jueves, 28 de agosto de 2014

LA ESTUPIDEZ DE LA REALIDAD SUPERA CUALQUIER IMAGINACIÓN Por muy lejos que pueda llegar la ficción jamás alcanzará a la realidad, pues la necedad de las personas traspasa continuamente los límites trazados por memos anteriores. Es imprescindible ser un idiota perfecto para llevar a una niña de 9 años a disparar armas de guerra…

Una niña de 9 años hace prácticas con un subfusil ametrallador con
 consecuencias trágicas 

Hay veces que las noticias de los diarios parecen salidas de la mente del novelista con imaginación más calenturienta y disparatada, tanto que si se reflexiona sobre alguna de ellas uno puede llegar a preguntarse ¿cómo puede haber personas tan estúpidas?, ¿cómo puede alguien conducirse con tal ausencia de sentido común? Es oportuno recordar (una vez más) aquella reflexión de Einstein en la que otorgaba la cualidad de lo infinito al universo y a la estupidez humana.

Un estúpido animal se ha metido dentro del cadáver de uno menos estúpido
Unos padres estadounidenses no tuvieron mejor ocurrencia que llevar a la niña a disparar armas de fuego, de modo que fueron a un local en el que sirven hamburguesas y luego se pueden pegar unos tiros (¡qué puede combinar mejor con la comida!). Pero no se conformaban con que la nena tirara con una pistola del calibre 22, nada de eso, así que pusieron en las manitas de la cría de 9 años nada menos que un subfusil ametrallador Uzi, un trasto fabricado en Israel como arma perfecta para la batalla: ha sido utilizado en casi todas las contiendas en que ha tomado parte dicho país desde las guerras del Sinaí y de los Seis Días, y también en campos de batalla de Sri Lanka, Sudáfrica, El Salvador, Irán, Irak, las Malvinas…; pues papá y mamá pensaron (demostrando tanta capacidad cerebral como una ameba) que sería muy gracioso y original dejar que la chiquilla experimentara la emoción de ametrallar..., para grabar toda la escena y luego enseñársela, orgullosos, a sus amigos. El maestro de tiro le dice cómo hacerlo y la criatura dispara contra el blanco, acto seguido el hombre pone el modo ráfaga, ella aprieta el gatillo, pierde el control del hierro y le pega un tiro en la cabeza…, y lo liquida. Puede deducirse que este accidente no es cosa insólita, pues las manitas de 9 años no están hechas para manejar esas cosas. Sea como sea, los padres han de estar satisfechos: han convertido a su hijita en homicida (involuntaria, pero homicida) para el resto de su vida, y a los hijos del instructor huérfanos. Es difícil superar tal grado de estulticia.

Más cerca, en Elche, unos bandidos perforaron un túnel de entre 125 y 150 metros, tras cavar 10 de profundidad, con el fin de atracar un banco. Aunque se trate de expertos con la herramienta y maquinaria más modernas, no hace falta ser ingeniero de minas para saber de las dificultades de tan magna obra; así, quien haya visto la película ‘La gran evasión’ recordará que para llevar a cabo tal empresa no sólo hay que excavar, sino que hay que prever cómo proporcionar aire al interior de la obra, cómo sujetar techo y paredes para que no se venga todo abajo, cómo transportar y qué hacer con la tierra que se extrae (que con un túnel de esas dimensiones tiene que ser mucha)…, y a ello hay que añadir que se precisan conocimientos precisos y especializados para no desviar la trayectoria del túnel, para no romper cañerías, conducciones y otras infraestructuras enterradas. En fin, que estos delincuentes han trabajado de lo lindo durante varios meses para nada, pues una vez dentro del banco fueron detectados por los sistemas de seguridad y, finalmente, no pudieron hacer otra cosa que poner pies en polvorosa sin llevarse nada de nada. Más les hubiera valido ofrecer sus servicios a cualquier empresa de construcción, algo hubieran cobrado por su esfuerzo.

Otra muestra de la memez de la que el ser humano es capaz. También en Estados Unidos, la policía recibió aviso de un timo: una mujer denunciaba que había comprado 40 dólares de cocaína pero le habían dado azúcar en lugar de la droga. Al llegar a su casa, los agentes fueron recibidos por la paisana que, mientras se metía una dosis de crack, les dijo dónde le habían dado gato por liebre. Inmediatamente la señora fue detenida por posesión y consumo; luego, los uniformados fueron al lugar donde se había producido el supuesto timo, pero no encontraron otro polvo blanco que no fuera azúcar. El hecho evidencia el deterioro mental de los drogadictos.

Pero no hay que ser drogodependiente para dar muestras sobradas de mamarrachez: una chica de 21 años se compró un caballo y, ayudada por un amigo, lo mató, lo despellejó, le sacó las vísceras, mordió algunas de ellas, se desnudó y se metió dentro de lo que quedaba del pobre animal…; lógicamente tomó fotos de todo y las subió a Facebook (también sucedió en USA, qué se le va a hacer). ¿Se puede ser más salvaje, más necio?

¿Cuál se llevaría la medalla de oro de la imbecilidad?  
      

CARLOS DEL RIEGO

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