin embargo, supieron manejarse en la transición setentas-ochentas y adoptar las maneras del momento, como muestra su excelente ‘C´mon lets go’, perfecta demostración de que estas escolares compiten en potencia, velocidad y chispa con cualquier macho de su tiempo. Valorando todos los aspectos, no es un disparate situarlas en el podio de las mejores bandas 100% femeninas desde que este tinglado se puso en marcha.

Otra cosa era The Bangles (con integrantes relacionadas con bandas anteriormente mencionadas), en California a comienzos de los ochenta. Pop más o menos enérgico y querencia por sonidos y peculiaridades de aquel tiempo. Durante la segunda mitad de la década tuvieron su punto, con éxitos internacionales del tipo de las melosas ‘Manic Mondays’ y ‘Eternal flame’ o la divertida ‘Walk like an Egyptian’.

Interesante y de la época es también el dúo estadounidense Indigo Girls, que iba más por lo acústico y lo folk. Y se podrían recordar a bastantes más. Por cierto, también en los ochenta llegan los grupos con chica al frente, como Pretenders o Blondie, The Plasmatics (con su cantante-stripper) o The Photos (casi olvidados). Sí, con posterioridad han sido más comunes los grupos creados y animados exclusivamente por chavalas, pero la cosa ya no llama tanto la atención como en los tiempos heroicos, ya no es lo mismo.

Las cosas han cambiado para ellas en el universo del pop y el rock; de hecho, hoy son muchas las que están presentes en todo, desde la composición hasta la distribución. Las mujeres, en fin, han aprendido a desenvolverse en este espacio con una lucidez, decisión y seguridad que muchos hombres no tendrán jamás, y en no pocos casos con una personalidad desbordante. Poco o mucho, algo se ha avanzado.    
      
Difícil es resistirse a rematar este pequeño recorrido con todo un tópico del rock hispano: ‘Las chicas son guerreras’.   

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 4 de marzo de 2015

PROTESTAR ES FÁCIL. PROPONER Y SOLUCIONAR, DIFÍCIL Raro es el día en que las manifestaciones de protesta no protagonizan portadas, ya sean en la calle con pancarta o con micrófono en la rueda de prensa: quejarse cuesta muchísimo menos que resolver, gestionar, administrar

Negarse, oponerse, es cosa fácil y que no cuesta demasiado, mucho menos que administrar, decidir, y ser objeto de insulto
Además de las marchas que, sin duda, cuentan con razones suficientes para la queja, últimamente se han destacado tres que, analizadas incluso superficialmente, sorprenden a la razón: la de los estudiantes contra una de las nuevas leyes de Educción, la de los griegos de Tsypras contra una confabulación hispano-portuguesa y (esta ya es un clásico) la de los líderes del segregacionismo catalán. La primera es verdaderamente curiosa, puesto que se eleva contra una ley (la que propone hacer tres años de carrera y dos de maestría, o máster) que es una opción, o sea, que el estudiante puede elegir esta fórmula o la anterior; de todos modos eso del 3+2 es lo que impera en el entorno de España (Inglaterra, Alemania, Holanda…), mientras que la otra, la del 4+1, rige en lugares como Armenia o Georgia. La segunda, la de los griegos, no deja de tener su gracia. Resulta que, según sus nuevos dirigentes, España y Portugal lideran un contubernio intergaláctico que tiene como objetivo derribar al gobierno recién elegido. ¿De verdad hay alguien que pueda llegar a pensar que estos dos países tienen potencia diplomática, militar, económica para abanderar un boicot supranacional contra otro país? Por último, la protesta perenne del separatismo, que vive precisamente de eso, de acusar, denunciar, señalar a otros para ocultar sus vergüenzas, marrullerías y manipulaciones.

Son tres casos verdaderamente paradigmáticos, pues en los tres se da ese fenómeno del que se encuentra en su elemento en medio de la algarada, de la declaración altisonante e incluso injuriosa. Sin embargo, cuando los que se sienten cómodos gritando, clamando y reclamando tienen ocasión de sentarse en el sillón del poder, entonces se encuentran fuera de sitio, desplazados, desorientados; por tanto, llegado el momento de ejercer el mando, optan por seguir el único camino que conocen, es decir, eligen seguir quejándose con gran indignación. Tal han hecho los mesiánicos nuevos jefes griegos, los cuales, tras comprobar que hay que tomar decisiones incómodas y que la praxis impide poner en realidad sus promesas disparatadas, han vuelto al grito, a la protesta, a culpar a otros de la imposibilidad de cumplir lo prometido a sus compañeros de pancarta y manifa.

Por su parte, los jefes del segregacionismo catalán están perfectamente acoplados a la queja victimista para ocultar todos sus desafueros y desgobiernos, y por eso prefieren no salir de ahí, o sea, pedir pero desear que no se le dé. Y es que, en realidad, el president y los demás honorables, en el fondo, no quieren que se modifique la situación actual. De este modo, si el gobierno central accediera a su petición de referéndum vinculante para una posterior separación, podrían pasar dos cosas: que ganaran o que perdieran (gran perogrullada); si pierden tendrían que empezar a pensar otro discurso al comprobar que no tienen el apoyo del pueblo a su (única) propuesta, o lo que es lo mismo, tendrían que enfrentarse a los verdaderos problemas de los catalanes; y si ganan deberían igualmente empezar a dar cuentas a los ciudadanos del dinero público y resolver sus problemas (de todos modos, de producirse esta más que improbable posibilidad, seguirían exigiendo a Madrid). En resumen, que están tan a gusto en este estado de confrontación que, con total seguridad, temen el día en que cambie la cosa, ya sea en un sentido o en otro. Una buena prueba de ello la dan con los equipos deportivos; así, se tiene al Barça como emblema del catalanismo desintegrador, pero ni se plantea renunciar a que dispute las integradoras competiciones españolas; dicho de otro modo, de momento no pueden dejar de ser España, pero no hay ninguna ley que obligue a inscribir a dicho equipo en los torneos españoles, iniciativa que dejaría bien claro que se quieren ir del país incluso si tienen que renunciar a duras y maduras, que al menos hay coherencia.

Lo de las protestas estudiantiles tiene, de todos modos, su lógica. El joven necesita rebelarse, expresar su disconformidad, evidenciar descontento y ganas de cambiar las cosas (incluso cuando no tienen claro el por qué de la huelga): es lo que cabe esperar, es lo natural teniendo veintipocos. Pero lo que ya no es ni lógico ni sano es que los líderes instigadores de los días sin clase estén a punto de los treinta, como es el caso. Pero claro, si todo el objetivo es agitar y sublevarse, es más sencillo alargar todo lo posible la época escolar (no pocos desearían llegar así a la jubilación) que empezar a buscar destino laboral.

Hostigar instituciones y dirigentes (muchas veces con la razón como respaldo) es cosa bastante sencilla y al alcance de todos, pero si llega el momento en que el protestón tiene oportunidad de decidir, comprobará que la cosa no es tan fácil, y pronto se sorprenderá de estar al otro lado de la barricada y ser objeto del griterío. Lo que no quiere decir, por otro lado, que los administradores señalados sean intachables. Claro que ¿quién lo es?


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 1 de marzo de 2015

MEJOR TECNOLOGÍA NO ASEGURA MEJORES CANCIONES El momento actual ofrece enormes facilidades y ventajas tecnológicas para el artista en general y el músico en particular. Pero esas comodidades, asegura Sir Paul McCartney, no redundan en mejores canciones.

Las tecnologías más vanguardistas no aseguran mejor música
Cualquier aficionado puede grabar, arreglar, editar un disco desde su casa sin grandes dificultades; las aplicaciones del ordenador han hecho totalmente accesible aquello que antes era privilegio de los estudios profesionales, de manera que todo el que lo desee puede grabar su canción sin mayores problemas. Igualmente, los grandes estudios incorporan inmediatamente toda novedad técnica a su equipo, así que tanto el artista como los ingenieros y técnicos pueden hacer y deshacer a su antojo con suma facilidad y de modo casi instantáneo. Sin embargo, todas esas innovaciones, inventos y mejoras no garantizan mejores resultados artísticos.   

Así lo ha subrayado el gran veterano Paul McCartney, que declaraba no hace mucho a una cadena británica que “antes se hacían las cosas de otro modo”. El zurdo bajista explicaba que cuando él y el resto de los integrantes de su grupo llegaban al estudio, la canción estaba bastante hecha, mientras que ahora se va al estudio a ver qué sale: se ponen a tocar y se va grabando todo, de modo que cuando hacen algo que gusta se guarda y luego se aprovecha, ya sea como base, como pasaje o como arreglo. Y continuaba el inglés destacando que, con el método antiguo (ir pronto al estudio y con mucho trabajo realizado) ellos eran capaces de tener listas para fábrica tres o cuatro canciones al terminar la jornada. Hoy, afirma el músico, en contra de lo que pueda parecer, esa forma de trabajar es “más lujosa, pero menos productiva” y su conclusión es que, sorprendentemente, “era más fácil crear música en el pasado”. Parece oportuno recordar que el grupo con el que se dio a conocer dio sus primeros pasos trabajando de modo intensivo, agotador, a destajo; fue en Alemania a comienzos de 1960, en aquellos clubes de Hamburgo donde ofrecían hasta cinco sesiones diarias; se ha estimado que actuaron durante más de ochocientas horas en aproximadamente 270 noches; nadie, ni banda ni solista, ni aprendiz ni veterano aceptaría en la actualidad tal carga de trabajo, pero aquello resultó determinante para adquirir enorme experiencia, tanto musical como de presencia escénica. Sí, eran otros modos de ver las cosas. 

Con aquellos equipos se crearon grandes obras de arte
Es decir, según la opinión del gran ‘Macca’, se tienen mejores equipamientos y materiales, pero eso no garantiza mejores canciones, del mismo modo que la más moderna tecnología digital no asegura mejores películas (al revés, no son pocos los cineastas que prestan mucha más atención a los efectos visuales y trucos de cámara que a la historia que se cuenta). Así, según las observaciones y conclusiones de alguien con tantísima experiencia, el modo de trabajo es hoy más rápido, más cómodo, más económico, más asequible a todos…, pero eso no significa mejor resultado, al menos en terrenos artísticos. Por eso, cada año es más difícil encontrar películas y canciones destinadas a perdurar, creaciones que puedan situarse al lado de los grandes clásicos, esos que perviven y perviven…

También Sir Paul muestra su autorizada opinión en contra de los medios de difusión virtuales, es decir, las descargas a través de internet, puesto que el artista apenas recibe una mínima parte de lo que su creación ha generado, contrariamente a lo que sucedía con soporte real, que permitía al músico recoger más abundante fruto por su trabajo. El gran patriarca del pop ya se retiró de Spotify.

El tipo debe saber algo del asunto, puesto que lleva en el negocio desde finales de los años cincuenta y ha conocido de primerísima mano todos los medios de difusión musical, todo el proceso evolutivo de los diferentes soportes, desde el disco de piedra hasta la entrada automática de la producción en el móvil. De todos modos, muchos años de experiencia tampoco garantizan la sabiduría y la verdad absoluta; por ejemplo, el gran Lou Reed declaró sin ambages que The Doors eran un grupo presuntuoso que hacían “un rock estúpido”, y que lo de The Beatles era “porquería”..., porquería de oro, puesto que las cintas grabadas en el Star Club de Hamburgo saldrán a subasta y se espera que se acerquen o alcancen el millón.

En fin, que lo que verdaderamente importa es hacer buenas canciones, y para ello es imprescindible tener talento y ganas de trabajar, o sea, que si no se tienen ideas e ilusión por ponerlas en práctica, se pueden obtener productos de fácil venta, pero no grandes obras de arte destinadas a permanecer. De hecho, tal vez sea al revés, pues resulta difícil encontrar algo surgido en el siglo XXI que tenga posibilidades de seguir vivo en el futuro. Por mucho equipo que tenga a su disposición alguien con ‘oído de madera’, jamás creará una melodía para el recuerdo.     
  

CARLOS DEL RIEGO