OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 28 de mayo de 2014

¿ES POSIBLE SER CIENTÍFICO Y ADIVINO? Básicamente son dos conceptos contrapuestos: el científico no adivina, sino que deduce en base a unas pruebas concluyentes, mientras que el adivino predice utilizando ‘poderes sobrenaturales’; lógicamente, esto de los poderes no puede pasar del tono jocoso: mofa, befa y cuchufleta.

Según los científicos del Seti veremos esto antes de vein ... os...,
 siempre que se les entregue dinero suficiente..
Si alguien que se dedica a la ciencia también echa tiempo en predicciones, oráculos, horóscopos y profecías, en ese momento deja de ser científico y pasa a la categoría de charlatán, de ‘poderoso vidente’ (como se anuncian magos, adivinos y demás farsantes). Por eso no dejan de sorprender algunas afirmaciones de verdaderos científicos, que se visten de augures y se lanzan sin sonrojo a la piscina de la futurología.

Algunos casos pueden dejar de piedra a quien, en temas científicos, antepone la razón a las demás consideraciones. El caso es que unos investigadores del Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (el Seti) se han dejado decir que existe un cien por cien de posibilidades de encontrar vida extraterrestre en 20 años. O sea, según ellos, con total seguridad, como mucho en 2034 habremos entrado en contacto con alienígenas con tecnología desarrollada. Profecía semejante se sale totalmente de los parámetros que delimitan lo que es ciencia de lo que no; posiblemente hayan pensado que como dos décadas son un horizonte muy lejano, ¿quién se va a acordar de este presagio? La Tierra ha necesitado 4.500 millones de años para llegar a producir inteligencia, y apenas en los últimos cincuenta se ha desarrollado ciencia ‘espacial’. Esto quiere decir que al problema de la distancia se une el del tiempo; por ejemplo, si una inteligencia extraterrestre reside en un planeta situado a un millón de años luz (la estrella más cercana está a casi cuatro y medio), cualquier señal procedente de allí tardaría un millón de años en llegar (siempre que viaje a la velocidad de la luz); así, si en los próximos 20 años se recibe señal extraterrestre querría decir que dicha señal habría salido de su origen hace millones de años, de modo que quien la produjo tendría hoy (o dentro de 20 años) una tecnología inimaginable o se habrá extinguido, estará en otra dimensión o habrá abandonado la forma material…, o vaya usted a saber; o quizá dichas señales ya pasaron por la tierra hace cientos de miles de años sin que los terráqueos se enteraran, y como aquellos inteligentes alienígenas ya no utilizan tecnología que deje este tipo de rastro nos quedaremos sin detectarlos… En todo caso, conjeturas, hipótesis, cábalas, supuestos, todo demasiado impredecible. Y además, es prácticamente imposible que se produzca semejante coincidencia espacio-temporal.

Afirman sin rubor desde este organismo que “si hay diez mil civilizaciones emitiendo señales de radio en nuestra galaxia”, en el tiempo mencionado darán con ellas, es decir, van más lejos: no se conforman con vida (microscópica), sino que están seguros de que esa vida será inteligente y desarrollada. Dicen “si hay diez mil civilizaciones…”, ¿por qué no trescientas o trescientas mil?, ¿tal vez por deducción estadística?; es posible, pero para que una estadística tenga algo de fiabilidad ha de conocer todos los datos, y en temas astronómicos lo que se tiene es, ante todo, desconocimiento: se desconoce muchísimo más de lo que se conoce, de hecho, casi todo son teorías sin demostrar. Por otro lado, proyecciones estadísticas no son prueba de nada; por ejemplo, se calcula que han vivido en la Tierra varios cientos de miles de millones de especies animales, pero, contra toda estadística, sólo una posee inteligencia y consciencia de sí misma.  

En el mismo comunicado aseguran que hay que buscar, sobre todo, planetas con circunstancias similares a la Tierra (distancia a la estrella, tamaño, naturaleza rocosa…), con lo cual dan por supuesto que esas especies extraterrestres serán físicamente muy parecidas a la humana… Demasiada suposición para realizar una afirmación tan contundente.      
  
Todo ello, toda esa serie de afirmaciones tienen nula base científica. Casi tan escasa como la predicción del astrofísico Stephen Hawkins, que también ha oficiado de nigromante, pero en plan jocoso; ha predicho que Inglaterra ganará el Mundial de Fútbol 2014 si viste de rojo, juega con un 4-3-3, le arbitran colegiados europeos y se juega a temperatura y altitud determinadas…

En fin, no existe el mínimo indicio acerca de si hay o no hay vida lejos de la Tierra, y menos inteligente. Lo único que está de parte del sí es el número de planetas que han de existir, pero ni siquiera la abundancia es prueba concluyente. De momento es algo indemostrable, de manera que, ante la total carencia de pruebas, para tratar el asunto hay que pasar al terreno de la fe. Y esto ya no es ciencia.

Por último, también aseguran que tal hallazgo depende de la financiación, del dinero que se entregue a organismo e instituciones como el Seti. ¡Acabáramos! Aquellas adivinaciones, presunciones y declaraciones persiguen algo tan terrenal como el parné, la subvención, fondos, capital, presupuesto.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 25 de mayo de 2014

DILO EN ESPAÑOL: VERSIONES CON PERSONALIDAD Hacer propia una canción ajena siempre ha constituido una tentación irresistible para muchos músicos; algunos han llegado al plagio, pero la mayor parte de las veces se reconoce el talento del autor realizando una adaptación, una visión propia de lo que otro creó


Los Salvajes fueron de los primeros en revisar grandes títulos del rock y el pop

 diciéndolo en español.
En España se vienen haciendo ‘covers’ desde los primeros momentos de la música pop. Generalmente la original es la original, pero existen casos extraordinarios en que la copia cobra nueva dimensión e incluso llega a ser más conocida que el modelo. Lo más habitual es reproducir la canción tal cual, es decir, letra y música; sin embargo, en España siempre ha prevalecido la tendencia a ‘doblar’ la letra de la pieza que se versionea (un poco como se hace en el cine cuando se doblan las películas extranjeras), o sea, los grupos hispanos han gustado de escribir unos versos totalmente nuevos, inspirados o no en los que el autor registró en su momento. Cuando un músico se siente tan identificado con una canción que otro compuso como para idear un texto acorde con la partitura, de algún modo la hace un poco suya y, sin duda, la engrandece. Además, el artista que tal cosa hace demuestra que, aunque su sitio es el escenario, también ha estado y está entre el público, él también es un fan.

 Asimismo, hay que destacar que las recreaciones de títulos emblemáticos del pop y rock foráneo (escrito en inglés mayoritariamente) que se han publicado en español, se han hecho mostrando un gran respeto por la melodía original, no retorciéndola hasta que convertirla en otra cosa, en algo irreconocible.

La lista de bandas de pop y rock que en español dieron nueva dimensión a temas de origen británico o estadounidense es enorme, pues ya en los sesenta era cosa corriente. Imposible nombrar a todos, pero sí que hay que señalar a Los Salvajes, que se atrevieron con el ‘Paint it black’ de los Rolling Stones y lo convirtieron en ‘Todo negro’, e igualmente el ‘My generation’ de The Who o el ‘Nights in white satin’ de los Moody Blues que, claro, transformaron en ‘Noches de blanco satén’. En los setenta se versioneó menos, pero hubo quien lo hizo a lo grande: Los Canarios (que en el 73 Teddy Bautista había modificado) osaron adentrarse en los terrenos de la música clásica y se marcaron una versión en plan progresivo-sinfónico de ‘Las Cuatro Estaciones’ de Vivaldi, a la que dieron el título de ‘Ciclos’; el resultado fue un trabajo más que digno, bien ideado, realizado con buen gusto y que aguanta bien el paso del tiempo.

Pero sería en los ochenta del siglo pasado cuando las bandas españolas de rock y pop se adentraron sin miedo por el mar de las versiones, ya que su principal intención era divertirse en el escenario cantando lo que siempre les había gustado; además, una buena versión de vez en cuando dinamiza la sesión, cambia el ritmo, varía percepciones…, y da muy buen resultado tanto en disco como en escena. Los mejores grupos españoles a la hora de exponer buenas copias (que no fotocopias) no eran de Madrid, sino de la zona noroeste: los vigueses Siniestro Total y los leoneses Los Cardiacos. Ambos se pasearon por títulos emblemáticos de décadas anteriores con gran descaro e imaginación, escribiendo textos nuevos, sin complejos y con mucha gracia, para aquellas melodías que todo el mundo reconocería.


Siniestro Total podría hacer conciertos de varias horas tocando sólo ‘versiones propias’. Así su desternillante adaptación del ‘Roxette’ de Dr. Feelgood, la increíble ‘Rock en Samil’ que no es otra que el ‘Rockaway beach’ de Ramones, la evocadora y saturada de morriña ‘Minha terra galega’ que procede del ‘Sweet home Alabama’ de Lynyrd Skynyrd; y ¡qué decir del ‘No me lavo en la vida’ cuyo original es el sicodélico ‘In a gada da vida’ de Iron Butterfly!; ¿y el ‘Corta o pelo Landrú’ que reconstruyeron desde el seminal ‘Sunshine of your love’ de Cream? Pero si hubiera que quedarse sólo con una de las no menos de dos docenas de las recreaciones que los vigueses han hecho en su dilatada trayectoria, habría que apostar por la insuperable ‘Somos Siniestro Total’, con la que reafirman su identidad a partir del ‘Highway to hell’ de AC DC (por cierto, incluso hicieron otra versión de ésta con una segunda letra, titulada ‘Folla con él’); esta adaptación contenía versos memorables, como “Nosotros somos seres racionales, de los que toman las raciones en los bares”.


Los Cardiacos (que al igual que los Siniestro poseían abundante y excelente cosecha propia) dieron nueva vida, nueva dimensión a grandes clásicos. Tal vez las letras creadas por los leoneses no fueran tan chisporroteantes e hilarantes como las de los gallegos, tal vez tendieran más hacia la queja ácida y hacia el desasosiego, pero igualmente gozaban de enorme ingenio y creatividad y eran muy ‘cantables’ por parte del respetable. Su reforma del ‘Conexión’ de los Rolling Stones es algo verdaderamente único; era muy fácil identificarse con la vengativa ‘Te vas a enterar’, en realidad el ‘You really got me’ de The Kinks; reinventaron el ‘Get ready’ de Rare Earth al construir su irresistible ‘No cambies tus planes’; el trepidante ‘Everybody need somebody’ del gran Solomon Burke se vuelve desesperado por “Carmen, Juana, Luisa, Rosa o Sara” al convertirse en ‘Alguien a quien amar’; la estación ‘Victoria’ de The Kinks se traslada a la madrileña ‘Callao’. Y al rebautizar el ‘Can´t find love’ de los Easybeats, proclaman y reafirman el valor del ‘Dilo en español’. Además, las nuevas letras encajaban como un guante en las viejas melodías, como si lo viejo y lo nuevo hubieran sido creados a la vez.

Sí, hay muchos más y muchas más adaptaciones al español, como las deliciosas que del pop de los sesenta hicieron Los Flechazos, la magnífica ‘Flores muertas’ de los Stones que se marcaron Desperados, el más reciente ‘Llamando a la tierra’ de M Clan procedente del ‘Serenade’ de Steve Miller Band, e incluso la divertida ‘Eloise’ (original de Barry Ryan) del malogrado Tino Casal… Todo el mundo disfruta con las (buenas) versiones. Todo el mundo tiene la suya.


CARLOS DEL RIEGO

jueves, 22 de mayo de 2014

COSTOSAS E INÚTILES CAMPAÑAS DE PROPAGANDA POLÍTICA Uno de los partidos anuncia que hará la campaña a las europeas más barata, tan barata que ‘sólo’ costará dos millones de euros. Entonces, cabe preguntarse cuánto habrá sido el gasto en propaganda de los otros y, sobre todo, ¿vale para algo tal dispendio?

Todas las campañas, todos los aspirantes pretenden lo mismo,
 aprovecharse del ciudadano
Cada partido envía a cada votante una carta, la correspondiente papeleta, el sobre para ésta y todo ello dentro de otro sobre con franqueo pagado. Si se multiplica todo esto por el número de votantes y por el número de partidos, el gasto ha de ser multimillonario; y a ello hay que añadir los carteles en las farolas, las vallas publicitarias, los vídeos y demás parafernalia propagandística. Pero el asunto se vuelve más chocante si se tiene en cuenta que, realmente, la influencia de la propaganda electoral en la intención de voto de cada ciudadano es muy escasa, mínima, casi nadie cambia su preferencia según la propaganda; de hecho, tienen que ser muy pocos los que modifiquen el sentido de su voto por lo buena o mala que sea la campaña de estos o aquellos, pues a los mítines sólo van los convencidos, las intervenciones en radio y televisión son tildadas de estupendas por los propios y de demagógicas por los contrarios y, en fin, los careos ante el público los ganan todos.

Curiosamente quienes están implicados en este colosal despilfarro lo ven como cosa normal, lógica, necesaria aun en una situación de escasez como la actual; claro que todo ese dinero viene de la subvención, o sea, de los impuestos que pagan los ciudadanos, y gastar el dinero ajeno no cuesta ningún esfuerzo; otra cosa sería que todos estos anuncios y reclamos fueran costeados por las cuotas de los militantes de cada formación política…, entonces serían (sin duda) mucho más comedidos, mucho menos espléndidos a la hora de enviar papeles que van directamente del buzón a la basura sin siquiera comprobar el contenido de cada sobre. Por otro lado, el hecho de que los aspirantes a las canonjías europeas vean normal tal derroche es indicativo claro de que no tienen los pies en el suelo, de que viven unos metros por encima de la realidad, aislados en el planeta de la política en el que se ve razonable y justo gastar millones en papel inútil. Tal vez la explicación esté en el hecho de que los agraciados se embolsarán 6.000 de sueldo más 9.000 en complementos, netos todos los meses todos los parlamentarios europeos españoles…; lo curioso es que entre los complementos están las dietas por acudir a los plenos (es decir, por cumplir con su obligación), las cuales se reducen a la mitad si no hacen acto de presencia en la mitad de los plenos. Ante tal perspectiva, ante tales privilegios, parece lógico echar el resto, ‘invertir’ lo que se tenga a mano para lograr bicoca semejante, lo malo es que dicha inversión no sale de los bolsillos de los que compiten por esos pingües destinos europeos; en fin, que los que pretenden destinos de tan poco esfuerzo y tan grande provecho no arriesgan nada propio. Y es que gastar y poner a producir el dinero que no ha costado ganar es muy fácil.

En resumen, los partidos políticos (es decir, las personas que viven de los partidos políticos) harán lo que sea, gastarán todo lo que crean necesario, lo que tienen y lo que no, con el fin de alcanzar el apetitoso objetivo de unas nóminas tan abundantes.
Hay que insistir en la idea: es necesario acabar con la figura del político y sustituirla por la de ciudadano metido ocasionalmente, temporalmente, a labores políticas; de este modo se acabará con el político experto, el cual empleará su experiencia en hacer política, pues habrá convertido la política en un fin, en su objetivo principal. ¿Quién no lo haría si con ello se lleva 15.000 todos los meses? Por eso hay que huir del vicio de la experiencia política.

Por eso se gastan lo que sea si a cambio ganan una docena de votos.   
      

CARLOS DEL RIEGO

lunes, 19 de mayo de 2014

SIETE DE LOS SETENTA (ANTES DEL PUNK) Los años setenta del siglo pasado fueron pródigos en grandes clásicos del rock. Aquí van siete, casi todos éxitos eternos, aunque alguno apenas es reconocido y recordado.

Commander Cody & His Lost Planet Airmen, un grupo injustamente olvidado
Stevie Wonder es uno de los músicos más respetados, reconocidos y populares de Estados Unidos y del planeta de la música internacional. Desde su debut, en 1962, sus cifras de ventas, éxitos, premios, álbumes… son asombrosas, inigualables. Uno de sus temas emblemáticos es el ‘Superstition’ (1972), una de las mejores piezas de funk jamás ideadas, grabadas y ejecutadas. Comienza con un sencillo toque de batería interpretado por el propio Stevie pero ideado por el guitarrista Jeff Beck; el sonido del clavicordio es todo un icono de la música negra de los setenta del siglo veinte. El tema es portentoso, caliente, arrebatador, con cadencia lógica, arreglos elegantes, contenidos y, a la vez, exuberantes, sobre todo los de saxo y trompeta. Esta canción es magia.


Chicago es (sigue activo) otro grupo con propuesta verdaderamente explosiva gracias a una formación abundante y prolija en instrumentación. Su dilatada carrera ha ido de más a menos, con algunas canciones excelentes dentro de su poderosa concepción del jazz-rock de big band. Entre ellas está la trepidante ‘25 or 6 to 4’, cuyo título sólo se refiere a la hora, de modo que significaría algo así como ‘25 ó 26 minutos para las 4’. La combinación de instrumentos de viento, sección de ritmo y guitarras (una constante en la trayectoria de la banda) hade de este título un seguro: gusta a todos siempre.  

The Trammps tuvo su gran momento con el vertiginoso ‘Disco inferno’, una de las cimas del funky-disco. Incluida en la banda sonora de ‘Fiebre del sábado noche’, es una canción irremediablemente bailable y perfectamente representativa de la era dorada de la música disco; incluso hoy el tema es infalible. La banda solía presentarse con aquellos trajes disparatados y graciosamente horteras (hasta en esto hay clases) que sólo resultan apropiados a los músicos negros. Cuerda y metal, coreografías y pantalones campana, voces, ritmo y ambiente, todo es discoteca de los 70. ¡Qué época!

La Electric Light Orchestra nació como un proyecto atrevido que pretendía fusionar guitarras eléctricas y violonchelos. Cuando el gran Jeff Lynne se hizo cargo de la dirección, la banda se disparó. El sonido tiraba a sinfónico, con profusión de instrumentos de viento y teclados de todo tipo, voces, coros y un resultado final barroco y recargado que, sin embargo, no empalaga ni se antoja cargante. ‘Living thing’ muestra la complicada idea musical de Lynne que, sin embargo, logró un éxito total; a cambio, el grupo fue tachado de comercial y despreciado por los más puristas del rock.


Steve Harley & Cockney Rebel fue un grupo británico de pop-rock con múltiples influencias. Sus dos primeros álbumes (como Cockney Rebel) son excelentes, pero tal vez sea su tema ‘Make me smile’ (del tercero) por el que son más recordados. Su inspirada melodía y su decoración precisa, delicada, elegante, hacen de este tema un gran clásico que todo el mundo ha escuchado, que a todo el mundo le suena, pero casi nadie puede señalar de quién es.


Aunque editado en 1970 (último año de la década de los sesenta), el inolvidable y chocante ‘In the summertime’ es un título cien por cien ‘sixtie’. ¡Había que ver la cara de los padres de entonces al ver el aspecto del líder de la banda, Ray Dorset!: “Pero si parece el hombre-lobo. Si me lo encuentro de noche echo a correr”. La canción es divertida, distinta, inclasificable. Quien la escucha se queda con ella para siempre. “Oh ch, ch-ch, oh ch, ch-ch”.


Commander Cody & His lost Planet Airmen es una de las bandas más injustamente olvidadas de aquella época. Su estilo rock-country & roll, representado sobre todo en el portentoso álbum ‘Live from deep in heart of Texas’, suena hoy aún mejor que entonces; todo él es cien por cien recomendable, cada canción parece ir un poco más allá que la anterior y, aunque grabado en vivo, casi todos los títulos eran nuevos. Difícil es destacar alguno de ellos, pues es un disco para escuchar de principio a fin; tal vez ‘Oh momma momma’.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 14 de mayo de 2014

‘INTERNECIOS’ Y ODIO VISCERAL Odio, rencor, inquina, celos, envidia, tirria, ojeriza…, son sentimientos que suelen aparecer en mentes escasas que, poco a poco, van autoalimentándose y distorsionando la visión que tiene de la realidad quien los padece. Y si la escalada no se detiene, termina convirtiendo el resentimiento en acción


Hay internecios que se comportan como animales
La cosa suele empezar en soledad o, como mucho, en ‘petit comité’. El afectado ha llegado a la conclusión de tener el monopolio de la verdad y la justicia y que, por tanto, quienes tienen pensamientos opuestos se merecen todas las desgracias. En casa, en soledad, la idea da vueltas en su cabeza. Y así, centran en la diana de su resentimiento a una persona, una empresa, una institución o una idea o creencia. Un día y otro, mañana, tarde y noche. Se habla a sí mismo, se convence, se expone razonamientos que, lógicamente, no encuentran réplica. Y así hasta llegar al convencimiento de que todo lo que haga en torno al asunto, está más que justificado. Quien tiene más neuronas contaminadas por la cizaña es fácil que se eche al monte y llegue a la agresión, pero lo más habitual es que la rabia no pase de la palabrería incendiaria y vocinglera.

Seguro que antes de la llegada de Internet y las redes sociales también existía esta especie, pero la facilidad para difundir ideas y mensajes ha hecho que aparezcan por todas partes ejemplares iracundos, indignados hasta el extremo y dispuestos a pasar por encima de todo y de todos. Se trata de gentes que, basándose en su convencimiento de poseer la verdad absoluta, se sienten legitimadas para cruzar todas las líneas legales y morales. Y así, creyendo que la libertad de expresión permite todo, lanzan injurias e insultos, ofensas obscenas y amenazas, calumnias, infamias y vejaciones. Concluyen que, como la razón está enteramente de su parte, tienen permiso para vociferar y divulgar lo que sea. Sin embargo, no es la razón o la justicia la que está detrás de esta actitud, sino el odio visceral, la fobia desatada a quien tiene más, a quien goza de mejor posición, a quien piensa distinto, a quien saca mejores notas… Odio irracional, ciego, arrebatado. Odio primitivo, odio tribal.
Realmente es difícil, casi imposible, que con esas bases y procedimientos mentales se pueda tener razón. Pero aunque así fuera, si se piensa fríamente, no hace falta estar en lo cierto para vomitar bilis rabiosa contra personas y estamentos, sólo hace falta creérselo, sólo es preciso estar persuadido, ofuscado; una vez en este estado, cuando la obcecación anula cualquier atisbo de sensatez o lógica, cuando el fanatismo fascistoide  aplasta la conciencia y la moralidad, es fácil sentirse legitimado para señalar con el dedo o lanzar piedras. Tal cosa ocurrió en la España previa a la guerra: todos estaban tan seguros de su causa que todos mataban creyendo estar ejerciendo la justicia más certera, sin remordimientos.

Puestos en casos extremos, el dictador está tan absolutamente seguro de que su creencia es la (única) correcta, que moralmente le está permitido llevar a cabo cualquier acción. No es necesario, por tanto, estar efectiva y objetivamente del lado de lo verdadero para ejercer violencia física, sicológica o verbal. Sólo hay que creérselo.

Aunque exista el dispuesto a la agresión, la aplastante mayoría de estos ‘internecios’ no pasan de matones de guardarropía que, en soledad, en casa, en el anonimato, se conforman con verter su frustración e insatisfacción en la red, con aplaudir la violencia contra ‘ellos’ y maldecir la ejercida contra ‘nosotros’.


CARLOS DEL RIEGO

lunes, 12 de mayo de 2014

EUROVISIÓN: ENTRE EL CIRCO Y LA REVISTA El veterano festival-concurso ha apostado por el circo, con añadidos de ese espectáculo teatral llamado revista


Dejarse barba y vestirse de princesa el día de su puesta de largo
 es más fácil que escribir una buena canción.
Los espectáculos circenses abundaron en el festival de Eurovisión 2014: hubo trapecistas, trucos de magia, clowns…, eso sí, la mujer barbuda no era auténtica; y para completar la velada, algún que otro sainete picante como los que ofrecían aquellas compañías de revista que recorrían pueblos y ciudades con numeritos subidos de tono, generalmente zafios y de mal gusto. ‘El teatro chino de Manolita Chen’.

Hace ya años que los que acuden a este desfile han comprendido que lo que importa, lo que al final cuenta es llamar la atención, y que la música, la canción, es lo de menos; no es que anteriormente la calidad artística fuera mucho mayor, pero había un poco más de contención a la hora de exagerar con la puesta en escena. Es un síntoma. Hay que tener en cuenta que es mucho más difícil componer una buena canción que llamar la atención; esto lo puede hacer cualquiera, mientras que idear una melodía con gancho precisa algo que no está al alcance de cualquiera. Un tronco se deja barba de tres semanas y se pone un vestido de princesita el día de su puesta de largo; otras se visten de lagarteranas y bailan en torno a una pícara e insinuante granjera (¿sería así la ‘Vaquera de la finojosa’?); unos mendas se ponen trajes estilo Krusty el payaso… Todo ello con guión y puesta en escena tipo vídeo-clip y con más medios que ingenio; muchos efectos especiales y luminotecnia, mucho truco de escenario y recursos de cámara…, mucho ruido y pocas nueces.

Las canciones parecían cortadas por los mismos patrones. Algunas, como la ganadora o la que representó a España, eran ideales para las escenas más cursis y acarameladas de ‘La sirenita’ o cualquier producción similar de Disney. Varios prefirieron presentarse como ‘boy band’, con temas blandos y voces y armonías tópicas hasta la náusea. No faltaron las piezas que recordaba el cargante estilo italo-disco de los setenta. Como tampoco las baladas melosas, melancólicas y afectadas o los grupos de pop viscoso, flácido, fofo. Las chicas parecían haber acudido a la misma academia, pues sus movimientos y maneras, sus tonos y modulación de voz, entonación e incluso caritas y posturitas ante la cámara resultaban perfectamente ortodoxas, muy académicas, muy según los cánones. A su vez, la mayoría de los chicos optaron por presentarse en modo lechuguino. Así, todos ellos cantaban según estándares, como si todos estuvieran moldeados según tres o cuatro modelos y en la misma fábrica. Lógicamente, las canciones presentaban la típica manufactura industrial, resultando fácilmente olvidables al carecer de la mínima chispa de ingenio, anodinas y, lo que es peor, ni siquiera se escuchó un estribillo pegadizo y fácil de tararear.

Fiesta tan kitsch y pretenciosa fue, además, tremendamente costosa, con un gasto lumínico desmesurado que precisó más de dos docenas de generadores funcionando 24 horas al día durante un mes, algo que contrasta con el hecho de que Copenhague sea la actual capital verde de Europa. Lo de las votaciones es de traca, con el presentador adivinado continuamente cómo cada país votaba a sus vecinos, así los eslavos, ex soviéticos, escandinavos, centroeuropeos… Y el detallito de los pitos y abucheos cada vez que se mencionaba al malo de la temporada: Rusia.
    

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 8 de mayo de 2014

LA FIGURA DEL HÉROE A SU PESAR EN EL CINE CLÁSICO En el cine de las últimas décadas apenas se ven protagonistas con profundidad sicológica suficiente como para mostrar una lucha interior, esa que sí ofrecen protas de pelis clásicas que se debaten entre ocuparse de sus intereses o plantar cara a la injusticia


El héroe no hace caso a quien le asegura que 'más vale un cobarde vivo
 que un héroe muerto'

Hablaban unos adolescentes de cine, de la película ‘Casablanca’ y, más concretamente, de su final. Unos decían que la peli acaba mal, otros que el final es abierto y no está claro, y algunos no entendían por qué el protagonista no quiso marcharse con la chica. En primer lugar resulta sorprendente que chicos y chicas de 15 o 16 años no sólo se sienten a ver una película vieja en blanco y negro, con escasa acción y sin efectos especiales, sino que después se monten entre ellos un pequeño cine-fórum. Sea como sea, el filme en cuestión ha de tener algo cuando más de sesenta años después sigue capturando la atención de las nuevas generaciones. Tal vez sea que, además de todas las virtudes de tan emblemática producción, ‘Casablanca’ (Michael Curtiz, 1942) muestra a ese personaje que se ve obligado a ejercer de héroe, a acometer una tarea que no desea pero que, finalmente, él mismo se obliga a emprender. No puede hacer otra cosa.


Sólo él puede enfrentarse al viejo avaro, y por eso renuncia
 a sus deseos más profundos

Sí, a lo largo del filme, Rick subraya varias veces que no le interesan los asuntos políticos, las peleas o los problemas de los demás, que sólo le interesa lo suyo, su negocio y sus intereses…; pero eso es sólo lo que él dice, incluso lo que él quisiera, de modo que ante las decisiones trascendentes obra en contra de aquel sentimiento: cuando combate al franquismo en España o la anexión de Austria (así se lo recuerda Laszlo) y, en la penúltima escena, cuando renuncia a quedarse con la chica estropeando así un final feliz. Nadie dudará de que Rick hubiera preferido irse con Ilsa que con Renault, pero en el momento cumbre renuncia a su propio beneficio en aras de un bien mucho mayor, es decir, en contra de su pensamiento e intenciones; y en contra de lo que proclama, se comporta como un héroe, con unos principios elevados que se imponen a su interés personal. Él no quiere ser eso, pero no tiene otro remedio que serlo.

Este personaje, esta figura del esforzado que sacrifica sus intereses por pura convicción y sin esperar gratificación ha sido reflejado en no pocas ocasiones en el cine clásico americano. Además del caso mencionado, hay otros dos que resultan muy significativos. Uno suele asomarse al menos una vez al año a la televisión en medio mundo: George Bailey, el protagonista de ‘Qué bello es vivir’ (Frank Capra, 1946). Como todo cinéfilo (veterano o nuevo) sabe, Bailey tiene espíritu aventurero, quiere viajar por el mundo, escuchar el silbido del tren o la bocina del barco, irse a países exóticos, escaparse de aquel poblachón encerrado en sí mismo. Sin embargo, cada vez que le llega la oportunidad de salir de allí (incluso cuando está a punto de emprender su viaje de novios), las circunstancias le imponen el deber de quedarse, pues en caso contrario los habitantes se verán aplastados por el implacable y desalmado señor Potter. Él desea con todas sus fuerzas irse y demostrar que es un hombre brillante, pero una y otra vez ha de posponer el viaje. Por una causa u otra ha de decepcionarse a sí mismo, fastidiarse y quedarse a solucionar los problemas de los demás, como si sólo él tuviera la fuerza y la inteligencia suficiente para enfrentarse al dueño del pueblo, como si los vecinos de éste fueran incapaces de sobrevivir sin él. Y así es, y él lo sabe: sin alguien que le plante cara, el viejo de la silla de ruedas convertirá el pueblo en ‘Potterville’. Y renuncia a sí mismo sin dudar, sin pensar, simplemente dejando que su instinto aflore para imponerse a sus ilusiones. Su conciencia, su integridad moral lo ata a ese indeseado liderazgo.

El tercer caso tiene al mismo actor protagonista que el primero. Es el que incorpora al ex mayor Frank McLoud en ‘Cayo Largo’ (John Huston, 1948). Varias veces a lo largo del filme trata éste de definirse como un egoísta preocupado sólo por sus propios asuntos, y se presenta así porque, al volver de luchar y ganar la guerra, no ha encontrado su sitio, nadie le reconoce, nadie le echa una mano. No obstante, en los momentos de máxima tensión, cuando se precisa el temple del hombre íntegro, su valentía emerge incontenible, impidiéndole otra cosa que no sea el acto heroico: su verdadero ser triunfa sobre la razón fría y lógica. De este modo, se arriesgará a recibir un tiro sólo por aliviar el sufrimiento de una alcohólica, o preferirá enfrentarse a los gángsters él solo que involucrar a indefensos. Su cabeza le indica el camino sin riesgo, pero su vida le exige combatir la injusticia. En fin, no hace caso al consejo de la cantante venida a menos: “Más vale un cobarde vivo que un héroe muerto”.       
   
Desgraciadamente esta clase de persona, íntegra y sin dobleces que actúa en contra de sus propios razonamientos porque los demás lo necesitan, esta representación de lo mejor del Ser Humano, es una auténtica irregularidad en el cine de las últimas décadas, en donde los protagonistas suelen ser personajes soberbios y engreídos, chulescos fantasmones sabelotodo que, en realidad, no tienen nada más que buena imagen en pantalla. Lo peor es que, además de en el cine, también es insólita esta figura en la vida real y cotidiana. Tal vez por eso los guionistas, productores y directores hayan modificado las virtudes que adornan a la persona principal de la película.    


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 4 de mayo de 2014

ROCK & ROLL PARA MAMÁ El rock no es ajeno a la figura de la madre, por lo que son cientos, miles, las canciones que se han escrito en torno a las mamás, muchas de ellas memorables


Qué pensaría la señora Scutt de que su hijo fuera una estrella del rock
El crápula de Keith Richards parece más viejo que su madre
 El Día de la Madre no es una celebración inventada por unos grandes almacenes. De hecho, se sabe que en Grecia y en Roma había una fiesta para honrar a las progenitoras. El caso es que en prácticamente todos los países del mundo existe tal festividad. Y en cada sitio se hace según sus tradiciones.  En el planeta del rock no hay un día designado a tal efecto, pero como quiera que los rockeros también tienen mami, raro es el que no ha escrito alguna que otra canción hablando de ella.


El catálogo de piezas de pop, rock y estilos afines en las que la madre es protagonista es kilométrico. Para empezar, tanto Beatles como Rolling Stones trataron la temática maternal. Los cuatro de Liverpool cantaron aquello de ‘Tu madre debe saberlo’ (‘Your mother should know’) para el e.p. ‘Magical mistery tour’ en 1967; escrita por McCartney al armonio, presenta una melodía preciosa, inspirada y absolutamente ‘beatle’; el arreglo está presidido por el piano y tiene algo de psicodélico; el tema habla de que la madre tiene que conocer aquel viejo éxito aunque éste se produjera antes de que ella naciera…, tampoco hay que buscar mucho más, sobre todo teniendo en cuenta que era el tiempo de las alteraciones de la psique.



Jagger y Richards firmaron también más de una en la que filosofaban sobre mamis. ‘Mother’s little helpler’ (del imprescindible álbum ‘Aftermath’, 1965) presenta una visión pesimista de la labor de la esposa-madre-ama de casa, pues la pobre necesita recurrir a esa ‘ayudita’, que no es otra cosa que una pastilla (o dos, o cuatro), para continuar con su trabajo; y además, ‘qué mierda es hacerse vieja’, repite, así que lo mejor es buscar esa ‘pequeña ayuda para madres’, el Valium, que al parecer no era extraño en la dieta de muchas mamás de entonces. La canción es electrizante, muestra el novedoso sonido del sitar (por Brian Jones), con guitarras varias (incluyendo una eléctrica de doce cuerdas tocada como si fuera un slide), con una partitura muy pop y a la vez muy rythm & blues, y un ritmo muy vivo y dinámico. Jagger dijo después que la hizo en plan humorístico y que, por otro lado, “éramos una banda distinta en un mundo distinto”. Para entonces ya les acusaban de escribir demasiado de drogas, e incluso precisamente por eso, de ser ya unos adictos. Sí, eran otros tiempos.

Absolutamente enloquecida es el ‘Mama weere all crazee now’ (escrita intencionadamente con esas faltas de ortografía) de los chalados Slade. Con su tono chillón y son sonido intencionadamente sucio (en parte ideado por el productor Chas Chandler, ex de Jimi Hendrix Experience), el cuarteto la publicó en 1972 y consiguió con ella otro número 1. Habla de que mamá le dijo al chaval que el alcohol no le haría daño, pero mintió, y por eso, ‘todos estamos locos ahora’. El ambiente es etílico, con mucho jaleo y algarabía propia de borrachuzos. Por cierto, al parecer, el productor hizo algunos añadidos en la mezcla definitiva, como el ‘auuuu’ del comienzo, tomado de los ejercicios vocales que el cantante Noddy Holder hacía antes de empezar la sesión.

Otra pieza muy especial que gira en torno al universo madre-hijo es el ‘Crazy mama’ del gran J J Cale, fallecido hace un año. Incluida en su primer álbum en 1972 (aunque escrita un par de años antes), se refiere a la madre que se pasa largas temporadas fuera de casa, de modo que el hijo le pide insistentemente que vuelva con él. Su tono es suave y contenido, la voz de Cale apenas se eleva por encima del susurro, el arreglo es escueto, ligero…, y antes de que uno se dé cuenta…, ya se ha ido otra vez.
Son sólo una pequeña muestra de canciones y melodías escritas pensando en las madres, pero hay más, muchísimas más; por ejemplo el ‘Tie your mother down’ de The Queen (en la que el chico habla de la madre de la chica, que se interfiere en sus asuntos amorosos), el ‘Mother’ de John Lennon (en el que lamenta “tú me tuviste, pero no yo te he tenido”), el escabroso ‘Mama’ de Genesis, el ‘Mamy blue’ que tanto éxito les dio en España y en todo el mundo a los Pop Tops, el trepidante rythm & blues ‘Hey Lawdy mama’ de Steppenwolf (que no hablaba de madres precisamente)…

Y es que, finalmente, madre no hay más que una.     

CARLOS DEL RIEGO