jueves, 11 de septiembre de 2014

JORDI PUJOL, EL ANTIESPAÑOLISMO COMO RECURSO PARA TAPAR SUS CACICADAS No le quedó más remedio: estaba tan acorralado que se vio obligado a confesar (a la fuerza ahorcan)…, pero tratando de ocultar en lo posible la verdad. El ex president ha tratado de tapar sus miserias mediante el antiespañolismo

Es fácil ver similitudes entre el que fuera honorable y el chistoso
 y corrupto alcalde Quimby
Lo de este tío es verdaderamente asombroso. Parece que ya no hay ningún problema en señalarlo como un sinvergüenza que, como mínimo, ha estado escaqueando dinero durante décadas; pero además, se antoja más que probable que fuera el cabecilla de una trama por la que se extorsionaba a empresarios para que un porcentaje del coste de la obra fuera a parar a su bolsillo particular y a las arcas del partido. Evidentemente su esposa, que es cualquier cosa menos tonta, lo sabía (si no participaba activamente), y sus hijos han seguido la tradición familiar.

Es evidente que Pujol estuvo implicado (saqueó, sería más preciso) en lo de Banca Catalana y no fue ajeno a otros casos (Casinos, Palau…), pero se libró por el apoyo de los que mandaban entonces en España, que obligaron a los fiscales y jueces a mirar a otro lado, dejando bien patente así que la separación de poderes no es un hecho en España (a este respecto existen muchas otras evidencias); además, parece que lo del tres por ciento (cinco dicen otros) era cosa sabida por todos los catalanes, pero se callaba con la esperanza de que, ignorándolo, el asunto desapareciera; lo de llevarse dinero a paraísos fiscales, el fraude a hacienda y otras ‘cosillas’ similares es pecata minuta dentro de una lista de fechorías perpetradas a lo largo de 34 años. Lo curioso del caso es que el ex honorable fue perdiendo su dignidad a medida que iba aumentando su discurso antiespañol, en un paralelismo que conduce a la sospecha de que lo que pretendía era no tener que dar cuentas a instancias superiores; en fin, que si Cataluña se desgajaba de España ya no existiría problema con sus dudosas actividades, pues siendo este territorio su finca particular nadie se atrevería a señalarle con el dedo y sería mucho más fácil tapar todas sus cacicadas (es oportuno recordar aquí que cuando un inspector de hacienda alemán se atrevió a avisar a Hitler de que no había pagado por los ingresos de la venta de su libro ‘Mi lucha’, dicho funcionario recibió una ‘visita’ que enterró definitivamente el problema).

Esa intención separatista de quien esencialmente pretendía ser el jefe absoluto y eterno para ejercer de dueño del territorio, ya se ha visto en anteriores episodios de la Historia. Por ejemplo, cuando Simón Bolívar exigió y luchó en pos de la emancipación americana de España, lo que quería era mandar él sin tener que depender de otros, hacer y deshacer a su antojo como ‘monócrata’ (palabra acuñada por él mismo, pues siempre despotricó contra la democracia); también es bueno recordar que el pueblo llano y los indios desconfiaban de las autoridades criollas, como demuestra el hecho de que cuando los trabajadores de sus tierras se quejaron de las verdes y rijosas maniobras del padre del Libertador, rico hacendado, con sus esposas e hijas, lo hicieron ante los poderes españoles, pues sabían que los gobernantes americanos estaban a las órdenes de los poderosos propietarios. Y entre éstos figuraba destacado Bolívar, que al igual que Pujol, pretendió no la independencia del pueblo hispanoamericano, sino la suya para manejar, manipular y trincar impunemente, sin que nadie le exigiera explicaciones, recibos y libros de cuentas. De aquí viene la deriva secesionista del despreciable (antónimo de honorable) ex president, puesto que por mucho que proclamó su limpieza (llegó a explicar que su desapego a España procedía de la gran corrupción existente en su clase política…, perfecto ejercicio de cinismo), él sabía que tarde o temprano los muertos del armario empezarían a oler, así que la única solución era que no hubiera nadie por encima que le pudiera sacar los colores.

Asimismo también llama la atención con la que el actual honorable regatea el caso. Mas pretende hacer creer al personal que no sabía nada de los tejemanejes pujolistas, que era un cero a la izquierda, que a pesar de estar décadas como encargado de los dineros del partido y como brazo derecho del padrino, no se enteraba de cómo entraba la pasta ni tenía conocimiento de qué pasaba después de caja. A nadie le gusta que le traten de cantamañanas, de mequetrefe que no se entera de la misa la media, sin embargo, Mas (y todos los políticos en general) no tiene inconveniente en pasar por un pelele del que todo el mundo se reía, un títere al que todos a su alrededor engañaban, un tontorrón que se chupaba el dedo, que no pintaba nada en el partido y que no tenía a nadie a su lado que le contara lo que verdaderamente estaba pasando; ¡qué ausencia de integridad moral hay que tener para presentarse como un bobalicón ignorante! No es descabellado suponer, sospechar, considerar que no sólo sabía, sino que participaba activamente en componendas y chanchullos.

El también ex presidente González (otro que también se llamó a sí mismo tontorrón al que todos en el partido se la pegaban) ha salido a la palestra raudo y veloz para echar un capote al dudoso y turbio Pujol, porque el ex honorable (a quien Tarradellas, un catalán íntegro y sin dobleces, caló y calificó acertadamente) tiene que conocer trapos sucios de todos sus colegas coetáneos, los cuales estarán aterrados ante la posibilidad de que el indigno se vaya de la lengua, de que empiece a cantar.   
  

CARLOS DEL RIEGO

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