domingo, 31 de agosto de 2014

LA MÚSICA ROCK Y LA PUBLICIDAD Desde que la música rock fue definitivamente asimilada por la sociedad, desde que el rockero de chupa y melena cumplió los cincuenta, los conceptos rock y publicidad se ajustan a la perfección, y por ello, esa música ya es imprescindible para los anuncios

Al excelente grupo The Band nunca le sonrió la suerte
Casi desde el primer momento la publicidad vio en la música pop y rock el perfecto reclamo para atraer a los consumidores de ciertas franjas de edad. Esta tendencia se ha ido consolidando con los años, hasta el punto de que las canciones de estos géneros se han convertido en la banda sonora perfecta para anunciar prácticamente cualquier producto, y ello sin tener ya en cuenta las edades de los posibles compradores, puesto que ya hay historia del rock con años suficientes, con estribillos suficientes para que las sintonías sean reconocidas por posibles consumidores de entre los 10 y los 70 años.


En España debió ser el ‘Samba pa ti’ de Santana el primero (o uno de los primeros) temas rock que se incluyó en un spot publicitario como sintonía. La televisión vio pronto las posibilidades de la música popular como reclamo para sus anuncios; así, muchas canciones que penetraron en el público desde las listas de éxito, fueron luego utilizadas por la propaganda comercial asociándose a ciertos significados: libertad, rebeldía, personalidad, exclusividad, disfrute…, convirtiéndose de este modo en la perfecta base musical, precisamente por ejercer un atractivo irresistible sobre el espectador; por si fuera poco, los que diseñan el mensaje publicitario eligen estribillos y melodías que grandes masas de población recuerda y reconoce, con lo que el principal propósito del spot (que es llamar la atención) está conseguido. En fin, si en un principio las cuñas radiofónicas y los primeros spots televisivos tiraban de sintonías originales, con el paso del tiempo la cosa ha ido derivando a la utilización de partituras reconocibles; hay que pagar derechos de autor, pero lo normal es que el uso de éxitos (o canciones con un significado claro aunque no hayan sido muy populares) compensa la inversión, ya que su capacidad de atraer la atención es muy superior a la de una sintonía totalmente nueva.


Por otro lado, esa toma de títulos de rock y de pop para ilustrar mensajes comerciales ha venido muy bien a no pocas canciones; de hecho, muchas olvidadas o que simplemente nunca conocieron el éxito mayoritario, se encontraron con un rejuvenecimiento o con la popularidad gracias a la masiva difusión de un spot que las llevó incluso a lograr un éxito en las listas que no tuvieron en su momento.

La relación de piezas que contribuyeron (contribuyen) a la difusión y popularización de un producto, la lista de composiciones extraídas del planeta de la música popular que se unen a las estrategias del marketing es verdaderamente extensa, y no deja de crecer. Así aquel ‘Many rivers to cross’ de Jimmy Cliff o el ‘Walking in the rain’ de Flash & the Pan, temas de Madness e incluso The Doors, Ray Charles o Nina Simone, Depeche Mode o los mismísimos Beatles, a quienes han recurrido muchas veces los creativos del reclamo televisivo. Entre toda esa interminable colección de éxitos pasados, títulos desconocidos incluso en su día y canciones rejuvenecidas, hay algunas que merecen una visión más detenida (todo el mundo podría escoger las suyas). Actualmente una marca de coches se sirve del clásico ‘A horse with no name’ de America, no hace mucho hacía lo propio una empresa de cervezas con el ‘The Jocker’ de Steve Miller Band, y también algún publicista pensó en el más oscuro ‘The weigth’ de The Band como soporte musical para un spot de refrescos.


El grupo que acompañó durante muchos años a Bob Dylan, el canadiense The Band, nunca tuvo mucha suerte; de hecho, a pesar del enorme talento vertido en sus discos y del indudable mérito de sus canciones, el excelente quinteto jamás logró algo parecido a un éxito. En activo desde 1968 a 1978 (hubo una reunión fallida en los noventa), regaló verdaderas maravillas, como la mencionada ‘The weight’; es esta una delicia en clave country-rock y con ambiente de ‘road movie’, un medio tiempo arrebatador con texto viajero en el que un trotamundos va hablando con los lugareños de la ciudad a la que llega. Su autor, Robbie Robertson, explicaba que está basada en películas de Luis Buñuel en las que uno quiere hacer el bien pero no lo consigue (él menciona ‘Viridiana’ y ‘Nazarín’). Paradójicamente, esta canción obtuvo mayor repercusión con las versiones de otros y como banda sonora de pelis, series y anuncios.
‘The Jocker’ sí que es un clásico reconocido. Fue escrita en 1973 por Steve Miller para su grupo Steve Miller Band, formado en California a mediados de los sesenta del siglo pasado. En su día fue un número uno en medio mundo, pero logró una segunda juventud cuando más de tres lustros después volvió a lo alto de las listas gracias al hecho de haber sido usada como sintonía de una marca de pantalones vaqueros; ya en el siglo XXI su cadencioso ritmo regresó para servir a la perfección a una marca de birras. El sentido de la letra se explica perfectamente en dos de sus versos: “Verdaderamente me encantan tus melocotones, y quiero agitar tu árbol”, y también con las autodefiniciones: “soy un recolector de frutas…, amante…, pecador…, soy un fumador (de maría) a medianoche…, un bufón…,  alguien que sonríe...”; o sea, algo parecido a un despreocupado vividor. Los pausados arpegios con la acústica, los detalles tipo ‘slide guitar’ (conocidos como silbido de lobo), la facilidad de asimilación de su estribillo y, en fin, la indudable gracia que exhibe la pieza, la hacen idónea para fines comerciales.
Finalmente, el excelente ‘A horse with no name’ de America. Es esta una formación que viene funcionando casi sin interrupción desde hace 34 años con intención más bien country, sonido tirando a acústico, gran atención a las voces y acabados muy bien pulidos. El ‘Un caballo sin nombre’ fue éxito incluso en España; presidida por una omnipresente guitarra de doce cuerdas, su melodía es hipnótica, muy fácil de reconocer y tararear. Su autor (Dewey Bunnel) afirma que el texto se basa en sus recuerdos de infancia, cuando con su familia viajaba por Arizona y Nuevo México a través del desierto; trata de transmitir el sentimiento de calor abrasante, la soledad y sequedad del desierto, pero incluyendo  también (explica Bunnel) según parámetros surrealistas (Dalí, Escher): “Después de nueve días (…) el desierto se convirtió en mar (…) el océano es un desierto con su vida bajo la tierra, y un perfecto disfraz encima”. Sí, seguro que el desierto termina por dar la vuelta a la realidad.
Cuenta la leyenda que The Doors, sin que Jim Morrison se enterara, habían prestado su canción ‘Light my fire’ a una empresa automovilística, que la convirtió en ‘Light my Buick’; cuando lo supo el malogrado cantante, cogió un enfado mayúsculo y obligó a sus compañeros a que cancelaran el contrato. Esa pureza artística resulta hoy, por lo ingenua, casi emocionante…, pero también mueve a la sonrisa de conmiseración.          

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 28 de agosto de 2014

LA ESTUPIDEZ DE LA REALIDAD SUPERA CUALQUIER IMAGINACIÓN Por muy lejos que pueda llegar la ficción jamás alcanzará a la realidad, pues la necedad de las personas traspasa continuamente los límites trazados por memos anteriores. Es imprescindible ser un idiota perfecto para llevar a una niña de 9 años a disparar armas de guerra…

Una niña de 9 años hace prácticas con un subfusil ametrallador con
 consecuencias trágicas 

Hay veces que las noticias de los diarios parecen salidas de la mente del novelista con imaginación más calenturienta y disparatada, tanto que si se reflexiona sobre alguna de ellas uno puede llegar a preguntarse ¿cómo puede haber personas tan estúpidas?, ¿cómo puede alguien conducirse con tal ausencia de sentido común? Es oportuno recordar (una vez más) aquella reflexión de Einstein en la que otorgaba la cualidad de lo infinito al universo y a la estupidez humana.

Un estúpido animal se ha metido dentro del cadáver de uno menos estúpido
Unos padres estadounidenses no tuvieron mejor ocurrencia que llevar a la niña a disparar armas de fuego, de modo que fueron a un local en el que sirven hamburguesas y luego se pueden pegar unos tiros (¡qué puede combinar mejor con la comida!). Pero no se conformaban con que la nena tirara con una pistola del calibre 22, nada de eso, así que pusieron en las manitas de la cría de 9 años nada menos que un subfusil ametrallador Uzi, un trasto fabricado en Israel como arma perfecta para la batalla: ha sido utilizado en casi todas las contiendas en que ha tomado parte dicho país desde las guerras del Sinaí y de los Seis Días, y también en campos de batalla de Sri Lanka, Sudáfrica, El Salvador, Irán, Irak, las Malvinas…; pues papá y mamá pensaron (demostrando tanta capacidad cerebral como una ameba) que sería muy gracioso y original dejar que la chiquilla experimentara la emoción de ametrallar..., para grabar toda la escena y luego enseñársela, orgullosos, a sus amigos. El maestro de tiro le dice cómo hacerlo y la criatura dispara contra el blanco, acto seguido el hombre pone el modo ráfaga, ella aprieta el gatillo, pierde el control del hierro y le pega un tiro en la cabeza…, y lo liquida. Puede deducirse que este accidente no es cosa insólita, pues las manitas de 9 años no están hechas para manejar esas cosas. Sea como sea, los padres han de estar satisfechos: han convertido a su hijita en homicida (involuntaria, pero homicida) para el resto de su vida, y a los hijos del instructor huérfanos. Es difícil superar tal grado de estulticia.

Más cerca, en Elche, unos bandidos perforaron un túnel de entre 125 y 150 metros, tras cavar 10 de profundidad, con el fin de atracar un banco. Aunque se trate de expertos con la herramienta y maquinaria más modernas, no hace falta ser ingeniero de minas para saber de las dificultades de tan magna obra; así, quien haya visto la película ‘La gran evasión’ recordará que para llevar a cabo tal empresa no sólo hay que excavar, sino que hay que prever cómo proporcionar aire al interior de la obra, cómo sujetar techo y paredes para que no se venga todo abajo, cómo transportar y qué hacer con la tierra que se extrae (que con un túnel de esas dimensiones tiene que ser mucha)…, y a ello hay que añadir que se precisan conocimientos precisos y especializados para no desviar la trayectoria del túnel, para no romper cañerías, conducciones y otras infraestructuras enterradas. En fin, que estos delincuentes han trabajado de lo lindo durante varios meses para nada, pues una vez dentro del banco fueron detectados por los sistemas de seguridad y, finalmente, no pudieron hacer otra cosa que poner pies en polvorosa sin llevarse nada de nada. Más les hubiera valido ofrecer sus servicios a cualquier empresa de construcción, algo hubieran cobrado por su esfuerzo.

Otra muestra de la memez de la que el ser humano es capaz. También en Estados Unidos, la policía recibió aviso de un timo: una mujer denunciaba que había comprado 40 dólares de cocaína pero le habían dado azúcar en lugar de la droga. Al llegar a su casa, los agentes fueron recibidos por la paisana que, mientras se metía una dosis de crack, les dijo dónde le habían dado gato por liebre. Inmediatamente la señora fue detenida por posesión y consumo; luego, los uniformados fueron al lugar donde se había producido el supuesto timo, pero no encontraron otro polvo blanco que no fuera azúcar. El hecho evidencia el deterioro mental de los drogadictos.

Pero no hay que ser drogodependiente para dar muestras sobradas de mamarrachez: una chica de 21 años se compró un caballo y, ayudada por un amigo, lo mató, lo despellejó, le sacó las vísceras, mordió algunas de ellas, se desnudó y se metió dentro de lo que quedaba del pobre animal…; lógicamente tomó fotos de todo y las subió a Facebook (también sucedió en USA, qué se le va a hacer). ¿Se puede ser más salvaje, más necio?

¿Cuál se llevaría la medalla de oro de la imbecilidad?  
      

CARLOS DEL RIEGO

lunes, 25 de agosto de 2014

TRES CLÁSICOS (MENORES) DEL POWER-POP Eso del power-pop es una etiqueta que suele dar mucho juego, ya que al estar en la frontera entre el pop y el rock permite dejar correr la imaginación en un sentido o en otro. De entre tantos, pueden recordarse piezas de Joe Jackson, The Barracudas y The Smithereens.

Uno de los grandes ideólogos del power-pop, Nick Lowe, en sus años dorados.
La nómina de bandas que han caminado por ese terreno es verdaderamente kilométrica, de hecho, raro es el grupo con guitarras y baterías que no pueda presentar alguna pieza construida en esa clave. Asimismo, muchas son las canciones que han obtenido el sello de clásico combinando melodías y estribillos ‘poperos’ y pegadizos con distorsiones y ritmos enardecidos, múltiples voces y coros ‘sixties’, composiciones más bien cortas y claras (con los arreglos imprescindibles) con una gran pegada rítmica y, ocasionalmente, ambientes saturados.

Todo aficionado y conocedor del paño podría indicar una docena de títulos imprescindibles con mitad de una cosa y mitad de la otra. Pero si se rebusca un poco más se pueden encontrar auténticas maravillas que han quedado más olvidadas, aunque seguro que el rockero vocacional será capaz de identificar todo lo que haya tenido una mínima repercusión en los años del vinilo. Aquí van tres temas que encajan bien en las exigencias del power-pop (también vale pop-rock o pub rock…): ‘Blood & roses’ de The Smithereens, ‘Summer fun’ de The Barracudas, y ‘I´m the man’ de Joe Jackson.



Joe Jackson creo el ‘I´m the man’ en 1979 para el álbum del mismo título, segundo de su longeva trayectoria. El tema es un portento de fusión de melodía y potencia; su ritmo es electrizante y se presenta adornado con algunos cortes que añaden efervescencia y dinamismo (ideales para hacer ‘air guitar’ pero con batería); el bajo machaca desde la primera nota y también tiene sus segundos de prota, y a todo esto, guitarras. El resultado es trepidante y causa el mismo efecto hoy que cuando salió, hace ya ¡35 años! El alopécico y prolífico multiinstrumentista británico lleva en escena desde entonces, y a él se deben discos absolutamente imprescindibles, y no sólo en la esfera de la new wave o el pop-rock, pues también ha brillado en ambientes tan dispares como el jazz o la música clásica.


El ‘Summer fun’ (1980) de los también ingleses The  Barracudas es otra canción señalada. Para empezar, el single original comenzaba con la reproducción de un hilarante spot publicitario que se hizo en los años sesenta para el automóvil Plymouth Barracuda, en el cual los locutores mostraban dificultades para pronunciar eso de Barracuda (sin embargo, el nombre del grupo se refiere a una canción de The Standells, otro grupo de los sesenta). El tema exhibe múltiples matices: desde potentes guitarras garaje hasta coros en la ola más surf, frenéticas secuencias rítmicas, estribillo muy sesentero e incluso apuntes psicodélicos. Se trata de una canción que se queda adherida para siempre tras la primera escucha, a pesar de lo cual no alcanzó gran difusión internacional lejos de Inglaterra.

El grupo estadounidense The Smithereens  es uno de los mejores y más académicos representantes del power-pop. De ellos se llegó a decir que venían a fundir canciones creadas al modo Beatles o Byrds con sonidos fácilmente definibles como heavy metal pesado y ruidoso; su fantástica pieza ‘Blood & roses’ (1986) encaja a la perfección en esos parámetros: el inicio con ese bajo tan elocuente, la entrada de la percusión y resto del grupo, los cortes y puentes, el estribillo fácil y las distorsiones… El resultado final es muy contundente, muy sólido: un tema que transmite energía de principio a fin. 

 Curiosamente, por regla general, los grupos de pop-rock no suelen gozar de aceptación masiva, aunque hay excepciones; normalmente no consiguen más allá de uno o dos éxitos medianos en las listas de ventas, así que hacen del escenario su fortín, y desde allí consiguen muchos fieles; además, lo habitual es que su hábitat sea el local de aforo más bien reducido, con lo que están muy cerca del público, lo que redunda en una mayor intensidad. En fin, que este tipo de bandas lucen mucho en vivo y al alcance de la mano.    
    
Ni que decir tiene que pueden recordarse muchos otros nombres fácilmente encuadrables en eso del pop-rock; no hay que olvidar a los esforzados Dr. Feelgood, a los más sofisticados The Cars, al emblemático Graham Parker, a los olvidados The Romantics, a The Knack, a Brinsley Schwartz, Rockpile o Nick Lowe (uno de los grandes padrinos del género), y a tantísimos otros. Elvis Costello merece capítulo aparte.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 20 de agosto de 2014

EL TERROR ISLÁMICO, PRODUCTO DE SU RETRASO HISTÓRICO Todo el que se haya asomado a los medios de comunicación no habrá podido dejar de estremecerse al ver la ejecución por decapitación de un periodista de Estados Unidos a manos de un terrorista musulmán. Es el terror islámico, producto de su retraso cultural y espiritual

Imagen que define el fanatismo islámico, aunque las hay peores
 La barbarie de que hacen gala los islamistas no hace sino evidenciar la amenaza que para el resto del planeta significan estos prehomínidos fanáticos. Cierto es que no todos los musulmanes se conducen con tal salvajismo, sin embargo, se echan en falta críticas a semejantes actuaciones por parte de los mahometanos moderados; es decir, ningún imán, mulá o líder religioso, ningún nombre de peso del mundo musulmán levanta la voz para condenar las atrocidades con que el autodenominado ‘Estado islámico’ está tratando de aterrorizar; por miedo o por complicidad, el caso es que ningún muecín ha afeado a los asesinos su brutalidad en nombre de Alá. 
    
Esa persecución del disidente, esa caza de quien profese otra religión y de quien no observe los preceptos del Corán según lo entienden ellos, esa crueldad de bestia estúpida, junto al silencio cómplice de quienes podrían al menos proclamar que el Islam abomina de tales violencias, viene a demostrar el retraso intelectual, psíquico, cultural e histórico que padece la humanidad islamita.

Sin embargo, echando un vistazo al devenir histórico de las culturas, casi resulta lógico el estado de subdesarrollo en que vive el pensamiento sarraceno. La cultura occidental está basada en la Democracia y los Derechos Humanos, en conceptos como el respeto al otro, la igualdad o la separación de poderes, y es así porque en el siglo XVIII surgieron en Europa (cuya  cultura y mentalidad tiene bases judeocristiana y grecorromana) hombres cuyo pensamiento ascendió hasta alcanzar la Ilustración, la cual es la base de los sucesivos avances filosóficos, culturales y humanos, el pilar imprescindible del progreso lógico de una sociedad cimentada en la razón. Pero el musulmán no hizo la Ilustración, y a diferencia de otros entornos culturales del planeta, no sólo no la asimiló sino que la rechazó: el concepto que la Declaración de Derechos Humanos tiene en las sociedades que progresan no es admisible por el pensamiento islámico. Por eso su mentalidad está estancada y por eso no puede tolerar la idea de que todas las personas tienen los mismos derechos; por consiguiente, en su ideario una mujer vale sólo la cuarta parte que un hombre (en un juicio se necesita el testimonio de cuatro mujeres para contrarrestar el de un varón), no soporta discrepancias religiosas e ideológicas y ejecuta, mutila, flagela, lapida, ahorca, decapita. De este modo, sin raíz en la razón y el respeto al otro, la persona se convierte fácilmente en monstruo, en animal irracional.

Claro que, pensándolo detenidamente, cabe la pregunta ¿qué ha aportado al progreso, al avance y al beneficio de la Humanidad la cultura y pensamiento musulmanes en los últimos cinco siglos?, la respuesta no puede ser otra: aparte de algunos buenos escritores, nada, absolutamente nada. Curiosamente, muchos occidentales criados en la vida democrática que permite criticarlo todo arremeten contra occidente (que no es, dicho sea de paso, la perfección, pues las personas no lo son) a la vez que disculpan, justifican e incluso defienden la violencia de corte yihadista; incluso hay supuestos intelectuales que acusan a España por haber ‘reconquistado’…, pero también hay que imaginarse en dónde estaría la vieja Hispania si Fernando e Isabel no hubieran acabado con los reinos de taifas (las comunidades autónomas de entonces) y expulsado el ideario mahometano. Lo sorprendente es que antes de aquel emblemático 1492 los árabes y moriscos sí que habían ofrecido al resto del mundo grandes aportes en navegación, agricultura, arte, filosofía y cultura en general, pero a partir de ese momento, exceptuando el terreno de las letras, el vacío. Mientras, en esos quinientos años, la cultura de origen grecorromano y moral judeocristiana trajo la Ilustración, que dio lugar a esas bases democráticas que permiten la libertad y el progreso (con todas sus deficiencias); recapitulando a vuelapluma: los ámbitos del arte y la tecnología, las ciencias exactas, médicas y farmacológicas, los medios de comunicación (del periódico a Internet y los móviles) y transporte, el cine o el rock & roll, el deporte y los Juegos Olímpicos, la solidaridad y la preocupación por la naturaleza…, incluso ensayos filosóficos errados como el comunismo, todo ello fue posible en el entorno de libertad que proporciona occidente y que se origina en la vieja Europa; y jamás se disfrutaría de esos avances si en su momento la yihad no hubiera sido frenada y derrotada (Covadonga, Tours, Lepanto, Granada).

Si esas batallas (y otras) no los hubieran detenido, los fanáticos islámicos hubieran impuesto su insoportable y liberticida visión de la existencia en Europa, lo que hubiera imposibilitado la llegada de aquel movimiento filosófico ligado al enciclopedismo, el cual abrió las puertas a todos los derechos y libertades imperantes en occidente (al menos en teoría). Si los sarracenos hubieran triunfado en aquellos lugares, la estampa de un asesino encapuchado decapitando a un semejante, o la del que orgulloso posa con las cabezas que acaba de cortar, no llegaría de esa convulsa zona de Oriente Medio, sino que estaría tomada a la puerta de casa, pues ese retraso intelectual, esa miseria espiritual estaría instalado en todo el Viejo Mundo. 

¿Qué europeo preferiría vivir en una Europa vigilada por la sharia como ley suprema?


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 17 de agosto de 2014

FESTIVALES DE ROCK: DEL IDEALISMO AL MARKETING Hoy los festivales de rock (y géneros afines) son lo más común del verano; tanto que su proliferación, adaptación al momento y puesta en valor comercial los ha convertido ya en algo así como parques temáticos.

No hay comparación posible entre aquellos y estos momentos
Sin embargo, esta modalidad que actualmente tiene tanto de romería, en sus primeras fases era entendida como un ritual, como un gesto de protesta, como una manera de diferenciarse de la sociedad adocenada, acomodada y un tanto anestesiada.

Sí, las cosas han cambiado radicalmente en todos los aspectos. Esta manera de ofrecer rock en vivo nació (cómo no) en Estados Unidos. Se tiene como el primero de este género el llamado Fantasy Fair & Magic Mountain Music Festival, celebrado en junio de 1967 en una colina de San Francisco, el cual había tomado la idea de una especie de feria en la que el personal se disfrazaba con trajes de época rememorando los siglos XVII y XVIII (el Reanissance Pleasure Fair). Aquel iniciático Fantasy & Magic fue seguido unos días después por el mucho más famoso Monterey Pop, con el que se abrió definitivamente una prometedora puerta, ya que fue un enorme éxito; luego llegaron el gigantesco Woodstock y algo después el no menos emblemático Altamont, con lo que la novedad se hizo costumbre y se extendió por todo el mundo.


Desde entonces las cosas han cambiado mucho, en todo, tal vez lo único que no ha variado es la sensación que han de experimentar los artistas al ver el gentío. Aquellos primeros festivales de los sesenta del siglo XX tenían como fin principal llamar la atención sobre el nuevo movimiento que ya se llamaba hippy, dar a conocer aquello de paz y amor, las flores en el pelo y la ropa estrafalaria y colorida, la conveniencia de los alucinógenos y el amor libre…, y también proclamar el rechazo a la guerra (concretamente la de Vietnam) y a las reglas de la sociedad materialista. Y todo ello con mucho ‘buen rollo’ entre el personal, con mucho ‘haz el amor y no la guerra’… En fin, que aquellas primeras congregaciones de hippies eran la materialización del ideal ‘sexo, drogas y rock & roll’, nada más, nada menos.     

Además, los pioneros Fantasy Fair y Monterey (éste promovido por John ‘Mamas & The Papas’ Phillips) tuvieron fines solidarios y los beneficios se dedicaron íntegramente (y teóricamente) a instituciones benéficas; se tiene por muy cercana a la realidad la cifra de 200.000 asistentes a cada uno de dichos eventos. De todos modos, la intención de los organizadores tenía poco que ver con el beneficio económico y mucho con sus ansias de libertad psicodélica, de armonía, de vivir en comuna sin reglas, sin ataduras, sin compromiso, sin obligación; y como quiera que en aquellos años aquel movimiento cultural (que fue de los primeros en eso de la contracultura) era la novedad absoluta, contaron con masivas asistencias. Lógicamente, con aquellas bases ideológicas, las marcas comerciales no tenían sitio.  
Hoy las cosas son distintas. Los grandes espectáculos musicales con extensos carteles surgen por todas partes y, al menos en su mayoría, congregan a muchos miles de espectadores que acuden menos atraídos por los nombres de los artistas que por la promesa de gran mogollón; en realidad, echando un vistazo a los programas de algunos de estos certámenes está claro que es imposible presenciar todo: hay varios escenarios, actuaciones simultáneas o una tras otra casi inmediatamente. Sí, en los festivales del siglo XXI impera la masificación en todo, artistas, público, marcas comerciales, actividades de ocio, restaurantes y, en fin, todos los servicios que se tienen en cualquier parte. Estos festivales-romería, estos parques temáticos son un poco como el bufé de los restaurantes chinos, en los que todo termina sabiendo igual. Grupos y canciones, guitarras y baterías, cantantes melódicos y bandas extremas, marketing, refrescos y pitanza, operadores telefónicos, marcas, bancos…, todo se congrega, todo confluye, todo forma parte del espectáculo, todo termina teniendo el mismo sabor a marketing y mercadotecnia. Totum revolutum. 

En Woodstock, en aquellos primeros ‘enrrollamientos’ de la España de los primeros setenta del siglo pasado, existía el sentimiento de estar asistiendo a un ritual, de alejarse del resto de la sociedad, de formar parte de algo diferente y muy lejano a lo que pasaba y a lo que se pensaba fuera del recinto. Y con buen rollo tío. El rock era entonces verdadera contracultura, puesto que la mayoría de la población no es que lo rechazara, es que ni lo tenía en cuenta: la sociedad aún no lo había asimilado.

No es que lo de ahora sea mejor ni peor, es simplemente distinto, es lo que lógicamente corresponde a cada momento: lo que fue Monterey sería imposible hoy, y los de hoy serían impensables entonces. Pero, por encima de todo, la mayor diferencia entre unos y otros reside en los artistas que los protagonizaron, y por eso no es posible la comparación: en los festivales de los veranos de los últimos sesenta del siglo XX tocaron gigantes del rock como Jimi Hendrix, The Who, The Rolling Stones, Crosby Stills Nash & Young, Janis Joplin, Creedence Clearwaer Revival, The Doors, Canned Heat…

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 14 de agosto de 2014

BARDEM Y CRUZ: IGNORANTES, SECTARIOS Y…TONTOS El conflicto judeo-israelí termina por crear infinitas y sutiles ramificaciones. Así, los susodichos actores se han visto envueltos en una fea polémica debido a su desconocimiento del tema y a su torpeza sectaria y tontamente exaltada

Penélope Cruz ha sido designada 'tonta de la semana' por la cadena Fox
Una virtud que siempre conviene tener en cuenta antes de hablar es conocer el lugar donde se está para así no meter la pata… demasiado. Hace unos días los actores españoles residentes en Estados Unidos Bardem y Cruz firmaron un manifiesto en el que condenaban el “genocidio” que el estado de Israel estaba llevando a cabo contra los palestinos. Ahora, a pesar de que han tratado de suavizar, de recular, de desdecirse en gran parte, les están cayendo no pocos palos (hasta el punto de que ella ha sido tildada de ‘La tonta de la semana’ por una cadena de allá) y, de cara a sus carreras, los productores y directores de cine pueden darles la espalda.

Aquel comunicado mostraba, ante todo, una ignorancia extrema, un sectarismo fanatizoide y un simplismo verdaderamente sonrojantes. La ignorancia del panfleto en cuestión califica de “genocidio” algo que no es tal, pues Israel no tira contra Gaza por ser palestina o musulmana (existen muchos musulmanes de nacionalidad israelí), y además, lo que hace (al menos ahora) es responder a los cohetes de Hamás; asimismo hay que recordar que ésta emplaza sus lanzamisiles en las azoteas de escuelas u hospitales, y claro, el enemigo cañonea dichas posiciones, con lo que se producen terribles masacres, las cuales son aprovechadas por esa organización; por cierto, los que deciden cuándo y contra qué objetivos judíos hay que bombardear desde Gaza viven cómodamente en otros países…

El sectarismo estúpido de los firmantes del desacertado escrito queda claro al no haber manifestado ninguno de ellos opinión alguna respecto a la violencia procedente del lado islamista. Así, ninguno escribió o firmó nada que condenara las barbaridades que a diario protagoniza el régimen talibán en Afganistán, tampoco hay artista que eleve la voz por las masacres que perpetra el autodenominado Estado Islámico (ISIS) que se vanagloria de las muchas cabezas que corta (como hacían los asirios en aquella misma zona en el primer milenio antes de Cristo), e igualmente tampoco nadie del cine o la escena se ha pronunciado a favor de las niñas secuestradas por los islamistas en Nigeria…, por no hablar de las matanzas de cristianos en zonas musulmanas. Ni una palabra por ese lado, lo que significa que sólo las salvajadas y crueldades de unos les parecen intolerables, y que las de los otros no merecen atención. Puro maniqueísmo, sectarismo extremo.

Y esa postura maniquea conduce a la simplificación de un problema verdaderamente intrincado, un enrevesado laberinto se mire por donde se mire. De este modo, los actores, directores, músicos españoles que se adhirieron a la proclama deben pensar que todo es muy sencillo, muy simple: los judíos robaron las tierras a los palestinos, y por tanto malos y buenos están perfectamente diferenciados. Sin embargo, el tema es cualquier cosa menos fácil y sencillo; para analizarlo con un mínimo de rigor hay que empezar hablando de cuando estas tierras formaban parte del Imperio Otomano, hay que hablar de los grupos terroristas hebreos Irgun y Stern y de los no menos sanguinarios OLP o Hamás, de la Conferencia de San Remo, de la Declaración Balfour, de las resoluciones de la Onu y sus consecuencias, del reguero de dinero que llega a Israel desde USA y de los miles y miles de millones de dólares entregados a Palestina por la ayuda internacional, del despiadado enfrentamiento entre Fatah y Hamás…, y de muchas otras cuestiones, intereses y disputas regionales que confluyen en el asunto. En fin, que no es una cuestión de fácil entendimiento y solución evidente: no es una pelea con buenos y malos, sino con inocentes, malos y más malos…, todo en ambos bandos.

El caso es que Bardem y Cruz, Amaral, Almodóvar y otros, con el fin de solidarizarse con el golpeado pueblo palestino que injustamente está sufriendo lo indecible, insultan gravemente al pueblo israelí y lo señalan como único culpable. Es una postura errónea, sectaria y, en el caso de los dos primeros, tonta. Todo el mundo tiene sus convicciones y creencias, pero ir continuamente con la pancarta, con la misma pancarta, termina por pasar factura; así, el mencionado texto fue firmado por varios artistas a sabiendas de que su alcance no pasaría de los Pirineos, pero el matrimonio de actores (que se reservó una planta de un hospital judío en USA) se está encontrando con dura respuesta allí donde vive y trabaja. Para minimizar los daños han publicado una matización que ha resultado inútil, puesto que ya han quedado señalados, ya dará igual lo que hagan o lo que digan: serán tildados de antisemitas para los restos, cosa que seguramente no influya de modo favorable en sus carreras profesionales. En resumen, además de todo, Bardem y Cruz han cometido una grave tontería, una enorme metedura de pata. Aunque, ¡qué es eso comparado con lo que dejan los ataques y contraataques en aquella incendiaria región!


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 10 de agosto de 2014

THE BEATLES NO PUEDEN VOLVER… PORQUE NUNCA SE HAN IDO Pasan los años, se suceden las décadas, modas y gustos, avanza la tecnología y el pensamiento, surgen novedades en prácticamente todos los campos, ya sea ciencia, filosofía o arte, pero hay algo que permanece invariable: la pasión por The Beatles.

ETERNOS BEATLES
El eterno grupo de Liverpool que, invariablemente, se mantiene en todo lo alto, continúa vendiendo discos (sea el formato que sea), sus temas suenan en cualquier parte del mundo y, en fin, son fuente inagotable de noticias. Aquella magia que surgió hace más de medio siglo no ha perdido su irresistible atractivo, su encanto pasmoso, su capacidad de atrapar y conseguir más y más ‘beatlemaníacos’; aquella magia sigue superando barreras geográficas, temporales, generacionales, intelectuales, ideológicas…, y con toda seguridad, en el futuro lo seguirá haciendo.

Este mismo año se cumplen (en septiembre) 45 años de la publicación de ‘Abbey road’, el último que grabaron como grupo, e incluso estos días se conmemora la famosa foto de su portada, realizada en agosto de 1969 (no hay quien se resista a pasar por allí y no sacarse idéntica instantánea). Asimismo, en el corriente se celebra la media centuria de las publicaciones de otros dos álbumes emblemáticos del cuarteto, el superlativo ‘A hard days´s night’ (en julio pasado) y el imprescindible ‘For sale’ (en diciembre).


Cada una de las tres obras mencionadas es una auténtica cima de la música del siglo XX, y la mayoría de sus canciones son capaces de provocar ‘feeling’ en cualquier lugar en cualquier momento. El primero de ellos no sólo contiene glorias musicales imperecederas (inútil recordar títulos, aunque se puede señalar que algunos de ellos son de lo más versioneado de su reinterpretadísimo repertorio), sino que fue un trabajo sumamente innovador, con el uso de nuevos instrumentos como el Moog (primitivo sintetizador) o la presentación de toda una cara como una ‘suite’, sin cortes, con las canciones unidas; además, su portada contiene varios iconos e incluso alguna leyenda. El segundo disco, que llega a los cincuenta, es el ‘Qué noche la de aquel día’ (como se le conoce en España), otra creación absolutamente excelente integrada por piezas prodigiosas, fascinantes, de esas que son ya patrimonio mundial y que, indudablemente, serán Patrimonio de la Humanidad como lo son las de Mozart; todos lo hicieron, pero este disco en concreto ejerció una poderosa y decisiva influencia en el posterior desarrollo del pop y el rock, como demuestra la cantidad de bandas que en todo el mundo lo reconocen como infalible y luminoso modelo. A finales de 1964, por último, cuando se publicó el ‘Beatles for sale’, el grupo era ya lo más ‘cool’, lo más ‘in’, lo más ‘chic’ del planeta; ofrece un listado de temas que es como el de uno de los directos que hacían entonces, alternando versiones de clásicos del rock & roll con (deliciosos) temas propios (como el ‘Eight days…’ cuyo vídeo adjunto muestra una toma falsa con sus errores). Tres cumpleaños, en fin, que mantendrán al grupo bajo el foco.    

Y para agrandar la presencia ‘beatleliana’, en Estados Unidos, en Montana, han bautizado una montaña con el nombre de McCartney; éste, además, sigue en plena forma, paseando su palmito y su irresistible repertorio por esos escenarios, y con proyectos de grabación con otros artistas. Y por si fuera poco, el próximo mes de septiembre se relanzarán todos los discos de The Beatles, en vinilo y con sonido mono; es fácil adivinar que volverán a ser éxito de ventas. 

No es que The Beatles vuelvan una y otra vez, es que nunca se van. El personal terrícola no permite que se vayan, pues siempre está recordando aquellas canciones.    

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 7 de agosto de 2014

ADOLESCENTES 2014 You tube y las demás redes están dando al adolescente la oportunidad de autoafirmarse y presumir de ‘hazañas’ tan execrables y estúpidas como golpear traicioneramente a otro o quemarse con gasolina. La perspectiva de verse en la red lleva a tales extremos.

Hay memos que se prenden fuego para ser los más memos de la red
Los adolescentes viven en perpetua sobredosis de hormonas, lo que unido a su estado de transición los lleva a cometer muchas imprudencias y decir muchas incoherencias, a realizar verdaderas estupideces e incluso a comportarse como auténticos sádicos sin la mínima capacidad de empatía. Ese impulso irrefrenable de autoafirmarse, de destacar, esa necesidad de sentirse admirado, o cuando menos mirado, está provocando sucesos absolutamente despreciables.

El quinceañero siempre ha sido contestón e irrespetuoso, inseguro e inexperto, eso no es novedad. En las últimas décadas, además, algunos han tratado de diferenciarse y a la vez sentirse integrados recurriendo a cosas tan nimias como dejarse el pelo largo y peinarse de modo llamativo, ponerse ropa chocante…, y en cuanto a música, escuchar rock extremadamente ruidoso y canciones con letras cargadas de tacos, insultos, denuncias contra ‘los malos’. Pero los que nacieron en los últimos años del siglo XX muestran (muchos de ellos al menos) especial interés por la política, tanto que se dejan expresar a voz en grito sus opiniones sin el conocimiento necesario; a ello se suma la visión maniquea del adolescente, para el que todo es blanco o negro sin matices ni grises, la gente es buena o mala sin medias tintas (hay que recordar que el niño en el cine pregunta continuamente “¿ese es bueno o malo?”); y así, según tales parámetros, toman partido por una ideología de una forma excluyente; sin embargo, como se va conociendo a medida que se cumplen años, esa ‘pureza de pensamiento’ está muy alejada de la realidad.

Además, no pocos adolescentes en 2014 están cometiendo errores lógicos pero indeseables, como colocarse piercings en la cara y otros sitios o tatuarse aquí y allá; el problema es que sólo se es adolescente durante una etapa corta de la vida, es decir, las ideas y formas de pensar cuando uno tiene dieciséis no tienen nada que ver con lo que uno piensa cuando se acerca a los treinta, y menos con lo que viene luego; por tanto, grabarse bajo la epidermis de modo indeleble en edad tan cambiante parece poco aconsejable, pues lo más seguro es que luego tenga que borrar (con coste importante en dinero, dolor y huellas en la piel); los piercing también causan furor entre los que van camino de la edad adulta, y son tan poco recomendables como los tatuajes, en primer lugar porque no hay artilugio que atravesando la piel embellezca, es más, ¿cuándo han resultado bonitos los granos, diviesos, pústulas, verrugas o espinillas por el rostro, o los ‘objetos’ que cuelgan de las ventanas nasales?, pues eso es lo que en realidad se ponen muchas personas: ronchas artificiales. Sin embargo, el pre-joven se siente muy atraído por ‘marcarse’, y como quiera que tales prácticas le son prohibidas, encuentra doblemente irresistible eso de caracterizarse. 
    
Pero peor, mucho peor, son los nuevos modos que algunos adolescentes están utilizando para tratar de reafirmarse, para sentirse admirados, para llamar la atención. Lo de tirarse del balcón a la piscina sigue teniendo adeptos, e igualmente lo de lanzarse al río montado en bici y animar a otros a imitarlo (tales ejercicios cuentan ya con bajas); a otros les da por cortarse en brazos y piernas... Entre las prácticas más estúpidas, deleznables y criminales están la de acercarse por detrás a cualquier persona descuidada y atizarle tan fuerte como para que caiga inconsciente; y también la de rociarse con gasolina o similar y luego prenderse fuego para, inmediatamente, echarse a la piscina o abrir la ducha… Todo ello lo hacen (quienes lo hacen, que de momento no son muchos) con el único objetivo de subir a la red la correspondiente y obligada grabación y con la esperanza de tener muchas visitas, seguidores, comentarios. Los que se divierten agrediendo alevosa y estúpidamente son delincuentes (en Estados Unidos ya ha habido detenciones), mientras que los que se achicharran voluntariamente son verdaderos imbéciles que arrastrarán toda su vida las consecuencias de tal necedad (alguno no pudo apagar el fuego y…).   

Afortunadamente, la mayoría de los futuros adultos se conforman con ponerse chulos (ingenua y a veces insolentemente) y trasegar a modo en el botellón.


CARLOS DEL RIEGO

lunes, 4 de agosto de 2014

DEL PASMAO DEL TOCADISCOS AL DJ ESTRELLA La música y el encargado de hacer que suene está ahí desde que se inventaron los discos y las fiestas. Hoy, quien ocupa ese puesto es el héroe de la noche, pero no siempre fue así

El Dj es hoy el protagonista de la noche
La evolución es la clave de todo, pues todo está en constante evolución. Y dentro de esta permanente situación de cambio, el terreno de las costumbres, hábitos, usos, gustos y modas es uno de los más dados a la mutación. Las preferencias musicales van variando casi de una temporada a otra (clásicos aparte), e igualmente ocurre con los modos de escuchar y disfrutar de la música. En toda fiesta, sarao o sesión de hoy, es imprescindible la figura del Dj, idénticamente a lo que ocurría en los guateques de los años sesenta del siglo pasado, que es cuando verdaderamente se empiezan a organizar bailes con los discos como único motor.

Desde el guateque que tan de moda estuvo entonces hasta las sesiones del siglo XXI, la presencia del encargado de hacer que suena la música siempre ha sido absolutamente necesaria; sin embargo, sí que se ha producido una transformación en cuanto a los ojos con que se le mira y la consideración que tenía antes y tiene ahora. Hay que recordar que, en realidad, no hace falta salir de casa para montar un buen sarao, y eso lo comprendieron muy bien los jóvenes más lanzados en aquella España de hace medio siglo; así, cuando uno tenía un tocadiscos (también llamado un ‘picú’, o sea, un pick up) y una docena de singles, y siempre que se dispusiera de un garaje, cochera, local o, en último caso, un piso con padres ausentes, ya se podía preparar un buen baile; los invitados acudirían sin insistir y las invitadas insistiendo, pero el éxito de asistencia estaba asegurado. Después, alguien tenía que hacerse cargo de pinchar los discos, actividad poco deseada, pues si estaba pendiente de cambiar la pieza se descuidaba el objetivo principal: bailar, que era el comienzo de cualquier intentona; por eso, casi siempre el menos decidido, el más tímido, el gafotas, el más timorato e inexperto tendía a acercarse al aparato (generalmente portátil) y colocar la aguja en disposición de pinchar un disco; por ello, casi de manera natural, el más pasmao terminó por hacerse con los mandos.

Otra cosa era la disco. Allí el pincha permanecía en su cabina, generalmente aislado del personal danzante pero casi al alcance de la mano; se le miraba ya con cierta admiración, pues se le presuponían grandes éxitos en el terreno de la seducción, casi tantos como los que sonaban por los Altec (marca de altavoces omnipresentes en aquellas salas de fiesta)… Después, en los ochenta, el ‘disquer’ empezó a cobrar importancia entre la audiencia, pues renace la cultura de la discoteca (¡cómo no recordar la legendaria Barraca de Valencia o la madrileña Rock-Ola!), y en ella el que seleccionaba se convertía en auténtico maestro de ceremonias. Fueron momentos en los que el diyéi era apreciado por su búsqueda incesante de la novedad y el sonido más vanguardista, por mostrar a sus parroquianos la canción que será éxito dentro de un mes, fueron años en que ese creador de ambiente tenía como único objetivo programar mejor música que nadie.

Pero la evolución nunca se detiene, y llegó un momento en que el Dj empezó a ser más importante que los músicos que creaban las canciones con las que él ilustraba cada velada. Incluso un día en que los reyes de la cabina fueron más allá y se atrevieron a modificar las grabaciones, primero variando velocidades, cortando y mezclando unas con otras, luego aportando sus propias creaciones que se insertan como morcillas en un guión teatral, hasta que la tecnología ha impuesto su imperio. Hoy, el Dj estrella no sólo cobra tanto o más que un grupo en directo, sino que mediante ordenadores, secuencias pregrabadas, loops y todos los infinitos recursos que la electrónica permite, son capaces de estar horas ofreciendo sonidos y ritmos de los que son medio autores, arreglistas, productores y ejecutores. Lo de la calidad de la música que atruena las pistas es otro cantar.

Sí, cómo ha evolucionado el director del ritmo. En otro tiempo era un cargo no deseado, hoy es capaz de llenar por sí solo enormes recintos.         
      

CARLOS DEL RIEGO