domingo, 30 de noviembre de 2014

1974, QUEEN IRRUMPE EN EL OLIMPO DEL ROCK Justo en noviembre de hace cuatro décadas La Reina lanzaba su tercer Lp, ‘Sheer, heart, attack’, un disco excepcional que anunciaba la aparición de un nombre nacido para ser leyenda del rock: Queen

El grupo ya tenía entonces un algo especial
Eran años de glam rock, de laca y lentejuelas, de campanas sobre plataformas, pelucones y maquillajes imposibles, pero el rock no estaba uniformado ni tan anquilosado como muchas veces se ha dicho. Y allí estaba Queen con una potente e inagotable carga de rock fresco y original, ideas innovadoras, mezclas sorprendentes, recursos imaginativos, contradicciones encantadoras… En aquel año publicaron su segundo disco (grabado el anterior pero retrasado por cuestiones industriales) y el ‘Sheer, heart, attack’, un trabajo fantástico con canciones ya imperecederas, una producción rompedora con la que Mercury y compañía daban el último paso antes del glorioso ‘A night at the opera’.

Sí, aquella noche en la ópera los instaló definitivamente en el pedestal regio, pero ya en el anterior ‘ataque al corazón’ habían presentado las peculiaridades estilísticas con que el cuarteto británico es reconocido en cualquier lugar en cualquier momento. El elepé nace con la entrada guitarrística (perfecta para largas introducciones en vivo) de ‘Brighton rock’, impulsiva, flexible, y luego la voz doble de Freddy (falsete y natural), la construcción poderosa, el protagonismo de una guitarra absolutamente única (se decía entonces que sonaba como una orquesta entera); no faltan los coros, el desarrollo instrumental y un ambiente de rock muy especial. Después la reveladora ‘Killer Queen’, en la que ya están todos los manierismos, todos los distintivos del grupo, todo aquello por lo que serán recordados siempre; así el piano y el tono burlesco, como de cabaret, la voz operística y los coros extremadamente elaborados, esos punteos del inimitable Brian May que cualquier reconocería al segundo y que parecen un fino y a la vez poderoso hilo que flota ingrávido…; sí, esta ‘Reina asesina’ es algo así como una obertura de la posterior trayectoria artística de Queen.


El resto del álbum tiene de todo, pero lo más habitual es que quien acaba de descubrir a este cuarteto queda hechizado para siempre con los dos primeros cortes, y quien ya lo había disfrutado con el anterior ‘Queen II’ volverá una y otra vez a escuchar esos dos temas absolutamente antológicos. De este modo, los ‘mercuriófilos’ que aun conservan el Lp notan cómo la aguja de su tocadiscos atraviesa hoy, estremecida, esos primeros títulos, y seguro que recuerdan cómo en aquellos días sujetaban la carpeta interior para cantar, o al menos seguir, las letras de piezas tan prodigiosas. A lo largo del disco, de todos modos, hay auténticas maravillas; algunas composiciones son verdaderamente laberínticas, zigzagueantes, enrevesadas, difíciles, otras simples y cristalinas; unas se presentan chocantes, inusitadas (lo siguen siendo hoy, así que entonces…), incluso con momentos divertidísimos (como el ‘Bring back…); y, por supuesto, no falta un vértice de metal-rock de altísimo voltaje (‘Stone…’) que pone a todo el mundo a menear la melena y tocar el ‘air guitar’. El que tiene asimilado el álbum reconocerá inmediatamente todo ello, y quien tenga la suerte de aun poder descubrirlo se topará con giros y efectos, voces y guitarras, sensaciones y emociones muy familiares.

Por cierto, en este disco siguen manteniendo su rechazo explícito a los sintetizadores, como indican en los créditos de contraportada, dando a entender que ellos no necesitaban tecnología de última generación, que con sus voces, pianos y guitarras podían conseguir todo lo que se propusieran. Ah!, también llamaba poderosamente la atención en su momento la tupidísima pelambrera que Freddy dejaba ver a través de su entreabierta camisa…

Reina ya mostraba su majestad y anunciaba la llegada de su siguiente y más brillante joya, por la que apenas hubo que esperar unos meses… Y empezaba a expandirse por el mundo el encanto mágico de Freddy.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA DUDOSA FIABILIDAD DE LA MEMORIA En Estados Unidos se ha armado una gorda debido a que un poli blanco fue absuelto de matar a un joven negro. El veredicto se basa en la historia que revelan las pruebas, mientras que la memoria de los testigos se ha revelado contradictoria, poco fiable.

A pesar de todo, las pruebas avalan al policía y contradicen la memoria de los testigos
La ciudad de Ferguson, en el estado de Misuri (USA), está que arde a causa de la absolución del policía blanco que mató a tiros a un joven negro. Dejando a un lado el hecho de que los agentes en Estados Unidos suelen tener gatillo fácil, tal vez debido a que allí todo el mundo tira de pipa y los uniformados prefieren disparar primero y preguntar después, la exculpación del poli, examinando las declaraciones de los testigos, es absolutamente correcta; y es también una perfecta muestra de que la memoria es exclusivamente de cada uno, y no tiene que coincidir con la historia, con la realidad.

Así, resulta que de los diez testigos oculares que declararon, sólo dos coincidieron en el sitio donde estaban el tirador y la víctima, incurriendo el resto en contradicciones sorprendentes. En segundo lugar, más de la mitad afirmaron que el muchacho negro recibió tiros por la espalda, para retractarse posteriormente al saberse que la autopsia (se han hecho tres) demostraba de modo concluyente que las balas (media docena) entraron sólo por delante. En tercer lugar casi todos los testigos aseguraron con total convencimiento que el desdichado mostró actitud sumisa, y que aun así el homicida disparó, es decir, según los testigos de vista, no existió forcejeo; sin embargo, resulta que el uniforme del tirador presentaba restos del ADN del finado, lo que demuestra que sí hubo lucha, o sea, que el pobre chaval se echó encima del guardia. Y por si fuera poco, una de las manos del muerto aun tenía restos de pólvora, evidencia de que existió pelea por el arma. Asimismo, las autopsias y evidencias forenses desvelan que, lejos de lo que los declarantes sostienen, el joven negro estaba en estado de gran agitación instantes antes del tiroteo, justo como se está cuando uno se ve inmerso en una trifulca  callejera. Y hay más, unos dicen que el adolescente corrió y otros que se detuvo inmediatamente, unos que el agente empezó a disparar nada más bajar del coche, otros que todo empezó dentro del mismo y otros que no empezó a tirar hasta unos instantes después de salir del automóvil. No es que todas las declaraciones hayan de ser exactamente idénticas, pero tanto el desacuerdo evidente entre todas y cada una de ellas, como el hecho de que todas las pruebas coincidan con la versión del de la pistola, conducen a la conclusión del tribunal.

Sin embargo, en su mayoría, seguro que los testigos contaron básicamente lo que recordaban, sin mala fe (al menos algunos) aunque luego añadieran algún adorno. Este caso muestra con absoluta certeza que la memoria es de cada uno, y que el mismo hecho puede ser recordado de modo diferente por quienes lo presenciaron. Llegados a este punto es oportuna la pregunta ¿existen diferencias entre la memoria de los testigos y la historia que indican las pruebas? La respuesta está clara, y por ello, jamás puede hablarse de memoria histórica, pues aquella es personal y subjetiva, mientras que ésta es común y, ciñéndose a pruebas, objetiva. Tal cosa debería aplicarse siempre a ese oxímoron, a esas palabras contradictorias en sí mismas que son ‘memoria histórica’.

Otra cuestión es que a los agentes de las diversas policías de Estados Unidos les cueste menos tirar contra negros o hispanos que contra blancos, y que los tribunales también contemplan la piel del acusado...    
          
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 23 de noviembre de 2014

¡AL LÍDER DE MOTÖRHEAD LE GUSTA ABBA! EL ROCK SE CONTRADICE El líder de Motörhead, uno de los grupos más ruidosos de la historia del rock, acaba de revelar que le encantan los suecos Abba. La contradicción está perfectamente instalada en el planeta del rock.

A pesar de todo, Alice Cooper se declara cristiano convencido
La contradicción es propia de la persona, es decir, nadie es absolutamente monolítico, nadie es totalmente blanco ni totalmente negro: cada cual tiene sus contradicciones, o sea, cada uno tiene algo de una cosa y algo de su contraria. Y en el mundo del rock la contradicción es una constante. Resulta que Lemmy Kilmister, el durísimo líder de los atronadores Motörhead, confiesa ahora que le gustan mucho los suecos Abba, es más, afirma sin rubor que es uno de sus grupos favoritos de siempre… Lo mínimo es poner cara de sorpresa, ya que no deja de chocar que al bestiajo autor de ‘The ace of spades’ le haga tilín uno de los grupos de aspecto y sonido más hortera de la historia de la música; ¿cómo el que toca a velocidad supersónica y con intención asesina gusta de una de las ofertas musicales más acomodaticias y convencionales que jamás se han publicado? Pues sí, es así; y no es que Abba puedan calificarse de ‘malos’, ya que en su género escribieron canciones de mérito y, si después de tantos años siguen sin ser olvidados, algo tendrán; lo que ocurre es que si uno disfruta creando ambientes infernales y estruendosos, si uno alcanza el éxtasis tocando rock cargado de rabia y desesperación…, le debe resultar engorroso, paradójico, esquizofrénico llegar luego a casa y ponerse a cantar ‘Chiquitita’. Traída la cosa a España es como si los de Barricada proclamaran que lo que de verdad les pone es Alejandro Sanz.     


Cuando el artista es joven, y por tanto menos seguro de sí mismo, se guarda de manifestar muchos gustos, opiniones y preferencias, pues llega a pensar que “si digo esto tal vez perjudique las ventas, si confieso aquello es posible que mi imagen se resienta, si cuento lo de más allá puede que defraude a mis seguidores”. Pero llegada una edad, aquellas preocupaciones pierden mucha importancia y el rockero puede confesar debilidades insospechadas.

Por otro lado, las contradicciones pueden proceder del choque entre lo que se dice y lo que se hace. Bob Geldof, por ejemplo, pasa por ser un adalid de los desheredados de la Tierra, un músico que ha pedido muchas veces solidaridad y dinero para con los más necesitados, y sin embargo, él vive a todo trapo, exigiendo siempre los máximos lujos para su persona cuando viaja. En este mismo sentido se recuerda la canción ‘Sweet neo con’ del álbum de los Rolling Stones ‘A bigger bang’ (2005), una canción en la que denunciaban las maldades del pensamiento neoconservador; pero curiosamente la realidad dice que Jagger, Richards y compañía son absolutamente conservadores, se adaptan perfectamente a la definición de burgueses capitalistas excelentemente acomodados que tratan de pagar menos impuestos (cuando no de evadir); así, el morritos y el crápula caen en la contradicción y la incoherencia: hacen exactamente aquello que denuncian (¡sea por muchos años!). Esta especie, en fin, es muy abundante en la sociedad: personas que se dicen adscritas a una ideología política viven, poseen y actúan idénticamente a otras que se sitúan en el bando opuesto.  

Pero lo contradictorio se manifiesta, dentro del terreno del rock, de otras muchas maneras. Ahí está el inagotable Alice Cooper (en realidad Vincent Furnier), que en otro tiempo fuera el líder de la banda que tomó aquel nombre del de una supuesta bruja del siglo XVII que, según dice la leyenda, les sugirió tal denominación tras sesión de espiritismo; pues bien, el precursor del rock gótico, el cantante que ofreció siempre una imagen oscura, satánica incluso, con horcas y guillotinas, calaveras y serpientes, declara convencido que “beber y actuar con violencia lo hace cualquiera, mientras que lo verdaderamente revolucionario hoy día es ser y decirse cristiano”. Insospechada convicción que demuestra, ante todo, una potente personalidad.

¿Y alguien hubiera esperado encontrarse con Brian May tomando parte en un sesudo simposio de astrónomos y estudiosos del cosmos? Pues tal cosa se produjo no hace mucho en un congreso científico en Tenerife, ya que el guitarrista de Queen (que es también Rector de una universidad de Liverpool) es doctor en Astrofísica y asiduo a este tipo de reuniones.

La contradicción es, afortunadamente, la esencia del músico de rock…, y de todo el mundo.  


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 19 de noviembre de 2014

ANTONIO BARCELÓ, HEROICO MARINO ESPAÑOL DEL XVIII No sólo el gran Blas de Lezo (a quien se acaba de erigir una estatua) merece recuerdo y homenaje, pues hay otros marinos españoles que a lo largo de la historia han demostrado capacidad, valentía y lucidez, como Antoni Barceló

Noble y bondadoso, brusco y exigente, valiente e inteligente, así era Barceló, cuya mejilla derecha muestra un balazo recibido en combate
Este mallorquín, nacido en 1717 de padre marinero, fue el terror de los piratas berberiscos que desde el siglo anterior aterrorizaban las costas mediterráneas (el dicho ‘moros en la costa’ procede de aquellos momentos); llegaban, saqueaban, robaban y se llevaban a los hombres para esclavizarlos y a las mujeres para los harenes; además, atacaban toda nave mercante que se atreviera a echarse al Mediterráneo. Así estaban las costas levantinas, pero las cosas iban a cambiar. Tras atesorar una sustanciosa experiencia, con apenas 19 años ya es piloto y recibe el mando de una nave. Desde ese instante, se convierte en el azote de los piratas moros, pues pronto es atacado por dos de sus navíos, a los que pone en fuga. Gracias a este y sucesivos actos de enorme mérito, Antonio Barceló y Pont de la Terra fue ascendiendo en el escalafón de la Marina Española a pesar de no poseer estudios ni haber pasado por academia militar o naval.

Era de familia más bien acomodada y podía haberse dedicado a disfrutar de una vida relajada y tranquila, pero eso no iba con este intrépido, valeroso, prudente e inteligente marino. Con apenas treinta años y tras incontables acciones victoriosas contra los corsarios berberiscos, el rey le da el mando de cuatro jabeques (barcos ligeros, de fácil maniobra y buena potencia de fuego) con las que derrota una y otra vez a los piratas del Mediterráneo occidental. Las hazañas de Barceló recorren toda España, que admira la destreza e inteligencia del ‘capitá Barceló’; no en vano todavía se recuerda, en el litoral mediterráneo español, la frase “més brau que Barceló per la mar”. Entre 1753 y 1771 el mallorquín destroza una y otra vez barcos y flotas dedicadas a la piratería con base en Argel, hundiendo navíos, tomando prisioneros, conquistando botín y liberando cautivos. Entre sus incontables victorias destaca la que logró frente al famoso pirata Selím en 1763; con un solo jabeque (‘El Vigilante’) arremetió contra las tres galeotas del moro y, tras intenso intercambio de artillería, una por una las fue abordando y desbaratando en otras tantas maniobras legendarias, épicas, inusitadas; tomó centenar y medio de prisioneros incluyendo a Selím, llevándose de recuerdo un tiro en la mejilla (no fue la única herida que recibió, además de la sordera producida por los cañonazos) que le desfiguró el rostro para siempre.    

Su método era simple y terriblemente arriesgado, pues prefería el abordaje; con naves tan ágiles como los jabeques, se acercaba a las de los enemigos y, con un valor pasmoso, abordaba espada en mano barcos de cualquier porte; el riesgo era máximo, pero así se aseguraba de que el enemigo no escapaba. No gustaba de pistolas, pero era temible con el chafarote (espada ancha de un solo filo); así, viendo su arrojo y determinación, los marineros a su mando le seguían al combate sin temor, de modo que, inevitablemente, el barco sarraceno caía en poder del valeroso e intrépido ‘capitá Toni’.

Participó en muchas batallas y acciones navales. En 1775 tomó parte en un intento de desembarco en Argel. En realidad él sólo quería acercarse, bombardear una y otra vez sin dejar reponerse al enemigo y regresar; pero los que estaban al mando del proyecto insistieron en desembarcar tropas y pertrechos; sin embargo como quiera que los preparativos fueron eternos, los moros tuvieron tiempo de prepararse, así que cuando los infantes de marina llegaron a tierra fueron masacrados, y hubieran perecido los 8.000 que pusieron pie en Berbería de no ser por la inaudita audacia de Barceló, que logró acercarse a la playa lo suficiente como para, esquivando y lanzando cañonazos, salvar a unos 6.500, dejando pasmados a los capitanes, marinos y militares que fueron testigos de tan asombrosa proeza. Protagonizó otras operaciones de castigo y hostigamiento contra las costas argelinas donde recalaban los piratas (ya sin desembarco), hasta que el bey de Argel terminó por firmar la paz con España. 

Igualmente destaca el intento de bloqueo de Gibraltar en el que el héroe balear participó, en 1779. Barceló ideó una especie de lanchas de remos artilladas con un cañón de largo alcance con las que acercaban al puerto y disparaban contra los barcos e incluso contra la ciudad, causando grandes destrozos para, tan velozmente como se habían presentado, desaparecer; además, apenas ofrecían blanco, sobre todo de noche. Pero los celos de sus colegas con estudios navales (él apenas sabía leer y escribir), la tardanza en construir esas naves y la pésima dirección del proyecto llevaron éste al fracaso. A pesar de todo, el pueblo no dejaba de asombrarse ante su valor y destreza, y así se decía de él por todas partes: “Si el Rey de España tuviera cuatro como Barceló, Gibraltar fuera de España, que de los ingleses no”.

Cuando dejó de navegar por ‘su’ Mediterráneo, el corso ya no era problema: los mercantes y las costas estaban libres del saqueo; es más, durante décadas, lo que más temieron los capitanes y marineros berberiscos era ver aparecer en el horizonte las velas de los jabeques de Barceló, pues ya no era posible la huída y una vez entablado el combate, el ‘capitá’ era invencible. Además de servicios guerreros, Barceló también destacó en otros menesteres; por ejemplo, cuando desafió galernas aterradoras para llevar trigo de Barcelona a Mallorca en época de gran carestía; o cuando se encargó de dar caza a un oficial de dragones que se había escapado con una monja…

El Rey Carlos III quiso conocer personalmente al bravísimo español que tan grandes servicios había prestado (alcanzó el grado de Teniente General de la Armada y fue nombrado Caballero de la orden de Carlos III). Así, en 1769 Barceló acude a la llamada del monarca, quien se pasa larguísimo rato preguntándole por los detalles de sus hazañas y asombrándose ante sus asombrosas aventuras; finalmente, el sonriente ‘mejor alcalde de Madrid’ lo despidió diciendo “Vuelve, que los moros se han enterado que estás en Madrid y andan ya por las costas”…, un elogio cargado de humor.

Desde que Barceló los ahuyentó, ya no hay moros en la costa.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 16 de noviembre de 2014

PINK FLOYD Y SU ¿ÚLTIMO DISCO? Ha sido un acontecimiento global, puesto que Pink Floyd es una de las bandas más importantes de la historia del rock; ‘The endless river’ acaba de aparecer y, dicen, será su último y definitivo disco, aunque ¡quién sabe! Es un buen trabajo, pero…

Gilmour y Mason son los que decidieron editar el disco como homenaje póstumo a Wright, y sin contar con el malhumorado Waters
La primera impresión es que no cabe la duda: es Pink Floyd. Sin embargo, a medida que se suceden los cortes se va teniendo una extraña sensación, como si el álbum estuviera confeccionado a trozos, como si tomara un poco de allí, de este, de aquella…, pero no como si Pink Floyd se plagiara a sí mismo canciones o trozos de canciones, sino como si cogiera ideas, es decir, como si rescatara ambientes, arreglos, coros, cambios y cortes, recursos y efectos, ritmos y sonidos. De este modo, a lo largo del disco, el aficionado experto (el veterano) encontrará ecos de algunos de los discos emblemáticos de la banda. A veces parece que un tramo de canción podría haber ido en el ‘Meedle’ y otro en el ‘Oscured by clouds’, ese cambio y esa atmósfera suena mucho a ‘Dark side of…’ y esta textura instrumental no deja de recordar a ‘Wish you…’; claro que peor es cuando deja de parecerse a sí mismo y toma aires a lo Mike Oldfield (que no es necesariamente peyorativo) hasta acercarse a la ‘new age’ o al ‘chill out’ y perderse en murmullos más bien insustanciales, casi planos.


Mal, no se puede decir que ‘The endless river’ esté mal: suena inequívocamente a Pink Floyd y resulta muy familiar (tal vez demasiado) y, además, todo está hecho con clase y buen gusto, pero deja dudas, cierta inquietud, como si estuviera incompleto, como si le faltara algo, tal vez el remate, quizá un poco más de chispa…, incluso es posible que se note la ausencia de Roger Waters; ególatra y soberbio, dictatorial y engreído, sí, pero él fue quien proporcionaba esa guinda que convertía melodías en emblemas (por poner un paralelismo, las canciones de Lennon y las de McCartney nunca fueron tan buenas, tan redondas, tan cercanas a la perfección como las de Lennon-McCartney). Además, todas excepto una son instrumentales, y como quiera que Waters era el encargado de las letras… Sí está David Gilmour, cuyas guitarras dicen Pink Floyd en cada acorde, en cada punteo; y también Rick Wright, el desterrado por Waters, con su inconfundible tratamiento del sinte y el órgano (hay que recordar que las bases del disco están tomadas de los descartes de su anterior trabajo, cuando Wright aun vivía); y no falta Nick Mason aportando ese toque preciso y calmado…, no en vano en su tiempo se llegó a decir que Pink Floyd gustaba tanto y ‘entraba tan fácil’ porque sus ritmos podían superponerse al latido de un corazón en reposo…

El disco malo no es, nada de eso, pero da la impresión de que no acaba de arrancar, de que presenta muy prometedores inicios que, finalmente, no terminan de tomar camino, no desembocan… Contiene algunas piezas francamente buenas que son Pink Floyd inequívocamente, al cien por cien. Y este es precisamente su principal valor, puesto que sus incondicionales van a reconocer a su grupo favorito desde el primer teclado, y también se reencontrarán con esas voces que hablan de manera tan ‘pinkfloydiana’, el clima enigmático, las guitarras, sintetizador y ritmo, el saxo…, todo perfectamente identificable. Pero falta algo, un poco de tensión, una pizca de nervio, un toque genial que lo eleve por encima de productos perfectamente previsibles; asimismo, aunque algunos de sus títulos mantienen el nivel, no cabe duda de que otros se antojan un tanto desmayados, carentes de emoción y, a la vez, excesivamente atmosféricos y etéreos, demasiado ‘ambient’, vamos. En fin, que el disco se puede dejar sonando en su integridad y se escucha sin esfuerzo, pero no proporciona sobresaltos emocionales, los temas se suceden sin que pase gran cosa, apenas obliga a echar un vistazo a los créditos para identificar la que suena, y difícilmente dejará huella en ese fan que aún se emociona con lo que la banda lanzó hace cuatro décadas. 

No es que se esperase otro ‘Dark side of the Moon’, pero después de tantos años sin novedades, quien se maravilló ante los portentos que el cuarteto regaló durante los setenta del siglo pasado tal vez se hubiera hecho ciertas ilusiones, sobre todo teniendo en cuenta que el álbum se anuncia como el definitivo de Pink Floyd.

Este ‘Río sin fin’ no está mal, pero…    
       

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 12 de noviembre de 2014

LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN, EL FIN DE LA LOCURA COMUNISTA Se conmemora estos días el vigesimoquinto aniversario de la caída del Muro de Berlín, un hecho que, además de su significado para Alemania, resultó ser la confirmación del inminente colapso de la Unión Soviética, o sea, del comunismo.

La caída del muro de Berlín fue la escenificación del estrepitoso colapso de la URSS y el comunismo
La cosa ocurrió un poco por casualidad (tras las palabras un tanto aturulladas de Günter Schabowsi), pero lo cierto es que después de la llegada de Gorbachov, de la perestroika y el glasnost, el muro estaba condenado…, y con él el máximo representante del comunismo, la Unión Soviética. Así, puede afirmarse que, tanto o más importante que lo que supuso para Alemania, aquel emblemático derribo señaló un punto de inflexión en el devenir histórico de la Humanidad.  

Hace unos días un músico de la antigua RDA, Wolf Biermann, ofreció una pequeña actuación en el Bundestag (el parlamento alemán), pero además de cantar, el artista aprovechó para arremeter contra la izquierda (die Linke) calificándola como “resto miserable de lo que, por suerte, ya está superado”, palabras (seguramente injustas con esa izquierda) que muestran que el hombre tenía aun muy presente la dictadura comunista. La caída del Muro de Berlín fue, en fin, la estrepitosa escenificación de la caída del comunismo, colapsado por sí mismo, por su propia naturaleza, por sus propios principios, por su propio totalitarismo…, por su propia locura.

Fueron más de siete décadas de un estado dictatorial, extremadamente violento y paranoico hasta el delirio (la barbarie nazi, la más atroz de la que se tiene noticia, no exculpa otras salvajadas tal vez menos reconocidas). Términos como la Cheka y el Terror Rojo (“su trabajo debe abarcar todos los ámbitos de la vida pública, ese es el sentido del terror” escribió Dzierzynski, que añadió “mi pensamiento me ordena ser terrible y yo seré fiel a mi pensamiento hasta el final”); lugares como Siberia y el Gulag (en poco más de un año Yezov, borracho y violador, ordenó tres cuartos de millón de ejecuciones y millón y medio de deportaciones a Siberia), o como Katyn (donde Lavrenty Beria, durante la Segunda Guerra Mundial, ordenó fusilar en masa a unos veintidós mil polacos, entre militares, policías y civiles, aunque de su NKVD, luego KGB, no se libraron judíos, húngaros, bálticos…); colectivización agraria (diez millones de campesinos muertos), ‘Holomodor’ (el holocausto ucraniano), purgas…, son palabras y siglas, en fin, inevitablemente asociadas a la locura soviética. Locura que describió Stalin cuando dijo: “Exterminaremos a todos y cada uno de nuestros enemigos, sean antiguos bolcheviques o no; exterminaremos a todos sus parientes y a toda su familia; exterminaremos sin misericordia a todo aquel que, con ideas o con hechos, amenace la unidad del estado socialista”. Más claro no puede expresarse. Y no fueron sólo palabras, pues aquella demencia fanática se llevó por delante a enemigos reales o imaginarios, a camaradas del partido y comunistas convencidos (incluyendo líderes como algunos de los mencionados), militares de todas las graduaciones, escritores y todo tipo de intelectuales, pueblo llano sospechoso (en realidad todo el mundo era sospechoso)…, nadie estaba a salvo.

Esa locura ciega y estúpida llegó a enviar a Siberia (y a la cárcel a sus familiares) a los prisioneros soviéticos que el ejército rojo liberó de los campos de concentración nazis al final de la guerra, pues se les acusaba de haberse rendido (casi siempre por falta de munición, comida, combustible…), y de no haberse suicidado antes que caer preso. Es más, si un carro de combate T-34 era alcanzado y estaba en llamas, se exigía que los que iban dentro se quedaran dentro y se quemaran con su vehículo, de modo que quien conseguía salir del tanque incendiado era degradado, insultado y duramente castigado; incluso se escribieron cancioncillas que aludían a este hecho: “¿Por qué no te has quemado junto con tu tanque, hijo de perra?, me preguntó el Departamento Especial, y yo respondí que en el próximo ataque no dudaré en quemarme”. Por cierto, todo esto se sabe gracias a la obsesión de todos los órganos comunistas (partido, Kremlin, KGB, Smersh y demás nomenclatura) por exigir y archivar informes.    

Es oportuno volver a recordar que el modelo político del fascismo es idéntico al modelo político del comunismo, basados ambos en la total ausencia de democracia, derechos y libertades; la diferencia entre uno y otro reside en el sistema económico, aquel capitalista y de mercado libre, éste planificado por un gobierno poseedor de todos los medios de producción. Y por eso terminó cayendo el muro (erigido “para proteger al pueblo de la amenaza capitalista-fascista”, según dijeron las autoridades de la Alemania Oriental), ‘die Mauer’ cayó porque no es posible el comunismo, porque es contrario a la libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, de movimiento… Cierto que el capitalismo está a años luz de ser perfecto, cierto que los sistemas democráticos no son perfectos, pero siempre serán mejores que un régimen en el que no hay derechos individuales. 

Cualquier persona que, instalada en las libertades de una democracia occidental, se diga comunista, no hubiera durado (no duraría, aun hoy) una hora en aquella locura, pues bastaría que hablara para ser inmediatamente detenido y…


CARLOS DEL RIEGO

lunes, 10 de noviembre de 2014

EL IMPARABLE AUGE DE LAS BANDAS-TRIBUTO Es una buena opción si se quiere disfrutar con canciones contrastadas, con títulos que gusta tocar y escuchar siempre, es una buena opción si no se tienen más pretensiones que pasárselo bien en escena recreando creaciones de otros: es la banda-tributo.

Todo un clásicio en el campo de la imitación, el 'impersonator' de Elvis
Todo músico es antes aficionado, es fan de otros que hicieron música antes que él; de hecho, todo el que se cuelga una guitarra lo hace porque previamente había escuchado y admirado. Es decir, la historia de la música rock y pop es una continua combinación entre imitación y evolución. Y por eso, la figura del admirador es una verdadera constante.

Quién se atreve a decir si es Freddy o un imitador

Por otro lado, en el planeta del rock, el pop y otros géneros cercanos es muy habitual que el grupo o solista toque mayoritariamente sus propias composiciones cada vez que sube a un escenario; esto no sucede, sin embargo, cuando se trata de una banda de jazz ni, evidentemente, cuando quien ejecuta es una orquesta sinfónica o cualquier formación de violines, atriles y partituras. Es decir, en la música clásica el compositor rarísimamente es también el ejecutante, entre otras cosas porque las orquestas, grupos de cámara, quintetos de cuerda o bandas municipales se inclinan siempre o casi siempre por interpretar piezas escritas por músicos ya desaparecidos. De igual modo, dentro de unos pocos años los grandes nombres de la historia del pop y el rock pasarán a la categoría de leyenda, o sea, dejarán este mundo, con lo que sus creaciones se convertirán en patrimonio de la Humanidad, lo que significa que todo el que lo desee podrá grabarlas y recrearlas sin tener que pagar derechos de autor. Cuando vaya llegando ese momento, cuando el tiempo se lleve a los mitos, se multiplicarán los grupos centrados en repertorios concretos y, seguro, gozarán de enorme aceptación.

Sea como sea, en los últimos años han florecido por todas partes las bandas-tributo. Buscando el máximo parecido posible al ‘original’ en vestimentas, peinados, puesta en escena y estética en general, estos combos ofrecen los repertorios más demandados por una audiencia que ya sabe qué es lo que va a ver y escuchar. Algunos se presentan como auténticas fotocopias, mientras que otros van un poco más allá y no hacen ascos a una buena y cariñosa caricatura; de hecho, hay integrantes del original que aplauden y bendicen a esos que quieren ser sus dobles. Claro que hay nombres y grupos que se prestan más a la imitación que otros; por ejemplo, en el caso del Elvis el imitador es prácticamente un profesional con horario y sueldo, y por eso abundan en todo el mundo los concursos de ‘impersonators’ del rey.

De este modo, tirando de melodías infalibles, los repertorios son inevitablemente muy agradecidos, pues están integrados por temas célebres y siempre celebrados, o sea, el público se lo pasa en grande cantando sus estribillos favoritos, hasta el punto de que hay quien se llega a olvidar de que lo que tiene delante es un remedo, una copia. Habitualmente los integrantes de estas formaciones son buenos músicos, respetuosos y admiradores de sus ídolos, encantadores muchas veces…, pero imitadores al fin. Sin embargo, este hecho no les quita su mérito, su valor, su acertada propuesta para disfrutar de un buen concierto. La banda-tributo es un medio excelente para que el espectador tenga una idea de cómo debían ser los auténticos; cierto, innegable, el genio pertenece al verdadero y como éste no hay nada, pero también tendrán algo los sucedáneos cuando son capaces de llenar incluso grandes recintos.

En fin, con el grupo que se dedica exclusivamente a recrear lo que crearon sus ídolos, el personal la goza cantando, saltando y bailando, recordando y pagando menos; y por su parte, los que están en escena la gozan cantando, bailando, recordando y cobrando menos. Todos contentos.  
  

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 5 de noviembre de 2014

ENCUESTAS: LOS ORÁCULOS DE LA ACTUALIDAD Sorprende que gentes bien informadas, ilustradas, cultas, se traguen a pies juntillas lo que dicen las encuestas; es lo mismo que sucedía en otros tiempos, cuando todo el mundo se creía sin la menor duda los vaticinios de los adivinos.

Las encuestas son el equivalente a los oráculos y adivinos de antaño (la viñeta de Astérix reproduce el cuadro 'Lección de Anatomía...' de Renbrandt)
Las posibilidades de acierto del augur ayer son parecidas a las de los sondeos hoy
Antiguamente los augures recurrían a sacrificar un animal y mirar en sus entrañas para  adivinar el futuro (entre otras ‘técnicas’). Hoy las entrañas del animal son las encuestas, y con ellas creen que predicen el futuro los adivinos de la actualidad, que son tanto las empresas que se dedican a preguntar como los medios de comunicación y los partidos políticos, que son los que se encargan de ‘interpretar’ los resultados.

Así, es tanta la fe que se tiene en el sondeo que, después de interrogar a una serie de personas, los medios hablan en presente y dan por acontecidos hechos que aun no se han producido: por ejemplo, un diario de tirada nacional titulaba “el partido X pierde la mayoría en la comunidad Y”, para explicar en el texto que, según una consulta llevada a cabo entre tantos mil ciudadanos, el partido X obtendrá menos votos. Quiere decir este periodista que, con total seguridad, los electores votarán más a este que a aquel, es más, ya lo da por hecho, pues utiliza el presente para hablar del resultado de un referéndum para el que faltan años. Otro escribe después de leer en ‘las entrañas de un sondeo’: “El éxito de Z…”, dando así por cierto un resultado de una competición que ni siquiera ha tenido lugar. Son muestras de la fe ciega que algunos tienen en las encuestas, una fe sorprendente, pues procede de personas que aparentan gran cultura, conocimiento, ilustración.

Del mismo modo que hay mucha gente que cree en los adivinos y los astrólogos, en quirománticos y profetas, en los horóscopos, cartas astrales y oráculos, también hay quien se traga a pies juntillas cualquier profecía de un ‘estudio sociológico’, que no es otra cosa que el resultado de las respuestas dadas por unos cuantos ciudadanos a un cuestionario, casi siempre dirigido; los que están en centros de poder o los que hablan de él suelen ser más crédulos que el resto, tal vez porque, al igual que los jefes de muchos pueblos de la antigüedad, necesitan la predicción para tomar decisiones.

Y el caso es que todos estos futurólogos fallan más que un juez, entre otras cosas porque el que responde no siempre es sincero o puede cambiar de opinión, y también porque las respuestas de cinco mil o treinta mil personas no tienen por qué representar a las respuestas de veinte millones (las personas no son ovejas que reaccionan idénticamente a un mismo estímulo). Por tanto, si se encuesta a cinco mil personas, lo único que empíricamente se puede afirmar es que de ellas, tantas mil dijeron esto, tantas mil aquello y tantas mil lo de más allá, y eso es todo. Quiere decirse que no se puede (no se debe) proyectar con precisión matemática lo que han dicho unos pocos a lo que más tarde pueden decir todos, pues tal cosa es pura y llanamente manipulación; si así fuera, cada respuesta pasada estaría representando a miles, decenas o cientos de miles de respuestas futuras…, un completo disparate. 

En fin, las encuestas y sondeos, las investigaciones que buscan intenciones, la lectura de las respuestas a unos cuantos cuestionarios, tienen tanto valor adivinatorio como los horóscopos que diariamente publican los periódicos, como las profecías de los futurólogos, augures, profetas, videntes y demás embaucadores y charlatanes. Y además, a las cifras se les hace decir lo que se quiere.  

Es muy oportuna (además de divertida e ilustrativa) la lectura del episodio de Astérix titulado ‘El adivino’.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 2 de noviembre de 2014

¿QUIÉN DEBE PAGAR LA MÚSICA?, ¿EL CONSUMIDOR O EL ESTADO? Es noticia que alguien renuncie a un premio, sobre todo si éste conlleva dotación económica. Sin embargo, tal cosa ha hecho un músico, el violista catalán Jordi Savall.

El violista Jordi Savall, especialista en música antigua, exige subvención
 para todos los artistas y la Cultura en general
Este especialista en música antigua ha rechazado el Premio Nacional de Música como protesta por las actuales directrices del Ministerio de Cultura y, en general, por la postura del ministro respecto a la Cultura en general. Para empezar, hay que destacar la coherencia y honradez del artista, quien ha obrado en consecuencia con sus ideas: está en desacuerdo con los gobernantes y, por tanto, no acepta prebendas de estos; contrasta esta actitud con la mostrada hace unos meses por unos estudiantes premiados por el mismo ministerio y su titular, los cuales abominaron de las políticas e incluso de las ideas del susodicho pero, asombrosa e hipócritamente, a la vez que se negaban a darle la mano, alargaban la otra para aceptar los dineros. De todos modos, también es oportuno recordar que Savall sí aceptó no hace mucho una distinción similar procedente de la Generalidad de Cataluña, la cual sólo promociona y subvenciona obras de arte (cultura en general) cuando esconden o exhiben ideología catalanista, postura con la que comulga el músico en cuestión. En fin que, bien mirado, tampoco se puede señalar a Savall como modelo de congruencia.

Declara que renuncia porque este ministro (al igual que los que le han precedido) no lo ha recibido para escuchar sus propuestas, pensadas para “preservar, difundir y grabar el maravilloso patrimonio musical antiguo”, y porque nunca ha visto a Wert en sus conciertos. El compositor, investigador e intérprete de música de otras épocas denuncia asimismo la falta de subvención a los creadores en general.

En resumen, Savall exige en voz alta más dinero, más subvención para todo el que se dedique al arte y la cultura. Quiere decirse, por tanto, que el músico de Igualada reclama al gobierno que se encargue de sostener (costear) todos los gastos que ocasionen las trayectorias de todos los artistas de España, y por tanto grita para que el erario ingrese dinero a los grupos de música antigua, orquestas sinfónicas, dúos, tríos, cuartetos de cuerda, quintetos…, a todos los tenores, sopranos, mezzos, contraltos…, a todos los grupos de danza clásica, flamenca, moderna…, y en general a todo tipo de bandas y agrupaciones musicales; y sin olvidarse de ciclos, festivales, certámenes, concursos, montajes, grabaciones, ediciones… Por supuesto, el eminente violista no se olvida de otros artistas ajenos a la música, y así exige que se pague a todos los directores y actores de cine y de teatro (¿profesionales y aficionados?, ¿y los de televisión?), y también para todas las películas, series y obras teatrales (incluyendo otras artes escénicas como la danza) que se ruedan o ponen en escena. No se olvida de pedir para todos los escritores (novelistas y narradores, poetas, ensayistas, historiadores), pintores, escultores y grabadores, para todos los dibujantes e ilustradores (incluyendo los de cómic y los de los periódicos), orfebres, ceramistas y el resto de quienes trabajan las artes plásticas; ¿y los grafiteros? Tampoco hay que excluir del maná a los especialistas en ‘performances’, ‘happenings’, instalaciones y, en fin, a quienes se dedican al denominado arte contemporáneo. Ni que decir tiene que también han de tener derecho al reparto de efectivo las bandas de gaitas y las de música tradicional, los combos de saxofones o las masas corales. E igualmente también son cultura y deben percibir subsidios los grupos de heavy y de punk, de jazz, de pop y demás subgéneros de ahí derivados (regaetón incluido). ¿Y por qué no las orquestas de verbena? ¿La moda y la gastronomía no son también cultura?...

Y todo eso sin contar apartados culturales ya subsidiados, como puedan ser la restauración y conservación de patrimonio histórico-artístico, las bibliotecas, los museos… La lista puede seguir desglosándose casi hasta el infinito, y más a día de hoy, cuando cualquier cosa puede señalarse como arte, tener acceso al museo o al escenario y, ¡cómo no!, derecho a la beca correspondiente. En resumen, que si el Estado (el contribuyente, vamos) tiene que pagar a todo el que decida dedicarse al arte, todo artista se convertirá en funcionario, por lo que habría que ir pensando en las consiguientes oposiciones, ya que todo el mundo se declararía artista. Sea como fuere, la partida destinada al capítulo del arte y los artistas se elevaría hasta lo delirante, lo insostenible.
Eso sí, la propiedad intelectual sigue perteneciendo al artista, es decir, el ciudadano ha de pagar si quiere disfrutar de la obra artística, y da igual si la película, concierto o montaje, si los discos, libros o cuadros gustan y se venden o no. Quiere decirse que el artista exige pago estatal contributivo por ser un artista y, a mayores, pago individualizado a cargo del consumidor. Lo que sí es inadmisible, sin embargo, es la disparatada carga impositiva que recae sobre las obras y actividades culturales, que las convierte en artículos de lujo; si no exentas, su iva debería ser mucho más bajo.

En este pedir y pedir a papá Estado sólo falta que se le exija una ley que obligue a todos los españoles a consumir artes y culturas, a acudir a un mínimo de conciertos y eventos culturales (música, cine, teatro, danza), a comprar un mínimo de libros, discos y obras plásticas…, y si no es así, se sancione al ciudadano. En caso contrario Jordi Savall tachará de ignorantes (término que siempre tiene en boca) a todos los que no coincidan con él en cuanto a gustos y preferencias, gastos y subvenciones.

Alguien lo dijo alguna vez: las subvenciones siempre son injustas, pues es imposible subvencionar a todos. 


CARLOS DEL RIEGO