miércoles, 30 de julio de 2014

TIMOS, TRAMPOSOS Y PRIMOS El mismísimo Edgar Allan Poe escribió un cuento titulado ‘El timo’ al que subtituló ‘Considerado una de las ciencias exactas’. Y así debe ser, puesto que, a pesar de infinitos avisos, aun hoy hay gente que matemáticamente cae en las redes de los tramposos

Algunos caerían en el clásico timo de la estampita (fotograma de 'Los tramposos')
Pues sí, utilizando la variante de las ‘cartas nigerianas’, unos cuantos espabilaos lograron embobar, engolosinar, burlar y esquilmar a varios miles de pringaos (al menos hay algo en la actualidad que no es política, juzgados o guerra). Casi todos los acuerdos se hicieron a través del correo electrónico. ¡Qué no hubiera conseguido Baldomera Larra si hubiera disfrutado de tan sensacional herramienta!; hay que recordar que la hija del desdichado escritor fue la inventora de la estafa piramidal a mediados de los setenta del siglo XIX, así que con la red a su alcance…

Asombra que a pesar de todas las campañas de prevención contra los timos en internet aun exista gente tan incomprensiblemente incauta como para caer y enviar dinero a cambio de la ‘promesa’ de un negocio redondo. Para empezar, hay que tener poco cerebro para tragarse sin más lo que escribe o dice un desconocido a través de un e-mail, un anuncio en el periódico, el teléfono o cualquier medio; sí, emplean trucos ingeniosos, tiran de métodos más que contrastados, aprovechan cualquier casualidad o información, dan supuestas garantías, mencionan personajes respetables o instituciones oficiales, incluso llegan a enviar cartas con sellos, membretes, firmas (todo falso)…, pero se necesita algo más para que el timo se consume: es imprescindible la complicidad del primate. De este modo, cuando se abre el mensaje en cuestión, muchos lo desecharán antes de terminar la primera línea, pero otros seguirán tras tragarse el cebo de la ganancia fácil; entonces mostrarán interés (o sea, tirarán del anzuelo para indicar que han picado), contestarán y… el resto es fácil para el timador, que le explicará un asunto en el que todo es beneficio (las variables son muy abundantes); además, el listo no dejará de hacerle notar al pasmao que la cosa es, en realidad, un delito leve, un pecadillo que no hace daño a nadie pero que no deja de ser ilegal, con lo que se asegura el silencio cómplice; y cuando el pardillo reflexione sobre los riesgos o la cosa esa de la moralidad, no tardará en llegar a la conclusión de que “si lo hace todo el mundo, si los políticos son unos corruptos”…, disculpa perfecta. Es decir, al final, al estafado es, en realidad, tanto víctima como cómplice, pues sin este factor el engaño sería imposible.

Cuando pasado el tiempo el tontorrón se percate del engaño, experimentará una indeseable mezcla de indignación y deseo imposible de venganza, de estupidez profunda y, sobre todo, de vergüenza infinita; por eso, seguro que no denuncian ni la mitad de los burlados pánfilos. 

El engañabobos suele entender rápidamente por dónde cojea el primo. Cuando lo que triunfaba eran la estampita o el tocomocho en las calles españolas, los artistas del tongo escogían cuidadosamente al julay. Hoy no se le escoge (salvo en alguna variante específica), sino que en lugar de tirar un único anzuelo, se lanza una enorme malla que llega a todo el planeta. Sí señor, el embaucador sabe que de cada tantas personas que a diario entran en alguna red, hay un porcentaje de panolis dispuestos a cebarse y enredarse. Asimismo, el felón astuto cuenta con que el lila se cree el más listo, por lo que le dará toda lisonja, todo el sedal que se necesite en sucesivos mensajes o conversaciones para, al final, sacarle los cuartos. Se sabe de algún caso en el que la suma exigida para iniciar los trámites de la operación resultaba muy alta para la víctima-cómplice, por lo que el fullero no tuvo problema en negociar el precio del supuesto papeleo hasta adaptarse a los posibles del pisaverde.

El caso es que acaban de trincar a una banda de especialistas en la técnica de las ‘cartas nigerianas’ (“necesito una cuenta corriente a la que transferir X millones, si me dices la tuya te daré un 20 por cien de la pasta”, y luego el consabido “envíame esta pequeña cantidad para…”), método con el que los vivos se la liaron a varios miles de atontados dispersos por el mundo. La noticia ha salido en todos los medios, físicos o internéticos, sin embargo, con total y absoluta seguridad, mañana mismo se producirá contacto entre un aprovechao y un primavera. Y pasado algún tiempo, habrá muchos de los que hoy han leído o escuchado este caso que se convertirán en lo segundo convencidos de ser lo primero.         


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 27 de julio de 2014

LOS CREEDENCE EN LA SIERRA DE GREDOS Hace aproximadamente un mes la legendaria banda estadounidense actuó en la localidad abulense de Hoyos del Espino, en plena Sierra de Gredos…, bueno, tocó sólo su cantante, compositor y guitarrista, John Fogherty, pero fue un ‘todo Creedence’

Toneladas de rock regaladas por una leyenda de 70 años, John Fogerty
Está claro, Creedence Clearwater Revival dejaron de existir, como todo interesado sabe, en 1972 tras un lustro irrepetible, con seis álbumes sencillamente prodigiosos (más otro del que también se saca jugo) y una colección de canciones de tal calidad que hoy, tantas décadas después, suenan tan frescas, tan llenas de vida, tan contagiosas como cuando irrumpieron en la historia del rock & roll. Sin embargo, lo más cercano a Creedence que se puede ver en el planeta es, claro está, John Fogerty, el cerebro, el alma, el corazón de esa banda, una de las más imitadas de la galaxia del rock.

Y ahí, a un escenario natural, se acercó este gigante de la música. El público no era lo que se dice joven, es decir, todo el mundo quería escuchar ‘Born on the bayou’ o ‘Proud Mary’ en la voz original porque llevaba muchos años cantándolas y las escucha como algo más que un par de canciones. Pues eso es exactamente lo que ofreció el californiano, una hora y tres cuartos de grandísimos éxitos de ‘la’ Creedence, tantos que resultaría pesadísimo empezar a enumerar (sólo un par de piezas eran más recientes).



Debe sentirse algo único cuando se comprueba que diez o doce mil personas se saben cada nota y cantan cada una de las canciones que tú escribiste. Por eso no extraña que el autor de ‘Who´ll stop the rain’ repitiera varias veces “gracias por cantar conmigo”. Son temas que, sin duda, han traspasado su época hasta convertirse en clásicos, como ‘The midnight special’ o ‘Bad moon rising’. Pues todas estas y muchas, muchísimas más regaló Fogerty a un público agradecido que al primer compás gritaba al reconocer el título. Las pulsaciones no bajaban, era imposible. Uno tras otro, todos los estribillos, metidos en las miles de memorias desde hacía décadas, pinchaban en la neurona correspondiente para disparar otra dosis de adrenalina. Esa fue la esencia de un concierto abrumador, poderosamente evocador, cargado de emociones de una indescriptible intensidad…, sólo los amantes de ‘Green river’ o ‘Down on the corner’ pueden entender qué fue aquello. Y es que cuando te arrancas con ‘Lookin’ out back my door’ o ‘Have you ever seen the rain’ notas la chispa que recorre tu espalda, y entonces te das cuenta de que estás haciendo coros, en vivo, a una figura colosal cuyas canciones seguirán escuchándose en los próximos siglos; incluso llegas a pensar que cuando se le recuerde, dentro de cientos de años, una milimicra de sus toneladas de gloria te pertenece. Lleva su tiempo asimilar tan formidable sentimiento.


El tipo, septuagenario y con su invariable y esperada camisa a cuadros, conserva aun mucha voz, incluso hay momentos en que logra rememorar la chispa y vivacidad de aquellos portentosos discos de los últimos sesenta. Es un maestro guitarrista, fino, sólido, seguro, ágil en los solos y respetuoso con las melodías, genial siempre; por cierto, desplegó una apabullante colección de guitarras, casi como el que muestra orgulloso su colección a las visitas. Incansable, recorrió el escenario un montón de veces, y al final de cada pieza (‘Up around the bend’, ‘Lodi’), daba el salto que lo indicaba. En buena forma. Su hijo, Shane, disfrutó a la guitarra como el más ferviente fan. Y capítulo aparte merece el batería, Kenny Aronoff, un veterano que ha aporreado parches para infinidad de estrellas; en directo y con ritmos tan potentes como los de la CCR se convierte en una bestia de más de ¡60! años, un monstruo calvo y con gafas oscuras cuya cabeza se agita convulsa, enloquecida…, y con más brazos que Visnú (en el adjunto vídeo de ‘Ramble tamble’, al final, se le puede ver en acción).    

Magia. Los Creedence (o sea John Fogerty) repasaron sus grandes éxitos (‘Travelling band’, ‘Fortunate son’) más de cuarenta años después y durante más de cien minutos. No hubo tiempo para ‘Molina’ o ‘Sweet hitch hiker’, o sea, aun quedaba mucha munición. Este hombre es un genio. Lo jurarían millones en todo el mundo.    


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 23 de julio de 2014

DURÁN LLEIDA: UN BUEN POLÍTICO, ES DECIR, EL PERFECTO COBARDE Durán Lleida es un buen político, o sea, alguien que se ha dedicado toda su vida a medrar, a votar, a charlar y a cobrar. Eso es todo, un buen político, un excelente caradura; y ahora, para no tener que dar la cara, se va, aunque no del todo: un buen cobarde.

Este tipo no ha trabajado pie a tierra en su vida, es un buen politico, 
es decir, un perfecto caradura
Durante los años de la guillotina y la revolución francesa, destacó  un personaje llamado Nicolás de Condorcet, intelectual, político, filósofo… El caso es que el tipo siempre presumió de defender las libertades (excepto la religiosa) y de ser contrario a la pena de muerte. Pero llegado el momento de dar la cara, cuando hubo que votar en la asamblea si se guillotinaba o no a Luis XVI, Condorcet, adalid de las libertades, científico, economista, defensor de los Derechos Humanos (excepto para los eclesiásticos) y enconado enemigo de la pena de muerte, en lugar de levantarse y mostrar su rechazo a rebanar el pescuezo al susodicho Luis, en vez de echarle bemoles, gritar su creencia y enfrentare a los jacobinos y ‘montagnards’ más ávidos de sangre, simplemente se fue de la sala; de este modo, dándole la espalda al problema, no tuvo que manifestarse, no se vio obligado a incomodar o enojar a los violentos, o sea, evidenció que, llegado el momento, no era más que un cobarde que se achantaba ante los más vocingleros, entre otras cosas, tal vez, porque pensó que podían ponerlo a él en el punto de mira.

Algo muy parecido acaba de hacer un buen político (o sea, un buen caradura), Durán Lleida. Como no quiere malquistarse con sus colegas secesionistas, como sabe que en el fondo lo que pretenden éstos es un disparate que, además, se acerca al imposible, en lugar de hacerse oír y expresar valientemente sus ideas, optó (como aquel gabacho) por desaparecer a la francesa, por anunciar que se va, de modo que se evita así tener que posicionarse a favor o en contra de la secesión. Es más, cuando se le ha preguntado directamente por el asunto, ha optado por la postura del perfecto político: “mi partido no ha decidido”, lo que equivale a decir algo así como “no quiero responder, no sea que se enfaden conmigo”. Es la postura de quien, en el fondo, es el perfecto cobarde.

Pero es que, además, este buen político no ha hecho otra cosa en toda su vida. Su cobardía queda patente desde el momento en que se comprueba que jamás ha trabajado pie a tierra, o sea, como buen político, en los últimos cuarenta años ha tenido pánico insuperable a echar pie a tierra y ganarse su sustento según su esfuerzo y mérito; como a todo buen político, lo único que en realidad le ha aterrado ha sido eso, que un día lo echaran de la política y tuviera que trabajar a pie de calle. Es otro argumento que demuestra ese miedo que le puede y le ha podido siempre: cualquier cosa antes que dejar de vivir a costa del erario público. Por si fuera poco, se va pero se queda, es decir, conservará sus pingües ingresos a cambio de hacer eso que ha hecho siempre: parlotear con esa retórica demagógica y vacía tan característica del político cagueta, la cháchara hueca del mediocre politicastro cuyo único fin es permanecer en el lugar de privilegio donde viven los que entraron en política apenas salidos de la adolescencia, la de los que llegaron a la política con la intención de no volver nunca a trabajar.

Cobarde, vago y tendente al parasitismo (tiene 62 años y lleva en política desde los veintitantos, o sea, toda su vida). Es decir, un buen político.   


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 20 de julio de 2014

JOHNNY WINTER Y OTROS HÉROES ESTADOUNIDENSES DE LA GUITARRA, REPRESENTANTES DE UNA ERA LEAL CON EL ROCK Ha fallecido otro músico de rock estadounidense, el sensacional guitarrista Johnny Winter, de inconfundible aspecto y poderosa personalidad. Pertenecía a aquella época en la que el rock aun no estaba domesticado…, al menos totalmente

Johnny Winter, el héroe ya está en el Olimpo
La época que va de los últimos años sesenta hasta mitad de los setenta del siglo XX es considerada por muchos especialistas como la más auténtica, la que más se identificaba con  ‘el rock por el rock’. Es por eso que es el momento en que aparece la figura del ‘guitarrista-héroe’. En Estados Unidos descollaron no pocos gigantes de la Gibson o la Fender, nombres que forman parte de la leyenda de este género musical que, parece ya fuera de toda duda, supuso una revolución que afectó a toda la cultura posterior. Eran tiempos en los que a ninguno de esos guitarristas de blues, rythm y rock se le hubiera ocurrido hacer play-back o (menos aún) recurrir a la hoy imprescindible maquinita llamada ‘autotune’, que permite corregir voces desafinadas, gallos, entradas a destiempo y otras deficiencias canoras; no, para el recientemente fallecido Jhonny Winter, para su colega Rick Derringer, para Ted Nugent y otros de tal jaez (no digamos para un tal Hendrix) hubiera sido la mayor infamia, la mayor y más absoluta vergüenza tirar de aparatitos que escondieran defectos técnicos y artísticos, tan auténticos eran. Además, en aquella mágica década de los setenta (que tanto dio de sí), el rock aun no estaba domesticado por la mercadotecnia ni obedecía a los intereses del comercio (al menos no tanto); sí, todos querían vender muchos discos, salir en portadas y acaparar focos, pero buscaban esas glorias a base de talento, de grandes canciones, de virtuosismo instrumental, nada de márketing manipulador, campañas de escándalo-propaganda o calculados disparates para salir en los medios (entonces más escasos que hoy y con poco espacio para el rock más ruidoso); el rock de entonces, en fin, se regía más por emoción y ‘feeling’, y estaba en un plano diferente, en un lugar cómplice que tenía sus ritos y al que se acudía con cierto sentimiento transgresor: era algo que te diferenciaba del resto de la sociedad.


Por todo ello, esos guitarristas tenían un halo de héroes, de figuras míticas que en escena se transformaban en semidioses capaces de hacer gemir, gritar o susurrar, alegrarse o entristecerse a sus omnipresentes y amadas guitarras. Eran tipos íntegros y leales con la música (cosa que no quiere decir que hoy no haya gente como ellos).
Uno de esos héroes fue Johnny Winter, fallecido a los 70 en julio de 2014. Flaco, albino, larga melena blanquirrubia, con una adicción superada, tuerto y con guitarra, con el foco sobre él y el rock fluyendo de modo natural: así era este tejano. Por sus amplis salía un sonido más limpio y una voz más rasposa, con las seis cuerdas vibrando incansables. Era la suya una guitarra total y su oferta, rock total. Su producción es amplia y variada, pero seguro que los más iniciados disfrutarán recordando la versión del ‘Rock & roll people’ que escribió Lennon, e igualmente disfrutarán quienes la descubran; por apuntar otros dos títulos, sirvan los muy clásicos ‘Still alive and well’ o ‘Mean town blues’.

Hay más héroes de la guitarra más rockera, cien por cien estadounidenses y con el rock corriendo por sus venas desde hace ya mucho tiempo. Es oportuno recordar al gran Rick Derringer, amigo personal y gran colega del anterior (y de su hermano Edgar Winter). Es Rick un músico prodigioso, un artista que toca todos los instrumentos, produce con personalidad, compone de modo brillante, canta y acompaña y, en fin, es capaz de encender al público más frío con sus deslumbrantes melodías y estribillos. Por mencionar sólo uno de sus numerosísimos títulos, ¿qué tal el irresistible y célebre ‘Rock & roll hoochie koo’?

Otro incansable titán de la Gibson es Ted Nugent, quien también contribuyó a forjar aquella leyenda heroica. Desde Detroit, Ted siempre supo crear incendiarios riffs de guitarra o entradas apoteósicas (como la de ‘Smokescreen’) con las que resultaba imposible sujetar la cabeza. Su ‘Stranglehold’ está en el Olimpo del hard-blues.

Sí, sí, hay muchos más, por ejemplo Peter Frampton o los de los Allman Brothers, los de Lynyrd Skynyrd o los de Blue Oyster Cult… Pero ahora es el momento de recordar, sobre todo, a Johnny Winter, gran representante de una época gloriosa, auténtica e irrepetible de la historia del rock.

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 17 de julio de 2014

INCOMPRENSIBLES DECISIONES JUDICIALES Dos resoluciones judiciales emitidas en los últimos días han sido fuente de polémica: por un lado, la que absuelve a los que asediaron el parlamento de Cataluña, y por otro la que no considera colaborar con banda terrorista a quienes la avisaron

En España, según algunos jueces, se permite insultar y amenazar. 
Según un juez, insultar, amenazar, amedrentar a los parlamentarios elegidos democráticamente, e impedirles el acceso al parlamento de Cataluña, no tiene ninguna importancia, pues ha absuelto a todos los acusados. Sin embargo, todo interesado conoce que ese juez pertenece o simpatiza abiertamente con un partido político nominalmente de izquierdas, lo que significa que se ha identificado con los asaltantes precisamente por su ideología. Sin embargo, muchos otros jueces y asociaciones de todo tipo discrepan frontalmente de la decisión; es más, uno de los magistrados declaró que si los que hostigaron hubiesen sido falangistas, ese mismo juez hubiera sentenciado en sentido opuesto. De este modo, este juez debería ser inhábil, debería ser apartado de la función judicial, pues ha demostrado que la ideología manda en él, que su creencia política le impide ver la realidad, y que su credo influye directamente en sus decisiones. En fin, que este señor tiene de imparcial lo que un hincha de fútbol, de modo que está más cerca del fanatismo que de la justicia. Claro que mientras sean los políticos quienes designen a los integrantes de las más altas cortes seguirán produciéndose situaciones similares.

Por otro lado, otros jueces han determinado que chivarse a la banda terrorista Eta y sus colaboradores de la inminente acción de la policía no es delito de colaboración. O sea, avisar a los asesinos y sus amigos de la redada policial con el fin de que escapen y luego puedan llevar a cabo sus fechorías, no significa haberles ayudado, no equivale a auxiliarles, no es lo mismo que cooperar o facilitarles sus ulteriores acciones. Además, es evidente que los chivatos no actuaron motu proprio, sino que cumplieron órdenes ‘de arriba’, pero esto no interesa ni al juez, ni a la audiencia, ni a la sala correspondiente ni a nadie con poder de decisión judicial; a nadie le preocupa que se ‘eche una mano’ a los terroristas si detrás existe un fin político, que es lo que en realidad sucedió. En fin, si tal cosa se hubiera producido en otros países, esos chivatos traidores pasarían una larga temporada a la sombra, pero como en España las leyes y muchos jueces (no todos, afortunadamente), las salas, tribunales y audiencias se la cogen con papel de fumar y están siempre pendientes de encontrar fórmulas exculpatorias, se da pie a sentencias inexplicables, irritantes. Por suerte, otros juristas (y asociaciones como las de las víctimas) han manifestado su radical oposición a la una visión tan favorable a tan indignos y desleales policías-soplones.      
En realidad, la decisión de un juez dista poco de una opinión, con conocimiento de causa y con preparación específica, pero una opinión; de este modo, en tanto que persona con opinión, esos jueces tendrán sus ascendentes, preferencias, simpatías y antipatías…, como todo individuo. Sin embargo, si la opinión es luego rebatida por instancia superior sin que existan nuevas pruebas o indicios, o sea, sin variación en los fundamentos, el juez que emitió incorrectamente (pues de incorrecto se debe tildar su dictamen si otros lo desdicen) debería ser sancionado. No hay que olvidar que si un médico equivoca los síntomas y, en base a ellos, diagnostica equivocadamente, será castigado. Igualmente, un árbitro de fútbol que vio lo que no ocurrió o que no vio lo evidente, se irá una temporada a la ‘nevera’ (o sea, al paro) como castigo. Por tanto, si un juez se equivoca tendría que tender idéntico tratamiento que  el galeno o el réferi que yerra.  


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 13 de julio de 2014

HA MUERTO TOMMY RAMONE, SE CIERRA EL PRIMER CÍRCULO El último de la formación original que conservaba la vida, Tommy Ramone, se ha ido al mismo sitio donde están aquellos tres compinches con los que en 1976 publicó el disco que abrió las puertas del punk-rock. El primer círculo vital de Ramones se ha cerrado.

El primer círculo se ha cerrado.
Algunos ceporros desarrollan pasiones casi patológicas por, sobre todo, artistas. Esto se da muy habitualmente en el campo del pop y el rock, donde cada espectador verdaderamente interesado puede tener más química, más empatía con unos que con otros, y de entre todos siente una identificación especial, una especie de confluencia orgánica con uno en concreto. Tal hecho se comprueba con la extinta banda neoyorquina The Ramones como objeto de aquella inexplicable pasión.

Tommy puso velocidad al estrepitoso sonido Ramones

Así es, el singularísimo grupo está instalado al completo en el difuso universo de la leyenda (en realidad ya estaba ahí), y es rarísimo el adicto al rock que no tiene al cuarteto de ‘locos de Forest Hills’ entre sus nombres de cabecera. En este sentido, resulta curioso que pueda verse una camiseta de Ramones en cualquier parte del mundo (por cierto, cuando dos se encuentren sería casi emocionante que una exclamara ‘¡hey ho!’ y la otra respondiera ‘¡let´s go!’ levantando discretamente el puño) y también lo es el hecho de que sus canciones hayan entrado en la cultura popular a través del cine, las series de televisión, la publicidad…, curiosidad que reside en que nunca fue un grupo de grandes ventas (su primer disco alcanzó la cifra de medio millón hace unos días) y en que su sonido era simplón y ruidoso, cualidades poco mercantiles.


Poco antes de grabar su histórico primer álbum, en el lejano 1976, Joey era el batería y Dee Dee bajista y solista, pero como éste era incapaz de cantar y tocar a la vez, decidieron que Joey pasara al micrófono y que un colega, Tommy, se encargara de baquetas y timbales, puesto no muy comprometido ni exigente dado lo esquemático de aquellas primeras canciones. De este modo, Tamas Erdelyi (húngaro él) pasó a ser Tommy Ramone; tres elepés absolutamente gloriosos contaron con el ritmo generado por él, pero como no le gustaban las giras y el viaje permanente, se pasó a la parte de atrás del escenario, convirtiéndose en productor del grupo, al que conocía a la perfección (claro). Todo incondicional de esta pandilla (que, seguro, conoce estos detalles) habrá notado una sacudida, un estrujón a su corazón al enterarse de que el cáncer se llevaba al último vivo de los que estaban allí en aquel momento. Sí, como todos esos saben, Joey sucumbió al cáncer en 2001, Dee Dee a las drogas en 2002 y Jonnhy también al cáncer en 2004.

Seguro que habrá ceporros que desde hoy se sentirán ‘okupados’ por la emoción y no dejarán de colocar en el plato (o como sea el reproductor) un disco, una canción del estrepitoso y genial grupo. Y es que los momentos más excitantes, los sentimientos más profundos, las experiencias más potentes de muchas vidas se produjeron mientras atronaban las canciones de Ramones…, y pocas cosas tienen el poder evocador de una canción. El propio Tommy lo dijo: “Más que música, Ramones eran una idea, y devolvieron al rock el ‘feeling’ que había perdido”.

Ramones es ya puro mito, banda de culto, y a partir de ahora, su leyenda irá creciendo hasta que llegue a la altura de los grandes héroes de esta revolución permanente que se llama rock & roll.  

Sin embargo, aun se mantiene un último rescoldo de tan mítica banda, pues el segundo batería del grupo, Marky Ramone, recorre escenarios de todo el mundo empeñado en recordar sus títulos emblemáticos; ojalá pueda seguir haciéndolo muchos años.

Dee Dee, ya estáis todos, ya puedes soltar eso de “¡Ua, ta, fi, o!”.      


CARLOS DEL RIEGO

jueves, 10 de julio de 2014

EL CLAN DE LOS CHIORIZOS Y EL CLAN DE LOS BUTIFARRAS Los Chorizos de Estepa y los Butifarras catalanes han sido cogidos con las manos en la masa; unos se llevaron millones de euros y los otros muebles y enseres de casa. Da igual lo que afanaran, pues ni unos ni otros pasarán más de unas horas en la trena

Chorizos o butifarras
El clan de Los Chorizos opera en Sevilla, el producto de sus choriceos es escaso, pues roban a muy pequeña escala y de manera burda y bruta, y tendrán que devolver lo afanado. El clan de los Butifarras ‘trabaja’ en Cataluña, los beneficios obtenidos con sus negocios son pingües, pues se lo montan a gran escala, sutilmente y sin quitarse la corbata, y no devolverán un céntimo. Y ahí terminan las diferencias entre los chorizos y los butifarras, pues en el fondo son lo mismo: personas dispuestas a llevárselo porque sí, porque ellos son ellos, casi porque se creen legitimados para levantarse la tele ajena o los millones públicos, sin importar a quién están expoliando, mirando exclusivamente el beneficio propio, pasándose la ley y la decencia por ahí. Asimismo, ambos casos tienen en común el hecho de la desidia y dejación de funciones de las autoridades; en el caso de los gitanos, a pesar de que se les había denunciado más de 60 veces, toda la cadena falló estrepitosamente, desde el legislador hasta el policía, de modo que ninguna autoridad movió un dedo hasta que los vecinos se echaron a la calle ante la indefensión en que vivían; en el caso de los payos, los encargados de vigilar a los que mueven tales cantidades miraban a otro lado, pues los señoritos tienen apellido que asusta a los juristas catalanes que son más catalanes que juristas.

Y como son lo mismo, ni chorizos ni butifarras pasarán mas de unas horas a la sombra; los primeros porque, en tanto que delincuentes comunes que hacen pequeñas chapuzas, entran por una puerta y salen por la de enfrente, gracias a que las leyes españolas están hechas pensando en la protección del delincuente, al que nunca deben faltarle no sólo las preceptivas garantías y asistencia, sino el trato exquisito y todas las comodidades; y los segundos porque son poderosos y estarán asistidos por los mejores abogados (esos capaces de embrollar, manipular, distorsionar, retrasar…, hasta que consiguen ‘demostrar’ que la pasta cayó del cielo) y cuentan con la empatía y apoyo de muchos compatriotas que piensan que sí, que son unos mangantes, pero son ‘nuestros mangantes’.

Evidentemente, hasta que se demuestre lo contrario, ambos clanes son sólo presuntos, pero claro, si a unos les han trincado con la ‘fregoneta’ llena de objetos robados, y a los otros con cuentas tan abultadas como imposibles con los ingresos declarados, parece difícil creerse que éstos se encontraron los ‘jurdós’ en un taxi y aquellos heredaron el mobiliario de la abuela. En fin, que se diría que ambos clanes son muy, muy presuntos. 


CARLOS DEL RIEGO

martes, 8 de julio de 2014

LA RADIO MUSICAL Y EL EGM Se publicaban recientemente los resultados del Estudio General de Medios referido a las emisoras de radio musicales (en realidad a las temáticas). Se plantean dos cuestiones: la primera es la credibilidad del estudio, basado en encuestas; la segunda sólo tiene sentido teniendo fe en el mismo y se refiere a sus resultados.


El EGM y las radiofórmulas están hechos el uno para el otro
o
Para empezar, rara vez se hacen públicos los datos técnicos: total entrevistas, edades, clases sociales, pueblos o ciudades, si son por teléfono, e-mail o similar o personales, las preguntas exactas… con lo que hay fácil posibilidad de manipulación; y luego se hará la correspondiente interpretación y proyección para el total de habitantes, cosa que ya requiere realizar un acto de fe. Sea como sea, hay que ser bastante crédulo para dar por correctas y precisas las cifras publicadas por el EGM, en primer lugar porque no hay modo de probar empíricamente la veracidad de las mismas; en segundo lugar porque las personas no son ovejas, de manera que el hecho de que cien entrevistados digan una cosa (que vaya usted a saber si son sinceros o dicen lo que creen correcto) no significa que exista una proyección matemática aplicable al total de la población; y en tercer lugar porque los sondeos preelectorales suelen quedar a años luz de los resultados reales surgidos del escrutinio final, lo que pone en entredicho el valor de toda estadística realizada de modo similar.

Asimismo, los defensores acérrimos de este tipo de trabajos, basados en preguntar y calcular, suelen argumentar que no hay otro sistema, que es la única manera de tener una idea de por dónde van los tiros (en este caso los radiofónicos); se trata de un razonamiento más que discutible, e incluso puede equipararse al de los horóscopos, videntes, adivinos, quirománticos y demás augures: como no existe otra posibilidad de predecir el futuro, como no hay otro modo de adelantar próximos acontecimientos, habrá que hacer caso a esos oráculos que, evidentemente, son más falsos que un billete de seis euros.

En fin, olvidándose de la desconfianza en el sistema y sus cifras, el último estudio afirma que la principal radiofórmula pierde cientos de miles de oyentes en beneficio de su competidora. Resulta francamente curioso, y a la vez esclarecedor, que los medios afines a la que pierde destaquen exclusivamente el hecho de que mantiene su liderazgo, sin referirse a la pérdida de oyentes, mientras que los medios de la que gana radioescuchas sólo hablan de esa ganancia, sin aludir a la desventaja que mantiene con aquella. Es una prueba más de la espiral de manipulación de datos en que está metido todo este sistema, pues no hay que olvidar que decir sólo la mitad de la verdad equivale a mentir.

Sea como sea, las radiofórmulas siguen inmóviles en sus modos, vicios y costumbres. Siguen apostando por las canciones de usar y tirar, por productos fabricados en serie, por mercancías de baja calidad, por música ramplona destinada al olvido casi inmediato; su producción equivale a la de las hamburguesas y comida basura en general: es muy barata, invierte más en la presentación que en el contenido, y está destinada a no dejar la mínima huella en el consumidor. Y es que esto es precisamente lo que ofrecen dichas emisoras de radio, productos de consumo. De este modo, como todo artículo que sale de fábrica, esas canciones precisan de enorme inversión en propaganda, marketing, imagen, que es precisamente el fuerte de ‘artistas’ y cantantes que suelen copar los puestos de privilegio en aquellas modalidades radiofónicas basadas en las listas (ya sean cuarenta o cien); por eso, en éstas abundan personajes lanzados a base de operaciones y trucos empresariales, figurones colocados ante los focos gracias a estudiadas maniobras destinadas a provocar escándalo, arquetipos que se quedan en nada sin toda esa parafernalia, pompa y fuegos artificiales con que se presentan ante las cámaras y los focos.

Casi resulta hasta lógico que en esta época en la que se ha impuesto la costumbre de usar y tirar triunfen las ofertas musicales más vulgares, chabacanas y mediocres, cuya trayectoria es esa precisamente: usar para ocupar el silencio y, una vez gastado el producto, desechar y sustituir por otra manufactura recién salida de la cadena de montaje.


CARLOS DEL RIEGO

jueves, 3 de julio de 2014

PARAFASCISMOS, SIGLO XXI Es verdaderamente chocante comprobar cómo hay líderes políticos de hoy que utilizan idéntico lenguaje, idénticos métodos que los grandes nombres del fascismo del siglo pasado

Maduro, presidente de Venezuela, trata de adoctrinar al personal
 con sus monólogos televisivos 
La única diferencia está en que los del XXI se proclaman socialistas revolucionarios, siendo ésta autodefinición creída a pies juntillas por su legión de seguidores. Y da igual cómo actúen y se manifiesten dichos jerifaltes, pues sus incondicionales jamás podrán ver la realidad a través del velo ideológico que cubre sus ojos y altera su razonamiento; es más, usarán el manido ‘fachas imperialistas’ para señalar a discrepantes.

Chávez fue un excelente ejemplo al que ahora sigue Maduro. Y en España aparece ahora un personajillo de idéntico corte que los defiende, un producto de televisión que es homónimo del fundador del Psoe. El actual presidente de Venezuela (al igual que su predecesor) utiliza los recursos característicos del totalitarismo más académico: se persigue a quien osa criticar al jefe, se cierran los medios de comunicación que no se pliegan a los deseos del partido, se encarcela a los políticos opositores, se carga con dureza contra la manifestación de estudiantes que pide libertad (no ya mejoras en clase o menos tasas), se acusa a los demás de los problemas internos (en este caso la miseria, el desabastecimiento, el paro)…; y cuando la prensa extranjera denuncia los excesos del caudillo de turno, éste pone el grito en el cielo manifestando que esos extranjeros “nos odian y quieren destruir nuestro país”, es decir, el mandamás se identifica con el país, de modo que cualquier ataque contra él lo convierte en ataque a toda la nación. Viejas recetas utilizadas por todo tipo de dictadores que, por lo que se puede ver, parece que siguen teniendo respaldo entre una parte de la población. 
    
Para justificar el encarcelamiento de periodistas y políticos rivales, así como la represión contra todo el que discrepe, se recurre a la típica acusación de ser antirrevolucionarios y, por tanto, se entiende lícito quitarlos de en medio; es un proceder idéntico al de cualquier régimen dictatorial clásico, en el que se hacía con los ‘desafectos’ lo mismo que hoy hacen los revolucionarios con los antirrevolucionarios (sorprende que se vea conveniente perseguir al antirrevolucionario y, a la vez, intolerable perseguir al desafecto). En fin, son modos que dejan patente el espíritu absolutamente antidemocrático de esos líderes y sus adictos. Pero lo mejor es que, aquí, en España, hay muchos que aplauden a los bolivarianos y, al mismo tiempo, denuncian que aquí, en este país, se vive “bajo un estado policial y tiránico”, sin darse cuenta de que aquí pueden proclamar tal cosa sin problemas, mientras que allí serían perseguidos por decir exactamente lo mismo. ¡Pero si hay personas que defienden la situación de Corea del Norte y despotrican de las democracias occidentales! ¡Pero si hay gente que tiene a Che Guevara como un hombre a imitar a pesar de que defendió en la ONU su derecho a fusilar al opositor!

Lo que alcanza ya la categoría de esperpento es que un político ‘bolivariano’ (por cierto, hay que recordar que Bolívar no quería una democracia, sino poseer él mismo todo el poder como si fuera un monarca, pero con el nombre de ‘monócrata’, término acuñado por el propio libertador), concretamente el ministro del interior de Venezuela (un general),  haya sido galardonado con el premio ¡al mejor periodista del año! Da igual que el Colegio Nacional de Periodistas de ese país denuncie la persecución de todo medio que exija libertad de expresión, que más de un centenar de profesionales hayan sido encarcelados, agredidos y amenazados, que hayan sido confiscados equipos fotográficos y televisivos, que policías, militares o ‘colectivos populares’ (que son civiles con pistola afectos a la revolución) amedrenten a reporteros y asalten redacciones…, nada de eso tiene importancia a la hora de elogiar como gran periodista al ministro. Este ridículo y grotesco premio recuerda otro galardón también patéticamente risible: la esposa de Ceaucescu, el tirano de la Rumanía comunista, fue declarada por el aparato oficial como la mejor química del mundo, e incluso se destacaba en la prensa amiga (la única existente en dicho país) que poseía un enorme prestigio en la comunidad científica internacional; la realidad es que Elena Petrescu logró su título tras la visita de unos señores con gabardina a su profesor, que leyó su tesis a puerta cerrada y sin que trasluciera su contenido, que un profesor que la suspendió fue despedido, que los químicos que publicaban estudios, investigaciones y trabajos fueron obligados a colocarla como coautora…

Este es el destino de los caudillos revolucionarios iluminados, demagógicos, parafascistas: el ridículo más trágico. Y este es el camino que acaban de emprender Iglesias y sus acólitos, el del parafascismo más grosero (por más que disfrazado) que no soporta críticas, que justifica actos terroristas (sólo los de un signo), que simpatiza con dictadores (sólo los de su signo), que insulta a los rivales y tira de demagogia fácil y populista dirigida principalmente a quienes quieren destruir el sistema del que él tan cínicamente se aprovecha. De todos modos, seguramente, este Capillas sea el Ruiz Mateos del momento, de manera que cuando lleguen las votaciones que el personal se toma en serio, las generales, el tal Ermitas pase de moda, pues no olvidemos que es un producto televisivo, una manufactura creada por expertos en propaganda y manipulación de masas. Algo así como aquel Chikilicuatre, pero no en el escenario de Eurovisión, sino en el de la política. Aunque, verdaderamente, ambas cosas tiendan a semejarse.

Y para rematar la cosa, está la farsa bochornosa de los monólogos adoctrinadores y cotidianos en la tele. ¿Alguien se imagina una charla televisada del presidente de España (sea el que sea), de un par de horas de duración y a diario?    
  

CARLOS DEL RIEGO