martes, 30 de octubre de 2012

UN VASCO HUMILLA A INGLATERRA: LA GUERRA DE LA OREJA DE JENKIS Supuso una de las mayores derrotas de la Armada Inglesa en toda su historia: unos pocos cientos des españoles detuvieron a muchos miles de británicos en Cartagena de Indias. El manco, cojo y tuerto Blas de Lezo fue el triunfador. Todo comenzó cuando un capitán español cortó la oreja de un corsario inglés para que se la enseñara a su rey

El guipuzcoano Blas de Lezo infligió
 una de las  mayores derrotas a la armada
británica en toda su historia, pero

  en España es un perfecto desconocido

La larga, intensa y riquísima Historia de España está saturada de episodios de carácter bélico, algunos vergonzantes y otros verdaderamente gloriosos (eso sí, todo hay que verlo en su contexto y no valorar ni juzgar nada desde el actual punto de vista y usando mentalidad de hoy). Desgraciadamente, abunda ese espíritu hispano que se suele detener y rebozar en los fracasos propios, olvidando, menospreciando o desacreditando los éxitos que muchos españoles han protagonizado a lo largo de la historia; de hecho, acontecimientos mucho menos meritorios que los realizados por ibéricos son ensalzados en sus  países como logros prodigiosos. Por ejemplo, en España apenas se sabe de sucesos tan sabrosos como el conocido como La Guerra de la Oreja de Jenkins (o Guerra del Asiento), ni de las hazañas de verdaderos héroes, como el vencedor de dicha contienda, Blas de Lezo.

Tras la Guerra de Sucesión, España hubo de tragarse el sapo del Tratado de Utrech, que supuso, entre otras cosas, la pérdida de Menorca y Gibraltar a manos de Inglaterra, potencia que también logró el Asiento de Negros (algo así como el importador de esclavos para América) y el ‘navío de permiso’ (licencia para comerciar con la América Hispana pero sólo con un navío de 500 toneladas), entre otras concesiones. Sin embargo, los barcos ingleses se saltaban el tratado casi a diario, comerciando con América y ejerciendo la piratería sin retraerse lo más mínimo; en fin, que los encontronazos de todo tipo, principalmente por asuntos americanos, entre España e Inglaterra eran continuos. Así, en el año 1731 un contrabandista inglés llamado Robert Jenkins (seguro que también pirata o corsario) vio como un barco español al mando de José León Fandiño, apresaba su nave confiscándole la carga; pero no contento con ello, Fandiño le cortó una oreja a Jenkins y, entregándole el apéndice seccionado, le espetó desafiante: “Dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. La cosa, en principio, no pasó de ahí, apenas tuvo difusión y relevancia.

Pero España e Inglaterra continuaban su escalada de enfrentamientos (por motivos comerciales, económicos y de dominio en el nuevo continente), de forma que, en 1738, tanto los políticos como la opinión pública inglesa clamaban por declarar la guerra a España. Y para excitar sentimientos patrióticos y chauvinistas, los opositores al primer ministro (Walpole, que no quería guerra) llevaron a la Cámara de los Comunes al desorejado Robert Jenkins, que se presentó con su pabellón auditivo en un frasco y repitió la advertencia que, años atrás, le había hecho el capitán español. Lógicamente, el orgullo inglés no podía permitir tal insolencia, así que la guerra estaba servida.

 Seguros de su victoria, Inglaterra envió una enorme armada con 186 barcos y más de 25.000 hombres para someter a todas las plazas americanas que pudiera. Tras unos primeros éxitos (por cierto, el himno inglés, ‘God save the Queen’, se presentó en este contexto, en 1940, para celebrar aquellas pírricas victorias), el almirante Vernon intentó tomar la ciudad española más importante, Cartagena. Para ello bombardeó metódica y constantemente dicha plaza con sus barcos, pero los defensores, al mando de Blas de Lezo, resistían obstinadamente y causaban enormes bajas a los ingleses. Vernon lo intentó de todas las formas posibles y con todo lo que tenía, de frente y por detrás (atravesando la selva y perdiendo cientos de soldados a causa de enfermedades), asaltando las murallas, bloqueando la entrada…, una, otra y otra vez. Pero con menos de un millar de defensores (y la ayuda de las fiebres tropicales), Cartagena resistía gracias a la destreza y arrojo de Blas de Lezo Olabarrieta, un veterano curtido en mil batallas (había perdido una pierna por el impacto de una bala de cañón cuando tenía 17 años, un ojo dos años más tarde cuando una astilla le reventó el globo ocular, y un brazo cuando, con 26 años, recibió un tiro que le inutilizó un brazo), un militar de enorme talla que, en otro país, sería considerado héroe nacional y gozaría de la admiración general. En fin, Lezo Olabarrieta derrotó en toda regla a Vernon (por cierto, los espías españoles ayudaron lo suyo), sin embargo, como el inglés creía segura la victoria antes de tiempo, envió un mensaje a Inglaterra anunciándola, de forma que tras su fracaso, al regresar con su flota destrozada y muy menguada, tuvo que contar la verdad, pero el rey inglés prohibió que tal cosa se supiera, e incluso cuando murió, Vernon fue enterrado en el cementerio de los héroes. Puede decirse que la guerra quedó en tablas y dejó de combatirse en 1742, pero como inmediatamente se produjo otro conflicto armado en Europa, la Guerra de la Oreja de Jenkins no terminó oficialmente hasta 1748.

Aquella derrota del orgulloso almirante Edward Vernon a manos de un vasco manco, cojo y tuerto guipuzcoano está considerada como una de las mayores derrotas de la Armada Inglesa en toda su historia. Pero en España el episodio es, incomprensiblemente, desconocido, igual que Blas de Lezo, que carecía de brazo, pierna y ojo, pero tenía un par de narices y le sobraba templanza y presencia de ánimo, valentía y sabiduría, humor y arrogancia: “Para venir a Cartagena, el rey de Inglaterra tiene que construir otra escuadra mayor, porque esta queda sólo para llevar carbón”.
     
CARLOS DEL RIEGO
            

lunes, 29 de octubre de 2012

LOS ANIMALES MATAN (CASI) POR LAS MISMAS CAUSAS QUE LOS HUMANOS Curiosamente, si la cosa se analiza en profundidad, se puede llegar a la conclusión de que la conducta violenta de los animales tiene muchos puntos en común con la que exhiben las personas

Los elefantes marinos luchan a veces hasta
la muerte por posesión de hembras,
los hombres también hacen eso

Al contemplar las imágenes de televisión sobre la violencia producida en varias partes del mundo, alguien exclama “¡qué animales!”, y alguien responde “no compares, los hombres son mucho peores, pues los animales sólo matan para comer”. Pero si se reflexiona sobre el asunto, se llega fácilmente a la conclusión de que los animales no sólo matan para comer, sino que, esencialmente, matan por las mismas causas que los humanos: por comida, por territorio y por hembras; unos y otros quitan vidas por otras cosas, pero esas son básicamente las principales
.
Los animales matan por comida: los carnívoros a sus presas o entre ellos para robarse la carroña; por territorios, con el fin de adueñarse de los dominios de otro; por hembras, disputándose a veces hasta la muerte el derecho a aparearse. Los hombres matan por dinero, el equivalente a la comida; por territorios, con guerras, asaltos, invasiones…; y por hembras o a causa de ellas, cosa que viene sucediendo desde hace milenios. En fin que las causas de agresión mortal más importantes son comunes a hombres y bestias.

Pero aun se puede ir más lejos para acabar con la creencia de que el animal ‘es bueno’ y no mata más que para comer (idea progre, bienintencionada, angelical, pero absolutamente errónea). El animal no es bueno ni malo, sólo hace lo que le dicta su instinto, y a veces ese dictado resulta extremadamente violento, tanto como para llamar animal a una persona violenta.

Y por esa causa (el instinto) el león macho mata a otro león para arrebatarle su territorio, e inmediatamente acaba con los cachorros de la manada que acaba de usurpar, con el fin de que las hembras se pongan inmediatamente en celo y así procrear sus propios retoños. Las cachorros de hiena se quedan todos juntos (a veces más de 50) cerca de las madrigueras y al cargo de unos pocos adultos; muchas veces, una cría coge a otra con la boca y empieza a jugar con ella, sumándose rápidamente todas las crías al juego, de modo que, lógicamente, la escogida como juguete termina muerta…, sin que los adultos intervengan. Prácticamente todas las especies de carnívoros tratarán de matar sistemáticamente a las crías de los otros, para eliminar así la competencia. Muchas especies de aves sólo ponen dos huevos, pero los padres apenas dan comida a uno de los pollos, generalmente el más joven, que se convierte en algo así como un seguro por si al mayor le pasa algo; el pollo más joven morirá de hambre o será arrojado del nido por su hermano…, sin que los progenitores hagan otra cosa que mirar. Las orcas, una vez que han capturado una foca, suelen jugar con ésta arrojándola al aire y cogiéndola antes de que llegue al agua mientras la víctima está viva, siendo una conducta lúdica, de juego, pues no tiene utilidad práctica; también es habitual que los adultos de especies cazadoras dejen a la víctima malherida al alcance de sus crías para que éstas las maten  y vayan así entrenándose. Los elefantes marinos pelean a veces hasta la muerte por el control de las hembras, de forma que los perdedores se pelean entre ellos durante horas aunque ya no haya por qué, terminando, muertos o con gravísimas heridas; pero en muchas ocasiones, un perdedor (que no pueden acercarse a las hembras adultas) ataca a una cría (que no le interesa al dueño de harén) y consuma una violación y muerte por aplastamiento (el macho pesa cuatro toneladas y la cría no llega a cien kilos). Los chimpancés son los animales más parecidos al hombre, y por tanto, presentan conductas fáciles de reconocer; así, hay documentales que muestran partidas de caza de chimpancés (que comen más carne que lo que se piensa), cómo acosan y atacan a otros primates y cómo reparten la presa según la escala social; pero una de esas filmaciones registró una batida de caza fallida, de modo que los chimpancés regresaron con las manos vacías y una frustración tal que, una vez llegados a donde estaba el resto del clan, atacaron y mataron a una madre con su cría (probablemente uno de los agresores fuera el padre), más para acallar su frustración que su hambre. No pocas especies de ratas y otros roedores se comen a sus cachorros al mínimo peligro o cuando aparece la escasez. Y si se entra en el reino de los insectos la cosa se multiplica. En resumen, los comportamientos bestiales son habituales entre las bestias, donde también hay abundancia de infanticidio, endogamia, fratricidio, canibalismo…

Evidentemente, los animales matan a sus semejantes por muchas razones, casi tantas como las que esgrimen los humanos para matar a su prójimo (el bicho no mata por odio, venganza, envidia, ideología…), por tanto, llamar animal a una persona no es un insulto al animal. La diferencia reside en que la bestia no puede hacer otra cosa, pues su conducta está inexorablemente determinada por el instinto, las hormonas, la bioquímica de su organismo, de modo que es incapaz de sustraerse a lo dispuesto por su propia naturaleza; sin embargo, el hombre, que también es empujado por instintos y hormonas, posee racionalidad, conciencia, moralidad, inteligencia, conceptos que, al menos en teoría, le dan la ocasión de elegir, de poder optar por matar o no. Es decir, un asesino o un maltratador, en realidad, tiene más culpa que un animal, pues éste no tiene elección a la hora de actuar. 
           
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 28 de octubre de 2012

LOQUILLO Y SABINO MÉNDEZ, 20 AÑOS DESPUÉS El cantante y el guitarrista y compositor vuelven a trabajar juntos tras casi dos décadas de darse la espalda. El resultado es meritorio pero… los tiempos están cambiando


Sabino y Loquillo, los tiempos han cambiado.
Hace unos días de publicó el nuevo disco de Loquillo, titulado ‘La nave de los locos’ (como el cuadro de El Bosco), en el que el cantante vuelve a contar con la colaboración del que fuera su letrista en los mejores años de su carrera, Sabino Méndez. Éste fue el principal impulso creativo del Loco desde sus inicios hasta 1989, cuando abandonó el grupo dando un portazo. Hasta ese momento, la pareja Sabino-Loquillo había publicado algunas de las grandes canciones de la época en España y conseguido éxito masivo en las listas de ventas.

Sin embargo, aquel año el compositor y guitarrista publica en el diario ABC un artículo titulado ‘Se acabó el pastel’, en el que explicaba las razones que le habían llevado a dejar la sociedad. En aquel texto hablaba de desengaños con el joven aspirante a estrella, de ambiciones personales, de presiones de la industria, de arribistas e inmaduros, de que el rock & roll no es tan bonito como lo pintan, de que es enemigo de tu propio ego…, y de que mejor estar solo que mal acompañado. Estudió, escribió, se metió en política y, casi dos décadas después, se reencontró con su viejo colega. Por su parte, José María Sanz, Loquillo, que posteriormente trabajó con otro excelente letrista, Gabriel Sopeña, ha continuado grabando y actuando con regularidad, con más o menos éxito pero con un creciente reconocimiento.

Afortunadamente, los tiempos han cambiado y ellos han superado sus diferencias (de hecho hace ya unos años que tienen proyectos en común). Así, el cantante barcelonés lanza ‘La nave de los locos’, un disco en el que se demuestra que los artistas han crecido, han madurado como personas, cosa que a menudo se da de tortas con el rock & roll. Así, los textos están llenos de mensajes, todos tienen exceso de seriedad y da la impresión de que tienen demasiada actualidad, o sea, corren el riesgo de quedarse desfasados pronto; el primer single, ‘Contento’, está al borde de la demagogia. La parte musical se antoja un tanto monocorde, a veces anodina y otras con escasez de pulso, de atractivo, de chispa; los temas están concebidos en clave de rock y rythm & blues y tienen muy buena construcción, arreglos muy profesionales y efectivos y un resultado final notable…, a pesar de que Loquillo sigue teniendo pocas cualidades vocales. Si el oyente iniciado y veterano se lo propone, encontrará las principales influencias de la mayoría de las canciones, lo que demuestra la envidiable formación y buen gusto que uno y otro tienen en su disco duro. De todos modos, para muchos su mejor trabajo sigue siendo el arrollador ‘¿Dónde estabas tú en el 77?, publicado en el lejano 1982.


Uno de los males que afecta a los rockeros adultos es que se vuelven responsables, juiciosos, sensatos, y eso suele estar reñido con la esencia del rock & roll, que básicamente es despreocupación; no es que los que se van quedando calvos y echando kilos no puedan hacer rock de gran altura, pero resulta mucho más difícil si uno quiere hacer editoriales y columnas de opinión en cada tema (sobre todo si no se es Neil Young). Por otro lado, en su anterior etapa, Loquillo y Sabino tenían un público atento y cómplice que comprendía muy bien todo lo que hacían, y ello a pesar de que se disponía de menos canales de difusión. Hoy todo se diluye, se revuelve y se embarulla entre las redes sociales y la abrumadora oferta disponible, de forma que el público se distrae y no termina de alcanzar aquella complicidad. Los tiempos están cambiando, como decía el propio Loquillo imitando a Dylan.        
  
CARLOS DEL RIEGO
                                                                                                

ARTÍCULO INCLUIDO EN ...

viernes, 26 de octubre de 2012

LOS 20 MILLONES DE AMANCIO ORTEGA A CÁRITAS Hay mucha gente que exige a los millonarios que repartan, pero cuando lo hacen, aquellos siguen protestando porque, dicen, lo hacen con oscuras intenciones. Asimismo sorprende que haya quien cuestione que sea Cáritas la que vaya a gestionar la donación

Cáritas atiende en España a más de un millón de personas, que seguro están enfadadas por la donación de la fundación de Amancio Ortega.

El asunto de la donación que el dueño de Inditex y, según parece, el tercer hombre más rico del planeta, Amancio Ortega, ha hecho a Cáritas a través de su fundación ha levantado una enorme y sorprendente polémica. Por un lado se cuestionan las intenciones y motivos del empresario leonés para donar tal cantidad, y por otro también se discute que el beneficiario haya sido la organización Cáritas, ya que es una institución de carácter religioso.

Aseguran que, al hacerlo a través de su fundación, el millonario pretende desgravar impuestos (se desgrava un cuarto de lo donado); además, se le acusa de tener miles de empleados en condiciones inaceptables, pagar sueldos muy bajos y otras imputaciones. Es posible que Ortega pensara en pagar menos impuestos (que levante la mano el que no quiera cotizar menos al fisco), pero esa posibilidad sólo va a molestar a quienes no se van a beneficiar de esos veinte ‘kilos’, es decir, el señor que acude a Cáritas y se lleva una bolsa con comida durante varios meses gracias a esos millones, seguro que va a protestar por las intenciones del donante, seguro que la tomará a regañadientes y despotricando contra unos y otros, y se marchará enfadado porque un opulento vendedor de ropa regaló dinero con el que él y su familia comen durante meses. No hará falta recordar que Ortega ha montado empresas en muchos países pobres (muchos le achacan también esto, que no las instale en España), que da trabajo directo a casi 100.000 personas en todo el mundo, y que si en algún sitio las condiciones no son las ideales (cosa que, salvo en una única ocasión, no se ha probado ni de lejos), no se le puede responsabilizar de modo directo de todo lo que ocurre en todos los lugares donde trabajan para él. Seguro que no es un santo y que tendrá, como todos, cosas que reprocharse, pero llega a resultar gracioso que los que se creen de izquierdas clamen para que los ricos repartan (‘redistribuyan’, prefieren decir), y cuando lo hacen también protestan, les parece mal y siempre encuentran motivos que dejan sin mérito el donativo; por cierto, éste se destinará a los necesitados en España.

Por otra parte, no pocos izquierdistas de boquilla han puesto el grito en el cielo por el hecho de que se haya escogido a Cáritas como encargado de gestionar dicha suma, puesto que se trata de un organismo de naturaleza religiosa. Sobre este tema es más que oportuno algo que contó el periodista Vicente Romero en Radio Nacional de España. El reportero explicó que una vez se quedó trabajando hasta muy tarde en la redacción, de forma que llegó la señora de la limpieza; al poco, ésta se le acercó y le dijo que quería donar cinco mil pesetas pero que no sabía a qué organización, oenegé o entidad, y que como él había viajado tanto, seguro que sabía quiénes trabajaban mejor. Romero, tras pensar unos segundos y tras admirar la bondad sincera de la señora, le dijo que sin duda ninguna a Cáritas; y ofreció muchas y muy convincentes razones a la generosa limpiadora: llevan muchos años en los lugares donde más ayuda se necesita (viven allí) y conocen el terreno a la perfección, tienen sus propios transportes y almacenes, saben cómo llegar a los sitios esquivando ladrones y saben quién es el más menesteroso…, y lo más importante, están en los lugares más pobres del mundo por su fe, no por moda, reconocimiento, lucro, fama o cualquier otra razón material. Y por todo esto, concluyó Romero su relato, si se entrega la caridad a Cáritas se tiene la seguridad que la mayor parte llegará al destino deseado, cosa que no ocurre con la mayoría de las oenegés, que pagan a profesionales y donde siempre se cuelan caraduras dispuestos a ganar a costa de quien sea. Ah!, y si se es una organización no gubernamental no hay que depender de los gobiernos, porque si es así, si dicha organización se financia con presupuestos oficiales, será una organización gubernamental y, por tanto, sujeta a los deseos de quien paga.

El problema que subyace es el prejuicio que no pocos falsos ‘rojos’ tienen contra los ricos (la mayor parte de los cuales han trabajado más que todo lo que trabajarán quienes los critican) y contra la religión, de forma que cuando uno y otra hacen algo indiscutiblemente positivo, buscan y rebuscan hasta encontrar posibles dobles intenciones, imaginarias motivaciones oscuras con las que menospreciar dicho gesto; tienen su idea tan profundamente marcada que ya son incapaces de admitir ningún mérito (a pesar de las evidencias) a quienes ellos consideran sus enemigos y causantes de todos los males de este mundo.   
        
CARLOS DEL RIEGO

jueves, 25 de octubre de 2012

DROGAS: ¿HAN DADO RESULTADO 100 AÑOS DE PROHIBICIÓN? El debate sobre la legalización y regularización de la venta de drogas está vigente siempre, pero un siglo después de poner en práctica la opción represiva, parece el momento de mirar al problema con otros ojos


Todos los crímenes que uno pueda imaginarse son abundantes
 en el universo de la droga
Un grupo de expertos mexicanos (que de esto deben saber un rato largo) acaban de publicar un libro en torno a las drogas (ilegales, no tabaco o alcohol), el ‘Informe Jalisco’, en el que vuelve a plantearse la opción de la liberalización del consumo. Para ello se basan en las décadas que se lleva luchando y persiguiendo, el coste que ello ha supuesto y los escasísimos resultados obtenidos con la política exclusivamente represiva.

La cosa tiene muchas caras, muchas partes involucradas, muchos pros y muchos contras. Para empezar, bueno sería recordar que quienes están a favor de la prohibición coinciden con la opinión y deseo de los traficantes, mientras que los que claman por la legalización están de acuerdo con los drogadictos.

El opio se prohibió de forma mayoritaria hace precisamente un siglo, y desde entonces, más o menos, con mayor eficacia o con corrupción, han sido perseguidas las drogas, los traficantes y, en muchos sitios, también a las principales víctimas del indeseable negocio, los adictos. El ‘sector’ de los estupefacientes mueve miles y miles de millones cada año, produce infinidad de crímenes, causa escalofriantes desgracias personales en todo el mundo… Por el contrario, la policía y el aparato judicial consiguen poner fuera de circulación a unos cuantos delincuentes, la mayoría de escasa importancia, pero la droga no falta nunca en las calles. Se invierten abundantes recursos humanos y materiales en la represión, pero la droga nunca escasea allí donde haya dinero. Se incautan enormes cantidades de ‘polvos’, ‘hiervas’, ‘pastis’…, pero jamás hay escasez si hay quien compre. Sea como sea, el consumo no desciende, de forma que puede que haya drogas que en unos momentos tengan más demanda que otras, o que aparezcan nuevas sustancias con venta exagerada que luego no tienen salida, o que haya otras que mantienen su nivel de venta siempre en el mismo sitio. Es decir, si se pudiera hacer un estudio acerca de la cantidad total de drogas que se han venido consumiendo en el mundo en las últimas décadas, seguro que se mantiene prácticamente estable, con la lógica subida que propicia el aumento de población. En resumen, la política exclusivamente represiva, evidentemente ineficaz, parece dar la razón a los que se inclinan por la legalización. Según esto, los que apoyan el cambio de postura afirman que si se vendieran en las farmacias al menos se tendrían garantías sanitarias y se recaudarían buenas cantidades, pues estarían bien gravadas de impuestos.

Asimismo, se asegura que si se levanta la veda definitivamente disminuirán radicalmente los crímenes en todo el mundo, puesto que la mayoría (aseguran sesudos estudios) tienen que ver con el narcotráfico y la drogadicción, con lo que se ahorraría mucho en recursos, policías y en todo el personal que interviene en la investigación o en el proceso que sigue el detenido desde que se le ponen las esposas hasta que ingresa en prisión o vuelve a la calle. De todos modos, la Historia deja bien claro que los delincuentes siempre encuentran modo de delinquir, es decir, nada hace suponer que no habría contrabando (lo hay de tabaco y alcohol a pesar de ser legales), y si el comercio de la droga pierde rentabilidad buscarán otras actividades al margen de la ley con las que hacer dinero que blanquear. Hoy, los grandes jerifaltes del narcotráfico viven y se comportan como auténticos reyes, con su corte, con su ejército y su escolta personal, con sus múltiples residencias, con un ‘pueblo’ a gobernar y con sus diversas escalas sociales, con ingentes cantidades de divisas que hay que manejar y trasladar…, y por supuesto, con más poder que muchos jefes de gobierno.

¿Desaparecería todo esto con la liberalización? Seguro que se presentarían problemas imprevistos y la cosa no sería tan sencilla ni tan eficaz para luchar contra ‘los malos’. Si un día se pudieran comprar todo tipo de sustancias en las farmacias (si se venden libremente cocaína o heroína, ¿por qué no ansiolíticos y tranquilizantes, excitantes, somníferos y, en fin, cualquier medicamento), es posible que con el paso de los años la gente crezca sabiendo que en la farmacia se venden libremente todo tipo de venenos, unos que matan instantáneamente y otros a largo plazo pero con muchos daños colaterales.

El tema no es de fácil solución, sino que tiene infinidad de matices y derivaciones, complicaciones, consecuencias, recovecos, pero lo que está claro es que tras cien años de prohibición hay más consumo, más tráfico, más crimen.

Hay que seguir pensando en ello, pero teniendo en cuenta nuevas posturas, nuevas perspectivas, puesto que seguir con las mismas medidas es estancarse, y los narcos tienen tiempo y dinero para evolucionar.

CARLOS DEL RIEGO
            

miércoles, 24 de octubre de 2012

¿QUÉ FUE DEL PUNKABILLY? Hace unas tres décadas el grupo Stray Cats encabezó una pequeña revolución en el camino del rock & roll al aplicar al estilo clásico ciertos matices del punk. Al resultado se le llamó punkabilly, que debe ser muy difícil, pues apenas hay quien se atreva

Stray Cats.

Hará unas tres décadas que el trío Stray Cats (neoyorquino, hubo de mudarse a Inglaterra para ser reconocico) estremeció las bases del rock & roll más académico con un primer álbum absolutamente antológico (salió en 1981 pero a España no llegó hasta el 82). En él, sólo un guitarrista y cantante, un contrabajista y un batería armado sólo con caja, plato y bombo, fueron capaces de volver patas arriba a cualquier audiencia.

El rock & roll a la clásica se ha practicado desde que Bill Halley pusiera a todo el mundo a bailar “alrededor del reloj”, en unas etapas con más aceptación y respuesta de público y ventas, y otras veces apenas sin salir del local para locos del tupé. En los últimos años de la década de los setenta del siglo pasado el punk había abierto todas las puertas, de modo que todo valía, cualquier género tenía cabida y, probablemente, éxito; sólo había que ponerle barniz punk por uno u otro lado, y así lo hicieron muchos que se sentían integrados en otro género, como por ejemplo The Jam, que volvió a traer pop-mod, o Stray Cats, ‘rockers’ irredentos. De este modo, en aquellos momentos aparecieron un buen número (no exagerado) de grupos adscritos a esa combinación de r&r y punk, como los divertidísimos Polecats; pero sólo los Stray Cats hicieron algo verdaderamente especial.  

Aquel prodigioso primer álbum del trío mostraba las diversas variaciones que se pueden hacer con el ritmo clásico del rock & roll, pero aderezadas con un sonido mucho más agresivo y denso a pesar de la escasa instrumentación, con una postura menos ingenua y con toda la sencillez del punk… Cierto, quien piense que Stray Cats era pura y sencillamente rockabilly está en lo cierto, y si se acuñó lo de punkabilly fue precisamente por el momento en que irrumpió el grupo en cuestión, cuyo aspecto difería en no pocos detalles de los de los cincuenta y apuntaba en la dirección punk.

 Así, su ropa mezclaba cueros negros (punk, pero también rock de primera hora), con zapatos característicos de los ‘teddy boys’, y llevaban tupé… estudiadamente desordenado, de modo que nunca desentonaba en ambientes punk. En fin, que tenían mucho más de r&r que de de lo otro.

Aquel álbum, titulado sencillamente ‘Stray Cats’, supuso un auténtico descubrimiento del rock clásico por parte de los que apenas conocían otras cosas que el punk y la ‘new wave’, y a la vez, un álbum que sedujo a los viejos ‘rockers’. Es un disco que roza la perfección, de modo que su docena de títulos sigue escuchándose treinta años más tarde con agrado y sorpresa, puesto que las melodías siguen siendo encantadoras, la guitarra asombra y la escueta sección de ritmo parece multiplicarse. Por eso, tanto tiempo después, es absolutamente imposible mantener la quietud cuando empiezan a sonar piezas como ‘Rumble in Brighton’, ‘Rock this town’ o ‘Runaway boys’, igual que uno se transporta cuando se deja mecer por el delicioso ‘Stray cat strut’… ¡Qué prodigio de disco!

Aun se recuerdan sus primeros conciertos en España, que consiguieron llenar todos los recintos, con y sin tupés, así como que jamás hubiera tantos ‘rockers’ en España como en aquel momento; sólo ellos tres en el escenario (salvo en la despedida, cuando subieron al escenario hasta los electricistas), pero parecían una orquesta: Lee Rocker tocando subido en la hendidura lateral de su contrabajo tumbado, Slim Jim Phantom encima del bombo, inclinadísimo para llegar con las baquetas a la caja y plato, y el virtuoso Brian Setzer haciendo el pato al estilo Chuck Berry mientras su preciosa Gretsch sonaba con una limpieza sorprendente; sí, eran tres músicos estupendos, sobre todo Setzer, que ha venido demostrando desde entonces que está a la altura de los grandes mitos de la guitarra.

Pero muy pocos siguieron por ese camino, por lo que hay que deducir que no es tan fácil como parece hacer rock & roll con inteligencia, imaginación y chispa, tal vez por ello eso del punkabilly sólo entonces convenció en las listas, sólo con Stray Cats ese subgénero consiguió audiencias masivas. Grupos tan señalados como The Cramps (más psycho), The Meteors (mucho más distorsionados) o The Blasters (¡fabulosos!) han rondado por ahí, pero siempre manteniendo la distancia.

Ellos, los Stray Cats, se han ido y han vuelto varias veces, y sus integrantes han hecho cosas de mérito en solitario (sobre todo Setzer), pero nunca se han acercado a la excelencia como en aquel lejano 1981. Por cierto, el disco lo produjo Dave Edmunds, cuya biografía artística merece una parada. 
  
CARLOS DEL RIEGO

martes, 23 de octubre de 2012

LA LEY DEL EMBUDO DE LOS NOMBRES DE PUEBLOS Y CIUDADES Las comunidades que tienen la suerte de ser bilingües exigen a los que ‘sólo’ hablan castellano que cuando mencionen sus poblaciones lo hagan en el idioma correspondiente; pero ellos no pagan con la misma moneda

La presencia de varias lenguas ha de verse como una riqueza para España, no como elementos de confrontación

En la segunda mitad de los década de los ochenta del siglo pasado, cuatro jóvenes castellanoparlantes montaron en un viejo Ford Fiesta y pusieron rumbo a San Sebastián para ver al grupo británico The Cure, que tocaba en Anoeta. Llegados con muchas horas de antelación, y como quiera que el conductor tenía familiares en Fuenterrabía, donde había pasado muy buenos ratos años atrás, deciden hacer esos pocos kilómetros para visitar esta bonita población. Pero recorridos los aproximadamente 20 kilómetros que hay entre la capital y el pueblo, el conductor del coche se pasa y piensa que ha tenido que equivocarse, pues ya tenía que haber llegado; vuelve atrás cinco km. pero Fuenterrabía no aparece, así que nuevamente da la vuelta, de modo que, finalmente, a la tercera, reconoce edificios y calles y cae en la cuenta de que no se ha vuelto loco ni han cambiado el pueblo de sitio, sino que ya está en Fuenterrabía, solo que ahora se llama Hondarribia. Habían cambiado el nombre en todas las señales e indicativos, de modo que quien no viviera allí tenía muy fácil caer en el error.

Es un ejemplo de la estulticia de la que habitualmente hacen gala los políticos, pues son ellos quienes, al final, tienen el poder para cambiar los nombres de los pueblos y ciudades y obligar a todo el mundo a llamar a las cosas por el nombre que se les antoja (siempre buscando rédito político); la cosa parece una ligereza, una tontería sin más, sin embargo, indica a la perfección el modo de pensar de quienes tienen el bastón de mando. Es lógico que en catalán se diga Girona y en gallego Ourense, pero es un matiz absolutista pretender que el gaditano deje de hablar en su idioma materno cuando se refiere a poblaciones de comunidades que gozan de dos idiomas oficiales. E incluso resulta estúpido y contradictorio escuchar a los locutores de radio y televisión decir cosas como “En Girona actúa hoy una orquesta de Nueva York”…; si dice Girona ha de decir New York, München, Moscua…

Pero lo bueno es que medios gallegos, vascos y catalanes que se expresan en estos idiomas no se aplican el cuento a sí mismos. Así, hace unos cuantos años el equipo de baloncesto de León ganó al Barcelona en cancha azulgrana, de forma que al día siguiente los diarios en catalán escribieron algo así como “El LLeó va imposar el seu joc”; es decir, se refirió a León en catalán, cosa lógica al estar expresándose en esta lengua. La contradicción, la aplicación de la ley del embudo, está en el hecho de que ese mismo medio exige decir Lleida cuando se hable en castellano…  

Es una muestra más de ese espíritu adolescente que tiene el nacionalista combativo: exige a los demás lo que no se exige a sí mismo, pide cosas para él que no está dispuesto a conceder a sus vecinos. 

La intrusión de los poderosos en la vida de los ciudadanos, la irresistible tendencia que tienen los caudillos por controlar y dirigir a la gente de a pie, lleva a que desde los gobiernos se diga a la ciudadanía cómo tiene que referirse a Lérida, Alicante, La Coruña o Fuenterrabía, o sea, exige que el personal meta morcillas en otros idiomas al hablar.

Que nadie se asuste si, en otro momento de extrema altanería, soberbia y petulancia, empiecen a retirar palabras y giros porque son políticamente incorrectas, y así se desterrará “un hombre negro”, “un ciego” o “un enano”, y se prohibirá su uso bajo amenaza de multa. En fin, hay que asumir que, en el estado actual de las cosas, quien llega al poder siempre cae en la tentación de meterse en la vida del ciudadano.

CARLOS DEL RIEGO
            

lunes, 22 de octubre de 2012

DOS GITANOS PONEN EN FUGA A LOS TERRORISTAS ETARRAS Mostrando de qué pasta están hechos, los fanáticos vascos huyen ante los calés pidiendo protección a los funcionarios. Los valientes gudaris se atreven a matar al desarmado, pero se lo hacen patas abajo cuando no tienen pistolas ni la manada detrás

Los etarras son como las hienas, valientes en manada y
con ventaja, cobardes de uno en uno.

La cobardía del terrorista es paradigmática como demuestra un hecho que viene repitiéndose desde hace años: dos hermanos gitanos han situado a los etarras con los que coinciden en las cárceles en su punto de mira. Resulta que Luis y Juan Amador han residido en ‘trenas’ de toda España, compartiendo alojamiento con los numerosos terroristas de la banda mafiosa vasca que cumplen condena por esos penales. La cosa viene de largo, puesto que hay noticia de que Luis y Juan Amador ya pusieron en fuga a los valientes gudaris en el año 2003; y desde entonces, cada vez que comparten fonda gratuita, los vascos echan a correr con el rabo entre las piernas.

Al parecer, los dos hermanos les han hecho varios ojales en el cuerpo y, también al parecer, en más de una ocasión les han atizado a mano. Cuentan los calós que los terroristas son muy cobardes, que “son unos acojonaos, les das una galleta y echan a correr casi llorando”. Así es, ‘Los Amador’, como son conocidos los justicieros, tienen entre ceja y ceja a los asesinos y a los amigos de los asesinos, de forma que cada vez que tienen oportunidad dejan bien patente la bravura y presencia de ánimo de los de la jauría nazi vasca. Es lógico, ante todo hay que ser un cobarde redomado para acercarse a alguien indefenso y pegarle un tiro en la nuca, o tenerlo atado y con los ojos tapados y, valientemente, al modo nazi, ejecutarlo, o poner una bomba en un supermercado o en la casa-cuartel de la Guardia Civil (aquellas dos niñas gemelas de año y medio vilmente asesinadas…); por eso no debe sorprender que, de uno en uno y sin armas, se lo hagan patas abajo cada vez que alguien les levanta la voz. Esa es la esencia del etarra: echao palante cuando llega por la espalda y con todas las ventajas, pero aterrorizado cuando se le hace frente; y, al igual que las hienas, uno solo no tiene peligro, pero cuando la manada ataca en masa… Por eso, seguro que les han dicho a los gitanos agresores: “ya te pillaremos”, lo que viene a significar algo así como “ya te pillaremos cuando seamos catorce y tú uno, nosotros con pistolas y tú con tu navaja”.

Pero más asombroso aún es que los valerosos y aguerridos terroristas han ido llorando a los funcionarios pidiendo ayuda, exigiendo que se les proteja; y del mismo modo los diversos colectivos de apoyo. Hay que hacer un enorme esfuerzo para tratar de comprender cómo alguien que ha puesto una bomba, que tiene muchos muertos a sus espaldas, exige que se cumpla la ley, que se tengan en cuenta sus derechos humanos. ¿Cómo funcionará el deteriorado cerebro de uno de estos imbéciles que reivindican su derecho a no ser agredidos después de haber tiroteado a otros?, ¿cómo se convencerá uno a sí mismo de que yo tengo derecho a agredir pero los demás no lo tienen para agredirme a mí?, ¿qué justificación se dará a sí mismo cuando se quede solo?, claro que la pregunta principal es ¿verdaderamente llegan a pensar alguna vez en su vida o sólo se dejan llevar por el fanatismo? E igualmente sus amigos y familiares, que justifican y aplauden los asesinatos hasta el punto de sentirse legitimados para matar, pero cuando son ellos quienes se convierten en víctimas reclaman justicia y ley; les preocupa “la integridad física” de sus seres queridos, pero se la trae al pairo la integridad de aquellos a quienes sus seres queridos liquidaron. Realmente, esta es la naturaleza, el fondo del nazi-estalinista: “como yo soy yo y soy de aquí y pienso así, yo tengo potestad y legitimidad para matar, pero nadie puede usar este mismo razonamiento en mi contra porque yo tengo la razón y los otros no”. Por eso, deshumanizados por un estúpido fanatismo que no deja espacio en su cráneo para nada que no sea su idea, los asesinos vascos no comprenden que alguien les pague con la misma moneda.

Lo peor es la consideración que tienen estos desalmados entre gran parte de la sociedad vasca, y no sólo entre los que comparten fanatismo con ellos; es una parte enferma de aquel rincón de España que aseguró en encuesta fiarse más de Otegui (que mataría sin pestañear para conseguir su objetivo) que de Rajoy (que será lo que sea pero no parece capaz de matar), que permitió que un múltiple asesino de apodo vacuno estuviera en la comisión de Derechos Humanos del parlamento vasco, que de algún modo justifica los asesinatos y pone a la misma altura al terrorista que al policía, que siente gran empatía por el agresor y cierta antipatía por la víctima. Pasados unos cuantos lustros, los vascos se avergonzarán de que un día vieron la violencia etarra como algo normal, y renegarán de aquella sociedad que estuvo más cerca del pistolero que del muerto. 

La violencia es la violencia y es básicamente execrable, pero cuando un asesino, un torturador, un bestia al que le da igual matar a ocho que a ochenta recibe su misma medicina, en el fondo uno siente cierto alivio.

En fin, la próxima vez que esos despreciables gallinas echen a correr ante los cañís, Juan o Luis bien podrían gritarles, parodiando a don Quijote, “No huyáis cobardes y viles criaturas, que un solo calisto es quien os acomete”.

CARLOS DEL RIEGO
                                                                                               


domingo, 21 de octubre de 2012

VERSIONES DE JUZGADO DE GUARDIA Dice el saber tradicional que la ignorancia es muy atrevida, cosa que se demuestra prácticamente a diario; en el caso de algunos cantantes que se atreven con canciones ajenas el dicho se cumple con mayor frecuencia



Hacer algo propio de una canción que otros popularizaron siempre es un riesgo, pues el original es el original y es invariablemente la referencia. No pocos cantantes logran acercarse a lo que hizo el autor (o primer intérprete), e incluso los hay que le dan un nuevo y atractivo sentido a la pieza, pero otros tantos consiguen que la melodía que tan armónicamente acariciaba los oídos se convierta en algo molesto y digno de sonrojo, en algo cercano a la fechoría suficiente para denunciar. Esto último sucede cuando el atrevido se siente capaz de aportar algo a esa canción, pero su falta de gusto, de gracia, de sentido estético se impone, consiguiendo sólo protagonizar un gran destrozo.

Hay cantantes que nunca han mostrado aptitudes canoras, pero han suplido sus carencias escribiendo canciones simples, diseñadas matemáticamente y cortadas con hacha; el caso paradigmático es el de los británicos The Kinks, cuyo compositor y solista (Ray Davis) creó sus temas adaptándose a sus dotes; los resultados fueron (son) evidentes. Otros, sin embargo, no son conscientes de sus limitaciones y se atreven con todo, y así, unos desafinan, otros retuercen la melodía hasta convertirla en un trapo sucio, este canta sin el mínimo sentimiento pero forzando y gritando, y aquel no se da cuenta de que la pieza que ha escogido le va como a un Cristo dos pistolas. No pocos ‘versioneadores’ creen que darle nuevo matiz a un éxito es distorsionar la melodía hasta hacerla irreconocible, pensando que así se muestra su personalidad, cuando lo único que se evidencia es una total falta de respeto por la melodía y por su autor.

Pero el caso extremo es el de quienes, ajenos a cualquier indicio de vergüenza, tienen el descaro y la osadía de arremeter contra clásicos del rock, el pop o cualquier género sin reparar en sus escasos dones, en su lejanía del talento, en su basta torpeza. En los últimos tiempos se ha asistido en España a auténticas vergüenzas (o desvergüenzas), de esas que obligan a torcer el gesto como no queriendo asistir a la lapidación de una partitura (aunque no se puede olvidar que algunos han hecho excelentes adaptaciones).

Melendi se ha arrancado con el ‘Angie’ de The Rolling Stones con un resultado entre tronchante y calamitoso. Basto la mayor parte del tiempo, sin una pizca de gracia o encanto y sin la más leve armonía, el asturiano no se da cuenta de que la canción no es que no congenie con su estilo, sino que se dan de tortas, como la voz Louis Armstrong en la ópera, como Alejandro Sanz con los Ramones…, un auténtico crimen. Lo peor es cuando Melendi tiene que entonar más alto, pues la voz se vuelve graznido, y lo mejor es que no se parece a Melendi.
También puede recordarse el crimen que Enrique Iglesias perpetró con el ‘Chica de ayer’ de Nacha Pop hace unos diez años. Convirtió una melodía emblemática y representativa de una época en tonadilla de cantante afectado y lacrimógeno, de solista baboso y quejumbroso que llora y lamenta. Lo único bueno que tuvo aquel atentado fue que el malogrado Antonio Vega se llevaría algo en concepto de derechos de autor.    

Y qué se puede decir acerca del acto de terrorismo artístico que Ramoncín ha consumado con el ‘Come as you are’ de Nirvana. Desafina como un perro, olvida la letra y se la inventa, entra a destiempo…, e igualmente queda claro que el tipo está pensando en otra cosa, que está como ausente, de modo que canta ésa igual que podía cantar los ‘Pajaritos’, no transmite más que sonrojo e interpreta sin fuerza y sin voz. Lo mejor es que Kurt Cobain, aunque hubiera estado vivo, nunca se hubiera enterado de este desacato.


Hay muchos otros casos, como las versiones aflamencadas de títulos célebres (achispadas y graciosas, pero sólo para un momento de disparate), pero pocos tan flagrantes como estos. Y es que la falta de sentido artístico y estético permite pocas alegrías, es decir, hay que se consciente de lo que se es, y tratar de no salirse para no caer en el ridículo.

El virtuoso y polifacético artista del XVII español Alonso Cano poseía una sensibilidad artística extraordinaria, un sentido único para encontrar la belleza y la excelencia; a punto de morir, un asistente le acercó un crucifijo que él rechazó con violencia (tenía muy malas pulgas), dejando perplejos a todos, pues era un hombre muy religioso; inmediatamente quedó todo claro, pues pidió que le trajeran sólo la cruz, ya que si le presentaban un crucifijo mal hecho, se iría al otro mundo en pecado… De haber vivido hoy, Alonso Cano viviría en un psiquiátrico.    

CARLOS DEL RIEGO

ARTÍCULO INCLUIDO EN TAMTAM press

viernes, 19 de octubre de 2012

ENGAÑOS PUBLICITARIOS Y TIMOS CONSENTIDOS Las tecnologías digitales se han convertido en herramientas imprescindibles que facilitan el trabajo, el ocio, la comunicación…, pero también el fraude y el engaño

Televisión e internet son los herramientas más utilizadas para engañar y estafar, pero no sólo por los delincuentes reconocidos, sino que grandes empresas se apuntan al timo

Los tribunales de justicia de la Unión Europea acaban de condenar a varias empresas por premiar a un usuario exigiéndole un pago previo a la entrega de lo ganado; es decir, se anuncia al agraciado que ha ganado el premio X, pero para recibirlo tiene que hacer una llamada a uno de esos teléfonos de coste desmesurado. Las empresas, mostrando una postura execrable y despectiva para con el consumidor, trataron de disculparse explicando que no es que quisieran ganar dinero con esas llamadas, sino que pretendían recabar datos del premiado-víctima con el fin de poder largarle toda la propaganda posible, y de paso, facilitar dicha información a otras empresas para que inunden al pobre ganador de la recompensa-trampa (por cierto, si sólo querían esa información, ¿por qué exigían marcar un número de los de sobrecoste?).

La cosa no es nueva, de hecho, las empresas siempre han recurrido a agencias de propaganda con experiencia en este tipo de artimañas, basadas en el engaño, en el truco de prestidigitación con el que consiguen que mires a una mano mientras te meten la otra en el bolsillo. No hace mucho, firmas de gran renombre en España llamaban al pobre ciudadano asegurándole que en unos días iría a visitarle uno de sus agentes para entregarle un premio a su fidelidad, a la confianza depositada en ellos al haber comprado alguno de sus productos o por tener la tarjeta de los grandes almacenes XX (o cualquier otra engañifa). Después de preguntar mil veces “¿pero va a intentar venderme algo?, porque no voy a comprar nada”, el teléfono contesta “nada, no se preocupe, es un regalo, no tendrá que desembolsar nada de nada”. Ya en casa del primavera, tiran el cebo: “un viaje de regalo”, explica con gran sonrisa el comercial, y añade “sólo tendrá que pagar el hotel”…; otra firma hizo idéntica oferta pero regalando el hotel para que el primo se hiciera cargo “sólo” del viaje. Cuando la negativa a pagar nada convence al sufrido viajante, éste trata de salvar al menos el tiempo gastado y pide que, al menos, se le conteste a una pequeña encuesta. Claro que lo máximo son los anuncios que comunican con alborozo que se ha ganado un maravilloso crucero, y que sólo hay que pagar el camarote y la comida, las tasas portuarias y el seguro…; o sea, ¿qué ha ganado el pobre pringao si ha de pagar cama, manutención y los gastos obligatorios? Lo malo es que este tipo de estafa suele ir dirigida a las personas mayores, mucho más fáciles de embaucar.

Capítulo aparte merecen esas impresentables cadenas de televisión que ponen en marcha concursos amañados. Un presentador habla a toda velocidad en un decorado multicolor y hace una pregunta más o menos sencilla, animando a que se llame al número indicado y prometiendo una suculenta recompensa; pasa el tiempo y el locutor sigue voceando su agresivo y descerebrado soliloquio, pero sin dar paso a llamadas de participantes en el sospechoso concurso, y eso a pesar de que un incauto ha llamado y le han dicho que le darán paso rápidamente, sólo tiene que esperar a otros cinco concursantes que están antes que él…, sin embargo, nadie entra en directo, de forma que, cansado de tener el auricular pegado a la cara y de mal humor, el ingenuo decide colgar; y el tiempo que el timado deja pasar antes de cortar la carísima llamada está en función directa a su edad.

Lo curioso es que muchos saben que es una estafa, pero se prestan a ser aligerados de cuartos, como si quisieran que alguien les hiciera caso incluso a cambio de dinero y de pasar por tontos. Y en este mismo sentido están los adivinos y curanderos, los astrólogos y los que echan las cartas, tanto televisivos como los que usan otros caminos para engañar a los crédulos e ignorantes; ¡hay que estar descolocado para creer en esa patulea de sinvergüenzas mentirosos! El gran escritor satírico Francisco de Quevedo ya escribió hace unos cuatrocientos años algo así como que “las rayas de la mano sólo indican que la mano se dobla por la palma y no por arriba; y si hay quirománticos que adivinen el futuro según esas rayas, ¿por qué no hay nalguimánticos, frontimánticos o pescuecimánticos”.

Claro que hay compañías que estafan de modo más sibilino, como por ejemplo la telefónica que instala, sin avisar, servicio de contestador automático (y otros), de forma que cuando el consumidor llama para preguntar por qué, se le contesta que es un servicio gratis (claro, si llamas y no hay contestación ellos no ganan, pero si llamas y salta el contestador, ganan); con el mismo argumento, uno podría ir a la sede de aquella empresa y pintarla de arcoiris, y cuando alguien increpara al pintor bien podría respondérseles que se trata de un servicio gratuito…

En fin, ni cien ojos salvarán al ciudadano de uno u otro modo de estafa. Lo peor es que ésta viene de delincuentes, de compañías de gran prestigio y de los abundante gobiernos que nos obligan a mantener. Y apenas hay defensa, pues lo normal es que el descarado timador cuente con departamento jurídico (empresas, gobiernos, organismos) para encargarse de las ovejas que se atreven a protestar. Descorazonador.   

CARLOS DEL RIEGO
                                                                                                

jueves, 18 de octubre de 2012

¡ASALTO AL COLEGIO! Unos adolescentes aprovecharon la huelga para atacar un colegio, demostrando actitud fascista, ignorancia perversa y, sobre todo, un enorme y preocupante grado de adoctrinamiento y manipulación

Tal vez volvamos a ver en España escenas de quema de iglesias.

Unos muchachos de entre 15 y 17 años irrumpieron violentamente en un colegio religioso de Mérida gritando consignas amenazadoras. Destrozos, insultos, desafíos, provocaciones, amenazas, agresiones, pintadas, interrupción de las clases, patadas en las puertas…, fueron los modos de exhibir su grado de adoctrinamiento ciego y manipulado; es decir, demostrar estar listos para la acción directa más contundente. Para empezar, se atrevieron a llevar a cabo el asalto unos cuantos, que es como se sienten fuertes los que, teniendo ese curioso convencimiento de que se posee la verdad total y por tanto ya se está legitimado para hacer prácticamente lo que sea, han de estar confundidos en el grupo, que es donde disimulan su cobardía.

Los jóvenes mostraron una carencia perversa de educación y una gran ignorancia, insultando en grupo y luego escondiéndose en un apocado “tú tócame, que te grabo y se te cae el pelo porque soy menor”; es decir, el agresor explica que a él no se le puede tocar, ni siquiera para defenderse, pero él sí puede agredir, romper o insultar porque es menor…; visión tiránica de la convivencia: “tengo el derecho de ser respetado, pero no la obligación de respetar”.

El pensamiento que han mostrado es fascista al cien por cien, pues piden liquidar a quien no piensa como ellos, en este caso curas (“hay que quemarlos”); igual que se hacía en la Alemania nazi o en la URSS estalinista (cuyas formas políticas eran idénticas) con los que no opinaban como estaba ordenado.
Sin embargo, parece más que evidente que todo ese odio y animadversión ciegos no han surgido espontáneamente, sino que han tenido que ser engendrados y desarrollados en algún sitio, y realmente los lugares donde este tipo de cosas calan más profundamente es en casa y en el colegio, pues es difícil entender que chicos de esas edades se pongan a hablar de política cuando están en la calle en pandilla, cuando van de juerga, cuando se reúnen para ir al cine o han quedado con chicas, cuando están viendo un partido o un concierto, cuando juegan con sus dispositivos electrónicos o en el botellón; resulta muy trabajoso tragarse que en sus ratos libres los adolescentes se ponen a discutir sobre la II República o a organizar mítines y charlas sobre opciones políticas.

Además, esa total falta de educación, de formación y cultura, de civismo, también es consecuencia de la enorme permisividad que tienen en edades tan problemáticas, sobre todo en el colegio (alguien dijo que una clase permisiva es una fábrica de nazis); así, se trata de tú a tú al profesor (o sea, igual que si fuera el compañero de al lado), se les ha trasladado la idea de fondo de que lo importante es divertirse y que se tienen muchos derechos, pero apenas se les ha hablado de obligaciones; además, la violencia no es cortada convenientemente, de hecho, muchas veces incluso se trata de ocultar. Y en casa es habitual que se consienta casi todo porque es más cómodo hacerse el loco, mirar a otro lado o simplemente disculpar y minimizar que implicarse, corregir y, en fin, pasarse muchas horas con el chico, que termina perdiendo totalmente el respeto a sus padres y, por extensión, a todo lo que signifique autoridad. Tampoco es raro que se le den todos los caprichos “para ver si así cambia de actitud”. Evidentemente, en uno y otro lado hay una preocupante ausencia de trabajo disciplinario.

Se puede trasladar la situación a otro lugar; piénsese que esta especie de partida de castigo, en lugar de ir al asalto de un colegio religioso (que siempre es fácil y cuya toma apenas supone riesgo) dirigieran sus iras contra la sede de un sindicato, contra el lugar donde se celebra una reunión del tipo que sea, contra el cine donde se pone la película señalada, contra el concierto o festival musical, contra la discoteca… Entonces, muchos que ríen, aplauden o justifican esa gracia pondrían el grito en el cielo; y aquí está otra de las causas del problema: pensar que eso es una chiquillada, que no tiene mayor importancia, que lo mejor es dejarlo correr, de forma que los atacantes llegan a pensar que tienen razón, que no pasa nada, y en todo caso, ganan confianza y convencimiento en sus motivos. Lo malo es que, tarde o temprano, la gamberrada no corregida llevará al delito mayor.

Apenas unas horas más tarde, otro grupo de adolescentes hicieron lo propio en una emisora de radio; colegios y universidades (donde este tipo de actuación ha sido continuada), medios de comunicación, sedes y actos de partidos legítimos pero de distinta ideología…, soportan el ataque de estas juventudes hitlerianas consentidas o animadas por algunos; ¿qué dirían éstos si idénticos ataques llegaran con consignas de extrema derecha?
 Aleccionados y adoctrinados, convertidos en fanáticos del pensamiento único, esos jóvenes estarán siempre dispuestos a usar la violencia para defender lo que creen y a agredir a quienes no piensen como ellos, que serán considerados enemigos a los que hay que exterminar ¿Volveremos a ver quemas de iglesias y conventos? 
     
CARLOS DEL RIEGO
                                                                                                

ALGUNOS PROBLEMAS DEL PERIODISMO, ESPECIALMENTE EL IMPRESO La indeseable e imparable invasión política, la tentación de exigir dinero por informar o la posibilidad de que todo el mundo supla al profesional, conducen a que éste empiece a ser considerado prescindible, con lo que el medio de comunicación dejaría de tener sentido

La comunicación vive su crisis particular, con la peor parte para el periódico impreso, que está casi en las últimas

Es el periodismo impreso uno de los sectores más golpeados por la crisis; tanto que a la crisis general se suma la suya particular, pues los diarios en papel no dejan de perder compradores, el cierre de publicaciones es diario y los periodistas han sido obligados a sumarse masivamente a la legión de parados. Cierto que la comunicación está en pleno proceso de cambio, pero eso no quiere decir que el papel tenga que desaparecer por obligación.

La indeseable situación del diario, que se engloba en la propia del sector, se debe a varios factores. En primer lugar, los periódicos se hacen competencia a sí mismos, pues todos reproducen en Internet la mayor parte de lo que ofrecen impreso, y además gratis; y en todo caso, quien busca noticias en general o una información concreta no tiene que salir de casa, de forma que una vez que ha leído lo que le interesa o los diarios que le interesan, sería muy extraño que comprara el periódico. Pero aun más importante (tal vez no en las ventas, que también, pero sí en cuanto a solidez y credibilidad) es la invasión política de las redacciones; así, la mayor parte de las cabeceras, más grandes o más pequeñas, hace años que se han convertido en los altavoces de los partidos, de los gobiernos (nacional, regional, provincial, local… ¡jo!), de forma que las primeras páginas son casi siempre de información política; además, las instituciones exigen al periódico, y si no se publicitan sus actos o sus logros, amenazan con retirar publicidad y romper convenios muy beneficiosos para las empresas de comunicación (¡cuántas veces el director recibe a primera hora una llamada airada y amenazadora que luego traslada redactor!); a ello hay que añadir que se ha puesto de moda la rueda de prensa sin preguntas, evidenciando el menosprecio al ciudadano y al periodista, al que tienen por un mero copista…, y eso después de cumplir media horita de espera. Y tampoco ayuda demasiado que el propio periódico estimule al público a convertirse en periodista: “envía tu foto”, “cuéntanos qué está pasando”…, animan desde el diario que, así, puede ahorrarse un desplazamiento, un fotógrafo…, dando sensación de que cualquiera puede hacer el trabajo del periodista. Todo esto redunda en que el profesional sea infravalorado y por tanto, se llegue a ver prescindible.

Por si fuera poco, muchos entienden que hay que pagar por el derecho a informar y ser informado. El año pasado (2011) el dueño del fútbol en España prohibió la entrada a los estadios a los medios que no pasaran por caja (y posaran cantidades desorbitadas), e incluso se impidió el paso del informador ¡a la sala de prensa!; ejemplo que se siguió en el encuentro Bielorusia-España, donde quisieron sablear a las emisoras de radio. En el presente, el Festival de Cine de Valladolid saca a la venta las acreditaciones de prensa al módico precio de 30 euros como si el reportero fuera a divertirse. Pues seguro que cunde el ejemplo.

Lo próximo será que el partido político, el gobierno de turno o la institución pública X convoque a los medios para una rueda de prensa, pero para poder retransmitir o tomar notas hay que sacar entrada, y si se quiere hacer preguntas hay que pagar un suplemento, igual que para sacar fotos; pero si se opta por el paquete completo, que incluye el texto íntegro a imprimir, subir a la web o leer sin alterar una coma ante los micrófonos, se hará precio especial. Y que nadie proteste, pues se le cerrará el grifo de la publi o se filtrarán noticias a la competencia. Lo siguiente sería prescindir del reportero y reproducir lo que dicten desde los distintos departamentos de comunicación del partido o institución. Barato y sin riesgo de problemas.

Hay hoy más opciones de comunicación que nunca, más fuentes y de más fácil acceso, tanto que cualquiera puede editar su periódico virtual personal; pero precisamente por eso, hay que saber cribar y contrastar, y para ello hay que poder contar con la base, con la referencia que supone el trabajo del profesional, que es el que ya se ha encargado de comprobar aquello de lo que habla. Si no hay periodistas independientes, si todo el mundo ejerce de periodista, el periodismo habrá desaparecido. Los poderosos se frotarían las manos.      

CARLOS DEL RIEGO

lunes, 15 de octubre de 2012

LA HIPOCRESÍA Y DOBLE RASERO DE LAS AGENCIAS ANTIDOPAJE: LO QUE SE PROHIBE A ARMSTRONG SE PERMITE A LA NBA Contra algunos deportes y deportistas (ciclismo, Armstrong) la persecución es implacable, mientras que con otros (la NBA) apenas se cubre el expediente. La ley del embudo del doping

Uno está obligado a pasar controles antidoping en cualquier competición, el otro ni siquiera en los Juegos Olímpicos

El acoso y derribo que ha sufrido el ciclista Lance Armstrong, incluyendo insultos y traiciones, parece desproporcionado, pues delincuentes auténticos son tratados con más miramientos. Sin embargo, esa especie de cacería no afecta a todos los deportistas ni se da en todos los deportes. Un buen ejemplo es el trato de favor que, en todas las agencias antidopaje, tienen los jugadores de la NBA. Así, la USADA (la institución antidoping de Estados Unidos) hace la vista gorda con la NBA mientras se muestra inflexible con los ciclistas. Es un ejercicio evidente de hipocresía y doble rasero, algo que sin duda le resta legitimidad moral a esa asociación y a todas las que pasan por este incomprensible favoritismo. Por eso, porque a algunos no se les permite ni una aspirina mientras que a otros ni se les hace el control, todo lo que se ha montado en torno al ciclista texano puede levantar sospechas de amaño (no hay que olvidar que lo único que se tiene son testimonios de ciclistas cazados que, a cambio de testificar, obtienen beneficios), se antoja tan falso como la limpieza de la propia USADA y de todos los caraduras que viven a costa de la mucha pasta que generan los deportistas (lo cual no equivale a afirmar que Armstrong es inocente). 

En la competición de baloncesto más importante del mundo sí se hacen controles antidoping, pero son secretos, es decir, no se publican los resultados y sólo se da cuenta de ellos a los comités estadounidenses, no al Comité Olímpico Internacional, ni a la Agencia Mundial Antidopaje ni a ningún organismo ajeno a EE.UU; así, dependiendo de lo que les interese en cada momento, son libres de comunicar o no el resultado del análisis, de sancionar o no, de enviar ese resultado al COI o dejarlo guardado en el cajón. Al parecer, la NBA impone un contrato a los jugadores, que sólo han de someterse a los requerimiento de las agencias y organismos estadounidenses, o sea, no han de rendir cuentas ni someterse a los análisis de ninguna entidad de alcance internacional. Estados Unidos está al margen de las leyes internacionales, y no sólo en el terreno deportivo.

Pero curiosamente, esa permisividad con los jugadores de la NBA sólo afecta a los norteamericanos, no a los de otros países que juegan en esa liga; de hecho, el argentino Manu Ginóbili pasó un control de madrugada durantes los Juegos de Londres, mientras que ningún pívot, alero o base nacido en USA fue molestado en ningún momento.

Y esto es así porque, de lo contrario, el equipo de Estados Unidos no acudiría a los Juegos (ni a Campeonatos del Mundo), al menos con sus mediáticas estrellas. Pero, ¿por qué se permitirá una injusticia semejante?; la respuesta es sencilla y previsible: por dinero, pues el baloncesto es una de las modalidades deportivas que más dinero ingresa en las arcas del COI (tal vez la que más), de modo que si no van los de la NBA habría menos dinero para los que integran este comité que, desgraciadamente, cada vez se antoja más dudoso.

Pero lo más asombroso es que esto se permita con total naturalidad, que los medios de comunicación apenas lo mencionen (si es que alguna vez dicen algo), que los deportistas que sí pasan los controles no proclamen la injusticia a los cuatro vientos, que los directivos nacionales cierren la boca cobardemente…, cuando este sospechoso trato de favor debería ser un escándalo de proporciones planetarias. Parece lógico, en fin, dudar de la honestidad de todos los que están en el COI (empezando por su presidente, el indigno Rogge), de los miembros de la USADA, la AMA y demás estamentos que dan duro a unos y a otros caricias. No merecen más confianza que cualquier político y que cualquier institución donde haya algo que sacar (en lo económico, lo político…).

Pero tampoco hay que extrañarse, pues todos los organismos deportivos disfrutan de privilegios verdaderamente feudales; capítulo aparte es lo de la Uefa, algo sangrante.

Son auténticos estados.

CARLOS DEL RIEGO